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Andalucía
Los lodos del Karabaj enfangan la cohesión de la diáspora armenia de Sevilla
Erebuni es el nombre originario con el que fue bautizada Ereván, actual capital de Armenia, en el 782 a.C. Clasificada como una de las ciudades más antiguas del mundo, fue testigo de una de las mayores atrocidades del s. XX, el genocidio armenio efectuado por el Imperio Otomano entre 1915 y 1923. Pese a que el total de víctimas es incierto, algunas fuentes estiman que cerca de 1 millón de personas perdieron la vida en estos años. En la actualidad, la diáspora armenia está compuesta por casi 5 millones y medio de individuos desperdigados por todo el mundo.
Unas 700 personas pertenecientes a esta comunidad residen hoy en día en la provincia de Sevilla. Frente a la Basílica de la Macarena me encuentro con Emil Petrosyan, representante de la organización Erebuni que aglutina las reivindicaciones de un total de 40 familias armenias presentes en la capital Hispalense y varios municipios. La necesidad de contar con centros de culto en los que poder llevar a cabo sus ritos religiosos es una de las reivindicaciones de esta organización nacida en el mes de marzo de 2020. Pese a procesar el cristianismo, la iglesia armenia cuenta con su propio Papa cuya sede se ubica en la ciudad armenia de Etchmiadzin.
“Necesitamos un espacio en el que poder reunirnos y preparar materiales para las manifestaciones. En mi domicilio particular ya no cuento con más espacio para seguir acumulando pancartas” comenta Emil. Pese a contar con un órgano de representantes y un estatuto, la asociación Erebuni carece de una sede física. La necesidad de disponer de un espacio para organizarse comienza a ser acuciante para este colectivo. La inestabilidad política que enfrenta Armenia es una de las motivaciones por la que este grupo de ciudadanos defiende el acercamiento de su lengua y su cultura a los más jóvenes de la comunidad, así como a la población local.
Los lodos del Karabaj
Desde que el pasado 10 de noviembre Nikol Pashinián, Primer Ministro de Armenia, anunciará la llegada a un acuerdo con Ali Asadov, Primer Ministro de Azerbaiyán, en el que cedía el disputado territorio de Nagorno Karabaj al operativo azerí, el descontento de la población armenia no ha parado de crecer. Pashinián, quien llegó al poder en 2018 tras el triunfo de la Revolución de Terciopelo, representaba el cambio de régimen para buena parte de la ciudadanía armenia, cansada del sistema corrupto imperante en el país desde su independencia de la URSS en 1991.
El conflicto en esta región del Cáucaso comenzó en 1988 y no fue hasta 1994 que ambas partes alcanzaron un primer acuerdo de paz. Un total de 25.000 personas perdieron la vida en esta primera guerra del Karabaj, como cuenta el periodista británico Thomas de Waal en la novela Black Garden. La URSS, incapaz de enfrentarse al auge de los nacionalismos que emergían con fuerza al final de sus días, no pudo contener el enfrentamiento que se saldó con la anexión por parte de Armenia de un territorio tradicionalmente azerí, en el que la mayoría de los habitantes son de origen armenio. El resultado final fue la total incomunicación entre ambos países y el estallido de enfrentamiento recurrente.
La falta de transparencia por parte del ejecutivo armenio durante los 44 días que duró el último encontronazo militar en septiembre del 2020, dejó al menos 5.649 víctimas mortales, la gran mayoría soldados, según recogía el diario La Vanguardia; así como la cesión de este territorio a Azerbaiyán, quien cuenta con el respaldo directo de Turquía, lo que hirió profundamente el ego de la mermada población armenia de apenas 3 millones de habitantes.
Europa
Armenia y Azerbaiyán pactan un alto al fuego pese al polvorín avivado por Turquía
La tensión en el Cáucaso Sur por la República de Artsaj intenta apaciguarse aunque sin llegar a una resolución estable, después de dos semanas de ataques, al menos 300 víctimas mortales y decenas de miles de desplazados.
Para Manuk Manasyan, joven armenio de 23 años asentado junto a su familia en una localidad del aljarafe sevillano, los primeros días del conflicto fue común escuchar en la prensa armenia la llegada de voluntarios de todas las partes del mundo dispuestos a defender el honor de su patria. Según fuentes del Ministerio de Defensa armenio, un total de 10.000 personas se sumaron al ejército procedentes de la diáspora.
“Al final muchos jóvenes acabamos sintiendo una gran desconexión con nuestro país acusados de desertores”
Al igual que muchos jóvenes armenios que se negaron a realizar el Servicio Militar bianual obligatorio entre los 18 y 27 años, Manasyan tiene problemas para regresar a Armenia al ser considerado un desertor por el ejecutivo de su país. Asegura que buena parte de los varones adultos presentes en España tienen el pasaporte retenido por las autoridades de Ereván y en caso de regresar tendrían que abonar una multa.
“Se trata de un problema que afecta en mayor medida a quienes no tienen recursos económicos. Conozco el caso de amigos míos que han llegado a pagar 20 mil euros para saldar su deuda. Al final muchos jóvenes acabamos sintiendo una gran desconexión con nuestro país por esta razón” apunta.
La falta de preparación del ejército armenio frente a la sofisticada artillería azerí es señalada por Marta Ter, analista experta en la región del Cáucaso Norte. Ter afirma que el cuerpo militar compuesto por drones y armamento de última generación se asienta como una de las razones que podría haber hecho inclinar la balanza del conflicto hacia el lado de Azerbaiyán. Para buena parte de los armenios contar con un ejército profesional sufragado con impuestos sería una forma inteligente de reforzar la seguridad de su país.
Una polarizada opinión pública armenia
La profunda división que enfrenta el pueblo armenio se intensificó el pasado 25 de febrero cuando un grupo de militares del ejército intentó perpetrar, en palabras del ejecutivo armenio, un “golpe de Estado” contra la democracia del país. Ese mismo día, Pashinián recorrió las calles de Ereván llamando a sus partidarios a defender la revolución de 2018. Por su parte, los principales grupos opositores han lanzado una petición de destitución contra el Primer Ministro armenio acusado de traición y mala praxis política.
La tensión de estos días evoca al incidente perpetrado en octubre de 1999 en la capital armenia, cuando un grupo de hombres armados irrumpió el parlamento de la apenas independizada Armenia, asesinando al entonces primer ministro Vazguén Sarkisian, y a Karén Demirchián, presidente del Parlamento. En la actualidad el pueblo armenio se encuentra dividido entre quienes defienden la permanencia en el poder de Pashinián, del partido Contrato Civil, y quienes apoyan el regreso del Partido Republicano de Armenia, que gobernó el país entre 1999 y 2018.
Buena parte de la comunidad armenia de Sevilla se declara partidaria de una tercera opción política encabezada por figuras nuevas. Sin embargo, la tensión que enfrenta este país del Cáucaso, donde para algunos analistas internacionales podría estar fraguándose una guerra civil, ha fracturado la cohesión que durante tantos años caracterizaba a la diáspora armenia.
“Cuando salimos a la calle de Sevilla el pasado mes de octubre pidiendo paz para el territorio de Nagorno Karabaj marchamos todos unidos exigiendo libertad para nuestro pueblo, sin embargo, tras el regalo de Pashinián a Azerbaiyán, nunca más saldré a las calles para defender cuestiones vinculada al actual ejecutivo armenio” asegura el joven Petrosyan.
Debido a la incipiente polarización que enfrenta el colectivo, algunas de las principales vías de comunicación online con las que contaban han acabado disolviéndose, es el caso del grupo de mensajería que empleaban para auto organizarse. Manasyan refuerza esta idea y lamenta como la cordialidad imperante en las celebraciones de la comunidad antes de la llegada de la pandemia de la COVID-19 se ha ido marchitando a causa de la tensa situación política.
El próximo 25 de abril la diáspora armenia de Sevilla volverá a las calles para conmemorar los 106 años transcurridos desde que su pueblo enfrentase el primer genocidio de la historia contemporánea. Este colectivo, caracterizado históricamente por una fuerte cohesión interna, acudirá al evento inmerso en una de las mayores crisis de unidad jamás enfrentada. La presente desunión amenaza por ensombrecer la resiliencia de esta poderosa comunidad, base del nacionalismo armenio.
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El problema es que los armenios durante 30 años no entendieron la diplomacia ni los diálogos o las reuniones. Solamente entendieron las bombas. Es una pena pero les va a costar mucho trabajo que los azeries los acepten de nuevo. Están muy enfadados pues no solo les invadieron su territorio sino que tuvieron que perder muchos soldados a manos de los armenios para poder regresar a sus propias casas.
Primero, lo armenios han vivido en el territorio de Karabaj desde hace 3000 años, mientras el país llamado Azerbaiyán existe sólo desde 1918. Segundo, en cuanto esta región decidió independizarse de forma pacífica, Azerbaiyán empezó la operación "círculo" para exterminar a toda la población armenia de la región. Es Azerbaiyán quien siempre ha hablado desde la violencia. Investiga sobre los pogromos de Bakú, Sumgayit o Kirovabad contra la población armenia en Azerbaiyán. Fueron justo antes de la primera guerra de Karabaj. Para los armenios siempre ha sido cuestión de luchar o dejar de existir. La decapitación de civiles que no querían dejar sus casas durante la última guerra y la destrucción del patrimonio cultural armenio en los territorios ocupados de Karabaj por Azerbaiyán son otro ejemplo de ello.