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Kabilas de mesa camilla
Pedigrí con presunción de culpabilidad

¿Es niño o rapagón, la criatura que baja por la verea entre las faldas de los dos cerros? Avanza con pasos cansaos y sus alpargatas remendás despiertan el polvo de la rambla, las ochos pezuñas que le siguen atestando el camino marcan el compás de sus cavilaciones.
Salió esta mañana a las claras del día, testigo de ese frío son los sabañones en las orejas y las grietas del bigote que su mama le unta con manteca. Enfiló el barranco arriba rebuscando palos y palillos, engordando los serones, juntando la carga de leña. Hoy ha llegao hasta casi el cerro Bravo, que marca la linde entre dos localidades diferentes aunque tengan el mismo amo. Por aquel bosque crecen chaparros y siempre encuentra algo.
República, dictadura y monarquía. Todavía no ha llegado a este entramado llamado España un régimen que conceda la presunción de inocencia a la humanidad entera sin distinción de pedigrí.
Ha dao la vuelta por el camino de las cuevas, donde tenía previsto comerse la cebolla que su hermana le ha echao en la capacha, pero al encontrarse allí con el niño pastor que guarda las cabras del señorico ha preferío mejor seguir palante, alejao de los caminos que transitan los manijeros. Al llegar al cruce, ha dejao a los mulos escondios tras una choza y se ha acercao a mirar entre las hierbas de la cuneta por si hubieran dejao los jornaleros algún sarmiento escondio, pa los pobres niños aprendices de arrieros y maestros de fatigas.
Todavía le queda luz al día, con suerte podrá rapiñar un rato de juego en la plaza con los chiquillos que queén. Cautivao con esta idea le arrea al zaino pa que aligere. Va a enfilar el carril que lo lleva cerca de la tahona onde cambiará la carga de una de las bestias por las hogazas del sustento de mañana, y la del otro mulo la llevará a su casa pa que su mamá avive la lumbre onde se guisa el puchero infinito.
Pero el destino ha querio, que junto al puente de la Bastana, la diligencia de dos mulos y un chavea se tope con una pareja de guardas que le echan el alto. Los funcionarios del Estado dan por sentao que la leña es robá y en nombre de la justicia le hacen al zagal vaciar los serones y le alargan el pedernal pa que sea él mismo quien le meta fuego al trabajo de to el día. Así se va esclareciendo, ende chiquillos, el lugar reservao a cada uno.
Porque esta gente, la ley dice que si no la dan a la entrá, la dan a la salía, y que es mejor prevenir que curar, porque más vale quemar la leña que dejársela al niño trapacero y malo, hereje y rojo.
Una vez arranca a arder la parva, la guardia se encarama al caballo y deja al chiquillo frente a la lumbre.
Si las lágrimas y el coraje apagaran el fuego no hiciera falta emplear las albardas, ni el sudario de las bestias, ni piedras, ni tierra escarvá con las manos, ni patadas fueran menester para separtar la leña. A ver qué puede salvar. Después de tó, sabe la criatura que ha tenío suerte. Otras veces, los de los caballos, se esperan hasta que no quea ni rescoldo.
República, dictadura y monarquía. Todavía no ha llegado a este entramado llamado España un régimen que conceda la presunción de inocencia a la humanidad entera sin distinción de pedigrí. Eso sí, efemérides no faltan; ocho de abril, veintidós de noviembre, dieciséis del mes de los santos, veintisiete de enero, etc. Y es que no se puede dejar pasar la oportunidad de repetir una y otra vez la ficción racista del origen de los pueblos que tienen origen terrenal.
Porque no todos los pueblos se expanden por la tierra desde la tierra misma; un ejemplo, el pueblo ario, el caucásico, el blanco, el payo, ese pueblo, creado a semejanza del dios verdadero, desciende del mismo Edén con la dura carga de cristianizar (Alándalus), civilizar (Abya Yala) y democratizar (Iraq) cada rincón del mundo y todas las formas de vida humana.
Sí, el pedigrí se gana y se pierde según se aleje o se acerque el modo de vida de la persona y sus pintas de lo estereotipado como tal o tal “comunidad”, etnia o pueblo.
Con tó y con eso y a pesar de la presunción de culpabilidá, el niño mulero eligió la república, como su padre encarcelao y su hermano guerrillero, por cuya cabeza el dictador llegó a pedir recompensa en la radio. Pero ya no por trapacero, simplemente por rojo. Perderán el pedigrí en los libros de historia de la guerra civil española, pues la academia reconocerá como posición genuinamente gitana (romaní pa ser más cool) aquella que se desvincula de los bandos, aquellas familias que vieron la guerra como “asuntos de gachós” son las verdaderamente gitanas. Al resto, si reclaman el pedigrí de caló se les denegará “por no parecerlo”, “por estar integrados”, “por no ser como los otros”.
Sí, el pedigrí se gana y se pierde según se aleje o se acerque el modo de vida de la persona y sus pintas de lo estereotipado como tal o tal “comunidad”, etnia o pueblo. ¿Quién fue la académica estadounidese que dijo que en Estados Unidos era negra pero que en Cuba era blanca?
La posmodernidad le está dando la chance al género de convertirse en transitable. Está costando, pero el debate está abierto, han llegado personajes no binarios a las series de televisión de masas (lo he visto anunciar en la tele). Incluso se ha traído a colación ejemplos de identidades de género más viejas que un nudo que traspasaban las lindes “hombre/mujer”. Por lo visto existían antes de que la modernidad cristianizara el mundo civilizándolo así.
Entonces, ¿se puede decir que la raza, como el género, es un constructo social? No puedo evitar imaginarme “la transición de etnia”, establecer analogías con la transición de género. Imaginar los relatos transétnicos y los discursos cisétnicos. Una persona cistétnica sería aquella cuya ¿autoidenficación? étnica coincide con la identidad racial que la sociedad le ha atribuido desde el nacimiento.
Incluso se ha traído a colación ejemplos de identidades de género más viejas que un nudo que traspasaban las lindes “hombre/mujer”. Por lo visto existían antes de que la modernidad cristianizara el mundo civilizándolo así
¡Qué guay! Así tendría sentido todas las categorías étnico culturales y definiciones estáticas, herméticas y parciales que la académica cisétnica lleva realizando cientos de años. En esta otra dimensión de la ficción colectiva Rosalía, la cantante catalana, sería transétnica y quienes la acusan de apropiación cultural estarían en el bando cisétnico.
¿Quién sabe si la transición de la raza no es el paso previo para la eliminación del racismo? ¿Abrir este debate es contribuir a la división del movimiento antirracista? Diosmía me perdone por tanta falacia, y puestas a pedir, me conceda la república, la presunción de inocencia, la reforma agraria y la abolición de la ley de extranjería. Allahu akbar.