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Análisis
Paraguay: cuando la influencia política atraviesa todos los sectores sociales
Continuamente afirmamos que América Latina está en un proceso de cambio. Nos esperanzamos con resultados como los de Boric en Chile, Pietro en Colombia o Lula en Brasil. Una esperanza que no siempre se mantiene en el tiempo. Las elecciones del 30 de abril están siendo leídas como una oportunidad para Paraguay, un punto de inflexión que cerrará o continuará el ciclo progresista latinoamericano. La Concertación, coalición heterogénea que se enfrenta al Partido Colorado, consolidado en el poder desde la Dictadura de Stroessner, supone para la población el reinventar la forma de hacer política en un país marcado por la corrupción y la mala gestión administrativa.
El historiador y politólogo Eduardo Tamayo, contextualiza la situación paraguaya a través de las últimas encuestas, como el Atlas 2023. El 30 de abril se celebran las elecciones presidenciales, legislativas y departamentales. Según las encuestas de intención de voto, los dos escenarios más posibles son, o la continuación del Partido Colorado (ANR), conservador, tradicionalista y marcado por la corrupción, o la Concertación, una coalición que va desde derecha moderada a una izquierda más progresista, encabezada por políticos como Efrain Alegre y Soledad Nuñez.
La venta de votos es un acto conocido durante las elecciones. Existe una fuerte resignación ante la corrupción administrativa y política a favor de los intereses privados de las élites
Es importante tener en cuenta que actualmente hay un proceso legal impulsado por Estados Unidos (Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos) contra Horacio Cartes y el actual vicepresidente del país por “participación en corrupción desmedida que socava las instituciones democráticas en Paraguay”. Horacio Cartes es un expresidente colorado, conocido oligarca y presidente de Honor Colorado, una línea dentro del partido. La ANR es conocida por su sistema clientelista, mantenido desde la última dictadura, desde los casi 70 años que lleva siendo gobierno en Paraguay. Santiago Peña, actual candidato a presidente colorado, dijo: “No importa tanto que las paredes de las personas estén llenas de títulos pero más bien ser colorado”. De esta forma, se evidencia que no se trata sólo de una política colorada sino de una sociedad colorada. Esto nos lleva a preguntarnos por la calidad democrática paraguaya, donde se condiciona la vida laboral en función de la elección electoral ¿estamos hablando realmente de una democracia consolidada que permita el voto libre?
La venta de votos es un acto conocido durante las elecciones. Existe una fuerte resignación ante la corrupción administrativa y política a favor de los intereses privados de las élites. Se aprovecha así la imposibilidad de culpar individualmente a las personas ya que el dinero y la seguridad laboral a cambio de su lealtad les puede ayudar con necesidades urgentes a las que se enfrentan en el presente. Y, en consecuencia, una de las grandes dudas es cómo, sin el apoyo económico de Horacio Cartes, se seguirá manteniendo este sistema clientelar.
Paraguay
Global El ‘salto’ que necesita Paraguay
La ausencia de un debate ideológico constructivo refleja un sistema que no acompaña a la gente ya que existe una inoperancia en el ámbito de salud, educación y todas las necesidades básicas que es la causa más profunda de este problema. Las cuestiones que se tratan en el Paraguay de hoy giran en torno a cómo congeniar progresos paulatinos en un sistema político marcado por ideas tradicionalistas y conservadoras. Y es que la identidad colorada que existe en la sociedad traspasa la frontera política para hacerse espacio en todos los ámbitos de la vida pública. Estas elecciones son solo el comienzo del cambio de un país que está en proceso de repensar su sistema político.
Por tanto, ¿podemos realmente llamar a esto democracia? Una gran parte de la ciudadanía que votará el 30 de abril ha crecido con una cultura política heredada de una dictadura con un proceso de transición democrática muy oscuro. Las necesidades básicas como la educación sufrieron un gran abandono. Sin educación no es posible cultivar un pensamiento crítico indispensable para que una democracia liberal funcione.
Existe una sociedad civil organizada que nos hace pensar que la alternancia política que permita una gestión pública paraguaya al servicio de su ciudadanía es posible
La posible derogación de la ayuda de la Unión Europea para las meriendas escolares, por ejemplo, constituye un retroceso que atacará a la educación nuevamente. El hambre no permite poder estudiar ni existir en otro modo que el de supervivencia. Esta merienda escolar es imprescindible para muchas familias cuya situación económica no permite brindar las comidas necesarias para el buen desarrollo de las infancias. Este dinero es otorgado al Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) sin ninguna imposición de la forma en que debe ser utilizado. Una muestra de las dinámicas conservadoras que operan en este caso, es la consolidación, en 2009, de un movimiento para rechazar esta ayuda económica. como consecuencia de la desinformación de algunos sectores que temieron que este dinero fuera una manera de introducir lo que catalogan de ‘ideología de género’.
Para el cambio también sería necesario romper con la mayoría colorada en el Senado y en el Congreso, no solo el control de la presidencia. La redemocratización de un sistema político marcado por la corrupción necesita creer en la posibilidad de un Estado de derecho y de bienestar social. Si hablamos de desconfianza en la democracia, un aspecto fundamental a destacar es la juventud, criticada innumerables veces por la baja participación durante las elecciones. Este rechazo se construye. La rabia y desidia acumulada por las nuevas generaciones frente a la ineficacia de las políticas públicas puede generar el impulso necesario para el cambio anhelado.
La juventud paraguaya lleva a cabo acciones políticas múltiples y diversas, invisibilizadas porque no encajan con una noción restrictiva de hacer política solamente a través del Estado. Una vez más, las plataformas de internet son un factor esencial a considerar para acceder al conocimiento y así entender que los problemas del país no están aislados. Ninguna persona se salva sola. A pesar del hartazgo hacia la política institucional por parte de la juventud, la posibilidad y esperanza de cambio social sigue ahí. Informes como los realizados por la socióloga Marielle Palau muestran que existe una sociedad civil organizada que nos hace pensar que la alternancia política que permita una gestión pública paraguaya al servicio de su ciudadanía es posible.