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Parece como si un lustro hubiera pasado, pero no hay que ir más allá de noviembre del año 2023 para recordar la victoria de Javier Milei en las elecciones presidenciales en Argentina. Aquel ballotage fue relativamente sorprendente, aunque no podía ya en aquella fecha decirse que el triunfo del provocativo “economista liberal-libertario” fuera inesperado. En realidad, la cita electoral que desconcertó enormemente a la mayoría de encuestadoras y analistas fue la de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (P.A.S.O.) del 13 de agosto, en las que La Libertad Avanza obtuvo prácticamente el 30% de los sufragios, consolidando la primera posición. Eran unas elecciones primarias que no atribuían cargo público alguno, pero su desenlace alteró enteramente la política nacional en general y las elecciones de octubre y noviembre en particular. Hasta aquel 13 de agosto, el “fenómeno Milei” era percibido como una identidad relativamente marginal, capaz de “dar un susto” al ecosistema de partidos en Argentina, pero poco más. Hoy, es desbordante la evidencia de que numerosos analistas se equivocaron.
No hace tanto, eran poco más que un meme
Es 1899 en el minúsculo municipio de Rhodes, en la región de Scarlett Meadows (Estados Unidos). En la única armería del pueblo, el atormentado dueño del local ha colgado una bandera amarilla con una serpiente de cascabel como emblema. Bajo ella, un lema que nos habla mucho del pasado y de las tendencias ideológicas del personaje: “Don’t tread on me” (“No me pises”). Esta pintoresca escena no es real, sino que corresponde al videojuego Red Dead Redemption 2, estrenado en 2018. La bandera en cuestión, inesperada para los jugadores de esta aventura del sello Rockstar Games, es el estandarte de Gadsden, cuyo nombre hereda de su diseñador, Christopher Gadsden, un esclavista de Carolina del Sur que falleció en 1805. Esta no es la única referencia cultural a la bandera. Ron Swanson, emblemático personaje de la sitcom estadounidense Parks and Recreation, la lucía también en su despacho. En la serie, Ron vive en una cabaña en el bosque e intenta irradiar su discurso antiestado desde dentro de las instituciones públicas en las que trabaja.
No hace tanto, el anarcocapitalismo era una identidad marginal reservada a foros virtuales en los que jóvenes de la derecha radical compartían sus memes anti estado y, a menudo, racistas y misóginos
La insignia empapa de su chillón amarillo la sede del Partido Libertario en Argentina, así como ondeó durante el Asalto al Capitolio estadounidense en enero del año 2021. Su presencia en ambos ámbitos no es casual, pues la bandera de Gadsden es uno de los símbolos centrales del movimiento anarcocapitalista, cuyo dogma ha sido replicado una y otra vez por Javier Milei en numerosos discursos públicos: el liberalismo, punto de partida teórico de las vertientes libertarias y anarcocapitalistas, “es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad”. A partir de este manido mantra, replicado por influencers y militantes de las nuevas derechas radicales liberales, los “libertarios” resumen su postura política: anti estado, anti “colectivismo” y anti justicia social.
No hace tanto, el anarcocapitalismo era una fuerza de arrastre cuasi nulo, una identidad marginal reservada a foros virtuales en los que jóvenes de la derecha radical compartían sus memes anti estado y, a menudo, racistas y misóginos. Allí, en aquellos espacios de socialización ideológica mediada por pantallas, estos grupúsculos compartían contenido sin siquiera vislumbrar un futuro en el que gozasen de relevancia política. En Estados Unidos, estos sectores se agrupaban alrededor de la retórica conspiracionista de grupos ultraderechistas y junto a otros núcleos como Blue Lives Matter. En Argentina, sin embargo, el “humor” ultraderechista del que se empapaban amplias capas de juventud “libertaria” se fundaba en referencias antiperonistas, antifeministas e incluso alusiones a los Falcon verde (el vehículo empleado por la dictadura argentina para el secuestro de militantes a lo largo del país). En cada país, las alianzas simbólicas de los ancap difieren, así como lo hacen sus referencias históricas. Sin embargo, comparten el foco en la “batalla cultural” y la insistencia en sus valores fundacionales: anti impuestos, anti estado, anti comunismo.
Argentina
De Argentina a España De España a Argentina: la neurosis de la extrema derecha
Focos y expectativas
El 6 de enero de 2021, cientos de cibermilitantes de la diversa esfera del trumpismo asaltaron el Capitolio de Estados Unidos. Fue un hecho de una enorme conmoción, a pesar de que no lograron desviar el devenir institucional de las elecciones del año 2020 en las que Joe Biden logró la presidencia del país. En aquel tumulto, la bandera de Gadsden sobresalía como un emblema insurreccional al que el ex presidente Trump legitimó tras su histórico discurso: “We love you, you’re very special… but go home”. Donald Trump hizo suya la conspiración del fraude electoral que empujó a aquellos envalentonados conspiracionistas a tomar el Capitolio, legitimando así no solo el diagnóstico de estos grupos sino sus conjuras futuras. Aquel evento constató que las bases ultraderechistas, entre las que se encontraban los anarcocapitalistas, son capaces de marcar la agenda de la principal figura política del Partido Republicano.
Como dinámica general, es posible plantear que las derechas radicales están cooptando los espacios discursivos y políticos de la derecha en múltiples territorios como Europa o América Latina
Tres años después, por primera vez un economista declaradamente anarcocapitalista se hizo con el Ejecutivo de toda una nación, Argentina. Previamente a las P.A.S.O., era inimaginable que un economista “filosóficamente” abierto al debate sobre la compra-venta de niños fuese presidente de un país de casi 50 millones de habitantes. Y, sin embargo, ocurrió. Como dinámica general, es posible plantear que las derechas radicales están cooptando los espacios discursivos y políticos de la derecha en múltiples territorios como Europa o América Latina. En particular, la “forma” que tome dicha derecha radical dependerá de las condiciones históricamente dadas en un país en específico, y ello definirá también el peso de los “libertarios”, así como sus alianzas específicas. En Argentina, el anarcocapitalismo ha impulsado alianzas tácticas con diversos sectores sobre la base del antikirchnerismo; en España, por contra, es el ecosistema voxero el que está incorporando los planteamientos anarcocapitalistas, en particular aquellos que se producen y difunden en la esfera virtual.
Además de Argentina y Estados Unidos, hay muchos escenarios donde el anarcocapitalismo aspira a expandirse, como España o Chile. Numerosos “referentes” del presidente Milei son españoles y están ganando relevancia a través de creadores de contenido vertical de rápido consumo: Youtube Shorts, Tiktok, etc. A través de la insistente “batalla cultural”, Jesús Huerta de Soto o el profesor Miguel Anxo Bastos están acumulando vistas en numerosas plataformas, están siendo replicados por influencers y están siendo escuchados por amplias capas de una juventud plenamente mediatizada por estos nuevos formatos de comunicación no reflexiva. En Chile, el influencer liberal Axel Kaiser ha ido cosechando importantes niveles de seguimiento y podría llegar a dar el salto a la política nacional en un contexto de crisis de representación en el país andino.
Opinión
Asalto al Capitolio Esto puede pasar aquí
Aunque el golpe o mascarada haya fracasado, la última provocación trumpiana ha sumido de lleno a toda la institucionalidad estadounidense en un dilema radical y traumático: o bien dejar pasar esto y esperar que la llegada de Biden calme las aguas, o hacer caer con ánimo ejemplarizante todo su peso sobre el todavía inquilino de la Casa Blanca.
Los anarcocapitalistas se han venido inspirando en los “padres” de la doctrina antiestado, la cual ha surgido eminentemente en países centrales del régimen global capitalista. Curiosamente, estas economías se sirvieron del valiosísimo aparato estatal en todas sus fases de desarrollo: en su fase imperialista, el capitalismo empleó al aparato estatal para dominar a las periferias y asegurar núcleos de extracción y explotación que fueron determinantes en los procesos de acumulación de capital de Europa y otros focos de desarrollo capitalista. A su vez, fue el estado quien, a través de mecanismos regulacionistas, logró coordinar la actividad de los grandes capitales, rescató a las empresas en momentos de quiebra y limitó el empuje revolucionario de las grandes capas trabajadoras a través de políticas redistribucionistas y, en ocasiones, de severos procesos de represión sindical y anticomunista.
En el discurso anarcocapitalista, el enemigo es descrito a menudo en forma amplia y trivial: los “colectivistas”. En esta categoría, Milei y el resto de militantes y divulgadores ancap engloban no solo al socialismo, sino a cualquier vertiente que no se oponga frontalmente al criterio de la justicia social y de la regulación estatal -en algún grado- de la actividad económica. Todos son “socialistas”, malos o menos malos, pero “socialistas” al fin y al cabo: comunistas, trotskistas, socialdemócratas, socioliberales, conservadores, etc. El auge de la retórica anarcocapitalista merece un firme seguimiento: sus ideas fuerza se están consolidando en el imaginario colectivo de la mano de asfixiantes campañas en redes sociales y del auge de influencers que directa o indirectamente las difunden. Los youtubers libertarios, los criptobros y los analistas antiimpuestos -en general- forman parte de un ancho engranaje que ya ha logrado colapsar los consensos históricos de la política argentina y que aspira a hacer lo propio en otras latitudes.
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Claro, claro, Milei ha acabado con el Estado, en Argentina ya no hay policía, ni ejército, ni carceleros, ni funcionarios del Estado, porque los "anarcocapitalistas" (¡porque no comunistas-capitalistas? como el PC Chino) han disuelto el Estado. ¿Y si tuvieramos un mínimo de precisión terminológica? ¿No es mejor "capitalista salvaje" que comprarle el oxímoron "anarcocapitalista"? El capitalismo salvaje recorta gasto social, y REFUERZA el Estado al aumentar el presupuesto militar, adelgaza el "estado social" engordando el estado represivo. Eso no tiene nada de anarco. Lo que si tiene mucho de anarco es la revolución de Rojava, en el norte de Siria, pero ¿para que va a citarla el autor si lo que quiere es usar la basura terminológica del enemigo? Con artículos como este damos el salto a la nada.