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Actualidad
El 155 del ¡muera la inteligencia!
No hace falta retrotraerse a los tiempos del legionario manco Millán Astray en la Salamanca de Unamuno. Con sólo abrir las páginas de los periódicos podemos hacernos una idea de cómo las gastan las gentes de orden en cuanto se les inflama la vena patriótica.
Por eso la equidistancia hace extraños compañeros de camada. Y si algún ingenuo pensaba que lo del 155 no iba con él, la obscena realidad que motiva a la Marca España ha fulminado el espejismo. Aquí y ahora tenemos a trabajadores de la cultura (tuiteros, grafiteros y raperos) condenados a cárcel, libros secuestrados por mandato judicial y obras de arte censuradas porque a un casero inquisidor de nombre Ifema se le ocurrió que así agradaba al poder instituido.
Es lo que pasa cuando, como decía el poema “Vinieron los nazis”, atribuido a Brecht pero en realidad del pastor luterano Martín Niemöller (“Primero vinieron a buscar a los comunistas, guarde silencio, porque yo no era comunista…”), ante el desafuero ajeno miramos para otro lado impasible el ademán. Estoy seguro que ni el ex secretario general del PCE, Francisco Frutos, al manifestarse por la rojigualda por las calles de Barcelona con medio facherio; ni el líder de Podemos, Pablo Iglesias, al declarar que si fuera catalán no votaría en el referéndum, antes de brincar de acera, pensaban que sus planteamientos serían codificados como amistosos cantos de sirena por el macizo de la raza.
Nadie que conozca la testuz del Régimen del 78 puede sorprenderse de la acometida integrista que nos embarga a raíz del consenso urdido por la troika (PP-PSOE-Ciudadanos) para declarar el estado de excepción low cost contra los tozudos catalanes del derecho a decidir. ¡Y además dos huevos duros! Aunque la bomba fétida estaba sobradamente cebada desde el momento en que un sector de la izquierda, sedicente y concurrente, Podemos e Izquierda Unida, se puso estupendo y perjuró salomónicamente: ni procés ni 155. ¡Manca finezza! Nunca será lo mismo, ni siquiera parecido, poner en paralelo la represión política-policial-mediática-judicial con la transgresión cívica y pacífica de una ciudadanía que pide votar por lo suyo.
De casta le viene al galgo. Tenemos la cultura democrática que nos legó la bendecida Transición. Fábula aquella cimentada sobre la exacta equivalencia entre víctimas y verdugos mediante una autoamnistía que parió el oxímoron continuista de trasegar una dictadura a una democracia sin cambiar de caballo ni casi de caballero. Por eso no extraña demasiado que los herederos gauchistas de aquella operación recambio comulguen ahora con una versión periférica que en sustancia reproduce aquel engendro fundacional. Incluso cabe que lo hagan creyendo honestamente que así conmemoran el cuarenta aniversario de “su Constitución”. Se entiende menos que sigan considerándola dogma de fe cuando más de la mitad del cuerpo electoral, por razón de edad, nunca ha refrendado la Carta Magna. Basta con echar un vistazo a la pirámide de población para comprobarlo.
Estamos, pues, gobernados por muertos. No son leyes fundamentales consentidas, sino por memes de ultratumba.
De ahí que resulte misión de alto riesgo actuar en la esfera pública exhibiendo una normalidad que no existe más que en la monserga de la propaganda oficial. La clase política que aspira a ser alternativa para bien no puede ignorar que entre el ¡a por ellos! endógeno y cuartelero y el ¡muera la inteligencia! exógeno y burocrático existe una misma línea de conducta. Son vasos comunicantes, astillas de la misma madera. Y si, como ha ocurrido ya en buena medida, se mira para otro lado cuando caen chuzos de punta en la otra orilla, se está incentivando en las entrañas del cuerpo social pulsiones funestas. La ofensiva populista desatada para agravar la prisión permanente revisable, el encarcelamiento incondicional de representantes electos y las embestidas contra la libertad de expresión, son menudillos de la olla podrida con que se adoquinan todos los despotismos.
Y si a nivel de la calle esa involución es grave por la autocensura que conlleva y el mensaje de permisividad que transmite a los gobernantes, más incalificable y preocupante es que sean precisamente “unos de los nuestros” los que se pongan de perfil o den la callada por respuesta ante semejantes afrentas. Está bien que la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena haya optado por no asistir a la inauguración de ARCO en señal de protesta por la cacicada de marras. ¡Faltaba más! Pero hubiera estado mucho mejor que, como coproprietaria de IFEMA, el recinto ferial donde se exhibe la muestra, hubiera impedido esa absurda votación de su dirección para explorar si se censuraba o no la incisiva obra de Santiago Sierra.
A este paso asistiremos a referendos para decidir si se instaura la pena de muerte o la tortura en cómodos plazos.
El meritorio plante a posteriori de la ex jueza a algunos, no obstante, nos ha hecho recordar los titubeos de la regidora en el infame episodio de los titiriteros.
Pero mucho peor a distancia ha sido lo de la ex magistrada del Tribunal Supremo y actual portavoza del PSOE en el Congreso Margarita Robles. Afirmar, como ha hecho la en otro tiempo lúcida jurista, que la melonada de IFEMA le parece positiva porque contribuye a apaciguar el ambiente y la crispación, es para echarse a temblar. Con estos amigos no se necesitan enemigos. En este asunto también ha imperado la obediencia debida al 155, expandido y churrigueresco si se quiere, pero siempre comulgando con el estado de excepción que apadrina. Aunque semejante unidad de destino no es nueva. Al PP, PSOE y Ciudadanos, tres en raya, el 135 les convocó y el 155 les juntó, por mor de su punitiva concepción del patriotismo constitucional. Otra cosa es que, de cara a la galería, hagan como si se llevaran a matar. Con la reválida de las elecciones del 2109 a la vista conviene mantener las apariencias, no vaya a ser que el público se mosquee. Truco o trampa.
Estamos rozando el esperpento y ya casi no queda títere sin cabeza. Chiquito de la Calzada recibe a título póstumo la medalla del Día de Andalucía por la Junta de los ERE; el humorista Joaquín Reyes resulta retenido por la policía mientras grababa un spot televisivo disfrazado de Carles Puigdemont; y el secretario de la CGT catalana, Ermengol Gassiot, profesor de prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), es puesto en busca y captura por haber participado en un encierro en el rectorado para denunciar la subida de tasas universitarias y la mercantilización de los campus. ¡España va bien! La de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María… Dios mediante. Como está mandado.
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Están muy equidistantes los 2 millones de independentistas, donde están, se han quedado durmiendo en la cama? y la CUP, que hace la muy equidistante, organizando algaradas callejeras? y los leales trabajadores de las instituciones catalanas también equidistantes y obedientes? pero vaya, el problema ahora será que no defendamos a los gobernantes en prisión, y que en lugar de los otros amos que ahora no están nos gobiernen los amos de la meseta, que vuelvan los viejos amos! ya no quedan amos como los de antes!! si tocan a nuestros amos, nos tocan a todas!!! cuanto simplismo
El problema es el poder, no solo quien lo ejerce, si solo te preocupa que tome el control de tu vida un español con el 155, es que tienes un problema grave ya que has estado aguantando y respaldando al tipo que tuvo que entrar en un helicoptero en el parlamento y quieres que vuelvan los suyos y los saquen de la carcel para que te sigan gobernando