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Alemania
Treinta años de la caída del muro de Berlín: libertad y Ostalgie
El 9 de noviembre de 1989 caía el Muro de Berlín y con ello se iniciaba el proceso de reunificación de las dos Alemanias. Hoy la desigualdad en el Este y el Oeste sigue siendo el motivo principal del ascenso de la ultraderecha en esos Estados federados.
El 9 de noviembre es, para los alemanes, el "día del destino" (Schicksalstag). Fue un 9 de noviembre de 1923 cuando se produjo el intento de golpe de Estado de Múnich contra la República de Weimar, motivo por el que Adolf Hitler entró en prisión. El 9 de noviembre de 1938 se inició la conocida como Noche de los cristales rotos, un escalofriante pogromo con el que se da por iniciado el Holocausto. También un 9 de noviembre, esta vez de 1989, cayó el Muro de Berlín.
Al pensar en la Alemania dividida siempre se piensa en la ciudad-Estado de Berlín, pero había diez distritos que luego pasaron a ser otros seis Länder tras la caída de la República Democrática Alemana (o DDR en alemán), Brandemburgo, Turingia, Sajonia, Sajonia-Anhalt, Macklemburgo-Antepomerania y Berlín. La vida de muchos niños que nacieron en la antigua RDA y han vivido su adolescencia en una Alemania unificada ha cambiado mucho en estos 30 años.
Stefan Krzepek vivió su infancia en Oschatz, una pequeña ciudad de Sajonia, una de las regiones en las que hoy en día el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) es más fuerte. "Cuando cayó el muro yo tenía siete años, pero mi ciudad tenía 20.000 habitantes y una tasa de paro casi inexistente. Hoy hay muchos lugares vacíos, la industria de entonces fue cerrada y ahora la gente con estudios abandona la región porque los trabajos que exigen alta cualificación se encuentran mayormente en el Oeste", cuenta.
Sus padres eran maestros y tras la caída del muro algunos compañeros de sus padres fueron despedidos. “Teníamos una asignatura de política, llamada Staatbürgerkunde. Aunque el sistema educativo no separaba a los 10 años, como pasa ahora. Hoy en día el sistema educativo alemán es mucho más elitista”.
Cuando cayó la RDA, lo que en el Este de Alemania era una fructífera industria pública, se desmanteló y la mayoría de las empresas se las llevaron al Oeste. "También hubo muchos compañeros de clase que de repente desaparecieron con la caída del muro porque se mudaron al Oeste", recuerda Krzepek. Hoy en día su región tiene un 5% de paro, por detrás de otras como Berlín con el 7,8% de desempleo y Sajonia Anhalt con un 6,7%.
Lo que antes era muro, ahora es una frontera económica a la que la equiparación con la otra Alemania no ha llegado en estos 30 años. Hasta este mismo año, los ciudadanos de Alemania del Oeste tenían que pagar un impuesto "solidario" para reunificar las dos mitades, pero varios partidos de derechas pedían su eliminación desde hace años.
"La primera vez que pisé Berlín Oeste y vi a una persona que pedía dinero en la calle, me sorprendí muchísimo, porque nunca había visto nada así en la otra parte de Berlín", relata Sascha Turowski, que nació en Berlín Este y vivió en los barrios de Mitte y Lichtenberg. Hay una palabra que los alemanes usan para referirse a algunas cosas que les dan nostalgia de la época de la RDA, Ostalgie o, literalmente, "nostalgia del Este".
Turowski dice que no echa nada de menos de aquella época, salvo la garantía de poder tener un trabajo estable y poder vivir sin estrecheces económicas. "En la RDA la vivienda y la alimentación estaba fuertemente subvencionada, así que mis padres vivían sin preocupaciones por llegar a fin de mes. Tampoco había muchos problemas para conseguir plaza en guarderías". Otra de las cosas que parecieron irse con la caída del muro fue el sentimiento de colectividad. "La vida en sociedad era muy importante. Recuerdo muchas fiestas vecinales en el patio de mi edificio. Esto ahora en Berlín es bastante extraño, incluso te miran raro a veces si dices hola a tu vecino". A pesar de esta “desconexión social”, hoy en día Berlín está considerada como una de las ciudades más libres de Europa, donde la juventud y la diversión son su seña de identidad.
Pero asegura que, aunque se construían aparatos electrónicos y muebles para durar "eternamente", era caro y difícil encontrarlos. "Tenías que tener suerte, por ejemplo para encontrar una bicicleta". Así llegó la primera televisión en color a su casa. "Mis padres invirtieron la mitad de sus ahorros en comprarla, en 1988. Pero luego, 20 años después, seguía funcionando perfectamente". Otra de las cosas que de pequeño no entendía era no tener libertad de viajar fuera de la RDA. "No entendía por qué vivíamos bien, pero no podíamos ir de vacaciones a España, por ejemplo".
Bärbel Lange nació en 1956 en el Oeste de Berlín. Cuando se construyó el muro, en 1961, ella tenía solo 5 años. "Para mi el muro formaba parte de mi infancia, así que lo veía como algo normal. Mis padres no eran de Berlín, sino de otras regiones, así que no tuvimos problemas de que separasen a nuestra familia", comenta. Sin embargo, miles de Berlineses no tuvieron esa suerte.
"En Berlín Oeste tampoco podíamos comprar libros de Marx, Engels y Lenin o viajar a la RDA si no teníamos familia, así que no podíamos disfrutar de la belleza de la otra parte de Alemania", rememora Lange. Sus padres eran comunistas procedentes del exilio y vivieron en la inicial RDA antes del muro, pero en 1954 tuvieron que abandonarla "por motivos políticos". La construcción del muro sorprendió a comunistas en el Oeste de Alemania y también a aquellos que no eran comunistas en el propio Este, que no pudieron abandonarla antes de quedar separados por esos dos muros de hormigón que en su época fueron la frontera más vigilada del mundo.
Según Lange, uno de los problemas de la RDA fue que "le fue imposible ofrecer algunas cosas que había en el Oeste, porque allí podías comprar lo que quisieras si tenías el dinero". Aunque cree que se pintó la República Federal Alemana como un Estado mejor del que era. "Había un especial interés en hacer ver que la Alemania Occidental y el capitalismo eran algo maravilloso. La frontera no era solo un muro, sino también una frontera entre socialismo y capitalismo". En 1979 la RDA legalizó el aborto, mientras que en la RFA estaba considerado “hecho criminal” y aun hoy se exige consentimiento médico para abortar.
En los 80, la crisis de la RDA se empezó a hacer más palpable. "Me quedó claro que esa crisis económica y democrática en la RDA iba a hacer que el Estado cayese. Pensé entonces que no podría seguir existiendo, ya que las personas que estaban allí no lo querían". Ella define la RDA como "un Estado sin una democracia real, por tanto condenado al fracaso, aunque no dictadura". Lange cree que el descrédito mundial del socialismo tras la caída del muro ha servido aún hoy para justificar el capitalismo.
La vida en el resto de Länder era muy diferente a vivir en la propia Berlín, una ciudad-Estado dividida en dos. Matthias Bauerschmidt nació en Ilmenau, Turingia, aunque ahora reside en Baviera. Entre las cosas que han cambiado, está el sistema sanitario. "Había médicos hasta en los pueblos pequeños, pero desde 1980 los médicos se empezaron a exiliar en el Oeste. Nuestro seguro médico era bastante más asequible que ahora". Él también extraña únicamente la fraternidad con la gente. "Teníamos menos estrés y más tiempo para relacionarnos socialmente. Además había ese sentimiento colectivo que hoy echo en falta".
En Berlín todavía hoy la mayoría de las calles están duplicadas y atravesar el Check-Point Charlie en bicicleta recuerda inevitablemente a esa época. Ahora nada más entrar a lo que antes era el sector americano hay un McDonald's.
Pero una de las partes más oscuras de la RDA, además de esa falta de democracia que relata Lange, fue la STASI (Ministerio para la Seguridad del Estado). En el libro Stasiland Anna Funder cuenta que se recogían hasta muestras de olor de cada persona para tenerlos clasificados. "A veces los llamaban para interrogatorios con cualquier excusa y luego recogían muestras biológicas del sudor de la silla en la que se habían sentado".
"La Stasi fue probablemente el motivo por el que la RDA duró tanto", cuenta Bauerschmidt. El miedo de la población a que cualquiera pudiese ser un informante de los servicios secretos se hace patente en cada referencia que tenemos de aquella época, películas, libros, etc. Stefan Krzepek dice que "la propia RDA se definía como 'la Dictadura del proletariado' porque ellos pensaban que la mejor forma de la democracia era que los obreros liderasen y tuviesen el poder en esta Dictadura. Pero la RDA en sí, creo que sí ha sido una Dictadura".
Anna Funder define, en el propio libro, esta etapa de Alemania como "horrormance". Esta sensación viene de que "el romance es por ese sueño de un mundo mejor que los comunistas alemanes quisieron construir sobre las cenizas del pasado nazi y el horror es por lo que hicieron en su nombre".
La antigua RDA es hoy pasto de partidos de extrema derecha. Stefan no cree que el éxito de AfD venga de la mano de un ascenso de la ideología nazi. “Sino más bien de que los partidos tradicionales han perdido personalidad”. Sascha Turowski cree que es debido a que "los partidos tradicionales han decepcionado y, por ejemplo, el Partido Socialdemócrata (SPD) ha abandonado su tradicional ideario. Legalizaron los minijobs y lo acompañaron de la ayuda social. Esta ayuda social otorga 147 euros al mes a una persona para comprar alimentos. En mi opinión y con los precios de la Alemania actual, eso ni es realista ni es social".