Actualidad africana
Las violencias que se silencian y las personas que huyen para sobrevivir

Las últimas semanas han sido de las que alimentan el afropesimismo. En la región que se extiende al sur del Sahara se imponen los silencios que colocan las violencias de todo tipo, ya sean militares o económicas, debajo de la alfombra.
5 feb 2021 06:00

Los detalles cambian pero los esquemas se repiten. En Etiopía se mantiene en silencio la violencia militar en el Tigray tras un triunfalismo que no puede ocultar a los refugiados que huyen hacia Sudán. Pocos se preocupan por el asedio de los grupos rebeldes a Bangui, pero los y las centroafricanas que continúan refugiándose en la RD Congo, en Chad, en Camerún o la República del Congo no son invisibles. La tormenta de deuda que se avecina dejará previsiblemente muchas víctimas sin nombre. La estabilidad que se resiste a consolidarse en Somalia continuará afectando a las vidas de las personas. Siempre violencias silenciosas y víctimas anónimas.

Lo que viene después de la guerra en la región del Tigray

Los resultados de la guerra son, por definición, desastrosos. Cuando esas consecuencias se extienden en medio del silencio parecen especialmente graves porque a la destrucción le suman la desatención y el desamparo. Esa es la situación que se ha fraguado en la región del Tigray después de la intervención armada ordenada por el primer ministro etíope Aby Ahmed. El que fue premio Nobel de la Paz en 2019, anunció el 4 de noviembre una operación planteada como una ofensiva militar generalizada contra los núcleos de las resistencia armada del Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF).

El ataque fue acompañado por un silencio ensordecedor, un bloqueo de la información que Ahmed ha demostrado dominar y ser capaz de imponer con escasas fisuras. Apenas apuntes sobre el drama humanitario de los refugiados se escapaban del control de las autoridades etíopes, precisamente, cuando esos y esas refugiadas se veían obligadas a huir y cruzar las fronteras del país. Las autoridades etíopes sostuvieron el relato de una intervención rápida y sin dificultades para su ejército.

El ataque contra Tigray fue acompañado por un silencio ensordecedor, un bloqueo de la información que el presidente etíope ha demostrado dominar y ser capaz de imponer con escasas fisuras

Sin embargo las informaciones que se han ido desprendiendo a partir de diferentes vías plantean un escenario bien diferente. En primer lugar, la preocupación se centró en los refugiados que huían de la región y encontraban abrigo en las zonas próximas a la frontera con Sudán, una zona en la que la presión ha ido aumentando porque también había sido en el pasado el destino de los refugiados de la larga guerra entre Etiopía y Eritrea. Y porque la situación de esas comunidades de desplazados se había ido deteriorando con el enquistamiento de su limbo vital y en la ausencia cada vez más evidente de recursos materiales.

Más tarde, la continuidad de los enfrentamientos más allá del final decretado por el propio Abiy Ahmed, demostró que la victoria militar no fue ni tan rápida ni tan aplastante. Más recientemente, se ha puesto de manifiesto el impacto de esa operación militar en la estabilidad de la región o más bien en la desestabilización. Se ha negado oficialmente la participación de Eritrea en el conflicto, pero se han multiplicado los indicios que contradicen esa versión y aún más, comienzan a aparecer muestras de que las consecuencias para el precario equilibrio eritreo empiezan a ser negativas.

Las informaciones más recientes son las que certifican el desastre humanitario que el conflicto ha desencadenado en la región. Algunas organizaciones de ayuda ya han alzado la voz por los obstáculos al acceso, mientras que se han empezado a ver movimientos de presión hacia Etiopía por parte de instituciones internacionales, para intentar desencallar, al menos, la asistencia humanitaria.

La República Centroafricana se desangra

Puede parecer paradójico pero las elecciones del pasado 27 de diciembre han terminado de dinamitar las esperanzas de pacificación en la República Centroafricana. El país que ha ido enlazando largos periodos de violencia armada en los últimos años, se había empezado a asomar a un futuro de estabilidad desde 2018, cuando la intensidad de los enfrentamientos se fue mitigando e incluso se abrieron conversaciones de paz con los principales grupos participantes en el conflicto.
En las semanas siguientes a las elecciones del 27 de diciembre se consolidó el asedio de los grupos rebeldes, de facto, sobre la capital, mientras las autoridades pretendían aparentar normalidad

Sin embargo, la campaña electoral ya se desarrolló en un clima de tensión, varios de los grupos rebeldes con cierto control sobre zonas del país anunciaron su intención de marchar sobre la capital, Bangui, y así lo hicieron. La jornada de voto se celebró bajo la amenaza de un asalto a la ciudad. En las semanas siguientes se consolidó el asedio, de facto, a la ciudad, precisamente mientras las autoridades pretendían aparentar normalidad, proclamando los resultados oficiales de las votaciones y la reelección del presidente Faustin-Archange Touadéra.

Y en medio de esta nueva escalada de la violencia que se produce en el punto más ciego de la agenda mediática, las víctimas vuelven a hacerse visibles solo cuando logran huir para sobrevivir. ACNUR considera que al menos 200.000 personas se han visto desplazadas en menos de dos meses, a consecuencia de esas violencias que se desencadenaron en el marco de la campaña. Cerca de la mitad, unos 105.000 se han refugiado en los países vecinos, fundamentalmente en la RD Congo (unos 92.000), pero también en Camerún, Chad y la República del Congo. Todos ellos países que soportan ya una considerable presión. Antes de esta última oleada, los refugiados centroafricanos eran ya más de 620.000.

Otra vuelta a la tuerca de la deuda

El sábado pasado, el 30 de enero, Zambia no pagó la cuota de la deuda externa que le correspondía, una “letra” de 56,1 millones de dólares. Se trata del segundo impago del país, que se saltó también el pago de noviembre, un recibo de 42,5 millones de dólares. El país había pedido que se buscasen fórmulas para aligerar el peso de la deuda. Zambia ha desvelado una de las consecuencias previsibles de la pandemia y ha demostrado, en la práctica, una situación que algunos analistas ya habían advertido. Zambia podría ser solo la primera pieza en caer.
Ante la pandemia, los países del Norte global se han aferrado al endeudamiento, pero no han trasladado esa sensibilidad a su papel de acreedores y apenas han aligerado la presión que ejercen sobre muchos de los países africanos con menos ingresos

El endeudamiento de buena parte de los países africanos se acerca a una tormenta perfecta con la confluencia de una serie de factores, como explica Jaime Atienza, responsable global de política de deuda de Oxfam, que provocan lo que ya se ha bautizado como un “muro de deuda”. Se aproxima un cúmulo de vencimientos de una deuda que en los últimos años se ha ido incrementando de manera casi descontrolada, una deuda que además ha ido incrementando sus costos y que se agrava por los atrasos que acumulan los gobiernos. Ante la pandemia, los países del Norte global se han aferrado al endeudamiento, pero no han trasladado esa sensibilidad a su papel de acreedores y apenas han aligerado la presión que ejercen sobre muchos de los países africanos con menos ingresos.

En medio de esta situación, el aumento del peso de China como acreedora en el continente africano ha generado un considerable revuelo. Algunas voces han alertado del poder que el gigante asiático ha llegado a acumular y de la posibilidad gestionarla a su antojo. La respuesta de China a estos temores ha sido buscar fórmulas más flexibles y anunciar aplazamientos como el acordado con Kenia.

Una confusa operación militar en Casamance

Los habitantes de algunas zonas fronterizas entre Senegal y Guinea Bissau se han visto sacudidos en las últimas semanas por el sonido atronador de armas pesadas. El propio ejército senegalés ha reconocido que está desarrollando una amplia operación contra bandas armadas de delincuentes que en los últimos meses se habían hecho fuertes en los bosques de la zona. Los testigos han asegurado que se trata de un despliegue fuera de lo común.

Fuentes militares y la mayor parte de los medios aseguran que la operación militar en Casamance se dirige contra bandas de delincuentes dedicadas a la plantación y el tráfico de cannabis, la explotación ilegal de madera y el contrabando de otras mercancías

Las informaciones reproducen fundamentalmente la versión oficial y no arrojan suficiente luz sobre los hechos. El relato que comparten fuentes militares y la mayor parte de los medios, incluye unos ambiguos protagonistas. Hablan de bandas armadas que habían hecho de las zonas boscosas el territorio de sus actividades delictivas y aseguran que la operación militar se dirige contra la plantación y el tráfico de cannabis, la explotación ilegal de madera y el contrabando de otras mercancías.

A estos terrenos próximos a la frontera, estaban regresando desde el verano pasado habitantes que se habían visto desplazados por un conflicto secesionista que se acerca a los 40 años de duración, después de que en 1982 la violenta represión por parte de la policía de una manifestación pacífica que protestaba por los agravios sufridos en la región del sur de Senegal, ayudase a cristalizar la reivindicaciones que a la larga se convertirían en independentistas.

El relato oficial, sin embargo, no hace ninguna referencia al MFDC, el Mouvement des Forces Démocratiques de la Casamance, a pesar de que esos sean los territorios habituales de los grupos rebeldes que forman el movimiento extremadamente atomizado. La confusión aumenta porque el gobierno de Senegal y el MFDC se encuentran en conversaciones de paz auspiciadas por la comunidad de Sant’Egidio desde 2012, la última ronda se produjo hace menos de un año y no hay noticias sobre la interrupción de esas negociaciones.

¿Habrá elecciones en Somalia?

El día 8 de febrero están previstas unas elecciones presidenciales en Somalia. A estas alturas parece improbable que las autoridades tengan capacidad para organizarlas pero tampoco ha trascendido un aplazamiento oficial. Lo cierto es que los actores políticos del país están envueltos en tiras y afloja que parecen haber acabado por minar la celebración de los comicios.

El complejo federalismo que se apuntaba como la solución a la convivencia en el país del Cuerno de África ha acabado configurando un escenario ingobernable. La resistencia de dos de los estados del país, Jubbaland y Puntland, a la celebración de los comicios ha llevado al gobierno central a trabajar en el plan de unas elecciones parciales, es decir, que se desarrollarían en todo el territorio somalí. Pero, al mismo tiempo, se trata de una solución que no cuenta con el favor de las potencias extranjeras.

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