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Actualidad africana
La democracia y la salud en riesgo
La reaparición del Ébola en el continente africano, mientras la segunda ola del covid19 se hace más letal, vuelve a demostrar la exposición de la región subsahariana a amenazas sanitarias diversas. Precisamente, el virus del Ébola ha vuelto a aparecen en los lugares en los que más daño ha hecho en la historia, Guinea y la República Democrática del Congo, en los que además convive con otros brotes epidémicos. Igual que la salud, la democracia está siempre bajo amenaza. En este caso, coinciden unas elecciones sin precedentes por la consolidación de las reglas del juego en Níger con la inestabilidad en el Sahel y las sospechas de manipulación en Senegal.
La alargada sombra del ébola
Justo cuando parece que la segunda ola del covid19 en África está golpeando con mayor dureza que la primera, aparecen nuevos ingredientes que aumentan la incertidumbre sobre la situación sanitaria del continente. Hace dos semanas las autoridades de la República Democrática del Congo confirmaban la aparición de un caso de ébola en Butembo, al este del país, una de la ciudades más golpeadas por el anterior brote de esta enfermedad, que se cobró la vida de 2299 personas durante los dos años de duración hasta que se dio por concluido en junio del año pasado. Se considera que fue el segundo brote más letal desde que el virus se identificó por primera vez. De momento, las autoridades sanitarias consideran que la muerte de una mujer, esposa de un superviviente del último brote, puede ser una especie de residuo de la ola finalizada en 2020 y aseguran haber tomado todas las medidas a pesar de no haber declarado un nuevo brote.Si que se ha declarado un brote de la misma enfermedad en Guinea, precisamente en la región de N’Zerekore, una de las zonas más castigadas por la epidemia que afectó a varios países de África Occidental entre 2013 y 2016. Ese ha sido el episodio de ébola más mortífero de la historia, con 11.000 muertos confirmados, y el que avanzó el efecto de las pandemias en un mundo globalizado, ya que sus efectos se extendieron rápidamente por diversos países de la región e incluso se produjeron contagios (puntuales) en países del Norte global. En este caso, la muerte de la enfermera de un centro de salud local, destapó la reaparición de la enfermedad en Guinea y el contagio de, al menos, seis de las personas que acudieron a su funeral ha marcado la consideración de brote epidémico. Al menos cinco personas han fallecido ya y se han identificado 125 contactos entre N’Zerekore y la capital del país, Conakry. Sierra Leona y Liberia, estados vecinos de Guinea que también sufrieron intensamente la anterior crisis han tomado medidas de restricción de la movilidad.
En la República Democrática del Congo, la actual epidemia de covid19 ha coincidido ya con un episodio de ébola —que se dio por concluido en noviembre de 2020— y con el que se ha considerado el mayor brote de sarampión del mundo
En la República Democrática del Congo, la actual epidemia de covid19 ha coincidido ya con un episodio de ébola —que se dio por concluido en noviembre de 2020— y con el que se ha considerado el mayor brote de sarampión del mundo que en más de dos años provocó 7.000 muertos hasta que fue sofocado en agosto del pasado año. En la República de Guinea, el recién declarado brote de ébola coincide con la segunda ola de covid19, con uno de fiebre amarilla y otro de rubeola.
Mientras, esa segunda ola de covid19 está golpeando con más fuerza y mientras los estudios revelan que la tasa de mortandad provocada por la epidemia ha aumentado considerablemente en el continente, los gobiernos tratan de endurecer las medidas de contención, como ha ocurrido en Zimbabue o Guinea Ecuatorial, recientemente. La discusión se centra ahora en el acceso a las vacunas y las polémicas que se generan alrededor de su disponibilidad, desde la retirada de Sudáfrica de la fabricada por AstraZeneca a la espera de verificar su efectividad, a la exigencia de la Unión Africana de la suspensión de las patentes.
Un hito democrático en Níger
El domingo Níger tendrá un nuevo presidente, o más bien, los y las nigerinas expresarán sus votos en las urnas. La segunda vuelta de estas elecciones presidenciales se desarrollan envueltas en una clima de satisfacción, por lo que se refiere al respeto a las reglas democráticas que las han marcado y por ejemplo de consolidación de la estabilidad política que suponen. Una de las evidencias de estos comicios es que se producirá un cambio en el sillón presidencial, ya que el actual presidente Mahamadou Issoufou no se ha presentado a la reelección. El que ha sido el máximo dirigente nigerino durante la última década ha respetado la limitación de dos mandatos que establece la Constitución del país y eso se ha interpretado como un gesto de compromiso y de responsabilidad democrática. No es de extrañar cuando en la región todavía resuenan los ecos de las elecciones de Guinea y de Costa de Marfil, donde Alpha Condé y Alassane Ouattara, respectivamente, buscaron un tercer mandato y desencadenaron severas crisis sociales e institucionales.Lo cierto es que durante sus dos mandatos Issoufou se ha construido una imagen de garante de la democracia en un país con una larga y tumultuosa tradición de golpes de estado y gobiernos autocráticos, por lo que ha generado la esperanza de la consolidación de la estabilidad. Por ello, la decisión de respetar las normas constitucionales ha sido interpretada como una muestra de su altura política. En cualquier caso, no se puede pasar por alto que durante el gobierno de Issoufou se han producido controvertidos episodios en los que se ha presionado, detenido y encarcelado a periodistas, activistas de la sociedad civil y defensores de los derechos humanos.
El que ha sido el máximo dirigente nigerino durante la última década ha respetado la limitación de dos mandatos que establece la Constitución y eso se ha interpretado como un gesto de compromiso y de responsabilidad democrática
La primera vuelta de las elecciones, celebrada el pasado 27 de diciembre, dejó dos aspirante en la carrera por la presidencia: Mohamed Bazoum y Mahamane Ousmane. Y entre ambos, los y las nigerinas tendrán que escoger el próximo domingo. Bazoum representa la opción continuista. El delfín de Issoufou, su acompañante constante, prácticamente, durante toda su carrera política. En las dos últimas legislaturas ha sido uno de los ministros más importantes de los gobiernos pasando por carteras clave, incluida la responsabilidad de conseguir la reelección de Issoufou en las elecciones de 2016 y la gestión del ministerio de Interior. Por su parte, Ousmane, representa la alternativa, una alternativa que, en todo caso, da muestra de recurrencia de la clase política nigerina, teniendo en cuenta que ya fue presidente entre 1993 y 1996, cuando fue derrocado por un Golpe de Estado. Ahora Ousmane representa a la oposición en este último asalto. Aunque es improbable, los apoyos del resto de partidos y de algunos líderes políticos carismáticos del país pueden conseguir dar la vuelta a los más de 22 puntos de diferencia que Bazoum sacó a Ousmane en la primera vuelta.
A vueltas con la inestabilidad del Sahel
En los últimos años, el Sahel se ha convertido en una de las zonas más inestables del planeta y al mismo tiempo es uno de los espacios donde la estabilidad es más necesaria, precisamente porque hay un considerable riesgo de que esa inestabilidad arrastre a algunos de los países de la zona e incluso que se vaya extendiendo. El análisis sobre los factores que explican este contexto es extremadamente complejo y el menosprecio de algunos de ellos justifican el fracaso de muchos de los planes y estrategias desarrollados en esta región. Desde la diversidad de grupos extremistas que operan en la zona, hasta el carácter de zona de paso de numerosos tráficos ilegales que ha ido generando espacios de control y de poder ajenos a los estados, pasando por las particularidades geográficas, las configuraciones históricas de los propios estados, la compleja convivencia de diferentes comunidades, las consecuencias de una descolonización formal que ha intentando preservar lazos fuertes y dinámicas de dependencia, la fragilidad institucional que se desprende de la corrupción y los privilegios, serían solo algunas de las piezas con las que que se conforma este puzle.Esta semana la coalición G5: Sahel, Mauritania, Mali, Burkina Faso, Níger y Chad se reunieron en la capital chadiana, para continuar definiendo los términos de su alianza. De nuevo el tema principal ha sido “la problemática de la lucha antiterrorista”
Esta semana los presidentes de los cinco países que forman la coalición G5 Sahel, Mauritania, Mali, Burkina Faso, Níger y Chad se reunieron en Yamena, la capital chadiana, para continuar definiendo los términos de su alianza. Y de nuevo el tema principal que se ha desprendido del encuentro ha sido “la problemática de la lucha antiterrorista” y, especialmente, la financiación de la Fuerza Conjunta del G5. La mayor parte de las informaciones que se desprenden de esta reunión hacen referencia a su dimensión militar. Por un lado, el presidente francés, Emmanuel Macron, afirmaba rotundamente que no se reducirán las tropas galas en el Sahel, unas declaraciones con las que salía al paso de los últimos análisis de sus intervenciones y los rumores que apuntaban a un “reajuste” de la presencia francesa que se interpretaba como un repliegue. Por otro lado, el presidente chadiano Idriss Deby ha anunciado el envío de un contingente extra de 1.200 soldados a la conocida como “zona de las tres fronteras” (entre Burkina Faso, Mali y Niger).
Presuntas agresiones sexuales y presuntas presiones políticas
Ousmane Sonko es el líder de la oposición de Senegal, el principal azote del presidente Macky Sall. Ahora mismo se encuentra en el ojo del huracán pero no por ninguna propuesta de ley, ni por ningún debate en la asamblea. Sonko ha sido acusado de agredir sexualmente y amenazar de muerte a una mujer que le había hecho un masaje terapéutico. Las autoridades han querido interpelar a Sonko ante la policía obviando su inmunidad parlamentaria y cuando supuestamente iba a ser oficialmente citado, el pasado 8 de febrero, sus partidarios se congregaron frente a su domicilio para impedir el acceso de la policía y enfrentándose a las fuerzas de seguridad.Mientras se despliega el procedimiento parlamentario para retirar esa inmunidad, la acusación se ha interpretado como otro movimiento para neutralizar a la oposición. El partido de Sonko ya ha sido colocado en la diana antes acusado de recibir financiación del extranjero y otros políticos que habían despuntado han acabado en la cárcel con cargos diversos. La sociedad civil ha alertado del deterioro de los derechos políticos bajo el gobierno de Sall.