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Actualidad africana
Los cambios no detienen la rueda de la violencia en diferentes puntos del continente
El argumento de la seguridad ha sido uno de los que explica (entre otros) que los últimos golpes de estado en el Sahel hayan tenido un amplio apoyo popular o que hayan sido recibido, al menos, con esperanza. Los gobiernos electos no habían sido capaces de asestar el golpe definitivo a los grupos extremistas en la región y la vida de muchas y muchos de los ciudadanos estaban en una especie de incierto compás de espera marcado por la violencia, cuando no habían quedado completamente desmoronadas por este fenómeno. Sin embargo, los gobiernos militares tampoco están teniendo éxito, lo que seguramente acabará poniéndoles contra las cuerdas.
Alianza en el Sahel ante la violencia
Las últimas semanas han vuelto a acumular episodios de una creciente violencia en el Sahel. Los grupos extremistas parecen lejos de haberse debilitado con los cambios políticos en la región. Además, han demostrado la capacidad de seguir generando ataques disruptivos y con ellos de continuar ganando visibilidad a través de la atención de los medios de comunicación convencionales y de las publicaciones en las redes sociales. Cuando el pasado 7 de septiembre, miembros de JNIM (Grupo de apoyo al islam y a los musulmanes), según la reivindicación oficial, vinculado con el universo de Al Qaeda, atacaron un barco de pasajeros que navegaba el río Níger a su paso por Mali consiguieron un verdadero golpe de efecto mediático segando las vidas de al menos 49 viajeros civiles.
El ataque, fuera de lo común, sorprendió a propios y extraños y consiguió atraer focos y concentrar conversaciones en la región. El barco en cuestión era el Tombouctou, un nombre además con una enorme carga simbólica, ya que la ciudad estandarte del Sahel se encuentra desde principios del mes de agosto bajo una especie de asedio flexible del mismo grupo armado que ha tenido un impacto considerable sobe el abastecimiento de la localidad. El inusitado asalto naval coincidió en el tiempo con un ataque a la base de Bamba, que causó la muerte, al menos, a 15 militares.
Los tres gobiernos militares salidos de los últimos golpes de Estado en Malí, Burkina Faso y Níger han formalizado sus lazos de solidaridad en lo que se conoce como el acuerdo de Liptako-Gourma
Más recientemente, el 17 de septiembre, han sido miembros de la Coordinación de Movimientos del Azawad (CMA), de orientación separatista, quienes han reivindicado una acción contra los campamentos militares de Léré. Durante horas se fueron transmitiendo las evoluciones de esta operación, primero la presumida toma de control de las instalaciones militares por parte de los rebeldes y después la contraofensiva de las fuerzas armadas, incluidas las imágenes de bombardeos selectivos con drones que aparecen con aspecto de videojuego.
Para mostrar hasta qué punto el fenómeno es fundamentalmente regional durante los meses de agosto y de septiembre se han producido repetidas incursiones de grupos armados. En agosto, por ejemplo, una veintena de personas murieron en una zona próxima a la frontera con Togo, reforzando la idea del desplazamiento de los enfrentamientos hacia los países del Golfo de Guinea. A principios de septiembre, los episodios letales se trasladaron al norte, con 54 muertos (diecisiete militares y treinta y seis milicianos voluntarios de las unidades de autodefensa) en la provincia de Yatenga. Y en Níger, la zona de las “tres fronteras” concentró la máxima actividad extremista en la segunda semana de agosto. En ese periodo, las fuerzas de defensa nigerina reconocieron la muerte de al menos 28 hombres en tres ataques sucesivos: cinco miembros de la guardia nacional en un ataque a un campamento; seis, en una emboscada cerca de Sanam, el día 13; y diez y siete, el día 15, en una emboscada en los alrededores de Koutougou que provocó también una veintena de heridos.
África
Global Una década de turbulencias en el Sahel
En medio de esta escalada de violencia y de agitación en la región, los tres gobiernos militares salidos de los últimos golpes de Estado en Malí, Burkina Faso y Níger han formalizado sus lazos de solidaridad en lo que se conoce como el acuerdo de Liptako-Gourma y que rubrica el nacimiento de la Alianza de los Estados del Sahel (AES), el 16 de septiembre, como un tratado de amistad y de apoyo mutuo que pone el acento en la cuestión de la seguridad. No se puede perder de vista que la inestabilidad, el miedo y el descontento provocado por la violencia de los grupos extremistas sustentaron en gran medida los agravios que la población esgrimía contra los gobiernos electos y fueron elementos claves para que una amplia proporción de la ciudadanía de los tres países viese la llegada de los militares, en sus respectivos levantamientos, con alivio, como una garantía de mantenimiento de la seguridad.
Ahora que la violencia no se ha detenido el escenario que se abre es complicado. Wassim Nasr un periodista y analista especialista en jihadismo y en la región dibuja un escenario lleno de matices y apunta elementos que van desde la salida de las tropas francesas y las fuerzas de Naciones Unidas, que han aumentado las incertidumbres y reforzado la imagen de las juntas; hasta las violaciones de derechos en las operaciones antiterroristas, que propician el reclutamiento de jóvenes por parte de los grupos extremistas; el incumplimiento de los acuerdos de paz con los separatistas del norte de Mali; o las derivas de los múltiples grupos que operan en la zona que en algunos momentos compiten y en otros se complementan.
Represión en la RD Congo
A medida que se acercan las elecciones presidenciales en la República Democrática del Congo la situación se deteriora. Los comicios han recibido una considerable atención de las organizaciones de la sociedad civil internacionales, debido que se trata de un escenario extremadamente volátil. Entre las piezas fundamentales del puzle aparece el peso específico del país, el segundo más extenso del continente (tras Argelia) y el tercero más poblado (después de Nigeria y Etiopía); uno de los países con más riquezas naturales, incluidos algunos minerales estratégicos en los manejos geoestratégicos de los nuevos equilibrios globales; un territorio que ha sido despojado y expoliado en las últimas décadas con una profunda cicatriz social; acosado por algunos de sus vecinos que en determinados momentos han violado sin empacho su soberanía territorial; y al mismo tiempo una sociedad civil que en la última década se ha movilizado y repolitizado mostrando una gran capacidad de articulación y de reivindicación.
En República Democrática del Congo las reiteradas matanzas evidencian la incapacidad del estado para frenar la violencia, al mismo tiempo que agravan el descontento de la población
De hecho, una situación creciente de violencia que se arrastra en los últimos meses en el este del país por la reactivación de algunos grupos rebeldes y que ha llevado a reiterar la denuncia de la injerencia de la vecina Ruanda a través del apoyo a esos combatientes muestra una herida en carne viva. Las reiteradas matanzas evidencian la incapacidad del estado para frenar la violencia, al mismo tiempo que agravan el descontento de la población. En este caso, el contexto electoral ha avivado el fuego de la crispación. Las exigencias de transparencia de la sociedad civil del este del país, junto a las denuncias por irregularidades en el proceso han sido contundentemente reprimidas.
En este delicado clima de tensión, las redes sociales mostraron cómo una manifestación convocada el 30 de agosto por un grupo religioso para exigir la retirada de las tropas de la MONUSCO (Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en la República Democrática del Congo, por sus nombre en francés) se saldó con medio centenar de manifestantes asesinados, presuntamente, por el ejército y con los militares deshaciéndose de los cadáveres en camiones a plena luz del día, lo que reavivó las protestas de grupos de la sociedad civil congoleña como el movimiento Lucha. A medida que la escalada de represión contra opositores se agrava, el temor de irregularidades crece y la movilización de las organizaciones ciudadanas aumenta, el clima se hace más tenso. Más allá del grave episodio de finales de agosto, en las últimas semanas se ha producido un goteo de voces críticas encarceladas que auguran un accidentado camino hacia los comicios.
República del Sudán
Guerra en Sudán La guerra en Sudán se enquista: ejército y milicias cometen crímenes de guerra
Un rascacielos en llamas en Khartum
El espectacular incendio en la torre de la Greater Nile Petroleum Oil Company, un icónico rascacielos de Khartum, la capital de Sudán, perteneciente a una de las petroleras que operan en el país, ha vuelto a recordar en el espacio mediático que hace más de cinco meses que se iniciaron los enfrentamientos entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por su nombre en inglés) una milicia paramilitar que hasta abril era aliada del gobierno. La imagen simbólica difundida el pasado domingo ha permitido recordar que en el país siguen produciéndose choques armados cinco meses después de que una lucha de poder desencadenase el conflicto.
La descripción de la crisis resulta complicada ya que enfrenta a dos contendientes armados que hasta el momento había sido aliados. Sin embargo, el hecho de que ambas adversarios haya acumulado durante años un considerable potencial militar hace que las consecuencias de su disputa sean demoledoras para el país. En un malabarismo de los formalismos y la terminología de la diplomacia, Volker Perthes, Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para Sudán y Jefe de la Misión Integrada de Asistencia para la Transición de las Naciones Unidas en Sudán (UNITAMS), intentaba la pasada semana transmitir la evolución del conflicto desde su inicio en abril: “Lo que comenzó como un conflicto entre dos formaciones militares podría estar transformándose en una guerra civil a gran escala”. Perthes mostró fundamentalmente su preocupación por el agravamiento de la violencia, por el aumento de los desplazados y por la situación de los refugiados.
Desde que empezó la guerra en Sudán han ido empeorando las condiciones de abastecimiento del país, empujando a la población hacia una complicada situación humanitaria, pero además se ha documentado un aumento de la violencia sexual
Durante este tiempo han ido empeorando las condiciones de abastecimiento del país, empujando a la población hacia una complicada situación humanitaria, pero además se ha documentado un aumento de la violencia sexual contra las mujeres. Según un comunicado de Naciones Unidas, Perthes repartió responsabilidades al asegurar que “a menudo los bombardeos aéreos indiscriminados los llevan a cabo quienes tienen una fuerza aérea, que son las Fuerzas Armadas Sudanesas, y la mayor parte de la violencia sexual, los saqueos y los asesinatos ocurren en áreas controladas por las Fuerzas de Apoyo Rápido”, además de reconocer que “ambas partes están arrestando, deteniendo y torturando arbitrariamente a civiles” y que hay “informes de ejecuciones extrajudiciales”.
A pesar del tiempo transcurrido no parece que la intensidad de los combates se haya reducido sustancialmente y de hecho en las últimas semanas se han registrado enfrentamientos en Port Sudan, una de las principales ciudades del país que se encuentra desde el principio bajo control del ejército y que no se había visto afectada por la guerra. Aunque esos choques no se han mantenido, dan una idea del aumento de la inestabilidad en todo el país.
Alerta ante “la caída” de los Bongo
La caída de Ali Bongo en Gabón ha supuesto el final de una de las más largas dinastías republicanas del continente. Su padre había llegado al poder en 1967 y él lo heredó (con una serie de convenciones de procedimiento), cuando Omar Bongo falleció en 2009. Cuando el 30 agosto de este año, poco después de que se proclamase una poco creíble victoria electoral de Bongo, un grupo de militares anunció que el presidente gabonés se encontraba en custodia, que se suspendían las instituciones constitucionales y que la junta militar liderada por Brice Oligui Nguema asumía el poder, se ponía fin a una larga trayectoria de la extensa familia Bongo copando el poder de uno de los principales productores de petróleo del continente. Aunque todavía no está claro si con este levantamiento se ha puesto fin a las intrigas palaciegas de esta saga familiar o si realmente se trata de un capítulo más, ya que después de más de medio siglo monopolizando el poder los tentáculos de la familia se extienden por todas las instituciones.
A la espera de las medidas de renovación que vaya a introducir la junta militar, los sublevados han querido hacerse con la victoria del relato y en los primeros días después del golpe se sucedieron los registros de las propiedades de antiguas figuras del régimen que acababan con bodegones de maletas con cantidades obscenas de dinero en metálico, para escenificar el expolio al que estaban sometiendo al país. Una buena parte de la ciudadanía ha recibido con esperanza al nuevo régimen. No se puede olvidar que el último episodio desencadenante han sido una elecciones en las que no se permitieron observadores imparciales y en las que se bloqueó Internet, de manera que una buena parte de la población consideraba que con el anuncio de unos resultados inverosímiles se agotaban las posibilidades de desbancar a Bongo a través de las urnas.
Inmediatamente después del golpe de estado en Gabón, el presidente camerunés Paul Biya, que se aferra al cargo desde 1982, sustituyó a toda la cúpula de las fuerzas armadas
Sin embargo, no han recibido con tanta alegría el cambio de régimen en Gabón, algunos de los vecinos del país. Sobre todo, aquellos que se pueden ver más reflejados en la falta de alternancia democrática. Solo a modo de ejemplo, inmediatamente después del golpe de estado en Gabón, el presidente camerunés Paul Biya, que se aferra al cargo desde 1982, es decir, desde hace más de cuatro décadas, sustituyó a toda la cúpula de las fuerzas armadas, tal vez viendo las barbas de su vecino afeitar. Por otro lado, esta misma semana, se ha extendido un rumor que resultó ser infundado pero que da una idea del clima de tensión, sobre un golpe de estado en Congo Brazzaville, el otro país con el que Gabón comparte fronteras. El presidente congoleño, Denis Sassou-Nguesso ostenta el poder desde 1997 y antes había sido presidente durante otros trece años. El tercer país con el que Gabón comparte frontera es Guinea Ecuatorial, que es presidido por el dirigente más longevo del continente, Teodoro Obiang Nguema.
Fak’ugesi, tecnología, arte e innovación
El Festival Africano de Innovación Digital Fak'ugesi cumple este año una década y aunque no se pueda decir que es una cita masiva, está a la vanguardia de la escena cultural y tecnológica de África. La propuesta, que se celebra en Sudáfrica, pretende mostrar la vitalidad del panorama artístico y cultural del continente ligado a la escena digital. Fue creado en 2014 como una colaboración entre el distrito de Tshimologong, que es un nodo de innovación digital en Johanesburgo, y el Departamento de Artes Digitales de la Escuela de Artes Wits, dependiente de la Wits University, también en Johanesburgo.
El encuentro se celebra este año entre el 26 de septiembre y el 1 de octubre y presenta un programa plagado de música o de producciones audiovisuales, de exposiciones de arte digital o de conferencias de expertos en las que se tratan temas que van desde las nuevas tendencias de la animación en el continente hasta la gamificación de las vidas, la inteligencia artificial o el panorama queer. Pero más allá de las temáticas, el festival ofrece una amplia gama de formatos e incluso de enfoques. De entrada organiza dos programas uno para el público en general, con un afán divulgativo y otro para profesionales del sector. Por otro lado, plantea planes para estudiantes como complemento de su formación o para disfrutar en familia, eventos, presentaciones, conversaciones, encuentro o talleres. En definitiva una batería de posibilidades en las que resuena uno de los pilares desde su fundación “la idea de que para que la innovación tecnológica tenga éxito, se debe establecer una conexión fuerte entre las prácticas culturales africanas y los encuentros creativos” y todo ello mostrando las habilidades en tecnología, arte y cultura que palpitan en África y rompiendo estereotipos.