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Derecho a la vivienda
El bloque pionero de la Obra Social de la PAH en Madrid celebra una década de recuperación de viviendas
La asamblea de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Vallecas, viene de unos meses duros. Han sufrido muchas amenazas de desahucio desde que inició 2022, y hasta cinco han sido ejecutados —sobre todos a mujeres y sus familias— en el lapso de las últimas cuatro semanas. “Nuestra peor racha desde 2017”, reconocían el pasado 10 de junio cuando Gisela fue desalojada del piso de Pico Cejo, propiedad de Caixabank, que días antes se negó a negociar un alquiler social para ella.
Derecho a la vivienda
En Madrid Caixabank se niega a negociar alquileres sociales
A pesar del cansancio físico y emocional de los miembros de la combativa asamblea vallecana, el pasado sábado se sobrepusieron a las desgracias sobrevenidas por los desalojos para dar lugar a una celebración muy especial: los diez años de la recuperación de un bloque de viviendas.
Era enero de 2012 cuando PAH Vallekas recuperaba del abandono el inmueble ubicado en el número 24 de la calle Sierra de Llerena, pionero de la campaña Obra Social de la PAH en Madrid, que ha llegado a rescatar hasta cinco edificios en el barrio madrileño. Una década de ocupación de la que hacen recuento: ha sido el hogar de casi 200 personas y que ha sobrevivido a dos crisis económicas, un corte de agua de más de cuatro años, dos procedimientos judiciales, una crisis sanitaria y la pandemia del covid-19, tres mandatos de gobierno, tres alcaldes y otros tantos concejales del distrito.
Un Delorean para hacer memoria
Con esta ironía la asamblea vallecana de vivienda reconstruía en un tuit la historia y vida de este edificio singular. En plena crisis de 2008 y sus años posteriores, el movimiento del 15 de mayo de 2011 estalló cuando ya la Plataforma de Afectados por la Hipoteca se estaba organizando. Luego, con las asambleas 15M de barrio, se creó el grupo de Vivienda de la Asamblea 15M de Vallecas, que entonces vivía una riada de desahucios hipotecarios. Muchos de esos casos se atendían en la Oficina de Derechos Sociales del Centro Social Seco. “Ya entonces surge la idea de abrir casas para realojar hogares desahuciados”, cuentan desde PAH Vallekas, y después de varios meses encontraron el “primer cadáver inmobiliario” de la fiesta que fue aquella primera gran burbuja inmobiliaria de los años 2000.
¿Cómo hemos llegado aquí?
— PAH Vallekas (@pahvallekas) January 18, 2022
10 años son muchos años, y a estas alturas ya tenemos que recurrir al Delorean para explicarlo! pic.twitter.com/oI9UC6eyOO
Llerena 24, y sus 14 pisos, lo levantó la constructora Alcalá 70. La promotora quebró y el edificio pasó al Banco de Valencia. Luego, previo rescate, a la Caixa, y de ahí a ser un activo de la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), el 'banco malo'. El grupo de inquilinos que habitaba el edificio entonces comenzço a negociar a través de la empresa mediadora Diagonalgest. Lo hizo desde finales de 2015 a otoño de 2016, en un primer intento con papeleos de todo tipo que terminó en nada. Para entonces algunas familias ya habían conseguido otras alternativas de vivienda. De esta manera, el bloque seguía renovando su inquilinato.
Hubo un segundo intento de conseguir regularizar la situación de la finca desde mediados de 2018 a principio de 2019, mediante un despacho de abogados de Barcelona. Pero, nuevamente, nada. Sareb nunca negocia directamente, sino que siempre deriva a empresas externas cualquier tipo de negociación, otra de sus prácticas como banco malo.
Desde PAH Vallekas consideran que la Sareb ha perdido varias oportunidades muy valiosas para conseguir una negociación de acuerdo a la situación económica de cada una de las personas que habitan Llerena y cifran en 285.000 euros “lo que habría ingresado Sareb si nos hubiera hecho los alquileres sociales (100 euros al mes) hace diez años”, señalan.
Frente al 24 de Sierra de Llerena está el número 27, una casa también propiedad de Sareb. El pasado mes de noviembre la recuperaron también y, con ello, se anotaron otra victoria simbólica sobre el banco salvado con dinero público “que prefiere tapiar viviendas a permitir vivir a familias vulnerables con alquileres sociales”, denuncian desde la PAH.
La larga lucha del vecindario de Llerena se ha ganado el apoyo de buen aparte del barrio de Nueva Numancia y Doña Carloto. Un apoyo decisivo ha sido el del centro social La Villana de Vallekas, donde PAH Vallekas realiza sus asambleas semanales así como encuentros, charlas y también tienen cabida celebraciones y festejos mutuos.
Cuatro historias
Mohammed, Cris, Miguel Ángel e Inma son cuatro personas de las 14 familias que actualmente ocupan el edificio. Mohammed, de 76 años, originario de Safi (Marruecos), lleva viviendo en un bajo de Llerena los mismos años que tienen abierto el bloque. Llegó a España hace 14 años y ha padecido vivir sin documentación hasta que hace unos meses ha recibido su primer número de identificación de extranjero (NIE). Es una de las personas más activas de las asambleas de todos los miércoles de PAH Vallekas. Ayuda a hacer pancartas y dibuja mapas para que nadie se pierda al acudir a parar un desahucio.
Cris, malabarista, recaló en Llerena hace cinco años después de vivir en Francia. Habla poco, pero posa con una sonrisa para nuestra cámara.
Más dispuesto a hablar se muestra Miguel Ángel, quien vive en una de las tres viviendas de Llerena que pertenecen a Caixabank/Coral Homes. Andaluz de Andújar, llegó muy pequeño con sus padres a vivir a Carabanchel, donde permaneció otros 34. Luego ha tenido que pasar por varias mudanzas obligadas. De una vivienda de Moratalaz le echaron, luego le han ido acogiendo en varios pisos hasta que llegó en octubre de 2019 al bloque de la PAH. “La vida en Llerena es luchar, luchar y luchar, es lo que hay. Intento llevarlo bien, conviviendo con la gente, llevándome bien con todos”, cuenta a El Salto en un banco del parque.
Dice que empezó a participar en el movimiento antidesahucios desde que vivía en Moratalaz y es de los que no falta a las convocatorias para parar los desalojos de sus vecinas. “No he parado desde antes de que llegara aquí a Vallecas, cuando entonces todavía trabajaba”, admite. Para entonces, reconoce que no conocía nada de los desahucios, ni que echaban a la gente de sus casas, ni había oído hablar de la PAH. Hoy confiesa: “Es una herramienta para mí en mi vida. No concibo mi vida sin toda esta gente, el apoyo mutuo con compañeros y compañeras. Con altibajos, con mejores y peores momentos pero bueno, para mí es todo”.
Insiste en que el objetivo son los alquileres sociales o realojo con alquiler social dentro del barrio, “no queremos que nos manden por ahí lejos. Eso es lo que intenta Sareb, descabezar el movimiento dando alquileres lejos y así dispersar al grupo, y eso no queremos que sea. Los alquileres sociales que pedimos no es solo para uno o dos, es una negociación colectiva, ese es el objetivo”, insiste.
También atiende a El Salto Inma, que el día del festejo, como el resto de sus vecinas, iba y venía de tantas cosas que había que hacer. “Llevo toda la vida de alquiler conviviendo con mi madre, siempre en trabajos muy precarios que no me han permitido vivir sola. Con el covid entré en ERTE y mis ingresos se redujeron bastante”, explica. Así tomó la decisión de ir a vivir a Llerena. “No lo hago como una cuestión de que como me hace falta vengo a ocupar, no; lo hago con un convencimiento político de lo que hay que hacer”, señala. Considera que la labor de la PAH es una herramienta de lucha por una vivienda digna y contra la especulación es la ocupación de viviendas. “En este caso la Sareb es una entidad que hay que apretar para que esas viviendas residuales que nos dejaron los bancos y que hemos financiado nosotros tengan una salida popular y cubran las necesidades de las trabajadoras y trabajadores”, reclama.
El bloque de Sierra de Llerena 24, junto con otros 200 casos entregados a la Sareb, sigue sin solución después de todos estos años. Por ahora, continúan participando en la campaña Plan Sarebcomo PAH Vallekas, desde donde se llama al Gobierno a que se implique con medidas que posibiliten la firma inmediata de alquileres sociales de todos los pisos de la Sareb que ya son parte de la deuda del Estado y que la ciudadanía ya está pagando.
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La recuperación, una herramienta vigente
Los primeros días de junio, la asamblea de Vivienda de Villalba dio a conocer en redes sociales que había recuperado del abandono un edificio de propiedad municipal. Ahora da cobijo a cuatro familias que sufrieron desahucios sin otra alternativa habitacional. Podía verse en la fachada a varias personas portar una pancarta que decía: “Tenemos derecho a un piso, o nos lo dan o lo cogemos”, recordando a la pancarta que hace años llevaban otros vecinos y vecinas. El Sindicato de Carabanchel también anunció recientemente la toma de un edificio de la Sareb en el que una decena de familias ha podido realojarse.
Así las cosas, no le falta razón al movimiento de vivienda al tener como consigna “La Sareb es nuestra y sus casas también”. Y aseguran que las van a defender. Hay que reconocer que, sobre las casas vacías de la Sareb, es el movimiento por el derecho a la vivienda quien las está dando vida.
Sin embargo, es una vida amenazada todos los días mientras no se permita una negociación de alquileres justos. A mediados de esta misma semana, PAH Vallekas recibió un nuevo aviso de desahucio de otro bloque ocupado para el día 22 de junio. La asamblea y las vecinas del barrio se preparan ya para una nueva defensa de sus viviendas.
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