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Violencia machista
Crónica de la inmundicia
Iria Pinheiro cuenta en primera persona su experiencia frente a un tribunal que tenía que decidir si había sufrido acoso sexual por parte de su jefe en el programa “Con amor y compañía” de Ficción Produciones S. L., emitido en la Televisión de Galicia (TVG). En realidad, sucedió que se enfrentó, una vez más, y como tantas otras mujeres, a un nuevo caso de justicia patriarcal.
El Juzgado de lo social número 3 de Compostela estaba en silencio cuando entré con mis amigas y mi abogado a las 9.00 el pasado 7 de septiembre. El edificio por fuera es un búnker de cemento, pero por dentro la luz dotaba a la madera de una calidez que nos sorprendió. Hablábamos bajito, observamos que aquello parecía un tanatorio, reímos, y decidimos que, ya que no me habían concedido ninguna medida especial para protegerme de los encuentros con mi agresor, lo mejor era esperar en el último piso. Solo podían acompañarme dos personas, tuve que despedirme de las otras dos.
Allí esperé en un pasillo, próximo a la oficina donde teníamos que firmar unos papeles. Cuando me llamaron para hacerlo, allí estaba él. Reculé rápido, y dije que no entraba hasta que se fuera. Cuando me acerqué al mostrador aún notaba su olor. Tuvimos que bajar hacia la sala número 3, un revuelo tremendo subía por las escaleras, cuando estábamos casi abajo vimos un montón de gente del mundo del espectáculo que venían a testificar. Nos quedamos en medio de la escalera, viendo desde allí aquel cóctel improvisado donde todo eran carcajadas y gomina.
Yo, enjaulada como una bruja que van a quemar, y ellos haciendo el papel de aldeanos con las antorchas prendidas. Solo quien me quería se acercó a saludar, quien no me quería también aprovechó la oportunidad de quedar bien. Alguien dijo mi nombre en alto, bajé los escalones y se hizo un silencio a mi paso. Entré en la sala, me senté en la primera fila, luego sentaron en la misma fila a los demandados, el productor y el director.
Después de una serie de rituales comenzó mi declaración. La primera pregunta que me hizo el patriarcado fue “¿Usted tiene una episiotomía del parto?”, la pregunta está mal formulada, ya que una episiotomía se hace y lo que se tiene es una cicatriz… pero el letrado, que no sabe de estas cosas “de mujeres”, lo que quiere demostrar es que yo tengo secuelas psicológicas derivadas de tal hecho para poder así hacer desaparecer la credibilidad de mi relato.
La siguiente pregunta alude mi actividad como “ca-ba-re-te-ra” así lo pronunció aquel abogado que insistía así en que yo ya era una mujer con bagaje en eso del erotismo y del destape, dando a entender que cómo vengo a pedir respeto o justicia si “lo voy pidiendo” y no debería de asombrarme de unos tocamientos ya que como mujer de la vida debería estar más que acostumbrada. Le dije que el cabaret es algo político y que así lo ejercía yo, el viejo se indignó e incluso pidió ayuda a su señoría para frenar aquel atropello. Nunca pensé que se me acusaría de ser actriz en un tribunal.
Me preguntó si el término MILF (Mother I'd like to fuck) era una forma de pornografía, yo le dije que había leído en un libro que era algo así. La cosa no fue a más, ante la insatisfacción del abogado de la parte contraria. La sala número 3 del juzgado parecía el plató de uno de esos programas nocturnos donde van pasadísimos y hablan de cualquier cosa. Mientras yo declaraba sentía las respiraciones de los demandados detrás de mí, el ruido de la gente que esperaba fuera como si aquello fuera una fiesta en un yate en Ibiza.
La jueza no consideró que mi caso tuviera matices género y como dije no activó ningún protocolo para protegerme (declarar por videoconferencia, acompañamiento psicológico, evitar la revitimización, etcétera). Ese día volvieron las pesadillas nocturnas.
Cuando le toca el turno al director, en su declaración reconoce que me tocó, pero que en realidad tocaba a mis personajes para darles órdenes de dirección, al igual que cuando me chillaba, no lo hacía hacia mí, lo hacía hacia María Pita. Dice que una vez me tocó, pero para no caer al apoyarse en mí por detrás cuando estaba recostada en la silla de maquillaje con los ojos cerrados, que me abrazó y me susurró una “advertencia” al oído para que nadie más la oyera y que no pasara un mal rato (¡qué atento!), que me pidió que fuera sexy en curvas y sexy en actitud porque era un “programa sexy” y los guiones estaban supervisados por la TVG (que es un aval férreo de la lucha por la igualdad, claro). Solo se enteró de que me molestaba cuando le agarré su mano y la quité de mis muslos. Afirma “pensé que era mejor dejar enfriar el tema y que se le pasaría”. En toda su declaración no hubo ni una pizca de remordimientos. Ni siquiera el remordimiento de no tener remordimientos.
La sentencia no recoge cómo cuatro testigos describieron que había un ambiente de trabajo hostil hacia mí y hacia algunas de ellos durante las grabaciones. Tampoco recoge que una de las trabajadoras declaró que había sufrido acoso verbal de índole sexual por parte del director. La trabajadora afirma que el director le dijo: “Cuando no esté tu novio en casa, avísame y te hago una buena limpieza” y la jueza afirmó que eso no tenía interés para este caso. No se cuenta en los 13 folios de sentencia que esta chica le paró los pies a su jefe y que aun así se escondía para evitar todo contacto con él. Afirma que era un baboso y que así se lo dijo a la gerente de la productora cuando se lo preguntó en la supuesta activación del protocolo anti-acoso. La gerente reconoce que se lo dijo. La sentencia no lo recoge. El protocolo anti-acoso presentado por la empresa tenía menos consistencia que el peinado de Anasagasti en un día de viento.
Declaró un monologuista que hizo las delicias de la magistrada, ay ella, ¡teníais que verla!, se moría de risa, incluso la fiscal no era capaz de interrumpirle el speech para preguntarle. Mi silla se movía de lo mucho que se reían los demandados. Estaría bien que la televisión emitiera la cinta del juicio los viernes por la noche para que todo el país se riera a saco. De este modo consiguió distraer la atención sobre los hechos, quitándole hierro al asunto e inventando frases de telenovela. Finalmente, fue su versión la que tuvo más peso que la mía.
El gran momento que esperábamos era el testimonio de la jefa de maquillaje, los chismorreos del lugar decían que su versión de los hechos dependía de una “amnesia selectiva” provocada por el estrés del juicio, pero yo, que la conocía porque éramos amigas, nunca pensé que eso pudiera ser cierto. No obstante, algo extraño pasó, cuando le preguntaron si juraba decir la verdad le dio un ataque de risa y se revolvió en la silla. Señoría, este es un momentazo para ver en la repetición del vídeo del juicio. Dijo que no había visto nada. Yo no lo podía creer, ella que lo vio claramente, ella que me dijo que yo era una arisca por rebelarme ante las caricias de mi jefe… ella que me dijo que no sabía como iba a hacer para pintarme en el brazo un tatuaje de un misil que recordase a un pene… ella que en la antesala del juicio le dijo a la gente allí presente una cosa y luego esa misma gente vio como declaró otra.
Lo entendí todo cuando me enteré por un mensaje de WhatsApp de que le habían duplicado el sueldo a todos los testigos, que eran trabajadores de la productora, coincidiendo con la fecha del juicio. Dicen que la maquilladora pasó a cobrar 5.000 euros mensuales, no sé si será cierto, pero de ser así me parece que el rímmel va caro.
La gran sorpresa fue la del encargado de vestuario, un hombre que despreciaba el director hasta el punto de desearle la muerte y que llamaba a la gerente “fregona con patas”. Por ahí se contaba que lo habían despedido de la productora y que el director, que lo recogió de la cuenta, lo invitaba a cenar por Madrid. Se comenta también en los bares que hablaba casi semanalmente con una de las abogadas del director. Lo que no imaginábamos es que iba a tener la valentía de asumir él los tocamientos en el nombre del otro. Dicen que ya vuelve a tener trabajo.
Las conclusiones del proceso fueron delirantes, allí se dieron cita los grandes los eslóganes del heteropatriarcado: “el guión no era machista porque estaba escrito por una mujer”; “la ideología machista no es objeto de indemnización”; “la actriz ha aceptado el trabajo y, por tanto, ha aceptado la situación”; “son hechos falsos aunque parcialmente verdaderos”; “el acoso no es constante, por lo tanto no vale”; “no había más que mala química”.
La fiscal sugirió que yo tenía que haber dejado el trabajo o que le tenía que haber dicho a mi jefe que parase de acosarme, así él se hubiese enterado. Dijo que las versiones de los testigos coincidían...vaya, parece que no escuchó los cuatro primeros testimonios . Aprendí luego que en la justicia esto va al peso, que si cuatro dicen una cosa y seis dicen otra, ganan los seis por goleada, aunque no sean fieles a la verdad porque tienen una relación de dependencia laboral con los demandados, por ejemplo.
No voy a hacer uso del Recurso de Suplicación, no le voy a suplicar al Patriarcado Judicial que revise mi caso. ¿Es el Tribunal de Justicia de Galicia un reducto feminista? No voy a perder el tiempo en averiguarlo. Mi recurso va por esta otra vía, por la humana, la que se esfuerza en transformar las cosas y que eso repercuta positivamente en las demás personas.
No me arrepiento de haber denunciado, me siento victoriosa en esta lucha, pero cuidado amigas, las leyes no están hechas para las mujeres y mucho menos para las actrices. Es urgente revisar la legislación. Es muy necesario que se nos acompañe en estos procesos tan largos e intensos. Es necesario tener sensibilidad. Aún tengo que esperar a que finalice la instrucción de la demanda por vía penal. Pase lo que pase, en realidad esto ya no tiene que ver conmigo, tiene que ver con las demás. Tiene que ver con quien está leyendo esta crónica de la inmundicia.
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Parece un topicazo, co debido respecto, iso do eterno recurso á xustiza patriarcal, malia que a xuíza fora muller (que tampouco é garantía de nada), etc. Aquí o que sucede, tal como conta a interesada, é que todos ou unha gran maioría declararon en contra dela. Ese é o problema. Nin a xustiza máis feminista pode facer que prevaleza unha sentenza condenatoria nunha situación así. ¿Que se conxuraron tod@s para contar unha mentira e que a súa ética é inexistente? Dá algo que pensar semellante unanimidade en varios ex-compañeiros, cando coñecemos tantos xuízos mediáticos nos que tod@s acaban cantando a "traviata" por un motivo ou por outro. Pero cabe esa posibilidade, non é descartable para nada a conxura, pode ter razón totalmente a demandante no que di desde o punto de vista da conciencia ética e da súa percepción subxectiva do que aconteceu. Agora ben, a xustiza con eses alicerces pouco ten que facer, aínda que lle colguemos o "sambenito" de patriarcal e todo o que queiramos. Así de claro. Está totalmente condicionada polas testemuñas.
Tamen cabe a posibilidade de que minta que a cousa se te lee a sentencia vai semella que vai por aí
Tamen cabe a posibilidade de que minta que a cousa se te lee a sentencia vai semella que vai por aí
Tamen cabe a posibilidade de que minta que a cousa se te lee a sentencia vai semella que vai por aí
No es la primera vez que Ficcion Producciones se ve demandado por conductas ilícitas, fraude a las instituciones de las que obtienen ayudas para seguir defraudando a sus empleados y pasando encima de cualquiera que se deje. Solo hay que ver cuantas demandas tienen y cual es su modus operandi. Comprar a sus empleados o amenazarlos para que mientan no les llevara lejos.
Iria, busca segundas instancias, denuncia en las instituciones que les dan las ayudas, no pierdas la esperanza somos muchas los que los queremos denunciar, eres un ejemplo.
En un lugar con un mínimo de moral, tras ver semejante comedia, debería juzgarse prácticamenta a la totalidad de la sala.
Empezando por el Productor, pasando por los testigos comprados y terminando por el juez.
Fuerza, y ojala que a semejante banda se les caiga la cara de pura vergüenza de sí mismos algún día.
Ya...El mundo contra Iria. Espero que los demandados la denuncian para dar ejemplo de lo que NO hay que hacer" mentir, manipular, echar mierda sobre TODOS los compañeros y compañeras. Nunca hubo abuso.Ni violencia. Ni acoso. Por mucho que os joda reconocerlo. Ahora a patealerle a Rita. Sinvergüenzas.