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Venezuela
El chavismo vive una nueva prueba de fuego
La dirigencia venezolana siempre actúa como un bloque en las dificultades y esta vez lo está haciendo de nuevo. Las bases del chavismo también han actuado así en el pasado, pero en las actuales circunstancias su eventual comportamiento es una incógnita.
Ante la grave crisis que enfrenta el Gobierno del presidente Nicolás Maduro en Venezuela, la alta dirigencia civil y militar de la Revolución Bolivariana ha respondido, como es su costumbre, aplazando diferencias y aglutinándose en torno al objetivo de preservar el poder. Mientras tanto, luego de varios días de trepidantes acontecimientos, sigue siendo una incógnita fundamental en esta ecuación cuál será la conducta de las bases chavistas en lo que se proyecta como una confrontación de largo aliento.
Si se revisa la historia de 20 años de este proceso político se encontrará que el chavismo siempre se ha unificado en las crisis. Tanto sus líderes como la militancia tienden a dejar a un lado sus discrepancias para actuar en defensa de su bandería política. Los esfuerzos de la oposición por dividir este movimiento han dado resultados magros.
Ejemplos destacados de esta tendencia a cerrar filas son eventos como la restauración de Hugo Chávez en la presidencia luego de ser derrocado en abril de 2002; la resistencia al paro petrolero de ese mismo año y comienzos de 2003; y las victorias sobre movimientos insurreccionales mediante manifestaciones de calle, como los ocurridos en 2004, 2013, 2014 y 2017.
Si se revisa la historia de 20 años de este proceso político se encontrará que el chavismo siempre se ha unificado en las crisis
En todos esos casos, la conducta de la dirigencia y la de las bases ha sido similar: reagruparse ante el adversario común.
En la actual coyuntura eso parece estar ocurriendo de nuevo en el terreno de la dirigencia, pero subsisten algunas incertidumbres en lo que respecta al área de la militancia.
El factor liderazgo
La formación de un Gobierno paralelo desde el Parlamento ha tenido una sólida respuesta por la dirigencia del Partido Socialista Unido de Venezuela. así como de sus partidos y movimientos aliados. Incluso algunas figuras importantes del chavismo que en los últimos años se han alejado del Gobierno —principalmente con el argumento de la actitud permisiva ante la corrupción— en este caso han asumido una postura de defensa.A ello ha contribuido la acentuada impronta imperialista que ha marcado las actuaciones del movimiento encabezado por el diputado Juan Guaidó, autoproclamado presidente interino, quien de inmediato fue respaldado por el Gobierno de Estados Unidos y un grupo de presidentes de derecha de América Latina, coaligados en el llamado Grupo de Lima.
La demostración emblemática de unidad en el chavismo se da con la actuación conjunta y armónica de sus dos principales figuras luego del fallecimiento de Chávez: Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente.
Cabello, cuyo desparpajo y mordacidad recuerdan mucho a Chávez, ha hecho mofa de los intentos de la oposición por dividir al alto mando revolucionario. En su programa semanal de televisión Con el mazo dando, reveló que el día anterior a la autojuramentación de Guaidó, este le propuso una reunión, y él decidió asistir, luego de pedirle autorización a Maduro. “Ellos creían que yo iba a ir así, por mi cuenta. Pero aquí hay una sola cabeza en la dirección política: es el presidente constitucional Nicolás Maduro Moros”, enfatizó.
Todos los altos mandos activos (Ejército, Marina, Aviación, Guardia Nacional y Milicia Nacional Bolivariana) expresaron su lealtad al gobierno de Maduro
El mismo fenómeno se ha replicado en el ámbito militar. Todos los altos mandos activos (Ejército, Marina, Aviación, Guardia Nacional y Milicia Nacional Bolivariana) expresaron su lealtad al gobierno de Maduro.
El gobierno paralelo de la Asamblea Nacional intenta quebrar esta lealtad mediante constantes llamados a que la oficialidad desconozca a Maduro. En su esfuerzo por tener apoyo armado, han preparado un estatuto de transición en el que se ofrece amnistía a los militares que se pronuncien contra el Gobierno bolivariano. Esta especie de perdón anticipado se dirige principalmente a los oficiales a los que se acusa de acciones contra los derechos humanos, pero si se llegara a aplicar con manga ancha podría beneficiar también a los señalados por corrupción.
La incógnita del pueblo civil y militar
¿Está el pueblo chavista tan unificado como lo está —al menos en apariencia— su liderazgo civil y militar? Es una gran incógnita. Para despejarla, es conveniente analizar las reacciones de la semana.Un elemento digno de resaltar es que el día 23 de enero —fecha histórica en Venezuela porque marcó el final, en 1958, de la última dictadura militar—, además de la manifestación multitudinaria de la oposición, que sirvió de marco a la autoproclamación de Guaidó, hubo también una concurrida movilización del chavismo. La diferencia es que la primera fue ampliamente difundida por los medios de comunicación internacionales, y la segunda fue silenciada casi por completo.
Personas que han estado siempre presentes en este tipo de actividades afirman que fue muy buena, pero que dada la gravedad de los acontecimientos, debió ser aún más contundente.
La gente común está consagrada al arte de la supervivencia. Atacados por la hiperinflación, el desabastecimiento y el colapso de los servicios públicos, incluso los militantes más fieles tienen dificultades para dedicar un día a estos menesteres políticos
Las razones de ese comportamiento de la masa chavista son más que obvias: la gente común está consagrada al arte de la supervivencia. Atacados por todos los flancos por la hiperinflación, el desabastecimiento y el colapso de los servicios públicos, incluso los militantes más fieles tienen dificultades para dedicar un día a estos menesteres políticos.
Más allá de este asunto de prioridades, subyace un especioso descontento popular, macerado por varios años de carencias y penurias y que, como es natural, se dirige principalmente contra el Gobierno, aunque también toca a los comerciantes formales e informales que han alcanzado niveles estratosféricos de especulación.
Ese descontento puede considerarse, de primera mano, la causa de un fenómeno nuevo con respecto a momentos anteriores de gran conflictividad: los focos de violencia de esta semana han surgido en barriadas populares de Caracas, en zonas tradicionalmente bajo control político del chavismo.
Los desórdenes, que se han registrado principalmente de noche, no han tenido una clara expresión a favor del Gobierno paralelo. Lucen más bien como muestras de anarquía, aunque algunos analistas, como el comunicador Miguel Ángel Pérez Pirela, consideran que se trata de signos claros de la infiltración del paramilitarismo colombiano en importantes barrios de la capital. Estas células, asociadas con el hampa común y con partidos políticos de derecha, estarían neutralizando, mediante el terror, la acción política del chavismo de base.
Existe un importante descontento popular, macerado por varios años de carencias y penurias y que, como es natural, se dirige principalmente contra el Gobierno
En todo caso, resulta muy aventurado decir cuál será la actitud del pueblo chavista frente a algún próximo avance de la estrategia para derrocar a Maduro, como podría ser una escalada de violencia, el pronunciamiento de una facción militar o la acción de alguna fuerza externa.
El pasado lunes 21 fue sofocada una rebelión de oficiales de menor rango en un comando de la Guardia en Caracas. En las redes sociales y en medios digitales aliados con la propuesta del gobierno paralelo se afirmó que los insurrectos —27 efectivos de menor rango— habían tenido el respaldo del barrio popular aledaño, mientras otros testigos lo niegan. En todo caso, el acontecimiento no pasó a mayores.
Los focos de violencia de esta semana han surgido en barriadas populares de Caracas, en zonas tradicionalmente bajo control político del chavismo
Guaidó, por su parte, ha hecho incesantes llamados a la oficialidad de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana para que se alce contra Maduro. Sus esfuerzos pretenden contrarrestar muchos años de denuestos de la dirigencia opositora contra los militares, dado el rol protagónico que estos han tenido tanto en el gobierno de Chávez, que era oficial del Ejército, como en el del civil Maduro.
La respuesta que tendrá este empeño de corroer la base militar del chavismo se suma a las interrogantes sobre la eventual conducta del pueblo que ha respaldado a la revolución bolivariana durante dos décadas cuando ha llegado el momento de otra gran prueba de fuego.