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Movilidad
Bicicletas contra el covid
¿Por qué está bien visto ir en coche, y, en cambio, es sospechoso desplazarse en bici? ¿Por qué la bicicleta, que no contamina, fomenta una vida no sedentaria y evita contagios, es relegada al ocio y no se favorece su uso como medio de transporte? Ojalá se pudiera aprovechar este acercamiento a la bici que se ha producido en las localidades vacías de coches para que las autoridades entiendan que, si se apacigua el tráfico y se ofrecen vías seguras, mucha más gente usaría la bici en el día a día.
El padre de una amiga recorre (miento, recorría) cada mañana los seis kilómetros que separan su casa de la de sus nietos, en bicicleta, para cuidar de los pequeños mientras mi amiga y su pareja van a trabajar. Se acabó el teletrabajo desde que entramos en la fase 1. El abuelo ciclista aprovecha (miento, aprovechaba) el carril bici que conecta casi directamente su casa con la de sus nietos. A las 9 de la mañana ya está con ellos, y a las 14h, cuando llega su yerno a casa, él regresa a la suya pedaleando. Hasta hace unos días. Llegando ya a su casa, un policía le paró, creyendo que regresaba de hacer deporte fuera del horario permitido. El abuelo trató de explicarse, finalmente libró la multa, sin saber si fue porque el policía conocía a mi amiga, casualidades de la vida, o porque realmente no había ningún hecho sancionable. Desgraciadamente, después de ese incidente, el abuelo ha decidido usar el coche para ir, cada día, a cuidar a sus nietos. Así evitará encontronazos con una autoridad que sigue sin entender que la bicicleta es, y debe ser, un medio de transporte.
Esta anécdota llegó el mismo día que conocimos que los índices de contaminación en las ciudades están volviendo a crecer, tras una bajada histórica en las pasadas semanas. Esta curva está creciendo rápidamente, y, no nos olvidemos, también mata. Las semanas del confinamiento hemos conocido ciudades en las que se podía respirar aire más limpio, calles en las que se oía el canto de los pájaros, datos de siniestralidad bajísimos.
La desescalada ha empujado a algunas ciudades en el mundo a apostar por la bicicleta, como medio de transporte seguro, barato, limpio y accesible a una gran mayoría de personas. Las tiendas de bicicletas están desbordadas de pedidos, parece que se ha desatado la pasión ciclista. Estas bicicletas, ¿llenarán las calles a diario, compartiendo el viario público con un tráfico pacificado? ¿o se quedarán relegadas a los arcenes de las carreteras secundarias los domingos por la mañana?
Urge tomar medidas valientes y ambiciosas, si queremos que nuestras ciudades sean espacios habitables con seguridad. La vuelta a la normalidad, lamentablemente, en muchas ciudades está suponiendo el regreso de los accidentes de tráfico, el ruido, y los humos.
Las medidas para incentivar el uso de la bicicleta, y en general, para una movilidad sostenible, no tienen por qué ser caras, ni difíciles de implantar. No es necesario construir miles y miles de nuevos carriles bici. En realidad, la única medida realista que va a permitir el auge de la movilidad sostenible no tiene que ver con las bicis, ni con el bus, ni con la peatonalidad. La única medida que de verdad conseguirá bajar los humos, los ruidos y los accidentes viales en las ciudades es #confinarelcoche.
Los Ayuntamientos deben apostar ya mismo por rebajar la velocidad máxima permitida en las ciudades, generalizar los 30 km/h y extender, tanto al centro como a los barrios, las calles a 20 km/h, incluso a 10 km/h. Espacios compartidos con prioridad peatonal. Hay que reducir los aparcamientos en las ciudades, y dificultar los itinerarios para los coches. Se trata de desincentivar el uso del coche, un transporte muy poco eficiente (necesita mover más de 1 tonelada de máquina para transportar menos de 100 kg de persona), ruidoso, contaminante, caro y peligroso. Para distancias menores a 5 km, que son las que solemos hacer en las ciudades, tampoco aporta ninguna ganancia en cuanto al tiempo empleado, si contabilizamos también el tiempo dedicado a aparcar.
A pesar de todo esto, el coche sigue siendo el medio de transporte generalizado. El transporte “bien visto”. El vehículo no sospechoso para la autoridad. Desgraciadamente, los modelos más vendidos son los “vehículos utilitarios deportivos”, los SUV, tanques de casi dos toneladas de peso utilizados, básicamente, para llevar a los niños al colegio. Como si en lugar de niños transportáramos elefantes. Olvidando que la mejor manera para que niñas y niños lleguen despiertos y activos al colegio es hacerlo andando, o en bici. Y si es posible, de forma autónoma, con otras niñas y otros niños, pero sin la hipervigilancia de madres y padres temerosos, ¿temerosos de qué? De que los atropelle un coche, uno de esos SUV, o quizá uno eléctrico, de los que no hacen ruido y, cuando te quieres dar cuenta, lo tienes encima.
Las maneras de moverse por la ciudad, lo que nos parece seguro o no, lo que aceptamos o no como bueno, son cuestiones culturales, y deben enfrentarse con cultura. La DGT está realizando una buena campaña de promoción de la bicicleta como medio de transporte, más allá del ocio. Colectivos ciclistas en Granada, en Palencia, en Valladolid, en muchas otras ciudades, están organizando bici-escuelas y tutorías para perder el miedo a pedalear por la ciudad. La mayoría de las asistentes a las tutorías, curiosamente (o quizá no), son mujeres de entre 35 y 55 años, deseosas de transitar la ciudad de forma autónoma con sus bicicletas. Curiosamente (o quizá no), muchas de ellas ni siquiera tienen bici propia, sino que utilizan los sistemas públicos de alquiler de bicicleta. Por eso, nuestras amigas de la red de mujeres ciclistas, han querido dar visibilidad al uso de la bici entre las mujeres, con una campaña llena de diversidad #Cuidateenbici #Mueveteenbici
Ahora que llegamos a la nueva normalidad, tenemos que exigir a los poderes públicos, en especial a los ayuntamientos, medidas ambiciosas para garantizar la movilidad sostenible. Hay que reforzar las campañas públicas, así como apoyar y compartir iniciativas colectivas para demostrar, con la práctica, que la bicicleta es un medio de transporte más democrático, seguro, barato y limpio.
Movilidad
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Ecofeminismo
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Para hacer compras o desplazarse con seguridad por el centro prefiero un vehículo. Coincido que deberíamos repensar la tara de los vehículos y apostar por un tamaño del mini con los motores actuales. Pero "remodelar" una ciudad priorizando un transporte que cuando nieva, llueve, hace frío o calor sofocante... pasa a segundo plano... Es una estupidez. "Fastidiar" al conductor de un vehículo evitando que pueda aparcar o priorizando que quienes más pasta tienen puedan aparcar gratis en zona azul es otra injusticia. Y es cierto que últimamente se llega del punto A al B caminando en lo mismo que cuesta ir en bus o coche particular por Valencia. Soy ciclista y también entiendo que hay espacio para todos. Seamos más transigentes y pensemos que no contaminar no es sólo coger la bici. Es un estilo de vida.