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Palestina
El Backstage de Eurovisión, 71 años marcados por violaciones de derechos humanos
Este año el 15 de mayo tampoco va a pasar desapercibido para muchas de nosotras. No solo porque se conmemore el día de la Nakba, fecha que marca el inicio de la catástrofe palestina provocada por Israel en 1948 que supuso la expulsión de más de 700.000 palestinas y palestinos de sus hogares y más de 300 pueblos borrados del mapa. Sino porque esta semana también se celebra el Festival Eurovisión en Tel Aviv, en un nuevo claro intento de la comunidad internacional para normalizar o legitimar los crímenes cometidos por Israel contra la población palestina.
Nakba 71, no a la venta…así reza el eslogan del cartel oficial de conmemoración de este año del 15 de mayo. Una fecha para que la tragedia, la catástrofe humana provocada por Israel en 1948 no caiga en el olvido. En aquel año, más de 700.000 palestinas y palestinos fueron expulsados de sus hogares y muchos de ellos (más de 300 pueblos) borrados del mapa. La memoria histórica es imprescindible: en esta aplicación para el móvil, iNakba, diseñada por la organización israelí no sionista Zochrot (que significa recuerdo en hebreo). Porque la falacia sobre la que se construyó violentamente el Estado de Israel de llegar a una “tierra sin pueblo” no ha calado ni, obviamente entre la población palestina que sigue resistiendo los envites de las políticas israelíes de transferencia forzada de población, ni tampoco entre la sociedad civil internacional.
Además, la sociedad civil de diferentes puntos del planeta demuestra, no sólo cada 15 de mayo, actuar sin una venda en los ojos que, sin embargo, sí parecen tener los Estados Unidos y los gobiernos de la comunidad internacional. Esta venda no les deja ver que Palestina ya contaba con un territorio antes de 1948, hoy desgajado en un mar de islas en Cisjordania debido a los aproximadamente 200 asentamientos israelíes, declarados en multitud de ocasiones ilegales por Naciones Unidas.
Con una situación así, sorprende que esa venda en los ojos se mantenga cuando se habla de gobierno y soberanía sobre sus fronteras y recursos por parte de Palestina. ¿Qué soberanía, sobre qué? Sobre lo que permite Israel a la debilitada y artificial Autoridad Nacional Palestina, mantenida por pura cabezonería de la comunidad internacional, pero cada vez más vacía de legitimidad social.
Y más grave aún, más opaca y pesada es la venda que la comunidad internacional se deja poner por Israel cuando hablamos de la población palestina y de esconder la infinidad y sistemática política de violaciones de Derechos Humanos, de todos los derechos. Porque Israel también se ha dedicado a dañar, negar, invisibilizar y aislar sistemáticamente la cultura palestina. Y es que en su empeño por negar la existencia de Palestina, su historia y su cultura, Israel ha pretendido censurar las expresiones culturales palestinas e impedir su proyección internacional.
La Coordinadora del Panel Oriente Próximo y Magreb de la Fundación Alternativas, Itxaso Domínguez, lo definió como la “lavandería israelí” actual, en un artículo de la revista “Palestina, sangre y olvido” de eldiario.es. Whitewashing, pinkwashing, purplewashing, sportwashing y artwashing son estrategias que el lobby sionista maneja a la perfección, lo que se conoce como "Hasbara" o propaganda. Su objetivo es el lavado de cara de un Estado que viola sistemáticamente los Derechos Humanos de la población a través de la apropiación de diferentes movimientos sociales, eventos o tendencias: turismo, movimiento LGTBI, feminista, eventos deportivos y en estos momentos, culturales como es el caso de Eurovisión.
El 12 de mayo de 2018 Israel ganaba este festival e inmediatamente la “lavandería” entraba en acción. En un intento más, ilegal, de normalización, se propuso que Jerusalén acogiese en 2019 el Festival, algo que hubiese prendido aún más la llama no sólo en Palestina sino en todo Oriente Medio como ya ocurrió con la decisión de Trump de mover la embajada de EEUU de Tel Aviv a Jerusalén justo el 15 de mayo del año pasado. Una fecha que no se eligió al azar como tampoco la de la final de Eurovisión de este año, que será el 18 de mayo, finalmente, en Tel Aviv.
Los ensayos ya comenzaron hace una semana, mientras a menos de 70 kilómetros al sur, el ejército de ocupación israelí bombardeaba Gaza en respuesta al lanzamiento de cohetes desde la Franja. En tan sólo 48 horas, 29 personas palestinas fueron asesinadas, incluidas dos bebés cuyas fotos se han hecho virales entre la población palestina y movimientos de solidaridad con Palestina. Israel alega que sólo ha focalizado los ataques en militantes de Hamás y la Yihad Islámica pero un bebé de 14 meses difícilmente puede sostenerse al andar, con lo que la probabilidad de tener cierta responsabilidad es cuanto menos, un sueño. Entre la población fallecida se encuentra un trabajador sanitario de una de las socias de Paz con Dignidad, Union of Health Work Committees, y su familia. La población civil gazatí, en cualquier caso, está también alzando su voz más fuerte que nunca desde que el 30 de marzo de 2018 comenzaran las llamadas Marchas del Retorno. Se han desarrollado ininterrumpidamente hasta la fecha pese a saldarse con 202 personas asesinadas y más de 30.000 heridas. Al principio cada viernes y en los últimos meses, tres veces por semana, las y los gazatíes reclaman que se ponga fin al bloqueo de Israel sobre Gaza y se cumpla la resolución 194/1948 de Naciones Unidas que consagra el Derecho al Retorno. Que, de una vez por todas, se caiga esa venda impenetrable que no deja ver la realidad en este lado del Mediterráneo.
Por todo ello, este año el 15 de mayo tampoco va a pasar desapercibido para muchas de nosotras. Hace 14 años, un centenar de organizaciones de la sociedad civil palestina hacían un llamamiento a la comunidad internacional: iniciar una campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones al Estado de Israel. La campaña conocida por sus siglas BDS persigue tres objetivos: el fin de la ocupación y desmantelamiento del Muro del apartheid; el reconocimiento del derecho al retorno de la población refugiada; y la igualdad de derechos para la población palestina que vive en los Territorios del 48 (lo que hoy conocemos como Israel). Está inspirada en la campaña de boicot al apartheid sudafricano y sus acciones están dirigidas contra un sistema de colonización, Apartheid y limpieza étnica. Unas acciones que pretenden no legitimar o normalizar la ocupación de Palestina. Y que Eurovisión se celebre en Israel o su mera participación en el festival desde 1973, es una decisión política para blanquear las sistemáticas violaciones de derechos humanos contra la población palestina.
El PACBI, la Campaña Palestina de Boicot Académico y Cultural a Israel, ha hecho un llamamiento de boicot a Eurovisión. Porque uno de los instrumentos más importantes de la propaganda sionista para la promoción cultural es la “Marca Israel”, a través de la cual los ministerios israelíes de Exteriores y de Cultura utilizan la cultura como lavado de cara de la ocupación.
Por eso, el boicot cultural es una herramienta imprescindible para confrontar la manipulación de la opinión pública y normalización del Apartheid israelí a través de la cultura. Consiste, entre otras, en boicotear las instituciones culturales israelíes, sus productos, sus infraestructuras y los eventos que patrocinan o apoyan; así como instar a artistas e intelectuales del mundo entero que se nieguen a actuar en Israel, a organizar actividades culturales en ese país, a participar en festivales o recibir premios de instituciones oficiales israelíes.
Lamentablemente, el próximo 18 de mayo, seremos espectadoras de la ceremonia central de un festival que no es otra cosa más que la cara visible de la complicidad de la Unión Europea con el Estado sionista. Una complicidad compartida por Miki, quién cantará la canción, "La Venda"; pero también por "La Pegatina", un grupo de rumba catalana y Ska fundado en 2003 en Moncada y Reixach, que es conocido por sus letras políticamente comprometidas. Esta vez tampoco cayó la venda, Israel vuelve a ganar y perdemos todas.
Porque Israel fue y sigue siendo la vanguardia de la extrema derecha en todo el mundo. Representa todos los miedos que movilizó a la izquierda en las pasadas elecciones generales del Estado español; está detrás de golpes de estado contra gobiernos de izquierda en América Latina; y ha impulsado el auge de la ultraderecha en países como Brasil y Colombia, siendo hoy, tanto Bolsonaro como Iván Duque, algunos de sus mejores aliados.
En fin, aún nos quedan muchos años de BDS, al igual que en Sudáfrica, para acabar con el Apartheid en Palestina. Mientras tanto, las vendas seguirán cubriendo las heridas de miles personas palestinas bombardeadas en la Franja de Gaza; las vendas seguirán tapando los ojos de miles de presos y presas palestinas llevados a tribunales militares con la esperanza de que no renueven su detención administrativa; y las vendas intentarán cicatrizar las heridas del destierro, la de millones de refugiadas palestinas que continúan soñando con retornar a sus hogares.
Miki. Aún estás a tiempo de quitarte la venda de tus ojos en un gesto de solidaridad con el pueblo palestino. Porque si la venda cae solo quedará la alegría; si la venda cae empezarán nuevos días; si la venda cae avivando fantasías, los y las palestinas serán como querían, libres.