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Punk
César Strawberry: “Se ha encumbrado la estupidez a un nivel increíble y la izquierda también ha colaborado”
Es bastante difícil que no sepas al menos tararear una canción de Def Con Dos. Sus 35 años de carrera está llena de temas icónicos que han marcado la vida de varias generaciones, que han sonado en momentos especiales de nuestras vidas, que nos traen recuerdo. Sus letras han marcado un estilo de ver la vida y criticar la sociedad con marca propia. Ponerte en la piel del pirómano, de un desempleado que busca trabajo de cura, señalar la belleza de la imperfección desde los ojos de un terrorista mutante o animarte a que te hagas la vasectomía. Ponerte en la piel de un asesino que la mato “porque era mía” o en el de una agrupación de mujeres violentas cuando en España todavía era gracioso que un humorista saliera en la televisión pública imitando a una mujer maltratada. Nos hizo cantar en primera persona la canción de un “mata ricos libertario“ que dispara ”a la cabeza del millonario“ en 1998, año en el que nació Luigi Mangione.
Con 60 años recién cumplidos y unos nuevos compañeros de banda que, como yo, crecieron marcados con todas esas canciones escuchando a Def Con Dos desde los 15 años, César Strawberry sigue subiéndose a los escenarios y no parece que, de momento, tenga intención de bajarse. Publican Cuarto Asalto (Calaverita, 2024), un disco donde Def Con Dos vuelven a sonar con ese mismo rollo Beasty Boys con crestas con el que sonaban hace 30 años y que enamoró a los de mi generación.
En la entrevista habla de sus inicios, de la banda que no quiso ser banda, de lo que les ha empujado y renovado para poder seguir molestando a todo el mundo, pero también de la libertad de expresión y el delito de odio y sus interpretaciones, del que él ha sido víctima, de lo que es punk y lo que lo es aunque nos joda. Al igual que en sus letras, Strawberry reparte a derecha e izquierda sin importarle lo más mínimo lo que piensen de él.
Publicáis disco nuevo bajo el título Cuarto Asalto. El tercero se publicó en 1991. Hace nada menos que 33 años. ¿Una pelea muy larga, no?
La verdad es que sí. El Tercer Asalto fue el último de una primera época del grupo en la cual el grupo no era un grupo ni pretendía serlo, era una especie de diversión surrealista, una sátira de los grupos de rap de la época. No había ninguna ambición de permanencia. El protagonista creativo de este grupo, cosa que todavía hay gente que no lo sabe, era Julián Hernández, de Siniestro Total. La cosa empezó por un affair familiar, porque Julián era mi cuñado y de aquella complicidad y amistad salió la idea. Él me propuso hacer un grupo tipo Public Enemy, Randy MC o Beastie Boys. Yo le decía: “Tío, yo no tengo ni puta idea, soy de Bellas Artes”. Pero él ya estaba en la industria, con el sello Dro, mantuvo su identidad oculta bajo el nombre de guerra de Padre Damián J. Carras, para que la cosa no se mezclara con Siniestro, y conseguimos publicar discos que no hubiéramos conseguido publicar ni de coña si no fuera por él.
Este disco se llama Cuarto Asalto porque es una especie de homenaje a aquel espíritu surrealista y loco de aquel grupo que no pretendía ser un grupo
A partir del año del 91 que se publica el Tercer asalto, él se desvincula, y yo conozco casualmente a J. Alándalus, que viene de tocar con Pata negra y grupos increíbles. Viene y me dice aquí que si esto lo sustentamos en una banda de rock podría ser la hostia. Yo primero le dije que ni se le ocurriera y que aprovechase su vida en otras cosas. A mí me resultaba absurdo. También coincidió que vino Álex de la Iglesia por la Vaca austera, el bar donde yo trabajaba, y nos propuso hacer Acción mutante. Todo aquello cristalizó en el disco Armas pal pueblo, producido por Julián y J. Alándalus, donde yo participé más y que fue un estilo más punk-rap.
Este disco se llama Cuarto Asalto porque es una especie de homenaje a aquel espíritu surrealista y loco de aquel grupo que no pretendía ser un grupo. Recuperar el rap básico, primigenio, muy old school, cuando estábamos a punto de dar ese giro hacia el punk. Queríamos volver a ese punk-rap del Tercer Asalto y el Armas pal pueblo.
No es fácil reivindicar aquella época, 33 años después, con lo que ha cambiado todo.
Reivindicamos el espíritu de hacer las cosas porque te da la gana. Un grupo que tiene ya 35 años de historia y que ya se debe a sus clásicos, porque es que es así, eso no hay manera de cambiarlo. La gente viene al bolo y quiere escuchar los singles que le han marcado durante algún momento de su vida. Además Def tiene temas muy icónicos, bandas sonoras icónicas y cosas muy arraigadas a determinado tipo de cultura underground. Ahí es muy difícil conseguir que la gente quiera escuchar lo nuevo que haces y se tiende a denostar.
Nosotros hemos querido combatir eso y creo que, en nuestro caso, lo que ha dado una carta de futuro al grupo es la renovación de la gente. Es decir, en 2017 salió el último miembro old school del grupo, muy desgastado por aquellos años. Entraron Samuel Barranco y Sagan Ummo, que son mucho más jóvenes y que han crecido con el grupo, que han mamado el grupo y nos escuchan desde los 15 años. Han sido ellos los que han reivindicado que hacer este disco Cuarto asalto, con una inspiración muy de aquella época.
Todo el arco parlamentario no acaba de asumir que la libertad de expresión es un derecho fundamental en democracia
Yo soy de esa generación que creció y se moldeó con vuestras canciones y presencié cómo esas canciones se arraigaban en la cultura, como has dicho. Ahora ya no me parece que haya tantas bandas nuevas que hagan aquello, con letras y mensajes de corte político. Estáis los de siempre, los que aguantáis o incluso volvéis a vuestros inicios como habéis hecho con este disco. Pero no veo una escena emergente de este tipo de bandas. ¿Por qué no hay muchos grupos nuevos de este tipo?
Bueno, yo no creo que no los haya. Es decir, hay grupos que, incluso, para mi gusto, son demasiado políticos. Hay grupos de rap que incluso tienen referentes en el arco parlamentario. Lo que se ha perdido son las ganas de estrellarte. Es decir, las ganas de decir una burrada y que te puedan encarcelar como les ha pasado a algunos raperos y a mí casi me pasa, que me han tenido cinco años puteado y peleando contra el Estado. Creo que ahora hay mucho miedo porque el juicio a la palabra se ha convertido en algo mainstream. Ya no se exige limitar la palabra y la libertad de expresión desde un punto de vista político, sino de todos. Es decir, todo el arco parlamentario no acaba de asumir que la libertad de expresión es un derecho fundamental en democracia, sin el cual no hay democracia. Entonces surgen nuevos mantras y nuevos dogmas. Todo el mundo quiere proteger su dogma y todo el mundo se siente amenazado por la palabra. Yo creo que es un momento en el que tanto izquierdas como derechas de gente habla de que no se puede hablar. Es complicado no ofender a nadie. Se ha reivindicado mucho el derecho a ser ofendido y eso me parece culturalmente un error.
Yo tengo la idea de que quien se ofende es una persona que tiene unos fundamentos de pensamiento poco madurados, porque si te ofendes, para mí, es un síntoma de debilidad. Sin embargo, ahora, parece que si estás ofendido es como que tienes un gran capital ideológico. Cuando creo que la tolerancia es el mayor capital ideológico que se puede tener. Entonces, me da la sensación de que es muy difícil entablar discusiones del tipo que sean sin ser descalificado, sin que se te etiquete. Es como si la palabra no pudiera existir con mero ejercicio de democracia.
En España vivimos en un permanente golpe de toga, no es un golpe de Estado, es un golpe de toga
He recordado mucho últimamente lo que te pasó a ti con la justicia. Un día llamaron a tu puerta y acabaste tres años condenado a un año de cárcel. Luego entro en Twitter y leo racismo, fascismo y todo tipo de delitos de odio y no pasa nada. Me he preguntado mucho por qué a esa gente no le llaman a su puerta y a Strawberry sí.
Tenemos un problema en la alta cúpula judicial. Yo no soy de descalificar al completo al sistema jurídico, como a veces se me invita a hacer. Hay jueces y jueces. Y el sistema judicial español es muy garantista, tiene cuatro instancias y Estrasburgo cinco, y eso pocos países lo tienen. Y en cantidad de juzgados hay jueces y juezas peleando por hacer justicia. Pero, amigos, existe una batalla política que ha permeado. En el caso de España, las más altas instancias están absolutamente contaminadas de ideología y, concretamente, de ideología conservadora. Tiene unas huestes de jueces que se preparan para eso, para mantener en última instancia el poder, que está concretamente ahí. Ahora se ha popularizado el término lawfare y es verdad. En España vivimos en un permanente golpe de toga, no es un golpe de Estado, es un golpe de toga en el cual determinados elementos de la judicatura intentan influir en la política, clarísimamente y con estrategias un poco burdas.
Algo parecido vemos a nivel de cómo funciona la policía y la criminalización de varias conductas. Lo vemos en las manifestaciones, en las que ya te tienes que andar con cuidado por la Ley Mordaza, pero es que además vemos como la policía actúa con contundencia contra las manifestaciones de izquierda o de corte social y luego vemos que en Ferraz levantan el brazo y cometen delitos clarísimos de odio. Pero ahí parece que se les coge y se les dice “venga, chavales, que estáis un poquito tontos hoy”, mientras en la otra manifestación se les apalea. Ese doble rasero es muy evidente y en el caso de la judicatura es el mismo. Eso pertenece a la herencia no depurada del franquismo. Es muy triste, pero sigue ahí. A mí ya me harta ver que vivimos en un país que está anclado, donde hay un Estado profundo que controla todo y permite el acoso político a la oposición o la descalificación de políticos que se consideran peligrosos para un sistema, que no se sabe muy bien a qué sistema se refiere, porque no es el vigente, no es el legal, no es el que pertenece a Europa. Es otro, como del pasado. Un pasado franquista que se blanquea constantemente.
Eso permite que pasen cosas como lo que le ha ocurrido a Podemos, con el acoso que han recibido o con el caso Neurona. Todo eso condiciona que España no pueda respirar como una democracia sana, pero no porque nuestro sistema esté mal diseñado, sino porque está totalmente colonizado. Eso hace que no se pueda avanzar en temas como la monarquía u otros que afectan directamente a la ciudadanía, como es el caso claro del problemón que tenemos ahora mismo con la vivienda, donde este supuesto gobierno de izquierdas no le ha metido mano, es que no hay manera.
Tú en el último disco también confiesas un delito de odio, el delito a tu propia especie.
Es que el delito de odio es un delito muy polémico. Yo he vivido lo que es ser acusado de delito de odio. El artículo 510 del Código Penal, el de delitos de odio, se crea para luchar contra el fascismo, contra el renacer del fascismo en Europa, el acoso a las minorías, a los colectivos vulnerables, LGTBI, inmigrantes, mujeres, a las partes más vulnerables de la sociedad. ¿Y qué pasa? Pues que vivimos en España. Es acojonante cómo se ha tergiversado y se ha dado la vuelta. Es increíble, pero cuando tienes una judicatura tan copada, insisto, en sus altas instancias con gente tan ultraconservadora donde hay, por ejemplo, un porcentaje muy alto del Opus Dei, pues es normal que las leyes se interpreten con un sesgo muy evidente.
Yo lo viví con mis tuits. A mí se me condena por un tuit y luego, sin embargo, un concejal de un pueblo de Castilla La Mancha dijo que a ver si alguien le metía un tiro a Pablo Iglesias y lo metía una cuenta y no le pasó nada. Yo no estoy de acuerdo en que eso se criminalice. Es un tuit que hay que poner en contexto, en el contexto de que eres un fachorro que puede decir esa mierda. Pero ojalá pueda decir yo algo parecido.
Mi persecución estuvo dentro de una ofensiva que ahora se puede ver claramente que dura la legislatura y media de Mariano Rajoy
En el caso del delito de odio es exactamente eso, que en España se ha utilizado como un arma. Se escuda los comportamientos de algunos y, a la vez, se usa políticamente como un arma, como un ariete contra otros comportamientos. Mi persecución estuvo dentro de una ofensiva que ahora se puede ver claramente que dura la legislatura y media de Mariano Rajoy. A partir de que Pedro Sánchez se hace con el poder, eso baja muchísimo. Pero en aquellos años, era un caso tras otro.
De hecho Pablo Hasél sigue en la cárcel.
Sí, por supuesto. Y nadie lo reivindica porque le cae mal a todo el mundo, que es otro tema que me parece muy preocupante, el tema de esa visión emocional de la justicia. Si alguien te cae bien, pues “no hay derecho”, “es que país”, “cómo está la justicia”... pero si te cae mal, que se joda.
¿Te refieres a gente de izquierdas?
Sí, sí, clarísimamente. Es verdad que Pablo Hasél, el pobre cae mal. Por su actitud, su forma de ser o lo que sea, pues cae mal. Entonces, como cae mal, hay muchísima gente que no lo considera una víctima y que no lo reivindica como lo que es. Que en Europa haya un preso que lleva tres años y pico en la cárcel por hacer canciones es para echarse a llorar. Y lo que no se da cuenta la gente es que los derechos que se recortan, en este caso a Pablo Hasél, puede ser a cualquier otra persona, te caiga bien o mal. Se te están recordando a ti y se recorta a toda la sociedad. Sienta jurisprudencia puede ser un referente para condenar a más gente. Del mismo modo que mi absolución puede servir para lo contrario. Pero es que la peña no se entera.
La visión de la justicia, la visión de la política, está súper condicionada por motivaciones subjetivas, consideraciones completamente ajenas a la objetividad
Somos un país muy apasionado y muy emocional. Y me he dado cuenta de que la visión de la justicia, la visión de la política, está súper condicionada por motivaciones subjetivas, consideraciones completamente ajenas a la objetividad. Y esto la izquierda últimamente lo ha reivindicado mucho. Ha costado mucho establecer criterios objetivos para juzgar, para evaluar, o sea, la historia del razonamiento. A mí no me interesa nada que no se pueda explicar con palabras y que vaya referido a un sentimiento. Me interesa que se pueda razonar. Y la izquierda también ampara determinados comportamientos que son sólo de sentimiento. Ahí se empieza a desmoronar lo sustenta la verdad. La fe se impone porque entramos en una fase de pensamiento mágico, pensamiento infantil, pensamiento naíf. “Las cosas dependen del cristal con el que se mire”. No es verdad. La verdad debe ser una y para juzgarla tenemos que tener un criterio y necesitamos un sistema para juzgar la verdad, de discernir. ¿Por qué están triunfando tanto planteamientos absurdos como los antivacunas o el terraplanista? Pues porque se ha encumbrado la estupidez a un nivel increíble y la izquierda también ha colaborado. Y eso lo estamos pagando con el tema de las fake news o de tener a payasos como Trump.
O como tener a Mayor Oreja el otro día defendiendo el creacionismo en el Senado.
Eso es. Yo me escandalicé muchísimo durante la pandemia porque había muchísimos científicos, entre comillas, y vídeos negacionistas. Gente muy cercana a mí, que se había criado en buenos ambientes donde se les daba buena educación, siendo negacionistas. Yo aluciné mucho. Les preguntabas que te razonaran lo que defendían y era todo pensamiento mágico. También hay otro motivo, y aquí conecto con otra canción del disco, la de Ultrameme, que existe un nivel de voceros ideológicos que son unos indocumentados, que consiguen encandilar a gente porque el mundo digital lo permite. Lo hacen con unas auténticas pajas mentales, pero que se convierten en dogmas y en creencias a la altura de conclusiones filosóficas que han costado a la humanidad muchísimos siglos.
Esa canción, Ultrameme, es una actualización de otro de vuestros clásicos, Ultramemia. ¿Estáis queriendo decir que esos personajes de internet se están comiendo a los grandes medios? ¿O conviven?
Es una actualización que propuso Sagan Ummo, que se ha criado también con ese tema. Además, ha hecho una actualización del logo que cambia la mano por un móvil. Es cierto que lo que ha sido la revolución de la hipercomunicación de Internet ha traído el descrédito de la verdad, el descrédito de lo objetivo y el todo vale, como el terraplanismo. Ya no se puede rebatir por el pensamiento científico porque el pensamiento científico se ha denostado.
Sí, pero además hay gente que está haciendo mucho dinero con ello. Lo hemos visto durante la Dana en Valencia, donde estos youtubers sacaban rédito. Y ya no sólo youtubers, también gente del mainstream y de los grandes medios como Íker Jiménez.
Esa costra siempre ha existido. Yo recuerdo con el caso de las niñas de Alcàsser.
Sí, pero ahora tienen un mayor alcance gracias a Youtube y otras redes sociales. Llegan a mucha gente y, sobre todo, gente joven.
Claro, la cuestión es cómo utilizar la tecnología. Permitir una tecnología que es muy buena y sirve para muchas cosas que antes no podíamos hacer. Esto lo que permite también es esa democratización de la opinión. Antes no todo el mundo podía opinar, y esa democratización tiene sus cosas buenas. Pero claro, también hay unos mendrugos diciendo barbaridades. Amigos míos con hijos están preocupadísimos con los youtubers y gente indocumentada que les llenan la cabeza de cosas súper chungas. Entonces, vuelvo al mismo debate de antes. Tiene que premiar el discurso y el flujo de información. Lo que no puede ser es que ese discurso libre acabe desdibujando tanto la idea de la verdad y que sea tan inaccesible llegar a un criterio objetivo.
Sobre esos hijos de tus amigos y los mensajes que les llegan, se dice ahora mucho eso de ser de reaccionario de derechas o anarcocapitalistas es el nuevo punk. Estar contra el Estado, como han generado la idea de que el Estado es comunista y cosas así, pues se ha generado esa idea contrapuesta de que los neoliberales son lo punk y anti stablishment.
Yo creo que esa idea se está inflando un poco desde los medios y desde la izquierda. Yo me estoy enterando más de esa idea del punk facha por gente de izquierdas que dice que existe, que porque realmente me llegue o porque yo sienta en la calle que eso existe.
Además, hay que recordar que el punk en su origen era completamente anárquico. Yo recuerdo que muchos punkis llevaban esvásticas porque era llevar la contraria al sistema de la posguerra. “A mi viejo le va a joder esto porque estuvo en la batalla de Berlín”, pues lo llevo. El punk se empezó a ideologizar con the Class, pero antes de ahí no tenía una ideología clara. Y después de ahí había cosas absurdas como los que llenaban sus escenarios de heces o paseaban a sus parejas con cadenas de perro. Eso también era punk. ¿El punk es guay? Pues bueno, será el punk que a ti te gusta. A mí me gusta el punk, me considero hijo del punk. Me encanta el punk. Lo bueno del punk es que es una reacción contra el conformismo en cualquiera de sus aspectos.
Claro, ellos pueden decir que se están defendiendo del conformismo que tenemos ahora.
Bueno, pero eso es una utilización. Una perfectamente legítima. Pueden hacerlo, el punk es de todos. Y me parece un poco meapilas esto de escandalizarnos porque lo usen otras personas. El punk es de todos y también puede ser de determinados elementos de ultraderecha. Lo que pasa es que para eso está combatirlo haciendo más cosas de otro signo, pero no criminalizando. Mauro Entrialgo ha publicado su libro Malismo y habla mucho sobre esto. Y yo le quiero mucho y le admiro mogollón, pero no estoy de acuerdo con Mauro en esto. No me la creo y me rebelo contra ella como punk. Todo lo que sea oponerse al poder es punk. Todo lo que sea rebeldía contra el poder es punk. Y si el poder es del Papa, pues estar en contra del Papa es punk. Y si el poder es Pedro Sánchez, pues también lo será. Si no te gusta Pedro Sánchez. Pero es legítimo y no pasa nada. Todo eso entra en el juego democrático. Entonces, lo que me parece peligroso es escandalizarse y considerar que eso es una amenaza. En mi opinión, no es una amenaza.
Quiero seguir ofendiendo con mi grupo y molestando a cuanta más gente mejor. Quiero ofender a todo el arco parlamentario, a todas las ideologías
¿Cuántos asaltos le queda a Def Con Dos? ¿Alguien puede tumbar a César Strawberry?
Cualquier día un cáncer o cualquier cosa. Acabo de cumplir 60 años y ya entras en esa fase en la que ves que amigos de tu época empiezan a caer. Y no pasa nada. Lo bueno de la vida es que termina. La idea esa de la eternidad que tanto defienden todas las religiones me parece una pesadilla. No es que esté deseando morirme, pero mola que la trayectoria tenga un fin. Lo que se trata es de que tenga un fin lo más digno posible. Justo esta mañana he visto un vídeo de una actuación de Iggy Pop con 77 años. Me ha parecido sublime, es sublime, me parece guay. Otro personaje que admiro mucho en ese sentido es Raphael. Me parece acojonante con la edad que tiene y la fuerza que tiene. No se despega de las tablas porque es lo que le da la vida. Entonces, lo que quiero es seguir aberrando, como hago en mi caso. Quiero seguir ofendiendo con mi grupo y molestando a cuanta más gente mejor. Quiero ofender a todo el arco parlamentario, a todas las ideologías. Nunca me ha gustado que nos encasillen con ninguna ideología porque el objetivo de un grupo como el nuestro debe ser luchar contra la estupidez, y la estupidez tiene mil caras.