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Pueblos mapuche
El pueblo mapuche contra el latifundio mental
José Quidel Lincoleo (1967), líder y antropólogo mapuche, nombrado en su lengua mapuzungun, Lefiw, nombre heredado de su padre que traduce, literalmente, el hilo que corre. Lefiw alude a hilos de varios colores, a semejanza de los quipus incas, en los que se anudaban fechas, acontecimientos, referencias históricas. Lefiw contiene a su vez la cualidad de movimiento, de hilo que se transmite, que se mueve veloz como mensaje. Cualidades que definen, a su turno, la vocación que ejerce José en su vida como orientador de enseñanzas, transmisor de mensajes, transmisor de hilos de conocimiento que se entretejen en la historia. Su nombre parece actuar como la fuerza impulsora que orienta sus movimientos en su vida diaria.
Además de escritor y pedagogo, José Quidel Lincoleo también actúa como líder espiritual de su propio pueblo y como estudioso de su lengua, el mapuzungun. Es doctor en Antropología Social de la UNICAMP en Brasil y profesor universitario en la Universidad de Temuco en Chile, donde es director de la Cátedra Fray Bartolomé de Las Casas. Consecuente con la concepción mapuche en la que la vida se manifiesta como experiencias múltiples, José Quidel aún tiene tiempo para comprometerse en los procesos organizativos de su comunidad y publicar varios libros, Un niño llamado Pascual Coña. Paskwal Koña Pigechi pichi wenxu (2002); Lof che y Escuela. El Asesor Cultural como Mediador en una Situación Compleja (2007), así como numerosos artículos entre los que se destacan: “Rol y presencia del mapuzungun en la colonia frente al proceso de evangelización” (2012); “El quiebre ontológico a partir del contacto Mapuche Hispano” (2016); “Mundos y epistemologías en resistencias: el caso del Pueblo Mapuche” (2020), entre otros.
Conversamos con José Quidel, con José Lefiw, mediante videoconferencia, aproximando fronteras y desafíos políticos comunes. Guiados por su hilo de interlocución se advierten los peligros de las políticas neoliberales empeñadas en desensibilizar el campo de lo social, en erosionar las redes de apoyo mutuo y en tornar estériles, en un gran latifundio mental, los conocimientos indígenas. De este modo, Quidel denuncia la violencia epistemológica con la que la mono-cultura del mercado embiste los pueblos indígenas y latinoamericanos. Aun así seguir su hilo es también la posibilidad de encontrar caminos posibles para recuperar tejidos comunes, hilados en las luchas de quienes nos preceden. Nuestra conversación con Quidel invoca movilizaciones antiguas que se actualizan, rituales protectores y una vida cotidiana mapuche que se debate en resistir y cuidarse antes los cercos neoliberales.
Para comenzar con nuestra conversación. Nos llaman mucho la atención las advertencias que has hecho en tus artículos y conferencias sobre las relaciones entre conocimiento y lengua mapuche como prácticas de la vida cultural, prácticas que están en permanente tensión, expuestas a conflictos permanentes, conflictos que se expresan en los espacios de la vida social, en la experiencia común de la vida mapuche. Podrías describir esa realidad de tensiones en las que se encuentra la vida social y los espacios comunes.
Hay muchas formas de describirla. Estamos en un periodo de peligro, yo creo, porque la vida en común está cada vez más difícil de poder llevarla a cabo. Yo vivo en un territorio que particularmente el neoliberalismo y todo el tema de la competitividad, el tema del mercado ha penetrado muy fuerte. Y eso atenta contra la colectividad, exacerba el individualismo, exacerba la competencia y anula todo el ejercicio de solidaridad, de preocupación por el otro. Nos quedan muy pocas instancias donde podemos ejercitar esa colectividad. Básicamente son los rituales los que todavía nos mantienen unidos, los que están generando esta posibilidad colectiva, común. Así como algunas ceremonias, ya sea de casamiento, ceremonias fúnebres y los grandes rituales que son los gijatun, que son un agradecimiento a la vida o petición por mejores momentos, mejores cosechas, de fertilidad en nuestra tierra. Eso es lo que nos va quedando.
La gente acá entró en un trabajo de producción de horticultura y ese trabajo les demanda todo el tiempo. Ya no les queda tiempo para salir, para compartir, solamente hay tiempo para el trabajo. Todos de una u otra manera hemos entrado en esos campos de productividad
Las relaciones en el día a día se han deteriorado. Recuerdo cuando era niño que había mucha relación con los parientes, había mucha comunicación, la gente se visitaba, la gente disponía de días enteros para visitarse, para conversar y era siempre recíproco. Venían las tías a visitar a su hermano, a veces íbamos nosotros a visitarlas. Era un ir y venir permanente de relaciones. Todo eso se ha terminado hoy en día, ya no existe eso. La gente está atrapada en un continuo de trabajo bastante sistemático de producción, la gente entró en una vorágine de producción. Por ejemplo, la gente acá entró en un trabajo de producción de horticultura y ese trabajo les demanda todo el tiempo. Ya no les queda tiempo para salir, para compartir, solamente hay tiempo para el trabajo. Todos de una u otra manera hemos entrado en esos campos de productividad. Incluso a las personas que debemos ir a trabajar a la ciudad nos ha ocurrido lo mismo, solamente nos quedan los fines de semana para estar en casa y hacer los trabajos de campo, pero visitar a la familia ya no alcanza.
El mercado parece expropiar el tiempo social vital de las personas, aliena el tiempo de la experiencia cultural colectiva. En la Amazonia, por ejemplo, muchos pueblos indígenas, ante el abandono estatal, terminan vinculados a los trabajos de la minería, de la extracción de recursos, para levantar algunos pesos y comprar alguna medicina o una herramienta necesaria. Y en estas tensiones vividas en el mercado, percibimos que un elemento central de la vida en común como la propia lengua, con la que se nombra la experiencia social y se narra la historia, ha sufrido evidente menoscabo.
Ese es un tema que estamos abordando como organización en el territorio, precisamente la pérdida de nuestra lengua. Ese problema lo venimos viviendo hace tiempo, desde que se introducen las escuelas en las comunidades. Las escuelas han sido muy dañinas, muy destructivas, no solamente en términos de prohibir la lengua, sino también de visibilizar al cultura, imponiendo la obligación de trabajar solamente desde la mono-culturalidad del mundo occidental, incorporando sus conocimientos y saberes, excluyendo los conocimientos indígenas y los saberes indígenas y evidentemente la lengua.
Actualmente parece existir desde el estado alguna preocupación, se habla de un modelo intercultural, pero es muy poco el aporte que hacen en la recuperación de la lengua, principalmente porque los profesores no tienen formación en esa área y además existe un racismo estructural que atraviesa a todos los segmentos sociales. Realmente los indígenas, como sucede en las repúblicas de América Latina, han sido siempre segregados, no se les otorga la importancia cultural y política que tienen. Incluso muchos directores y profesores se oponen o no le otorgan la relevancia que tienen.
Pueblos originarios
Moira Millán: “La llegada del ferrocarril impactó en el pueblo mapuche provocando el despojo cultural y territorial”
Aquí tenemos casos de profesores que llevan cuarenta años trabajando con comunidades Mapuche y en esos cuarenta años no saben hablar una sola palabra en mapuzugun [lengua de la tierra], no tienen ni idea quién es la dirigencia que existe en su territorio. No conocen el territorio, no saben nada del territorio. Y eso te expone muy bien cómo ellos operan, un proyecto blanqueador en las comunidades. ¡Desindigenizar es su trabajo! Entonces no hay consciencia y las universidades tampoco han tomado consciencia de la necesidad de formar profesores conscientes de la diversidad que existe. Ante esa circunstancia los logko (jefes comunitarios) particularmente han dicho que quieren parar este proceso educativo tan nocivo. Porque la alternativa es: o se transforma la escuela o se generan más situaciones de conflicto. Lo que proponemos es conversar con las autoridades y generar un cambio, no solo institucional, también un cambio de actitud, un cambio del enfoque de la educación en territorios mapuche.
Para situarnos geográficamente, estabas hablando de ese movimiento de personas que van y vienen en el territorio. El territorio mapuche está próximo a la ciudad, o está distante a la vida urbana, para tener una idea de ese cambio en las relaciones sociales entre el territorio y la ciudad.
Vivimos muy cerca de la ciudad de Temuco, vivimos a quince kilómetros de Temuco y nuestro territorio es grande, está atravesado por un río. Temuco es una ciudad entre el cerro Konun Wenu y el río Cautín, este río separa la ciudad de las comunidades. Existen otras comunidades más lejanas en la cordillera, otras en la costa. Estamos distribuidos en otros territorios aquí en Chile y en Argentina. También hay una altísima población mapuche en las ciudades, tanto en Temuco, Padre de las Casas, Santiago, Valparaíso, en Concepción, hay muchas familias mapuches urbanas, existe una diáspora mapuche muy fuerte, producto de fuerzas y procesos históricos de exclusión.
Nuestro territorio cuenta con más de cien mil hectáreas y ahí existen 17 escuelas. De esas 17 una es del municipio, otras cinco son del Magisterio de la Araucanía, que es una corporación de la iglesia católica y el resto de las escuelas son particulares de gente que trabaja en la educación y de algunas iglesias evangélicas también que se han establecido en las comunidades.
En ese panorama puede percibirse que es aún más difícil establecer un acuerdo sobre la enseñanza de la lengua mapuche.
La enseñanza se hace en castellano y las escuelas expulsaron la lengua mapuche del aula, se prohibió el mapuzugun. A partir de los años 1990 comienza un proceso de volver a valorar la lengua mapuche pero eso no ha tenido resultados positivos. Hay esfuerzos, pero no se logra avanzar, hay mucha resistencia también de parte de los profesores, de los directores, de efectivamente tomar en serio el tema de la lengua. Es muy difícil porque hay un racismo muy explícito, no le dan la importancia que tiene la lengua.
La enseñanza se hace en castellano y las escuelas expulsaron la lengua mapuche del aula, se prohibió el mapuzugun. A partir de los años 1990 comienza un proceso de volver a valorar la lengua mapuche pero eso no ha tenido resultados positivos
¿Estas circunstancias terminan interfiriendo en las experiencias mediante las cuales se constituye la idea de comunidad?
Claro. Porque la escuela no reconoce las estructuras propias de los pueblos indígenas en el caso de los mapuche, ni conocen ni siquiera cómo vemos la geografía, la organización sociopolítica, la espiritualidad, ¡nada! Los profesores pueden pasar más de cuarenta años trabajando en las comunidades, como decía, y ni siquiera conocen una palabra de la lengua. Siempre son sujetos muy extraños, muy externos, que simplemente portan su propia cultura y su evangelización y no viven su propio cuestionamiento.
En algunos de tus artículos que hemos leído, especialmente en “Mundos y epistemologías en resistencias: el caso del Pueblo Mapuche”(2020)(1) expones muy bien una idea-fuerza compartida por muchos pueblos originarios del Abya-Yala, de cómo la vida humana hace parte de un entramado vivo con otros seres, vegetales, animales, con el agua, hace parte de una composición viva, y citas muy bien el libro de Eduardo Labarca, Butamalon, el origen sangriento de Chile (2018) (2), donde describe que la guerra histórica vivida ha sido un ataque directo a esa forma de habitar y ser en el mundo, esa concepción de la experiencia de la vida. Vos decís que no solo el alambre de púas cercó el territorio, también cercó una manera de concebirlo y pensarlo.
Sí. Planteamos ese tema de los cercos también como el cerco que se generó en el territorio cuando se hizo el proceso de reducción, se instalaron los cercos. Nosotros los mapuches nunca conocimos los cercos. Los límites no eran necesariamente un lugar prohibido, sino que en nuestra percepción los límites eran porosos. Nuestra noción de límite tiene que ver más con el espacio donde se juntan las diferencias antes que donde se separan. Entonces tenemos una visión antagónica a la idea de límite que tiene el mundo wigka. Y sumado a eso, aquí cuando llegan los colonos, establecen sus cercos y son espacios prohibidos, empieza a entrar esa idea de la propiedad privada y todo eso que nosotros no teníamos. Por eso también hago una metáfora con el cerco que limita y prohíbe pasar a algunos espacios, con la metáfora epistémica, donde también se nos excluye del conocimiento.
Hay una construcción, un imaginario donde los indios somos seres que vivimos en las tinieblas. Por lo tanto, llegan los blancos y su “civilización”, que son supuestamente los que portan la luz. Ese ejercicio de poder, que es un poder que niega al otro, lo demoniza, construyendo la idea de los indios como herejes, sin dios, un conocimiento sobre el cual aparecemos como seres carentes, incompletos.
Por lo tanto, se justifica así que la cultura externa, occidental, es la que debe instaurarse. En esa perspectiva los cercos aparecen como grandes latifundios mentales que se instalan propagando todo el conocimiento occidental en contra del conocimiento indígena que se arrincona también y se persigue, se invisibiliza, no se valora, pasa a ser un mundo oscuro. En ese sentido el cerco, el alambre de púas no solamente sirvió para acorralar los territorios, sino también para acorralar nuestras formas de pensar, nuestras formas de creer, nuestras formas de crear conocimiento, es un cerco epistémico.
A partir de eso se le da forma a un posible proceso de auto-racismo, de auto-marginación de parte de las familias mapuche, porque adquiere fuerza un proceso de negación de lo propio, que nos empuja a querer ser como el blanco. Hablar como él, ser como él, comer como él, porque todo fue estigmatizado, la ropa fue estigmatizada, el habla fue estigmatizado, la comida fue estigmatizada porque era comida de salvajes, comida que ellos juzgaban que solo los pobres comían, “cómo van a comer harina tostada, cómo vas a comer trigo preparado o cocido”, todas estas comidas que son nuestras, que eran tan sanas, fueron demonizadas, fueron catalogadas como comidas de mala calidad y se reemplaza todo por lo procesado, el arroz, los fideos, pero que a la larga trae terrible consecuencias a nuestra salud. Hoy en día tenemos altísimos índices de personas con diabetes, con hipertensión arterial, con distintos tipos de enfermedades por el cambio alimenticio tan brutal que hemos sufrido.
Lo que expones nos habla de luchas, de conflictos, del modo de vida mapuche que aparece como antagonista de una serie de fuerzas económicas y culturales de control. En ese sentido nos gustaría escucharte sobre el personaje, hombre o mujer, que en la historia de las luchas mapuches adquiere una relevancia para la memoria política mapuche actual.
Hay varios y varias que son muy importantes, pero yo rescataría la imagen de Juan Mangiñ Wenu. Mangiñ Wenu fue un logko de la zona muy cercana a Llaima. Él era un estratega, un visionario, organizó la última resistencia contra el ejército chileno. Él nunca confió de los chilenos, por increíble que parezca, confiaba más en los españoles que en los chilenos, porque veían que los españoles parecían cumplir los acuerdos que se lograron (cosa que sabemos que no fue así en otros muchos lugares de América Latina), pero no tenían la misma opinión de los chilenos, los chilenos eran muy traidores, eran muy poco consecuentes con los que negociaban.
Entonces Magiñ Wenu envió a su hijo a educarse en las pampas argentinas con uno de los grandes guerreros que se llamaba Kallfükura, que significa “Piedra Azul”, envió a su hijo a prepararse en las grandes pampas con este líder. Luego el hijo de Magiñ Wenu, José Santos Külapag, regresará para hacer la resistencia contra el ejército chileno. Él es uno de los últimos grandes Toki de la resistencia mapuche que combatió y murió peleando por su gente. Es toda una familia, con Magiñ Wenu y toda su gran estrategia de lucha. También hubo importantes mujeres, como la esposa de Magiñ Wenu, Juana Malen y toda su familia que entró en el proceso de resistencia.
Él envía cartas a distintos lugares, tanto a Argentina como a otros logko, como también a los gobiernos intentando negociar, intentando entender qué es lo que va a pasar políticamente con los territorios. Él se da cuenta que efectivamente hay que prepararse para lo peor, él dice: se vienen los chilenos y su guerra, y justamente tenía razón. Los chilenos nunca han respetado los acuerdos, hasta el día de hoy, escriben con una mano y después lo borran con el codo. Actualmente los gobiernos continúan con esa misma actitud.
Entre las diversas luchas vividas por el pueblo mapuche, ¿hay alguna que recuerdes con admiración o con un recuerdo especial?
Obviamente hay varias, pero quizás tenga siempre presente la resistencia de Pelantaro por ejemplo. Pelantaro fue un líder que se levanta también y destruye todas las ciudades del sur. Destruye más de siete ciudades. Son bien reconocidas sus grandes batallas, fundamentalmente lo que la historia oficial chilena llama el desastre de Curalaba, para nosotros obviamente es una forma bien simbólica de cómo nominamos las cosas. Mientras para la historia oficial es el desastre de Curalaba, para el pueblo mapuche es el gran triunfo de Curalaba. Donde Pelantaro destruye las ciudades y para el mundo oficial es lo negativo, es el desastre. Entonces ahí tenemos dos miradas y vemos que somos dos mundos distintos, tenemos posiciones muy diferentes unos de otros.
Hay otra batalla más, otros eventos, como los protagonizados por Lautaro, gran líder conocido mundialmente que también avanza hasta Santiago y él quería llegar hasta España y destruir el imperio español. Era su sueño, primero sacarlos de Chile y después ir a España y allá derrotarlos. Era como su lógica (risas).
Entonces tenemos personajes muy importantes dentro del mundo de las batallas, de las luchas. Nosotros no hemos olvidado del gran Kallfürügi (colihue azul) que también se conoce como Galvarino. Hoy en día es recordado con admiración, porque Galvarino fue una persona muy fuerte, capturado por los españoles por toda su resistencia y en represalia le cortan ambas manos, después se mejora y se pone una lanza en cada mano. Decide seguir peleando sin manos y luchando contra los españoles hasta que finalmente en la batalla cae preso y lo cuelgan. Él fue hasta el último momento un sujeto de mucha fuerza e ímpetu, muy convencido de la lucha que hacía. Cuentan los cronistas españoles que cuando le cortaron una mano, puso la otra voluntariamente para que también se la cortaran, sin mostrar ningún trazo de dolor y eso es lo que más impresionaba a los españoles, que interpretaron este coraje diciendo que era una criatura tan salvaje que ni siquiera sentía dolor. Era la forma que tenían de interpretar esa actitud.
Galvarino ha sido comparado, incluso por muchos jóvenes, con el personaje de Wolverine. Hoy en día existe una historieta sobre él, sobre la vida del Galvarino.
Pueblos mapuche
Las comunidades mapuches defienden sus espacios sagrados frente a las hidroeléctricas
La empresa estatal noruega Statkraft está encargada del proyecto hidroeléctrico Osorno S.A en territorio mapuche-huilliche, una infraestructura que afectará a un espacio ceremonial sagrado para el pueblo Huilliche conocido como Ngen Mapu Kintuante.
De todos los espacios de la vida mapuche, ¿hay alguno que consideres un refugio de resistencia inextinguible, inexpropiable por el neoliberalismo, por las fuerzas económicas, políticas y religiosas?
Yo plantearía esos espacios como los Gijatuwe. Los Gijatuwe son espacios que tenemos en cada territorio donde la familia, la gente se reúne y hace sus rituales y esos son espacios sagrados para nosotros. Los Gijatuwe son espacios que vienen de muchos años y se han ido constituyendo, se han ido manteniendo. Es el espacio público más apreciado por la gente. No me acuerdo exactamente en qué año una antropóloga argentina intentó patrimonializar el Gijatun, declararlo patrimonio de la humanidad como actividad religiosa del pueblo mapuche, como una manifestación cultural, y la mayoría de los mapuche nos opusimos, porque nosotros no tenemos una visión del patrimonio, no tenemos esa concepción que tiene el mundo blanco de patrimonializar, porque para nosotros es como una expropiación, como si pasara a otro dueño y dejara de ser nuestro, pasa a ser de otro. Nosotros, en ese sentido, defendemos el colectivo. Si la gente quiere disfrutar de eso, conocer, nosotros tenemos formas de mostrarlo, pero que no dependa de ninguna institución, ni que nadie nos venga decir que debemos hacer. Entonces fue un tema bien álgido y creo que eso lo hemos protegido con mucha fuerza.
Aunque en años recientes, fundamentalmente el mundo pentecostal ha estado demonizando todas nuestras prácticas espirituales y muchas familias que se han convertido al pentecostalismo, después han terminado negando ese espacio. Hemos tenido ese conflicto también en los últimos tiempos. Pero yo creo que ese espacio público para nosotros es tremendamente importante y es muy defendido por la gente que vive y vibra con lo mapuche. Es un espacio único, de refugio cultural que no solo tiene una importancia social, abarca una importancia espiritual.
Si pensamos que hay bienes comunes como el agua, la tierra en la que se producen alimentos, el espacio habitado en cuanto territorio dotado de historia, que son fundamentales para garantizar la vida como experiencia común. ¿De qué manera el territorio mapuche (Wallmapu) es importante para producir y preservar estos bienes comunes?
Yo creo que esa es una crisis que nosotros vivimos hoy en día y es la crisis que ha llevado al conflicto que se tiene con el Estado, con las empresas forestales, con las empresas neoliberales que están como rapiñas intentando seguir usufructuando, seguir extrayendo nuestros recursos. Tenemos una crisis de nuestros territorios, nuestras familias están con muy pocas tierras y eso ha llevado, por un lado, a una migración de las personas, de los jóvenes en busca de otros horizontes y a abandonar sus tierras. Por otro lado, también la tierra en la que estamos viviendo, que no es suficiente, está sobreexplotada. Necesitamos más tierras para producir. Hay todo un proceso de desertificación. También el Instituto Nacional Agropecuario ha estado promoviendo el uso extensivo e intensivo de agroquímicos, de fungicidas, herbicidas y otros elementos químicos que han llevado a la contaminación de las napas subterráneas del agua, a la desertificación del suelo, al surgimiento de nuevas malezas. Hay toda una crisis agroecológica en nuestro territorio, entonces las familias, poco a poco, están sufriendo el daño que se está haciendo a la tierra, producto de esta política insalubre.
Yo creo que, si bien es cierto que quedan muchas familias que producen alimentos como algunas variedades de papas, maíces, también hay una fuerte inserción del monocultivo y de la sustitución de las semillas, de semillas únicas de papa por ejemplo. La sustitución de una única semilla de maíz por una variedad local de maíces, de poroto, de frijoles, hay todo un proceso muy cruel de combatir la diversidad y son pocas las familias que son conscientes de eso y que persisten en cultivar esa diversidad de productos. Entonces yo diría que hay una crisis muy dura ante la cual ponemos en marcha algunos espacios de trueque, como el Xafkintun que llamamos acá , donde la gente puede mover algunas semillas más tradicionales y activar un retorno hacia lo nuestro.
Todo ese mundo neoliberal que está ahí en nuestras vidas, es increíble cómo le han declarado la guerra a la diversidad y cómo intentan instaurar una dictadura monocultural, un paisaje de monocultivo
Actualmente aquí en Chile estamos ad portas de la arremetida de un tratado que es el TPP11(3), donde todas esas empresas transnacionales como Monsanto van a imponer sus planes de producción agrícola y todas sus maquinarias de semilla, contra la producción de los pequeños agricultores, de los indígenas que tenemos todavía algunas semillas, por ejemplo, que son distintas. Todo ese mundo neoliberal que está ahí en nuestras vidas, es increíble cómo le han declarado la guerra a la diversidad y cómo intentan instaurar una dictadura monocultural, un paisaje de monocultivo de especies que son mejoradas, supuestamente, pero no sabemos qué daños pueden tener.
Entonces todo es un gran desafío ético y político que tenemos actualmente en este país. Nosotros que estamos esperanzados con este nuevo gobierno, estamos percibiendo que no hay una defensa a esa diversidad. Nosotros esperábamos una defensa mucho más consciente de la diversidad, de las riquezas, de los cultivos, sin embargo, eso no está sucediendo. Hay un entreguismo a esos grandes poderes que son para nosotros nefastos. Y ahí se pone en riesgo todo el tema de alimentación, el tema del agua.
Hay pretensiones de privatización del agua, y con el tema de la nueva constitución(4) se supone que eso se iba terminar, pero lamentablemente perdimos. Ganó el rechazo, ganó el neoliberalismo y ganó el individualismo, ganó la ignorancia, ganó el mercado y perdimos aquello que habíamos soñado de poder recuperar en parte la dignidad y también recuperar algunos derechos que se nos han conculcado por muchos años.
Además de las amenazas económicas, religiosas, políticas que describes, existe también la presencia militar en el territorio mapuche ¿Cómo el pueblo mapuche construye lo común ante estas constantes amenazas?
Cuando el candidato de este gobierno estaba en campaña, él prometía sacar toda la militarización y lo que ha hecho es perfeccionar el proceso de militarización en la región. Entonces estas volteretas políticas te dejan preocupado. En realidad, hacen todo lo contrario a lo que prometen, pasa a ser paradójico. Y hoy en día existe una militarización acentuada en el territorio y eso nunca va solucionar el problema.
Pueblos mapuche
“Para el mapuche la prisión significa un doble castigo, físico y espiritual”
El Lonko Alberto Curamil, líder mapuche y ganador del premio Goldman por la defensa del medio ambiente, salió de la cárcel el pasado diciembre. Ahora, desde Lof Radalko, habla de la lucha de su pueblo y cómo esta se articula con las protestas que Chile vive desde el pasado octubre.
Jamás la militarización va solucionar el problema, todo lo contrario, va a generar más resistencia, va a generar más indignación, porque finalmente son los grandes enclaves terratenientes los que alientan la presencia de las fuerzas armadas, ellos seguramente quieren que nos eliminen a todos, esa es su lógica. De modo que nos molesta cuando el gobierno es ágil cuando la derecha, por ejemplo, pide algo. Todo lo que la derecha pida este gobierno corre en solucionarlo, en responderlo, pero no pasa lo mismo cuando los otros pueblos, los pueblos indígenas o el pueblo chileno pide, no se la responde con esa misma prontitud.
Hay una decepción muy grande en la ciudadanía y nosotros los pueblos indígenas, todavía, no vemos ningún tipo de trabajo serio a largo plazo. En más de siete meses de gobierno aún no se ha establecido ningún tipo de trabajo serio. Entonces van a pasar los cuatro años y vamos a seguir igual. Y eso es una pena porque nosotros teníamos esperanza de poder generar un nuevo escenario, una nueva idea de poder abordar estos temas que para nosotros son trascendentales y que requieren abordajes a largo plazo, que no sea tan inmediatistas, porque ningún gobierno en sí va a solucionar este problema, esto es un problema de Estado. Tiene que haber un trabajo serio de largo plazo de 15, 20 años, no sé, pero no que un gobierno determinado diga “yo traigo la solución”. Eso es populismo porque este es un problema serio, un problema grande, no es un problema que se pueda mejorar con dos, tres medidas. Este es un tema que amerita un espacio oficial de conversaciones, un ejercicio democrático de verdad con los poderes que están ahí operando, no con la voluntad política de uno o dos sujetos.
Es un escenario que exigiría habilitar una mesa de conversaciones como dices, con todos los involucrados.
Sin duda, una mesa de diálogo que honre los compromisos, que no esté mediatizada por los gobiernos, que sea un espacio político con los distintos sectores, con los terratenientes, con los representantes de la derecha, con la iglesia, con observadores internacionales, que proyecte un horizonte de soluciones, y no una comisión de un año, no, este es un tema que exige muchos años de trabajo, exige gente que se siente a trabajar. No es un tema simplemente de encuentro, incluso de diálogo, porque también se ha abusado de esa palabra, se ha banalizado. Cada gobierno ha creado su propia “mesa de diálogo” y todas las mesas han fracasado. Ya no existe credibilidad. Porque es una agenda de cuatro años, y creen que ellos como gobierno van a solucionar el problema, pero tienen el mismo planteamiento siempre, de cuestionar, de desprestigiar el movimiento mapuche, de no reconocer las demandas, de no reconocer los derechos, de estar permanentemente estigmatizando el movimiento. Eso es muy poco serio, no tiene relevancia política alguna.
Con la presidencia de Gabriel Boric todos esperábamos por lo menos la puesta en marcha de soluciones junto con ustedes. Desde Brasil miramos el nuevo momento vivido por Chile con muchas expectativas, porque se expresa como un contraste alentador ante los desastres del anterior gobierno en Brasil [Bolsonaro 2018-2022] y sus políticas de extrema derecha que, entre otras, han sido muy agresivas contra los pueblos indígenas. En esa perspectiva nos gustaría escucharte sobre el transcurso histórico vivido ante la aplicación de las políticas neoliberales, que como sabemos, Chile fue el laboratorio inicial con la dictadura de Pinochet de los planes neoliberales en la región. ¿Cómo el pueblo mapuche le ha plantado cara, ha encarado, éstas políticas?, ¿en la vida diaria, en cuanto comunidad, cómo han afrontado las múltiples invasiones y fuerzas depredadoras sobre sus vidas?
El neoliberalismo y su idea del sujeto competidor, se ha introducido construyendo una subjetividad, incluso con formas sutiles ha logrado introducirse en el pensamiento de las personas. Y percibimos que existen muchas personas que son muy susceptibles a los impulsos por el consumo. De manera que el consumismo te atrapa ofreciéndote múltiples posibilidades, el mercado tiene sofisticados y potentes mecanismos de seducción, y las personas caen fácilmente y se dejan llevar por el consumo.
Después ya entras en una carrera de competitividad a todo nivel. En la construcción de casa, en lo que comes, en lo que vistes, y la gente empieza a valer más por lo que tiene que por lo que es. La gente ya no te mira como persona, ella mira a ver qué bienes tienes, que ropa usas, que marca usas, qué comida, qué auto tienes, qué marca, si es camioneta, si es doble cabina, si es doble tracción, si es Toyota.
El consumismo te atrapa ofreciéndote múltiples posibilidades, el mercado tiene sofisticados y potentes mecanismos de seducción, y las personas caen fácilmente y se dejan llevar por el consumo
Todos estos elementos comienzan a tener un valor que va más allá de su utilidad, de su uso, sino por el supuesto prestigio que pueden atraer. Y esto es muy dañino, porque estas relaciones e ideas entran en la subjetividad, las personas ya ni duermen bien, ni comen bien con tal de tener lo que están deseando. El último celular que quieren comprar, el celular más caro que quieren poseer, y si no logro comprarlo cómo hago para comprarlo y se desvelan por trabajar, por ganar plata, incluso muchos llegan a delinquir para obtener esas mercancías. Y esto no es más que un síntoma de auto-engaño, es algo ridículo que captura el raciocinio de las personas.
Ayer comentaba con una colega que cuando aquí en Chile comienzan a llegar los celulares, muchas personas tenían celulares de palo (risas), como una forma de simular que tenían celulares, y hablaban como si estuvieran conversando con otras personas, pero eran celulares de mentira. Llegar a ese nivel de esquizofrenia no es más que un efecto de la implantación en nuestras vidas de las políticas neoliberales, de los credos del mercado.
Me contaban en otro caso que, en una ópera en Buenos Aires, a todas las personas les piden que dejen en un canasto sus celulares antes de la función. Después cuando salían del teatro la mitad de las personas recuperaban sus celulares y el resto no porque eran de mentiras, eran celulares de palo (risas). ¿Te fijás? A ese nivel de estupidez, de idiotización llegamos cuando entramos en las lógicas del mercado. Y sumado a eso todos los medios de comunicación, por ejemplo, la televisión abierta aquí en Chile es pésima, de muy mala calidad. Transmiten unos matinales terribles, carentes de contenido, las noticias son siempre fatalidades, alimento para el pesimismo. Es una lacra que tenemos. Las personas se idiotizan con eso, con el consumo de la televisión, con el consumo de esas teleseries. Y eso nos lleva a una decadencia moral, a una decadencia de la subjetividad, porque no hay belleza allí, no hay algo cuestionador, iluminador, algo que haga pensar, algo que nos haga reflexionar, eso no existe. Simplemente existe el morbo. Entonces es un paquete que te ataca por todos lados. La televisión está en la cocina, la radio está dentro de casa, en tu vida íntima, en el interior de la familia, y allí llega todo el mensaje permanentemente de todas estas vertientes que nos bombardean. Por eso también la gente hace lo que hace políticamente, tiene respuestas poco esperanzadoras, porque les hacen creer que estamos muy bien, y que debemos seguir, así como estamos, porque estamos en condiciones favorables.
Incluso hay aclaradores de cabellos para que te parezcas a las élites, élites blancas y racistas, y mostrar de este modo lo blanco, siempre lo blanco. Como si en este país fuéramos todos caucásicos, negando la diversidad a rajatabla
Y es increíble porque la gente común y corriente, las personas trabajadoras, no conocen la realidad en otros países, no conocen por ejemplo que las luchas ciudadanas en Brasil conquistaron el derecho a la educación gratuita, no saben que defienden sus derechos a la salud. Es lo contrario a este país en el que se paga todo, aquí se paga todo, es un país mercantilizado en extremo, para ir a un baño público tienes que pagar, para estacionar en la calle tienes que pagar. Todo está privatizado, la luz, el agua, el gas, todo está privatizado, el estado no tiene nada. La locomoción colectiva, los servicios de transporte, todo es privado. Y la gente cree que con eso está bien. Aquí la gente no alcanza a llegar a fin de mes, tienen que endeudarse, pedir crédito para llegar a fin de mes. ¡Pero no!, ellos juran que están bien. Es muy triste porque las personas no creen que puedas tener mejores condiciones y derechos, les han hecho creer que esto es lo mejor que hay y la gente se lo cree. Y ¿por qué? Porque hay un mensaje permanente, continuo, de adoctrinamiento del neoliberalismo que te hace sentir ilusiones, que la Coca-Cola te hace ser no sé qué cosas, que la crema no sé qué te hace ser más bella, más blanca, más rubia. Incluso hay aclaradores de cabellos para que te parezcas a las élites, élites blancas y racistas, y mostrar de este modo lo blanco, siempre lo blanco. Como si en este país fuéramos todos caucásicos, negando la diversidad a rajatabla, negando el mestizaje incluso, que muchos rechazan rotundamente. Ese es un tema psicológico, psiquiátrico profundo de auto-rechazo, de auto-engaño. Entonces ante una sociedad de esa naturaleza difícilmente podrás encontrar respuestas cuerdas, sensatas, social y políticamente hablando ¿no?
Para finalizar, te pedimos por favor una recomendación de lectura, o de cine si quieres. Recomiéndanos algo que pueda servir de antorcha en este caminar.
Justamente esta semana estuvo con nosotros Silvia Rivera Cusicanqui, invitada por la Cátedra Fray Bartolomé de Las Casas de la Universidad de Temuco en la cual trabajo. Hemos conversado bastante con ella y creo que con ella podemos visualizar una línea de pensamiento emancipador, feminista, que también trabaja el tema de la anarquía, del anti-patriarcado y que es una escritura que va más allá de las fronteras de la academia, una escritura libre, que no está limitada por compromisos de ningún tipo. Recomendaría por lo tanto la lectura de Silvia Rivera Cusicanqui, de sus ideas, de sus textos que son varios. Además, me atrevo a recomendarla porque es un pensamiento latinoamericano innovador y fundamentalmente porque ella se sitúa desde el mestizaje, se asume con esa contradicción de ser blanca y además de ser indígena. Defendiendo que eso puede ser posible, que se puede ser indio y se puede ser moderno a la vez, porque siempre nos sitúan a los indígenas como si fuéramos entidades arqueológicas, como sujetos que son rezagos que subsisten en un mundo moderno, como si fuésemos incapaces de asumir una modernidad como cualquier otro sujeto. Y Silvia lo demuestra con sus textos, además de tener un discurso esperanzador, políticamente hablando, de liberación, de liberación especialmente de la mujer. “Si la mujer se libera”, dice, “el macho también se libera”. Es el tiempo de las mujeres, el tiempo de las mujeres liderar.
1) QUIDEL, J. 2020. “Mundos y epistemologías en resistencias: el caso del Pueblo Mapuche”. Cultura - Hombre - Sociedad CUHSO 30 (1):221-232
2) Labarca, E.. 2018. Butamalón. El origen sangriento de Chile. Catalonia. Santiago de Chile.
3) El tratado TPP11 o Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica es un acuerdo de libre comercio celebrado entre las naciones que conforman el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), que propugna reducir barreras arancelarias y promover el libre comercio. El tratado TPP11 fue firmado el 8 de marzo de 2018 en Santiago de Chile y entró en vigor el domingo 30 de diciembre del mismo año.
4) La nueva Constitución de Chile mencionada por José Quidel, una constitución que reconocía el carácter plurinacional del país y que pretendió dejar atrás la constitución vigente de Pinochet, fue rechazada, con más del 62% de votos en contra, en el plebiscito celebrado en septiembre de 2022. Su aprobación traería enormes avances en la lucha histórica de los pueblos indígenas: la autodeterminación y gestión de sus territorios y recursos naturales, así como el reconocimiento de sus formas de vida, sistemas de justicia y organización social.