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Precariedad laboral
La diferencia
La diferencia consiste en tratar a los temporeros de Albacete como a animales enjaulados, no como a personas confinadas.
La diferencia es un hilo fino, sutil, dañino y apenas perceptible.
La diferencia es lo que ves, lo que callas, lo que no censuras y lo que no gritas.
La diferencia es lo que sabes que no está bien pero prefieres no decir.
La diferencia es que la sociedad albaceteña, de España o de dónde sea crea que los temporeros están recibiendo las mismas atenciones que ha recibido el resto de la población en periodo de confinamiento.
La diferencia es que se ha confinado a más de 200 personas, en un pabellón, o bien sin haberle hecho los test a todos o sin haber dado los resultados, porque sino ¿cómo es posible que tras casi 15 días aislados estén saliendo ahora casos positivos?
La diferencia es que los casos positivos, sin saber que lo eran, han estado conviviendo con el resto de compañeros que puede que no fuesen positivos, y digo puede, porque tras compartir baños, espacios para dormir, comer etc, acabarán dando todos positivo.
La diferencia es que los que han dado positivo no están en una habitación en su casa (recordemos que no la tienen) viendo Netflix y comiendo lo que les apetece o en un centro de salud en condiciones, no. Están en el Tomás Navarro Tomás, en el gimnasio, solos, la única compañía “profesional” de la que disponen es un vigilante de seguridad que hace tan bien su trabajo (nótese la ironía) que hoy se ha escapado un chico.
La diferencia es que mientras ellos sin estar contagiados (ahora sabemos que muchos sí lo están) están sin poder salir ni entrar del IFAB, mientras que nosotros hemos salido a comprar, pasear al perro o tirar la basura.
Esto no es cuestión de que nos conmocione un asentamiento y no miremos lo que ocurre en un pabellón, esto es cuestión de que la injusticia no solo nos conmueva, sino que nos mueva
La diferencia es que para que ellos cumplan con un confinamiento que ninguno de los presentes hemos cumplido, porque todos en mayor o menor medida hemos salido en algún momento, se ha movilizado a una cantidad ingente de fuerzas del Estado. Y digo yo, ¿no habría sido más útil destinar todo ese dinero en personal de apoyo, mediadores, psicólogos, etc. que en policía? Nadie les explica nada, nadie les apoya, nadie les dice y nadie les cuenta. La incertidumbre, el desconocimiento y el miedo llevan a la desesperación, la desesperación a la violencia.
La diferencia es que se les está tratando como a animales enjaulados, no como a personas confinadas.
La diferencia es que en nuestro confinamiento hemos comido lo que hemos querido en cada momento, hemos tenido entretenimiento, llamadas, etc...a los temporeros confinados ni siquiera se les está preguntando qué acostumbran a comer y el poco entretenimiento del que disponen son unos balones de fútbol proporcionados por un compatriota de Senegal.
La diferencia existe, está ahí, y de nuevo, volvemos a hacerla más grande volviendo a guardar silencio ante las cosas que importan, ante las injusticias. Quince días han sido suficientes para que volvamos a guardar silencio, ¿serán otra vez 15 años? Esto no es cuestión de que nos conmocione un asentamiento y no miremos lo que ocurre en un pabellón, esto es cuestión de que la injusticia no solo nos conmueva, sino que nos mueva.
La RAE define diferencia de la siguiente manera: “Cualidad o accidente por el cual algo se distingue de otra cosa”.
No olvidemos que en nuestro caso, la diferencia con los temporeros no es una cualidad, es un accidente, mala suerte la de ellos la de haberse topado con una sociedad tan muda y mezquina.
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Un gran, grandioso, grandilocuente aplauso para esas personas que aplaudían a las ocho por inercia desde sus balcones y umbrales, lo que los medios oficiales cacareaban de la manera que mejor lo saben hacer: HIPÓCRITAMENTE. Ya tienen sus bares, sus vacaciones, sus compras, sus desayunos, sus tiendas, sus piscinas portátiles, sus cumpleaños, su falsa patria...Ahora toca olvidar que los héroes y heroínas son de quita y pon...En otoño, más miseria humana multiplicada, estén atentos a sus pantallas.