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Andalucía
Pensar jondo: ¿qué significa descolonizar Andalucía?
Este espacios surge con el objetivo de dialogar y compartir con los movimientos sociales y populares una reflexión de pensamiento propio andaluz, que piense Andalucía desde sí misma, más allá de los esquemas de pensamiento social y académico eurocéntrico y occidentalizado.
Este espacio es un gesto colectivo que se constituye como lugar de enunciación colectiva, encrucijada de ideas y reflexiones en torno a la descolonización de Andalucía, de sus prácticas y de su teoría social crítica.
La utilidad de este espacio es traducir toda la serie de reflexiones académicas e intelectuales que se dan en los espacios críticos de la Universidad andaluza tales como la teoría decolonial, las epistemologías del sur, el feminismo, la interseccionalidad, el derecho a la ciudad, el las economías del bien común, dándole una lectura desde Andalucía y que trate de regar toda una serie de prácticas sociales y participativas. Una forma de pensar propia para una forma de emancipación propia. Las luchas por la tierra y la soberanía alimentaria, los feminismos andaluces, el movimiento obrero andaluz, el asociacionismo por la recuperación de la memoria, el ateneismo andaluz, las plataformas por la identidad y la cultura andaluza y los movimientos anti-racistas y las luchas ecologistas y por el territorio requieren de nuevos marcos de pensamiento emancipador que emerjan desde nuestra propia experiencia histórica y social. A este proceso le llamamos descolonizar Andalucía, hacia un pensar nuestro, un pensar andaluz, un pensar jondo que nos haga parir pueblo.
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comparto un poema sobre la colonialidad:
BÁRBAROS/ CIVILIZADOS BÁRBAROS
Había leído mucho sobre los bárbaros:
habitaban continentes de ardientes soles.
Profesaban falsas religiones de aberrantes ritos.
Adoraban feroces dioses con cabeza de chacal y ojos de serpiente: dioses con nombres impronunciables
y apetito insaciable; a los que en holocausto sacrificaban pueriles víctimas.
Bárbaras, sus supersticiones;
bárbaras también, sus costumbres:
naturaleza furiosa sin ley ni freno.
No moraban en poblados sino en un ir y venir incesante en
procura de sustento y del pillaje que su rapacidad suministrara.
Hoy ya no leo las fábulas de Lévy-Bruhl o Gobineau.
¡Los bárbaros están aquí entre nosotros en el corazón mismo de Europa!.
¡Oh banalidad del mal!,
¡Oh, corazón en las tinieblas!
¡Ya no estás en el Congo
como narraba la pesadilla del loco polaco!.
Hombres blancos, hoy como ayer, -lo siento-,
corsario Rudyard Kipling,
ensayan nuevos modos de barbarie:
nuevos modos de tiranizar,
nuevos modos de expoliar,
nuevos modos de infamar,
nuevos modos de sentenciar;
nuevos modos de extender
urbi et orbi
la miseria y la muerte.
¡Oh hija de Babilonia!.
En la noche con luna de sangre,
late podrido el corazón de Europa bajo Partenón de huesos
entre los estertores de la conciencia de los postreros justos
Acerca de gusanos e inmigrantes.Por un inmigrante. Calilinaria. Para NuestrAmérica.
Fernando Limeres Novoa
"No hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte". Quevedo.
"El hecho es que la civilización llamada "europea", la civilización "occidental", tal como ha sidomoldeada por dos siglos de régimen burgués, es incapaz de resolver los dos principales problemas que su existencia ha originado: el problema del proletariado y el problema colonial.
Esta Europa citada ante el tribunal de la "razón" y ante el tribunal de la "conciencia", no puede justificarse; y se refugia cada vez más en una hipocresía aun más odiosa porque tiene cada vez menos probabilidades de engañar.Europa es indefendible." Aimé Césaire "Discurso sobre el colonialismo"
Se discute de cifras macroeconómicas, de intereses, de gobernanza; no discutamos de política e ideología; meras banalidades; discutamos de ética o mejor de su ausencia o de su desdén. Urge.¿Por qué tal urgencia? Digamos que es una necesidad ética de las tripas. Un imperativo que re-clama la paciencia de los biennacidos.
Ahora vendrán los comentarios, las peroratas cursis, teñidas de un falso humanismo de los ventrilocuos de turno. Vendrán las declaraciones de intención; el mea culpa, tan falaz y cínico; vendrán prestos a ensayar el oficio del histrión, los líderes europeos; posarán para la foto matu- tina; esos burócratas insensibles, hiperbólicos hijueputas, lacayos de la plutocracia amoral que gobierna el mundo, vendrán a descerrajar sermones sobre la tragedia de los desesperados. A pesar de que basta dar una vuelta por cualquier supermercado europeo para ver que el comercio mundial se asienta en un neocolonialismo infame que engorda a unos con los que rapiña y hambrea miles de millones.
Carentes de sensibilidad e imaginación para ensayar soluciones reales a una crisis humanitaria de proporciones; harán lo que mejor saben: posar y darse la mano para un testimonio fotográfico sobre lo que no han hecho. Y el rebaño seguirá confundiendo ser con parecer; posar con hacer.
Vendrán, también, a fingir gesto adusto y compunción, como si les importara la muerte; cuando es su principal negocio, su principal activo. Muertes de sus compatriotas o de extranjeros para que las cuentas de su balance inmisericorde cuadren con inhumana exactitud y prosigan otorgando réditos y disponibilidad de efectivo; para engorde de las falacias macroeconómicas aun a costa de convertir el mundo en un inmundo cementerio en donde los pocos vivos son esclavos descerebrados que festejan el pisoteo mundial de sus derechos y libertades. Ya no se necesita opio en tanto hay ignorancia por doquier. Sí, la cómoda ingnorancia del decerebrado que deposita su líbido en un en cualquier oportuno distractor mientras el mundo sucumbe a su alrededor. En este sentido, la generalización de la ignorancia es peligrosa, entre otras cosas, porque naturaliza lo inverosímil; asume la normalidad del despropósito y la injusticia y por tanto, silenciosa; jamás verbalizará pensamiento o reclamo alguno. De este modo, el silencio se vuelve complicidad y la complicidad asienta y consolida un orden en el que el ochenta por ciento de la población mundial se encuentra confinada en la categoría del "no ser".
La UE ya no es UE o la ficción eurocéntrica a la que estamos acostumbrados; Europa ha sido el truco nefasto que en pos de un desarrollo falaz empobreció aun más a países históricamente dependientes. ¿Qué evidencia la foto europea hoy?. Indudablemente, la connivencia, la promiscuidad entre capital y política; estrictamente, los líderes europeos, con su obsecuencia y servilismo del capital más infame, prolongan en el mundo un orden económico inhumano. Causa genuina del ingente desplazamiento de millones. Y de los millones y millones que seguirán tristemente pero inexorablemente.
Aquellos líderes son quienes imponen ,en virtud de geopolítica siniestra, la inhumanidad económica, urbi et orbi, con dosificación de medios según circunstancia. La ambición suele ser veloz y ubicua y no se amilana por la distancia. Suelen, abusando del eufemismo cínico, denominarla "globalización". Para tranquilidad del diccionario y particularmente de las conciencias.
Frente a la histeria colectiva de los europeos que votan a partidos desenbozadamente nazis y claman al cielo por la invasión inmigratoria pero histeria, específicamente gubernamental sobre los refugiados cuyos diversos estados impiden que diversos barcos de ONGS rescaten del cementerio marino, no, el poema de Valéry, sino el Mediterráneo, a miles de inmigrantes; en contraposición, nunca se ha escuchado tan enfáticamente pedir papeles para las grandes empresas -las multinacionales para las que gobiernan-; para ellas se disuelven las fronteras y se cambia la ley de ser necesario; se maquillan sus acciones de degradación natural y humana en términos eufemísticos de progreso económico y prontamente se les tiende una alfombra roja, -irónico presagio- allí donde su apetito pantagruélico escoja para iniciar su oprobioso festín. Pues está en su organismo parásito y carroñero la necrófaga volición de alimentarse de la descomposición de sociedades y entornos físicos.
Herederos de aquel Leopoldo II de Bélgica quien anticipándose a los nazis convirtió el Congo, su propiedad personal, en el infierno sobre la tierra (denunciado en su tiempo por Casement, Conan Doyle y otros) o ese otro voraz tiburón de Cecil Rodhes quien soñaba la instauración atroz del "conspicuo" pillaje británico de norte a sur de África, disfrazado de cruzada civilizatoria. Herederos de genocidas que igual que en el pasado cifran su imperio vil en la ruina económica y espiritual de pueblos enteros. Ni que hablar de la vergüenza que sintió Lawrence por los desaguisados del imperio en decadencia que a pesar suyo representó en Arabia.
¿Es necesario recordar otra vez que el capitalismo de cuño europeo se echa a andar gracias al saqueo de la riqueza americana. En cuyo holocausto minero verbigracia: Potosí, murieron millones de aborígenes, entre ellos mujeres y niños?. Hecho que provocó la introducción de "cuerpos" africanos, a sugerencia del “abnegado” Las Casas para suplir fallecidos.
¿ Por otra parte, es pertinente recordar aún que el expolio ejercido por la corona española -perfeccionado por la atroz dinastía borbónica- benefició durante el proceso de la colonización y más allá a la banca alemana, particularmente a los Fugger?.(Hobsbawm).
Vampírica corona española la que con voracidad borbónica legitimaba su expolio mediante la represión de cualquier disidencia; como en 1790, la desmembración de Túpac Amaru en el Perú. Proceso explicado en ese prodigio de la erudición histórica que es “La rebelión de Túpac Amaru y los orígenes de la emancipación americana” de B. Lewin; autor polaco nada sospechoso de cimentar leyendas negras. Episodios de la "gesta" castellana en América que los programas de historia de bachillerato prefieren olvidar.
Hoy como en los siglos XVI y XVIII, España continúa siendo la lacaya más obsecuente de la banca alemana. Banca que se erige en juez de patrias y soberanías al reeditar su oficio de usurero: la usura, el pecado más aborrecido por otro europeo, Tomás de Aquino. Asombrosamente, la usura de los bancos alemanes logró, en el siglo XXI, el sueño imperialista que los panzer no alcanzaron durante la segunda guerra mundial: poner de rodillas todo un continente y sus arrabales neocoloniales con una violencia pérfida que en comparación reduce la crueldad de la "blitzkrieg" a un mero episodio de violencia accidental y mínima.
Por otra parte, colectivamente, ¿tan desememoriados son? o ¿ya se han olvidado que hasta hace dos días eramos ustedes: padres, hijos, hermanos, cuñados, sobrinos quienes emigrababan, fatigando el globo hacia los lugares más lejanos e ignotos?.O es que se olvida que Europa se especializó en expulsar población siglo tras siglo; guerra tras guerra, hambruna tras hambruna.
Como si haber nacido en unas tierras despojadas y esclavizadas desde la protohistoria europea fuese un pecado, como si fuese un pecado nefando huir del miedo, del hambre y de la muerte; solo para venir a morir a las puertas de otro averno menos brutal y primario pero más perverso y sofisticado. En el que imperan la "democracia" y los "derechos humanos" el “estado social” de la mano de una cleptocracia cínica que ya se acostumbró a perorar y perorar como si un par de palabras oportunistas bastaran para disimular el espanto que su desgobierno instaura en vastas geografías.
Y aún la opinión pública mundial debe escuchar, cautiva y atónita, lecciones de virtud cívica de estos títeres infames quienes en una audaz pirueta discursiva se erigen en detentadores mundiales del "copyright" de "la democracia", "la cultura", "el progreso" y demás subterfugios verbales cuya mera enunciación constituye ya una afrenta al más elemental sentido común de cualquier ciudadano.
Frente a los anteriores, sostengo que existe más dignidad humana en la sordidez de un minuto de todas y cada una de las vidas de los refugiados que estos días pugnan por ingresar en la decrépita y vil Europa que en toda una vida de estos obesos vermes moradores de Elíseos y Moncloas. Los que se disponen, en movimiento paradojal, a paliar las consecuencias de los horrores cuya indiferencia proverbial es causa.
Poe, aquel racionalista de lo siniestro, que muere solo en 1849 en una crisis delirante en Baltimore -una y otra vez son los artistas quienes devuelven a la palabra humanidad la plenitud de su significado-; escribió aquella alegoría medievalizante, inspirada en la novela gótica de H. Walpole, “The Masque of the Red Death”, traducida espléndidamente como todos sus cuentos por Julio Cortázar. Narraba la quimera suicida del príncipe Próspero el que ante los estragos de la epidemia se guarece intramuros de su castillo para evitar que la enfermedad lo alcanzara. Huelga apuntar que la ingenuidad del príncipe y su corte se resuelven inexorablemente en un desenlace fatal. Europa hoy es el castillo de Próspero, en su huida imposible hacia la nada, acicatea la muerte que asedia con la vehemencia del hambre y la desesperación sus patéticas almenas las que, como en la parábola de Poe, no tardarán demasiado en derrumbarse, como cae decrépito un orden político y económico ahíto de podredumbre. Poco importa ya si desde dentro o desde fuera. Más importa trabajar en la construcción de lo nuevo.
LECCIÓN DE ECONOMÍA POLÍTICA EN EL SUPERMERCADO
Fernando Limeres Novoa
"Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo en la cabeza, sino con las armas en la almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de deas valen más que trincheras de piedra". José Martí, Nuestra América.
"El hecho es que la civilización llamada "europea", la civilización "occidental", tal como ha sido moldeada por dos siglos de régimen burgués, es incapaz de resolver los dos principales problemas que su existencia ha originado: el problema del proletariado y el problema colonial.Esta Europa citada ante el tribunal de la "razón" y ante el tribunal de la "conciencia", no puede justificarse; y se refugia cada vez más en una hipocresía aun más odiosa porque tiene cada vez menos probabilidades de engañar.Europa es indefendible." Aimé Césaire "Discurso sobre el colonialismo"
Quien escribe este artículo no es economista, ni esta relacionado académica o profesionalmente con la economía. Aún cuando la economía global constituya una de las asignaturas cuya curiosidad frecuenta. Sin embargo, sus juicios se basan en la más crasa empiria que es suficiente para develar las leyes tácitas que rigen el comercio internacional, esto es, la expoliación denominada eufemísticamente, “economía internacional; la que en virtud de geopolítica siniestra hace que algunos; de acuerdo con el gran Atahualpa Yupanqui: “hagan de trueno y sea para otros la lluvia”. Rectifico si no para develar; para comprobar sus nefastas consecuencias.
Concluido el tópico de la “humilitas”, vamos al caso: aquel que frecuente los supermercados europeos con el tiempo suficiente y el ojo avizor, notará perplejo que el colonialismo no solo ha constituido uno de los tantos exabruptos eurocéntricos inflingidos al sur global. Legitimado mediante oportunas narrativas filocoloniales, articuladas en categorías idealistas e idealizantes,, como la “civilización”, “la ciencia”, “el cristianismo”, “el liberalismo económico”, etc sino que además, dicho colonalismo, en la actualidad manifiesta una sencilla, poderosa y vesánica vigencia. Lo constata el análisis de los diversos productos que ofrecen distintas cadenas de supermercados en Madrid, Roma, Berlín o Londres.
Lo primero que asombra es la procedencia: la mayoría de productos sin considerar el rubro al que pertenecen son exóticos, esto es, su procedencia es extranjera. No sin casualidad, se comprueba que América Latina, Asia y África constituyen los puntos de partida, como antaño, en el siglo XVI, cuando los comerciantes sevillanos, en virtud del monopolio imperial, se enrriquecían con las materias primas americanas surtidas por los galeones, de la más heterogénea lista de delicadezas gastronómicas, hoy es igual: ananás de Costa de Marfil, pimientos y espárragos de Perú, aceite de Marruecos, palmitos de Costa Rica; mejillones y atún chilenos; bananas de Ecuador, etc. Baste esta somera lista para refrendar lo anterior.
Los cuatro puntos cardinales expresan las cuatro direcciones a partir de las cuales el hemisferio norte recibe las primicias de los lugares más remotos. Tales productos son ofertados en envases exquisitamente diseñados, combinando la policromía con los logos más imaginativos y la visibilidad del obligado certificado de calidad; todo lo anterior en estricta relación con las prescripciones del marketing publicitario más vanguardista.
De este modo, contenido y continente resultan una oferta más que tentadora; casi imposible de rechazar, para el consumidor desprevenido que es tentado a la degustación durante cualquier época del año de los manjares más exóticos y exquisitos. Todo en el contexto de una gran superficie, donde ir de compras es un agradable y despreocupado paseo; acompañado de una música relajante. Contexto propicio para que el consumidor aparte su racionalidad al menos unos minutos y consuma sin complejos, sin conciencia y sin ningún obstáculo que lo prive de este sencillo acto que constituye el último eslabón irresponsable de la silenciada barbarie contemporánea.
Poco a poco, o mejor, más exactamente, en unos pocos minutos ese carro de la compra: emblema, pabellón, bandera o signo del expolio así como la obesidad endémica de niños y adultos en el hemisferio norte, tan endémica como lo es el hambre en el resto del globo, se llenará con lo superfluo y lo indecente. Y todo, ¡vaya sorpresa final!. Todo por un módico precio; o mejor, todo por un irrisorio precio. Porque lo que aturde la atención en segundo lugar; digo “aturde” por no emplear “avergüenza” es el precio final por el que se ofrecen los productos anteriores. Dado que si consideramos que todos estos productos han sido elaborados, envasados y transportado desde el confín del mundo hasta las mesas mejor servidas de cualquier metrópolis europea aun para un lego la conclusión necesaria, casi obvia es que el coste de todos estos productos es la gratuidad; o al menos el coste debe necesariamente limitar con la gratuidad ya que en caso contrario resultaría imposible ofertarlos, casi regalarlos, mediante un precio que ni siquiera en la economía individual más depauperada de un europeo actual es percibido ni siquiera como un pequeño gasto.
Es oportuno mencionar, a modo de ejemplo, el caso de una empresa española que se dedica a importar merluza capturada en el Atlántico sur; en aguas bajo soberanía argentina; que vende casi cuatro quilos de merluza: capturada, fileteada, congelada, envasada y transportada por la suma de 3, 50 euros. Sin embargo, esto no es todo: cuando la perplejidad examina con estupor el envase para verificar más datos, se encuentra con una segunda afrenta: la especie fue capturada mediante redes de arrastre; esto es, un sistema de captura que se encuentra prohibido en Europa por sus palmarias consecuencias ecocidas.
Otro ejemplo; en la circunstancia en la que la agresión imperial yanqui contra Venezuela alcanza su paroxismo en tanto la guerra económica contra el país se ensaña en desabastecerlo de los productos más básicos, comprobamos que la empresa INTERNATIONAL GRAINS & CEREAL, cito en Grenville, Carolina del Sur, fabrica P.A. N, esto es, la haria de maíz con la que en Venezuela se cocinan las arepas. La oferta en todos los supermercados españoles a 2, 00 euros la unidad.
Hoy no existe empresa europea que no haya deslocalizado su labor, diremos mejor, multinacional que no haya deslocalizado su producción por mezquino imperativo de la ganancia. “Globalización” la denomina el diccionario para comodidad eufemística del idioma y también de las apaciguadas conciencias. Contrariamente, hoy, frente a la histeria colectiva de los europeos antiinmigrantes que votan a partidos desenbozadamente nazis y claman al cielo por la “invasión” inmigratoria; nunca se ha escuchado a nadie tan enfáticamente pedir papeles para las grandes empresas; muy al contrario, para ellas se disuelven las fronteras y se cambia la ley de ser necesario; se maquillan sus acciones de degradación natural y humana en términos eufemísticos de progreso económico y prontamente se les tiende una alfombra roja, -irónico presagio- allí donde su apetito pantagruélico escoja para iniciar su oprobioso festín. Pues está en su organismo parásito y carroñero la necrófaga volición de alimentarse de la descomposición de sociedades y entornos físicos.
Finalmente, ante lo anterior, aún la opinión pública mundial debe escuchar, cautiva y atónita, lecciones de virtud cívica de estos títeres infames quienes en una audaz pirueta discursiva se erigen en detentadores mundiales del "copyright" de "la democracia", "el progreso" y demás subterfugios verbales cuya mera enunciación constituye ya una afrenta al más elemental sentido común de cualquier ciudadano. De nosotros, depende impedir que esta infamia colonial prosiga.
Comparto todas y cada una de las afirmaciones del autor Juan García Fernández. Dada la crisis terminal del capitalismo transmoderno es menester pensar de otro modo; creo que tenemos la obligación de recoger el esfuerzo creador de los pensadores del giro decolonial.
Por otra parte, dada el nuevo exabrupto imperial yanqui sobre Venezuela; creo que hay que volver a Martí. Comparto unas modestas reflexiones publicadas en la revista NuestrAmérica. Un saludo a todos y es un gusto compartir en este espeacio de mutuo enrriquecimientos, reflexiones y pareceres.
EL PENSAMIENTO DECOLONIAL EN "NUESTRA AMÉRICA" DE JOSÉ MARTÍ
Yo sé que el necio se entierra
con gran lujo y con gran llanto.
Y que no hay fruta en la tierra
como la del camposanto.
José Martí
El genocidio, en particular el genocidio perpetuo que se abate sobre América, es muy distinto de otros genocidios, por supuesto tremendos, pero que se encuentran acotados en su espacio temporal.
A lo largo de la historia se cometieron numerosas aberraciones que grupos étnicos o estados nacionales enmascararon con distintos ropajes para eliminar a los Otros, al que se desviste de memoria y se le sustituye el futuro, se lo desnuda de su condición de hombre y se lo invisibiliza para luego exterminarlo
Marcelo Valko
Colonialidad o colonialidad del poder supone una modalidad de poder específica de la modernidad. Su génesis es la conquista de América en tanto que su consecuencia preponderante radica en el establecimiento de la hegemonía europea a escala planetaria. De este modo, modernidad y colonialidad constituyen conceptos concomitantes. En contraposición, pensar de modo decolonial implica un esfuerzo por arraigar la reflexión, esto es, contextualizar su desarrollo discursivo: el primer movimiento es excluir apriorismo. Significa, en el campo de las ciencias sociales, no someter la experiencia americana a la teorización de conceptos exógenos sino, por el contrario, diseñar categorías propias que articulen una narrativa científica desde la perspectiva americana, es decir, desde la perspectiva de los colonizados.
Cuando empezamos a pensar desde este lugar llamado América latina, poco a poco se nos fue apareciendo el problema que ahora da que pensar, el pensar en toda su radicalidad. Esto aconteció cuando descubrimos que el problema central del pensar era la vida, es decir, la vida humana y la vida de la naturaleza, esto es, la vida de todos nos-otros y no solo la vida de los pobres latinoamericanos (…) Dicho de otro modo, tal parece que ahora el pensar debe ponerse al servicio de aquello que nos hizo posible, para que siga siendo posible la vida de todos, o, para decirlo de otra manera, parece que el problema del pensamiento no es el pensamiento mismo sino la producción de la vida (Bautista 2014, 76).
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El ilustre precedente de Bautista es Martí. En efecto, Martí opera de este modo en su celebérrimo artículo “Nuestra América” (1891). Texto cuyo valor primordial es establecer los postulados básicos para que el determinante posesivo no solo se mantenga en el título sino en la realidad extratextual de todo el continente. Porque, en definitiva, a lo que apela el título es a que los americanos asuman América como proyecto propio, aun cuando hayan alcanzado la emancipación política sin la intelectual. Entonces, ¿cómo consolidar la primera sin haber logrado la segunda?
Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con al que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engulllendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo en la cabeza, sino con las armas en la almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra (Martí 1891).
Este comienzo se organiza desde el punto de vista formal como el introito de los ejemplos medievales. Sin embargo, sus propiedades formales no valen per se, sino que se subordinan, desde la perspectiva pragmática, a interpelar a sus lectores. Moralizar sí, pero ni religiosa ni éticamente sino políticamente. En efecto, el contenido se organiza a partir de la crítica de un caso; de esta manera, Martí emplea una estructura inductiva: parte de lo particular para comunicar un mensaje que atañe a lo general; generalísimo y omnicomprensivo dado que se dirige todos los americanos. Pero, ¿en qué radica el componente decolonial? Martí es un poeta, poeta revolucionario, por lo que su mensaje será codificado poéticamente; constituye un mensaje decolonial en dos aspectos: primero, supone una advertencia respecto de la voracidad imperial de Estados Unidos; segundo, adquiere un tono exhortativo a fin de que América se gobierne a sí misma, esto es, mediante instituciones genuinamente americanas. Además, un encadenamiento metafórico determina “Nuestra América” en términos de género como una alegoría; una alegoría de significación decolonial.
Así, critica la vanidad del aldeano causada por un prejuicio que confunde lo universal con lo particular arraigado en su engreimiento. Es menester apuntar que la vanidad para el catolicismo constituye uno de los siete pecados capitales (además de un modo de idolatría), mientras que para Nietzsche la vanidad es el temor a parecer original. En efecto, la idolatría del aldeano funciona en dos direcciones de significación complementarias: en primer lugar, su equívoco (confunde lo ajeno con lo propio: el mundo entero es su aldea). Segundo, da por bueno el orden universal. Ambos equívocos persiguen intereses egoístas. Principalmente políticos, “con tal que él quede de alcalde”, y económicos, “le crezcan en la alcancía los ahorros”.
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De esta manera, la conveniencia política y económica determina para el poeta cubano la colonialidad del poder en manos del aldeano americano que en resumidas cuentas se traduce como un subterfugio que maquilla discursivamente un interés individual en términos de beneficio colectivo. Es así como la creencia en la bondad del orden universal funciona como coartada del movimiento anterior y profundiza su falsedad ya que el “bien”, en el contexto de la reflexión axiológico, no puede sino beneficiar a la totalidad de la humanidad; nunca a uno a costa de otros.
Por otra parte, en la línea de Nietzsche, la sobrevaloración interesada del orden universal, idealizado, esto es, no examinado en sus condiciones históricas, implica la infravaloración interesada del orden particular al que pertenece el aldeano. Ya que si la originalidad absoluta es un mito; la mímesis perfecta como garantía de eficacia lo es también. Sin embargo, para Martí, más que una falta privada concerniente a la moral individual; la vanidad conduce primero a un error epistemológico y a la prolongación de una configuración social colonial, después. En razón de que la adjetivación del orden con el calificativo bueno encubre sus condiciones materiales e históricas que lo han determinado. Dado que su afirmación en tanto creencia no puede plasmarse lingüísticamente más allá de su calificación; esto es, nunca podrá enunciar un discurso racional que dé cuenta de sus contradicciones. En consecuencia, la adjetivación establece el límite discursivo formal y de sentido, no solo por lo que explicita: la fe en una condición positiva que parece inherente al ordenamiento universal, pero que nunca es explicada sino fundamentalmente por lo que se excluye del discurso. En este sentido, Martí en su crítica al concepto de universalidad anticipa en más de un siglo el desarrollo del concepto de la colonialidad del poder. Para Mignolo (2005) “La geopolítica y la política corporal del conocimiento se ocultaron mediante su sublimación en un universal abstracto proveniente de Dios o de un yo trascendental”.
Para Martí no solo la vanidad crédula del aldeano se define por lo que enuncia y omite, sino también por lo que ignora. Así el equívoco no solo sucede por asignar un valor positivo a un orden no analizado, sino por la consecuencia principal de lo anterior: desconocer las amenazas que ese mismo orden entraña. Desconocer significa no contextualizar el peligro que se cierne sobre la soberanía política y económica de América. Desconocimiento expresado mediante la metáfora de los gigantes que llevan siete leguas en sus botas. Charles Perrault popularizó en el siglo XIX el motivo de las bottes de sept lieues, provenientes del folklore europeo. En rigor, constituyen un elemento mágico que permiten que su usuario se desplace a gran velocidad y realice una hazaña heroica. Así la poética martiniana metaforiza la hegemonía yanqui y europea mediante la hipérbole organizada en dos miembros: gigantes + siete leguas. Por ende, frente a este poder inmenso, la conciencia americana -antialdeana- debe despertar y armarse.
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En este sentido, el poeta cubano exige de los americanos una actitud épica; de aquí el símil con los personajes del escritor sevillano Juan de Castellanos (1522-1607), presentes en su poema épico Elegías de varones ilustres de Indias. De este modo, frente a los gigantes de siete leguas, Martí aboga por una actitud épica, pero una épica no de la gesta, sino de la reflexión; una épica de las ideas, una épica del valor creador del pensar (...) “con las armas en la almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra” (Martí 1891, 3).
Para terminar, podemos afirmar que en “Nuestra América”, Martí anticipa muchos de los temas que ocuparán la reflexión de los principales teóricos de la colonialidad: la crítica de la mentalidad del colonizado ejemplificado por el aldeano vanidoso, el peligro para América del imperio estadounidense, la condena de la superstición eurocéntrica y el análisis de las formas culturales autóctonas no solo para superar la anterior, sino para constituir gobiernos y estados en auténtica relación con las necesidades de sus colectividades. De aquí no solo proviene el mérito de “Nuestra América”, sino su actualidad y el imperativo de repensar su mensaje.
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Referencias
Bautista Segalés. Juan José. 2014. ¿Qué significa pensar desde América latina?. Madrid: Akal.
Fernández Retamar, Roberto. 2015. ¿Cuál es la literatura que inicia José Martí”?. Cuba: Cubadebate.
Martí, José. 2002. Nuestra América. Jalisco: Universidad de Guadalajara.
Martí, José. 2009. Versos sencillos. Madrid: Cátedra.
Mignolo, Walter. 2005. La idea de América latina La herida colonial y la opción decolonial. Barcelona: Gedisa.
Valko, Marcelo. 2013. Pedagogía de la desmemoria. Buenos Aires: Peña Lillo-Ediciones Continente.
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[1] Profesor de literatura latinoamericana. Periodista. Investigador orientación: análisis decolonial de textos literarios. Ponente en diversos congresos de universidades americanas y europeas: Universidad de Vigo, Universidad de Salamanca, Universidad de La Sapienza, Universidad de York, Universidad del Salvador, Centro de la Memoria Haroldo Conti (Buenos Aires). Contacto: fernandolimeres@yahoo.es