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Pensamiento
Felwine Sarr: “Desde África estamos asumiendo la responsabilidad de repensar el mundo incluyendo diferentes latitudes”
No es exagerado decir que se trata, hoy por hoy, de la cita más importante del panorama intelectual africano, y también una de las principales del mundo francófono y de la esfera de la decolonialidad. Los “Talleres del Pensamiento” (Ateliers de la Pensée, en francés) nacieron en 2016 en la capital de Senegal, Dakar, de la mano de dos grandes nombres del continente, el camerunés Achille Mbembe y el senegalés Felwine Sarr. La intención de ambos fue, desde un primer momento, reclamar la soberanía teórica de África y de su diáspora.
Con cuatro ediciones a sus espaldas, el evento se ha vuelto ineludible por la expectación que provoca, por su capacidad de reunir a una verdadera constelación de personalidades de todo tipo de horizontes y por su sorprendente lucidez y pluralidad de propuestas. Desde su nacimiento, han contado con reflexiones de grandes figuras del pensamiento universal, como el filósofo Souleymane Bachir Diagne, la ex ministra francesa Christiane Taubira, la politóloga Françoise Verges o escritores como Léonora Miano, Alain Mabanckou o el recientemente galardonado con el premio Goncourt, Mbougar Sarr. Los Talleres, como se los conoce popularmente, recuerdan otros momentos históricos como los dos Congresos de Escritores y Artistas Negros, celebrados en París en 1956 y 1959, que tenían esa misma vocación de emitir al mundo un discurso común, de gran eco mediático, amplificando voces tradicionalmente desoídas.
El evento se desarrolla a través de mesas redondas, seguidas de un turno de preguntas abiertas al público, donde las personas invitadas reflexionan en torno a la temática general y presentan sus últimas líneas de investigación. Los paneles se celebran también hasta altas horas de la madrugada, en un formato poco usual que hace pensar en un verdadero Festival de las Ideas. Con el tiempo, además de las presentaciones de tipo académico, las manifestaciones artísticas han ido adquiriendo un papel cada vez más significativo, integrando disciplinas como la danza contemporánea, la música, la performance o el teatro. Los fundadores persiguen así producir saberes desde un centro diferente del occidental, pero también reclamar formas de conocimiento no discursivas.
La cuarta edición de los Talleres del Pensamiento, bajo el título de “Cosmologías del vínculo y formas de vida” giró en torno a temáticas como el ecofeminismo, los saberes indígenas y las cosmopolíticas de la solidaridad
La cuarta edición de los Talleres del Pensamiento se celebró del 23 al 26 del pasado mes de marzo en el simbólico Museo de Civilizaciones Negras de Dakar, congregando una considerable afluencia de público en directo —unas 200 personas al día, según la organización— así como más de un millar de seguidores en directo por redes sociales tanto de dentro como de fuera de África. Bajo el título de “Cosmologías del vínculo y formas de vida” las conferencias giraron en torno a temáticas como el ecofeminismo, los saberes indígenas y las cosmopolíticas de la solidaridad. Las reflexiones aportaron claves para afrontar los desafíos globales en un mundo post-pandemia, enunciando soluciones que pasan por la comunidad y el vínculo, en un contexto en el que resurgen las reacciones conservadoras y excluyentes con fuerza inusitada.
Felwine Sarr (1972, Niodior, Senegal), cofundador de la iniciativa, es economista, docente, escritor y músico. Su ensayo Afrotopia (2016), que navega en la intersección de disciplinas como historia, economía, sociología o filosofía, ha tenido un fuerte impacto dentro del activismo africano y afrodescendiente, y su atractivo título ha sido reutilizado por programas de radio, bienales o hasta piezas de teatro. Sarr fue también el encargado del famoso informe sobre la Restitución del Patrimonio Cultural africano presente en los museos franceses, algo que lo ha posicionado durante tres años seguidos en los primeros puestos de la famosa lista Artpower 100, el ranking de referencia sobre las personas más influyentes en el arte contemporáneo. Después de varios años en la Universidad Gaston Berger de Saint Louis, Senegal, actualmente enseña en la Duke University de California, lo que no le impide llevar a cabo proyectos en su país natal, como es el caso de los Talleres, contexto en el que nos recibe. Mientras gestiona a sus más de 40 invitadas internacionales y una veintena de medios de comunicación, hace una pausa para respirar un poco en la terraza del conocido Hotel Djoloff, en el centro de la ciudad: con café en mano y semblante serio repasa el origen y aventura el futuro de esta experiencia.
El tema de los Talleres del Pensamiento de 2019, “Fluctuación de los mundos y prácticas de desvulnerabilización”, fue premonitorio de lo que ocurriría en 2020.
Confieso que no sabíamos que habría una pandemia, pero en ese momento nos interesaba la cuestión de la “desvulnerabilización”. Veíamos cómo este tipo de prácticas se estaban construyendo en las sociedades de África, y también en otras partes de mundo, allí donde el Estado no cumple su función de cuidar de los individuos, donde hay importantes fisuras en la educación y la salud, por ejemplo. Nos preguntamos cómo las sociedades cuidan de sí mismas en esos lugares donde la administración no llega, aunque nuestro análisis no tenía como objetivo que lo público deje de asumir esa función, por supuesto.
Cuando llegó la pandemia a Dakar y la respuesta fue cerrar las fronteras, vimos que los debates por aquel entonces pasaban por alto la manera de pensar el cuidado en el seno de las comunidades, ese tipo de saberes que la humanidad había ido construyendo a largo plazo. Hubo un momento en el que la gente aquí no creía en el virus, porque no veía muertos en su entorno. Los imaginarios en relación a la enfermedad, producto de una larga historia, no fueron objeto de ningún trabajo sociológico o antropológico, aunque fuera al menos con el fin de transmitir mejor el mensaje de que estábamos ante una verdadera pandemia, que no se trataba de una historia de los occidentales.
¿De qué manera ha impactado esa experiencia en esta última edición de los Talleres?
Antes de la pandemia soñábamos con un mundo unido, tratábamos de dar una respuesta al contexto de globalización económica neoliberal. Trabajábamos cuestiones como la movilidad entre fronteras, maneras de enfrentar la crisis ecológica, de crear una comunidad humana, etc. En resumen, cómo “hacer mundo” de una manera positiva…
Pero, con la crisis, los procesos de desunificación que ya estaban en curso se cristalizaron y aceleraron: la llamada comunidad internacional se replegó al ámbito nacional, lo común se redujo a lo tribal. Cada cual gestionó sus dificultades por separado, hubo una guerra mundial por las mascarillas, y con la vacuna llegamos realmente a una situación extrema, de “no hacer mundo”: la solución que supuestamente debía reequilibrar la situación global se ve acaparada por algunos países, que se guardan más reservas de las que necesitan y distribuyen a otros países con menos medios vacunas a cuatro días de su fecha de caducidad…
Ante esto, decidimos repensar la cuestión ecológica: cómo restablecer el vínculo con las especies animales y vegetales a las que hemos ido despojando de sus hábitats, y también la política, sobre cómo rehacer las comunidades a una más amplia escala. De ahí nació la idea de pensar las cosmologías que ya existen en algunas partes del mundo, como en África o América Latina, que articulan vínculos y otras maneras de habitar el territorio diferentes a las que la economía neoliberal nos propone. También nos interesaron aquellas nuevas prácticas económicas y sociales que podríamos inventar y cuáles podrían ser los nuevos espacios para ponerlas en práctica.
Pandemia, crisis climática, reorganización geopolítica intensificada a partir de la guerra en Ucrania… La temática propuesta este año parece querer aportar pistas para explorar respuestas a las coyunturas mundiales actuales. ¿Es esta la nueva vocación de Los Talleres?
En las dos primeras ediciones quisimos que África hiciera uso de la palabra, reflexionar desde el continente y la diáspora sobre nuestro propio destino, por eso se trataron principalmente cuestiones decoloniales, aunque no dejaban de ser asuntos globales que quizás nos conciernen un poco más a los africanos. En el proceso de reflexión posterior decidimos no centrarnos en asuntos exclusivamente africanos: debíamos ser un lugar donde discutir problemáticas comunes de este mundo que compartimos, y pensarlas con gente que viene de lugares diversos, asumiendo esa apertura.
Decidimos no centrarnos en asuntos exclusivamente africanos: debíamos ser un lugar donde discutir problemáticas comunes de este mundo que compartimos. En ese sentido no queremos reproducir lo que le echamos en cara a Europa: su eurocentrismo, su manera de pensar el mundo a partir de ellos mismos
En ese sentido no queremos reproducir lo que le echamos en cara a Europa: su eurocentrismo, su manera de pensar el mundo a partir de ellos mismos. Si queremos pensar el mundo tenemos que hacerlo con los demás.
En esta edición queríamos empezar un diálogo con América Latina, y aunque ha participado Natalia Brizuela (profesora asociada de literatura y cultura latinoamericana moderna y contemporánea en la Universidad de California, Berkeley, NDLR) no hemos conseguido hacerlo a la altura que hubiésemos querido, por cuestiones logísticas. También hemos invitado a personalidades europeas y estadounidenses, e intentamos contar con gente del África lusófona… Nos ha faltado Asia, aunque hemos proyectado un documental del camboyano Rithy Panh, que ha intervenido a través de videoconferencia. Tenemos la voluntad y el deseo de incluir la diversidad de los espacios que aún faltan.
¿De qué manera las ideas que se están creando en Los Talleres pueden influir en la manera de hacer política?
El espacio político es muy difícil por regla general. Mi experiencia personal es que, para que no haya riesgo de manipulación, tiene que haber una misión clara en la que un cargo político pide expresamente una opinión experta sobre un tema y el trabajo se realiza para satisfacer ese requerimiento concreto. Amartya Sen (economista y filósofo indio, NDLR) me enseñó que la actividad más productiva es la de reintroducir en el cuerpo social un cierto número de resultados de los saberes producidos, desde la óptica de su inteligibilidad. Cuando la élite política se preocupa por tener buena información la va a encontrar, pero si, por el contrario, quiere otra versión también sabe dónde encontrarla. Básicamente, creo que es más útil poner ciertas ideas a disposición de la sociedad que de la clase política.
He renunciado a la idea de que los saberes que estamos conformando, que requieren paciencia, influyan de forma inmediata en las sociedades humanas. Hay que aceptar la secuencialidad de los procesos
¿Y cree que efectivamente las nuevas ideas y propuestas que se han ido discutiendo estos años en estos foros acaban diluyéndose en la sociedad?
Es la gran pregunta. Los Talleres reciben constantemente una crítica de elitismo y de no diseminación: la gente se pregunta cómo estas reflexiones le pueden afectar al señor del pueblo de Thiaroye, aquí en Senegal, y a su vida cotidiana de manera práctica. Yo he renunciado a la idea de que los saberes que estamos conformando, que requieren paciencia, influyan de forma inmediata en las sociedades humanas. Creo que hay un segundo trabajo de divulgación y de reinyección de esas ideas en el cuerpo social. Esa labor no se puede llevar a cabo en el mismo momento en el que se constituye el saber. En todo caso, los recursos producidos por Los Talleres quedan a disposición de todo el mundo a través de libros, vídeos, etc. Hay que aceptar la secuencialidad de los procesos, y el reparto de roles entre diferentes tipos de actores sociales, y en este sentido habrá que pensar cuáles son los formatos o plataformas para ponerlos en marcha de manera práctica. Nosotros intentamos hacerlo en Souza, una localidad de la región litoral de Camerún. Hemos conformado allí un pequeño laboratorio para experimentar, la Fabrique de Souza, adonde volveremos en el próximo mes de abril.
Cuéntenos un poco más sobre esa experiencia que se sale de la esfera teórica.
La Fabrique de Souza es un espacio experimental, a 40 km de Duala (Camerún), donde estamos intentando poner en marcha una economía experimental agroecológica, relacional y de comunión con el resto de seres vivos. Tras la segunda edición de Los Talleres del Pensamiento, en 2017, cuya temática fue “Condición planetaria y política de los seres vivos”, la responsable de la Galería MAM, Marlène Malong, que había asistido a aquella edición, nos invitó a hacer de su espacio un lugar de práctica para aterrizar las ideas teóricas. La primera acción fue hacer una cartografía, que realizamos con un equipo multidisciplinar para estudiar la historia, geografía, antropología, etc. del lugar, con el objetivo de identificar los saberes que existen en el territorio.
En el equipo que estamos trabajando allí hay tres doctorandos de universidades de Camerún, y también están la filósofa Sévèrine Kodjo-Grandvaux, la profesora de ciencias políticas Nadine Machikou, el antropólogo Parfait D. Akana o el economista colombiano Diego Landivar, entre otras personas. Este año se nos ha unido con su equipo la ambientalista Isabelle Delannoye [participante de la cuarta edición de los Talleres con una intervención sobre su concepto de economía simbiótica]. Ellas cuentan con más de una década de experiencia en el montaje de economías neutras en carbono. El objetivo es crear una economía de circuitos cortos, en la que el campesinado de la región pueda obtener mejores ingresos e insertarse mejor en redes de intercambio, descarbonizando a la vez sus prácticas.
Tras esta última edición, Los Talleres se están consolidando como cita histórica y generando mucha expectación, tanto dentro como fuera del continente. ¿Cómo se están planteado el futuro de la iniciativa?
Vamos a darnos un tiempo para evaluar con mayor claridad cómo enfocar una próxima edición. Sin embargo, con la Escuela Doctoral [iniciativa académica también derivada de los Talleres] tenemos una idea más clara de convertirla en una Universidad de Verano. La pandemia había impedido celebrar la convocatoria anterior a esta, en 2020, pero acabamos de terminar la segunda edición con 18 doctorandos y doctorandas de todo el mundo: Colombia, Brasil, Italia, Mali, Ghana, Camerún, etc. Allí se trataron las mismas cuestiones que se iban a debatir en los Talleres unas semanas después y fue muy bien. Sentimos que la iniciativa ha evolucionado positivamente, con reflexiones de mejor calidad. Ahora estamos pensando cómo asegurar un seguimiento de las diferentes promociones, crear tambien una universidad de verano donde se impartan talleres y seminarios y preparar una plataforma en línea para trabajar en red de manera más permanente.