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Partido Popular
Batalla inédita por el voto de derechas
PP y Ciudadanos revisan sus estrategias para atraer a un amplio sector de votantes que oscila entre el centro y el extremismo.
Dos partidos se disputan el voto de centro derecha en España por primera vez en las últimas décadas. Un Partido Popular en pleno proceso de renovación y un Ciudadanos desconcertado tras ser aupado a los cielos por las encuestas y devuelto de sopetón a una realidad bastante más terrenal tras la moción de censura que dio el Gobierno al PSOE de Pedro Sánchez buscan ahora su sitio ante un electorado que parece haber perdido, definitivamente, la fidelidad absoluta a unas siglas. Ante sí, una exigencia: quien pretenda hacerse con la hegemonía en ese ala del electorado debe contentar tanto a quienes se reivindican de centro como a una extrema derecha que hasta ahora se ha sentido a gusto en el sistema.
“Estoy convencido de que hay espacio para los dos —afirma a El Salto el politólogo Pablo Simón, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Pompeu Fabra—. El multipartidismo ha venido para quedarse”. Es más difícil, sin embargo, aventurar cuál será la estrategia con la que uno y otro partido encaren este nuevo escenario. En un primer intento, Simón apunta dos opciones básicas: “Que PP y Ciudadanos peleen por ve quién le pega más fuerte al PSOE”, pero eso podría castigar al partido de Albert Rivera privándole de la posibilidad de seguir arañando votos al Partido Socialista, “o apostar por estrategias divergentes en la que uno se dedica a hacer una oposición de Estado y otro al enfrentamiento total”.
El coordinador general de Izquierda Unida, Alberto Garzón, se refería este nuevo escenario en el centro derecha en una reciente entrevista publicada por El País. A su juicio, está clara la nueva estrategia: “El PP va a tratar de competir con Ciudadanos por la extrema derecha. Lo digo así. Ciudadanos ha tratado de hacer de Macron en lo económico y de Le Pen con el nacionalismo, y eso le ha quitado muchos votos al PP empezando por Cataluña y siguiendo por el conjunto del Estado. El PP, ahora que está en la oposición, va a tratar de recuperar ese espacio con un discurso ultranacionalista que dificulte mucho la resolución de los problemas territoriales del país. Ciudadanos, que ha crecido con un discurso irresponsable que alimentaba el ultranacionalismo, va a ver cómo se le achican los espacios”. Y continuaba Garzón: “El PP comparte esa idea de España uniforme y centralista, pero al estar en el Gobierno tenía cierta responsabilidad de Estado que no podía vulnerar. Ahora se ven liberados de esa responsabilidad. Vemos discursos incendiarios para ver quién es más ultra, los del PP o los de Ciudadanos”.
Contentar a la extrema derecha
Lo cierto es que en ese ámbito ideológico, la extrema derecha, se dirimen gran parte de las posibilidades de uno y otro partido. Las encuestas del Centro de Investigación Sociológicas (CIS) invitan siempre a la ciudadanía a autodefinirse ideológicamente entre el 1, extrema izquierda, y el 10, extrema derecha. Y, tradicionalmente, las opciones 9 y 10 son elegidas por un entre un 2 y un 3% de los encuestados. Es decir, de los 35 millones de electores que componen el censo electoral, entre 700.000 y algo más de un millón son de extrema derecha.Dando por hecho que la abstención en ese colectivo es similar al de la media, un 30% en las últimas elecciones generales, y teniendo en cuenta que los partidos considerados de extrema derecha como VOX o Falange Española de las Jons no suman más de 70.000 votos, la conclusión es que al menos entre 400.000 y 600.000 votantes de esta ideología acuden a las urnas y han votado hasta ahora, en teoría, al PP.
Así que, en una hipotética lucha por esos votos entre populares y Ciudadanos, la posición que adopten unos y otros sobre asuntos como el desmantelamiento del Valle de los Caídos y la Memoria Histórica, el independentismo catalán, el acercamiento de los presos de ETA al País Vasco, la inmigración o incluso la asignatura de valores civiles en el sistema educativo anunciada por el Gobierno pueden inclinar la balanza de cientos de miles de votantes.
O, por qué no, servir para alumbrar nuevamente en España un partido de extrema derecha con representación parlamentaria. “Hay espacio para crecer por la derecha”, explica Pablo Simón, con temas como la inmigración o el proteccionismo. Que España no haya seguido en este sentido la tendencia en otros países de Europa, donde el populismo de derechas gana adeptos, obedece a diversas razones.
Por ejemplo, a la evolución del sistema de poder en el que, partiendo de una dictadura, el partido hegemónico de la derecha, la Alianza Popular entonces, hizo el camino contrario, buscando su centralización. O a la propia idiosincracia de la inmigración en nuestro país, con relativos pocos inmigrantes de segunda generación y un colectivo muy feminizado y dedicado a labores de cuidados, asistencia y ayuda. Pero, en definitiva, según el politólogo, se debe también a una cuestión de oferta y demanda: si cuando existe demanda de un partido de extrema derecha la oferta presentada no satisface las expectativas, seguirá en el ostracismo.
El grueso de la pelea, sin embargo, se disputa sobre otra franja ideológica: la que, en esa tradicional pregunta del CIS elige las opciones más centradas, el 5 y el 6, y que suelen sumar el 30% de los encuestados —aunque con clara mayoría del cinco, elegida por una quinta parte de los votantes y que, de hecho, es uno de los factores que explica que la media total de los españoles se sitúe entre el 4,5 y el 4,75, es decir, en el tradicionalmente llamado centro izquierda—. Aquí se encuentran, según todos los expertos, quienes deciden las elecciones; quienes tradicionalmente inclinaban la balanza hacia PP y PSOE y que a partir de ahora contribuirán a decidir también cuál es el partido hegemónico en la derecha. “El PP siempre ha ganado cuando ha conquistado el centro”, suelen decir en Génova.
Corrupción y Cataluña
El efecto ‘luna de miel’ que vive PSOE, tras la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa, puede jugar en contra de Ciudadanos. Según reconocen en el partido naranja, casi uno de cada tres votos nuevos que captaba el partido de Albert Rivera procedía del Partido Socialista, desorientados cuando no desencantados por la travesía en el desierto que ha protagonizado en los últimos años.Movilizados ahora por obra y gracia de la victoriosa moción de censura, no se vislumbran razones por las que sigan escapando hacia Ciudadanos; más bien al contrario. Eso obligaría al partido de Rivera a continuar pescando votos en el electorado del PP, con la corrupción —los tribunales todavía pueden darle muchas alegrías al partido de Rivera— y Cataluña como principales aliados.
Pero el partido de Génova puede contar ahora a su favor con el llamado efecto underdog, término utilizado para definir la solidaridad que puede llegar a despertar una formación política en horas bajas; un nuevo liderazgo que sirva para afianzar la idea de que la corrupción es, definitivamente, cosa del pasado y la libertad que concede saberse fuera del Gobierno para extremar su discurso.
El centro puede ser la gran víctima de esta batalla, en la que no parece quedar lugar para la moderación. “Hace tiempo que el centro ha sido sustituido por otras etiquetas, como liberal, centro reformista o términos similares”, explica el politólogo Pablo Simón, que añade: “En realidad no sabemos qué hay entre quienes se autodefinen de centro: pueden haber realmente centristas, pero también gente sin interés por la política o incluso antisistema. Etiquetas al margen, al final son los temas que se pongan sobre la mesa los que determinan el voto final”.
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Creo que la estrategia del PP ya está clara: oposición frontal y desleal volviendo a sacar a pasear a ETA y lo que haga falta. Por suerte, la sociedad le ha obligado a rectificar ciertas posiciones, como en el caso del matrimonio gay. Ciudadanos, como hasta ahora: España, España y más España.