Manchester 1870 Licenced Alamy Resized
Manchester en 1870, cuando un denso bosque de chimeneas humeantes dominaba el horizonte. Alamy Stock Photo.

Ciencia
¿Son tóxicos los pellets vertidos en Galiza?

Ante las afirmaciones de la administración gallega, y de algunas figuras públicas, sobre la inocuidad de los “pellets” vertidos, hacemos un ejercicio de análisis breve sobre algunos de los estudios recientes sobre microplásticos y aditivos, y de su interacción con otros tóxicos.

Un blog sobre ciencia y poder.

11 ene 2024 07:00

Es 8 de diciembre. Un buque que partió desde Algeciras, y se dirigía a Dinamarca, pierde parte de su carga frente a la costa portuguesa de Viana do Castelo. La carga vertida al océano Atlántico, que podrían ser varios contenedores según informa Europa Press, está compuesta por “pellets” de plástico. Los pellets son pequeñas bolitas de plástico usadas como “materia prima” en la fabricación de componentes de plástico de todo tipo.

Uno de los mayores problemas de los “pellets” es su pequeño tamaño, inferior a 5 mm, siendo muy complicados de eliminar, tanto del agua, como de la costa y la tierra, donde están llegando en grandes cantidades, mezcladas con restos de algas y seres vivos que han sucumbido ya al vertido. La extensión del vertido es cada vez mayor. Según la agencia SINC, son ya decenas los municipios cuyas playas están siendo afectadas por el vertido de microplásticos afectando prácticamente a  toda  la costa gallega. La red de Agentes Medioambientales de Asturias (que se encargan de la vigilancia, protección y custodia de ciertos terrenos y bienes públicos) se ha activado por si el vertido llegara a sus costas y ya ha tenido que actuar. Y Marinella Farré, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) del CSIC, ve posible una extensión del vertido a todo el Mar Cantábrico.

Además, siguen también apareciendo  bolsas sin abrir, de alrededor de 15 kilos, que contienen este material. En ellas, según comunica la Asociación Noia Limpa, se puede leer “estabilizadores de luz UV”. Este hecho es bastante importante para conocer y poder analizar el grave impacto medioambiental que este vertido podría tener.

Según informa Ecologistas en Acción, recogiendo declaraciones del diario Público, Ricardo Beiras, del departamento de Ecología y biología animal de la Facultad de ciencias de la Universidad de Vigo, afirma que “según el Intecmar, se trata de polietileno (PE), pero el Parque Nacional das Illas Atlánticas nos indica que ellos han recogido muestras de tereftalato de polietileno (PET)”.

En las últimas horas, además, hemos conocido que la Xunta de Galiza ha encargado un informe (de no más de tres páginas), firmado por Santiago García Pardo en el que se afirma que el vertido estaría formado, al menos en parte, por el producto de la empresa Bedeko (Polonia) UV9000, formado en un 88–90% por PE y en un 10-12% por el aditivo estabilizador de la luz ultravioleta, UV 622. El UV 622 se comercializa, también, con el nombre de Tinuvin 622, producido por la empresa BASF.

El informe de la Xunta dice, literalmente, que el producto no es peligroso y que los riesgos contemplados en la normativa vigente quedan excluidos. Además el producto sería apto para uso alimentario.

Vamos a ver si eso es cierto.

MICROPLÁSTICOS y NANOPLÁSTICOS

¿Son tóxicos los microplásticos? y si lo son, ¿por qué son tóxicos? Vamos primero con una breve definición. El estándar académico normalmente utilizado considera microplástico toda porción de plástico inferior a 5 mm. Así, los “pellets” vertidos por el buque ‘Tocano’ en las costas gallegas son ya per se microplásticos. Pero es que, además, el vertido supone “una fábrica” de microplásticos en sí mismo debido a que la erosión física y química del océano atlántico los transformará en poco tiempo en microplásticos más pequeños, multiplicando el número de partículas y, por ende, el daño medioambiental. Una vez estas partículas bajen por debajo de la micra, se considerarán nanoplásticos.

Muchos monómeros (componentes básicos) que forman los plásticos tienen riesgos sobre la salud humana. Grover Castañeda, junto con otros tres investigadores de la Universidad de Chile y de la Universidad Mayor de San Andrés (Bolivia), realizaron hace casi 4 años una revisión sobre la toxicidad de los constituyentes de los microplásticos.

Casi todos los monómeros son tóxicos de alguna u otra forma: el PVC, el PTFE, el Estireno y el Propileno son cancerígenos, el PET y el PE, por su parte, son disruptores endocrinos.

Aquí ya comenzamos a ver que el brevísimo informe de la Xunta de Galiza se tambalea. El PE es, según la normativa actual, un plástico de uso alimentario. Es cierto. Pero sabemos que el polietileno es un disruptor endocrino que, además, migra en cantidades variables desde el envase hasta el continente. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) reconoce, en un informe de 2019 que el PE, junto con otros tipos de plásticos, es excretado en forma de microplástico a través de las heces por los humanos y que estos microplásticos de PE son capaces de traspasar el epitelio intestinal y llegar al resto de nuestros órganos a través de la sangre. De hecho, un trabajo reciente ha detectado hasta 400 millones de partículas de nanoplásticos en agua embotellada y ya sabíamos, desde hace tiempo, que el agua corriente de muchos lugares del mundo también está contaminada por microplásticos.

Pero el principal problema de los microplásticos no es que los tengamos en nuestro interior, sino su capacidad para actuar como “bombas químicas”, liberando sus monómeros constituyentes a concentraciones muy elevadas.

Por ejemplo, una tubería de PVC (Policloruro de Vinilo) íntegra y en funcionamiento no debería transferir cloruro de vinilo al agua en cantidades apreciables. Sin embargo, un microplástico de PVC, al fragmentarse libera a su entorno (por ejemplo, el interior de un tracto digestivo) concentraciones cancerígenas del policloruro de vinilo. Una revisión reciente publicada en The Lancet, y encabezada por Nurshad Ali del National Heart and Lung Institute, Imperial College de Londres (UK) afirma que “la exposición a los microplásticos y nanoplásticos puede tener efectos sobre la salud a través del estrés oxidativo, la inflamación, la disfunción inmune, la alteración del metabolismo bioquímico y energético, la promoción de neoplasias, las alteración de las vías metabólicas [de nuestros simbiontes] microbianos, el desarrollo anormal de órganos y la carcinogenicidad”.

También actúan como “bombas químicas” porque la superficie de estos microplásticos es increíblemente eficiente en la adsorción (que no absorción) de compuestos orgánicos tóxicos. Esto hace que, en la práctica, la ingesta de microplásticos combine la acción tóxica del monómero del plástico ingerido y de las moléculas orgánicas incorporadas al microplástico en su trasiego por el medio ambiente. Algunas moléculas orgánicas tóxicas que se incorporan a los microplásticos, por ejemplo, son el triclosán (que la declaración de Florencia de 2017 declaró como “disruptor endocrino ambientalmente persistente que se bioacumula y que es tóxico para los organismos acuáticos y otros organismos” y que es utilizado como aditivo en los propios plásticos para evitar el crecimiento bacteriano y su degradación por acción biológica, además de ser usado como aditivo en infinidad de productos de higiene), Glifosato (del cual en este blog hemos publicado varios artículos sobre sus efectos como disruptor endocrino y cancerígeno) o los peligrosos compuestos bromados PBDEs (más conocidos como retardantes de llama) y los aislantes PCBs.

Ahora viene la bomba. Estos microplásticos están por todas partes. No solamente en las playas gallegas o en las playas de todo el mundo, depositados por las corrientes marina  o el aire. No solamente en nuestros bosques o en nuestros campos de cultivo, depositados allí por nuestra inconsciencia a la hora de disfrutar del mundo natural y por nuestro voraz sistema de producción  capitalista. No. También se encuentran  en animales y plantas. En el agua que bebemos. En la comida que comemos. En las nubes. Y sí, también en nuestra sangre, en la placenta, en nuestra orina.

El estudio, liderado por Elisabetta Giorgini del departamento de ciencias ambientales y de la vida de la Universidad Politécnica delle Marche (Ancona, Italia) y con el sugestivo nombre “plasticenta”, vino a golpear nuestras conciencias y a informarnos sobre las dimensiones de este problema.

Según una revisión llevada a cabo por Ricardo Beiras y colaboradores, los microplásticos son tóxicos debido, fundamentalmente, a los aditivos que estos llevan para protegerlos precisamente de la degradación. Es interesante comprobar la visión de este grupo de investigación porque nos abre la puerta a hablar de los contaminantes emergentes, muchos de ellos todavía desconocidos para el público general, con los que se consiguen plásticos con propiedades perfectas para la industria, y por tanto para la reproducción del capital, Sin embargo, dejan una enorme huella medioambiental detrás, contribuyendo al colapso de la biodiversidad que actualmente estamos observando en todos los ecosistemas del planeta.

Además, reconocen en su trabajo de revisión que algunos microplásticos son tóxicos per se al producir daño simplemente por el número de partículas ingeridas por los organismos vivos. Un ejemplo sería el Polihidroxibutirato (PHB), muy utilizado en la industria de plásticos biodegradables. Es un polímero de interés porque su síntesis es viable a través del uso de microorganismos: algunas bacterias y algas producen el monómero constituyente del PHB de forma natural.

ESTABILIZADORES DE LA LUZ UV

Los estabilizadores de la luz UV son unos compuestos químicos que impiden que la radiación del sol que llega a la superficie de la tierra dañe rápidamente los compuestos plásticos. Estos, básicamente, permiten alargar la vida media de un plástico expuesto a la intemperie. Un grupo muy numeroso de ellos son los llamados HALSs (Hindered amine light stabilizers). Son un grupo de moléculas grandes (“Hindered amine” o “amina bloqueada” hace referencia a que estos compuestos poseen un gran grupo orgánico unido al grupo amino de la molécula) muy poco estudiadas desde el punto de vista toxicológico pero que ya han sido muy difundidas al medio ambiente. El propio vertido del ‘Tocano’ ha hecho su aportación.

En un estudio muy reciente firmado por Quing Deng, de la Universidad de Jinan (Guangdong, China), y otros investigadores establecen las primeras mediciones en el polvo ambiental, tanto doméstico como en el aire urbano, de estos HALSs, además de estudiar mediante modelos matemáticos su potencial tóxico, de bioacumulación y persistencia en el medio. No solamente encontraron concentraciones detectables de estos contaminantes emergentes, sino que estimaron una exposición diaria compatible con el potencial bioactivo de estos compuestos. Literalmente el estudio afirma que “según los requisitos de la ECHA la mayoría de los HALSs son sustancias químicas potencialmente altamente tóxicas. Desafortunadamente, siguen siendo extremadamente escasos datos experimentales sobre su persistencia, bioacumulación y toxicidad”. La ECHA es la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas. Algunos de los HALSs estudiados: varios Tinuvin (114, 123, 292 y 770) y otras marcas comerciales como Uvinul, LA o SEED.

Aquí viene la segunda inexactitud del informe de la Xunta: los HALSs son potencialmente lesivos para la biodiversidad y la salud humana. Para la ECHA, en un informe evaluativo del Tinuvin 328, el “Tinuvin 123 puede causar efectos nocivos duraderos para la vida acuática y Tinuvin 292 es muy tóxico para la vida acuática con efectos duraderos (...) y puede provocar una reacción alérgica en la piel”. Además, en su base de datos, recoge al Tinuvin 327 como carcinogénico, mutagénico, tóxico para la reproducción, bioacumulable y persistente en el medio ambiente. Para el Tinuvin 622 ni siquiera hay ficha evaluativa. La ficha de seguridad del producto de BASF reconoce que es “moderadamente tóxico para los organismos acuáticos”, mientras que los experimentos realizados por la propia compañía excluían otros efectos dañinos en animales. Veremos qué ocurre cuando el producto sea evaluado por personal independiente.

Otro grupo de componentes orgánicos que se añaden como aditivos a los plásticos y que sí han sido más estudiados (porque llevan más tiempo en la industria petroquímica) son los absorbentes de UV o UV-filters. Hay bastantes moléculas de este tipo. Un grupo de ellas, que se sabe desde hace tiempo que son tóxicas para los organismos acuáticos, tanto de agua dulce, como marinos,son los estabilizadores de luz UV en base a benzotriazole. Tanto este grupo de moléculas, como otros estabilizadores de la luz UV han sido detectados de forma ubicua en los sedimentos del mar del Norte y del mar Báltico, y en otros lugares, además de haberse comprobado su bioacumulación.

LA REACCIÓN DE LAS ADMINISTRACIONES Y DE LA DIVULGACIÓN CIENTÍFICA MAINSTREAM

Con todos estos datos científicos sobre la mesa, nos entristece la reacción que ha tenido la administració autonómica gallega con respecto a este desastre, aunque no nos sorprende teniendo en cuenta otros desastres pasados como el del Prestige.

La conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez, ha afirmado que esas toneladas de microplásticos o “bolas de plástico”, vertidas por el buque ‘Tocano’ “no son tóxicas ni peligrosas” y que, por esa razón, no activaba el plan de emergencia contra la contaminación que permitiría la acción coordinada con la administración central, ¿podemos llamar a esto negacionismo de la química o es una simple dejadez?

A este negacionismo se sumó buena parte del espectro derecho del panorama comunicativo del Estado. Panfletos como OKdiario, y otros medios como ABC o La Razón, están haciendo de altavoz de la posición oficial de la Xunta, negando la toxicidad del plástico y manipulando declaraciones de investigadores.

Por su parte, el gobierno central tuvo cinco días demostrados de inacción desde que se produjo el vertido hasta que existió una comunicación oficial entre salvamento marítimo y el servicio de emergencias autonómico. Portugal se lo comunicó el día 8 de diciembre y la comunicación entre administraciones tuvo lugar el 13 de diciembre. Además, puede intervenir dentro de sus competencias, aunque solamente la elevación del nivel de emergencia le podría obligar a intervenir. La fiscalía de medio ambiente sí se ha puesto a trabajar.

En resumidas cuentas: parece que se juega un partido de tenis entre una administración autonómica en plena batalla electoral, contra una administración central que, en el mejor de los casos, contemporiza para ver si Alfonso Rueda, presidente de la Xunta, se cuece en su propia salsa de “pellets”.

Mientras tanto, “solamente el pueblo salva al pueblo”: otra vez, miles de voluntarios, de sociedad civil organizada en grupos ecologistas y de otros movimiento sociales, salen a las playas de Galicia para intentar retirar la máxima cantidad de estos microplásticos que amenazan con transformarse en una grave agresión medioambiental.

Y, mientras todo esto ocurre, algunas personalidades del mundo de la divulgación científica respaldan las posturas de la administración gallega: “Todavía no se sabe ni la composición de los pellets de plástico pero algunos ya hablan de tóxicos, lo comparan con el Prestige... por supuesto, mencionando las elecciones. La ciencia no les importa, ni el medioambiente, ni el rigor, ni la prudencia; solo importa hacer campañaafirmaba Deborah García en la red social X (AKA Twitter), una divulgadora con gran notoriedad entre el público, que colabora a menudo en La Sexta, Radio Galega y en el programa de divulgación científica de RTVE Órbita Laika. La noticia sobre que los microplásticos vertidos llevaban aditivos ya estaba publicada. Y no parece haber rectificación posterior.

CONCLUSIÓN

Lo que más llama la atención de todo el debate público que se ha instalado en torno a este desastre medioambiental es cuánto se está poniendo el foco en la disputa entre administraciones, en cómo se está defendiendo una supuesta inocuidad de los microplásticos, y en lo poco que se habla del elefante en la habitación: ¿Por qué seguimos empecinados en hacer funcionar un sistema productivo que envía en barco, a lo largo de miles de kilómetros, toneladas de microplásticos de un punto a otro del planeta para que, de una forma u otra, acaben envenenando el planeta? Y esa es la verdadera lucha.

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