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Al final la Comisión Europea se arrodilló ante la emergencia y la evidencia. La emergencia de ver cómo los precios de la energía ponen en jaque a todo el viejo continente y hacen que las economías europeas se tambaleen mientras que los paquetes de medidas antiinflación de los distintos gobiernos se desvanecen entre la subida del recibo de la luz.
La evidencia de que pedir por favor a las empresas que moderen sus márgenes de beneficios o que la ciudadanía europea rebaje su consumo eléctrico no funciona. La evidencia de que los mercados de futuros que marcan el precio del gas no se van a moderar ni regular por su propia cuenta. Pero también ante la evidencia de que el tope del precio al gas en España y Portugal, la conocida como “excepción ibérica”, está funcionando para la ciudadanía de esos dos países si los comparamos con los precios que están pagando nuestros vecinos y que han hecho saltar todas las alarmas.
Los dogmas se derrumban, los mantras se caen. A la Europa de los mercados se le mueve el piso. Tras dudar un par de meses mientras se observaba con detenimiento el experimento de los Pirineos hacia abajo, Von der Leyen tuvo que deshacer ese dogma con una sola frase: “Estamos trabajando en una intervención de emergencia y en una reforma estructural del mercado de la electricidad”.
El 9 de septiembre se reunirán los ministros de Energía de todos los Estados miembro con la Comisión Europea con la intención de intervenir y reformar el sistema eléctrico y su absurdo sistema de fijación de precios. Von der Leyen abre así una puerta a derribar esos mantras y demostrar que dejar un bien tan básico y del que depende toda la economía a merced de los mercados de futuros y en manos de unas cuantas empresas oligopolísticas no es buena idea. No es que no sea una buena idea durante una crisis, durante una pandemia o una guerra, sino que no es buena idea en ningún momento. Esa puerta se ha abierto y tenemos que colocar el pie para que no se cierre.
Mantras y narrativas que han repetido tantas veces que han calado en el imaginario social. Pero esa narrativa de la “no intervención del mercado” se hunde
En España ya empezamos ese camino hace dos años, cuando el Gobierno de España anunció la limitación del precio de las mascarillas. En aquel momento, los defensores de esos dogmas se llevaron las manos a la cabeza. “Habrá desabastecimiento de mascarillas”, auguraban algunos de los principales liberales pop de este país. Todo fue humo y proclamas asustaviejas. Mantras y narrativas que han repetido tantas veces que han calado en el imaginario social. Pero esa narrativa de la “no intervención del mercado” también se hunde. No hubo desabastecimiento, no hubo ningún tipo de problema con el tope a su precio.
Luego llegó la excepción ibérica. Pedro Sánchez y Antonio Costa se aliaron para recorrer Europa en busca de apoyos para limitar el precio del gas. Costó su tiempo, su regateo y tuvieron que aguantar los mismos comentarios asustaviejas. Esta vez no solo de algunos tuiteros y tertulianos, sino de uno de los lobbies e industrias más poderosos del mundo: el energético. También las patronales, claro. Y, como no, desde el Partido Popular la tildaron de “estafa ibérica”. A ver dónde se meten si el próximo 9 de septiembre sus socios de partido europeo abrazan una extensión de eso que ellos han llamado estafa al resto de la Unión Europea mientras dan palmadas de agradecimiento al Gobierno español y portugues por abrir el camino.
Tampoco nos engañemos, esa reforma no será la posibilidad que más beneficie a la ciudadanía ni la que hubiera escogido el ala más izquierdista del Gobierno de coalición. Ya vimos los regateos para llegar a aprobar la excepción ibérica y las condiciones de compensación a las empresas. No creo que la nueva reforma europea vaya mucho más lejos de ahí. La Comisión Europea no va a poner a todo el mercado energético patas arriba y a todos sus actores principales en pie de guerra. No lo harán porque siguen trabajando para ellos. Pero la evidencia, la emergencia y el precipicio al que nos asomamos ha abierto la puerta.
Los asustaviejas han desplegado todo su argumentario de dogmas de fe en los libres mercados para cerrar esa puerta antes de que entrara algo de aire
No solo Pedro Sánchez saca pecho con las palabras de Von der Leyen. Desde esa otra ala del Gobierno, la de Unidas Podemos, también lo hacen y con razón. Desde la formación morada llevan años pidiendo la intervención de precios en varios mercados y bienes básicos. Siempre les han tachado de locos, de socialcomunistas bolivarianos. Los asustaviejas han desplegado todo su argumentario de dogmas de fe en los libres mercados para cerrar esa puerta antes de que entrara algo de aire. No podían permitir que la gente se diera cuenta de que, como con las mascarillas, esos dogmas huelen demasiado a cerrado. Pero Von der Leyen ha abierto la puerta. Aunque sea solo un poco, hay que aprovecharlo.
Es el momento de derribar ese muro de fe que es el libre mercado. Necesitamos recuperar el control sobre los bienes básicos, sobre todo aquello que es necesario para tener una vida digna. Un control de la economía que aleje las manos de los mercados de bienes que son fundamentales para el funcionamiento de nuestras economías. Librarnos del secuestro que supone estar a merced de los vaivenes de las bolsas y de los movimientos especulativos.
Se ha abierto una puerta en Bruselas para el tema energético, pero tenemos que poner el pie y empujar, en caso de que la quieran cerrar rápido, para forzar un cambio de rumbo político y económico
Se ha abierto una puerta en Bruselas para el tema energético, pero tenemos que poner el pie y empujar, en caso de que la quieran cerrar rápido, para forzar un cambio de rumbo político y económico que abandone los religiosos postulados neoliberales y adopte un carácter intervencionista. Un rumbo que intervenga el mercado de la vivienda, de los carburantes, de los alimentos básicos, del agua, de los servicios bancarios, de los transportes o de cualquier bien o servicio que sea necesario en cualquier momento estructural o puntual. Debemos abrir del todo esa puerta para que no vuelva a cerrarse nunca más.
Análisis
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se calcula que la excepción iberica supone un 12% del precio de la luz. si con eso von der leyen espera controlar precios de 700€/Mw que parece que iran a mas en invierno con la posibilidad de desabastecimiento y apagones, por la nula prevision y politica energetica geoestrategica, lo llevan claro desde el carto Reich, del mismo modo que antes les preocupo la emergencia climatica mientras siguen echando carbón al fuego
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