We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Desde que Pablo Iglesias se levantara el pasado viernes del debate entre candidatos a la CAM que se estaba produciendo el pasado viernes en la cadena Ser, se ha generado una suerte de sentido común por el cual ese hecho supone un punto de inflexión en la campaña electoral para las elecciones del próximo día 4 de mayo. Un punto de inflexión que según algunos analistas ha provocado que las encuestas que teníamos encima de la mesa no sirvan de nada. Un punto de inflexión en el que PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos parecen haberse puesto de acuerdo en que el lema de la campaña es Fascismo o democracia, quizás llega demasiado tarde como respuesta al Comunismo o libertad de Ayuso.
Salgo al parque con las crías, la tarde es primaveral, se alternan momentos de sol con momentos de nubes, corre el viento, nos dirigimos a la Plaza Roja en la que el pasado 7 de abril Vox recibió una sonada bienvenida por parte de vecinas y vecinos de Vallecas. Me siento en un banco y mientras las crías juegan, y me pongo a pensar en eso del punto de inflexión. ¿Acaso no hubo un punto de inflexión cuando hace un año la consejería de la CAM ordenó no trasladar a los ancianos de las residencias a los hospitales? ¿Acaso no hubo un punto de inflexión cuando el pasado septiembre se produjeron protestas cuando se confinó a los barrios del sur de Madrid? ¿Acaso no hubo un punto de inflexión cuando hace una semana Ayuso dijo que las personas que forman las colas del hambre eran unas mantenidas? ¿No hubo un punto de inflexión cuando los vecinos salieron a palear nieve en las calles de Madrid tras la nefasta gestión de Filomena?
Para mí, el mayor punto de inflexión se produjo cuando el 5 de abril 70 personas de diferentes movimientos se dieron cita en una asamblea a través de Zoom para decidir la manera en la que el barrio debía responder a la provocación de Vox
Si tengo algo claro es que, para mí y para el barrio de Vallecas, el mayor punto de inflexión se produjo cuando el 5 de abril 70 personas pertenecientes a los diferentes movimientos, asociaciones e iniciativas de base se dieron cita en una asamblea a través de Zoom para decidir el modo y manera en la que el barrio debía responder a la provocación de Vox. Creo que quien primero puso encima de la mesa que lo que nos jugamos en estas elecciones iba más allá del gobierno de la CAM fueron los y las vecinas del barrio saliendo a la calle a decirle a Vox que no era bienvenido en la Plaza Roja. En demasiadas ocasiones, y más en tiempos de campañas electorales brindamos demasiada atención a las actuaciones de los y las candidatas, pero no le demos más importancia de la que tienen, si algo cambia en el gobierno de la comunidad de Madrid será por la movilización desde abajo, por los numerosos puntos de inflexión que se han generado en los últimos meses.
Heme aquí, en la Plaza Roja, absorto en mis pensamientos, cuando veo llegar a María con sus hijas. A María la conozco desde hace más de 20 años. La última vez que la vi fue el día que vino a desinfectar la plaza después del mitin de Vox. Comenzamos a charlar. La conversación pasa rápidamente de contarnos cómo han ido estos días y los planes para el verano con las crías a tratar de analizar la situación política más allá de lo electoral.
Desde hace un tiempo, María, siempre que hablamos del ascenso de la ultraderecha saca a relucir lo de la paradoja de tolerancia de Karl Popper. La verdad que me parece un excelente punto de partida. La conversación continua de forma animada y, mientras vigilamos de refilón a las criaturas, llega Sandra, otra amiga y compañera de batallas pasadas que se ha venido a vivir al barrio huyendo de la subida de los precios de los alquileres en Lavapiés.
Sandra va camino de hacer la compra, pero se para a charlar un rato con nosotros; entra rápido en la conversación. Sandra tiene claro a quién va a votar el próximo día 4. Su argumento es lapidario: “Tengo una hija trans y haré todo lo posible para que Vox no ocupe una posición de poder respecto a la educación de mi hija”. Sandra continua su camino hacia el mercado y María y yo nos quedamos en silencio durante unos minutos. El comentario de Sandra me ha dejado cierto desasosiego que trato de calmar fumándome un cigarro.
Cuando todavía no he terminado mi cigarro, llega a la plaza Fernando, que también viene con sus hijos, Fernando es un histórico militante de los movimientos sociales de la ciudad. Estuvo implicado en el ciclo municipalista y ha salido, como todos o casi todos los que allí estuvimos, bastante desencantado con la apuesta institucional. Le comentamos que se acaba de ir Sandra y le hacemos un resumen de la conversación. La verdad es que los parques infantiles son nuestro nuevo punto de encuentro. Si antes nos encontrábamos en asambleas, charlas y debates, ahora es alrededor de un columpio donde realizamos la mayor parte de nuestros encuentros.
Fernando nos comenta que no tiene nada claro si votar o no hacerlo, siempre ha tenido una fuerte impronta libertaria. Sus argumentos giran sobre la ausencia de sentido respecto al eje izquierda y derecha, sobre como la nueva política ha descapitalizado a los movimientos los cuales en muchos casos están cayendo en la trampa del lobby, por la cual se preocupan más en generar cambios legales que en generar una institucionalidad propia, un cuerpo político capaz de dar respuesta a los acontecimientos que se está dando y los que está por venir. El silencio se vuelve a hacer presente, el viento empieza a hacer que la tarde se torne desapacible. Además, se está haciendo tarde y tenemos que ir a casa para preparar cenas, baños, etc. Pero antes de marchar, les comento que tengo dudas, votaré, pero no sé a quién, que unos y otros me han escamado en su gestión interna respecto de la nueva política, que ambos llevan un buen reguero de jóvenes cadáveres en con forma de cuadros políticos. María apunta: “Y no te olvides del chalet de Galapagar”, y Fernando concluye, “ni de la Operación Chamartín”.
Hay una cosa en la que los tres estamos de acuerdo: parece que está apareciendo un sentido común más importante que el de Democracia o fascismo, y que no es otro que el de que no se puede ser demócrata sin ser antifascista.
Vamos volviendo a casa, el barrio está lleno de propaganda electoral. Llama la atención que también hay algunos carteles animando al voto sin firma o posición respecto a un partido concreto, en un gran mural de fondo rojo con letras en blanco podemos leer “Vallekan@s a las urnas”. En otra pancarta podemos leer “¿Sabes quién vota fijo? Tu vecino el pijo”. Nos miramos, nos sonreímos y nos despedimos hasta que nos volvamos a encontrar, seguramente alrededor de un parque infantil.
Relacionadas
Elecciones Madrid 4M
El PP ganó el 4 de mayo en todas las franjas de edad salvo una
Política
A río revuelto en Madrid, ganancia de malhechores
Opinión
La fuerza superadora
En cuanto a la juventud, no tiene que ser de derechas o izquierdas; simplemente, tiene que ser ella misma.
No por ser joven, tienes que ser facha, pero tampoco antifascista. La juventud es un periodo de educación, que no de adoctrinamiento, ni mucho menos de alienación.
Lo que pretende hacer usted es un delito de malainfluenciación a la infancia.
Por lo demás, todo bien. Si usted opta por ser de derechas, me parece muy bien. Solo pido respeto.
¡Antifascista Siempre!
Francisco Franco ha vuelto, y son los partidos de izquierda y no los fascistas de derechas los que los han hecho volver.
Si queréis, os presento a unos cuantos medios amarillos que dicen eso. Pero como no queréis escucharme, ni escuchar que los medios amarillos son fascistas, os diré:
Qué les den a todos esos fachas que van de progreso y que se creen el mensaje de extrema derecha, qué les den, no quiero volverles a ver más. Qué les den en las narices.
Yo no me creo que tantos años de estudio me hayan servido para llevar 1 año y 3 meses y medio en paro; y, no, no se lo agradezco a la izquierda, sino a la derecha.
Y me da igual lo progres que se vistan: fascistas.
Y diré un nombre: Felipe González.
Lo que teneis que hacer es dejar de ser un paraíso fiscal y un agujero negro para el resto de comunidades. El verdadero debate es centralismo vs justicia.
Si, pero ese debate no se va a resolver en las elecciones a la Comunidad de Madrid.
"sentido común", recurrente expresión pequeñoburguesa que pretende conducir a los oprimidos a las urnas para asegurar sus pesebres, puestos de confianza, escaños, empleos en oenegés de caridad, etc., haciéndoles creer que sus intereses son los mismos.
Sentido común es ir a votar: porque esta vez no es el PSOE agitando el fantasma de franco, esta vez es un zombi franquista que se agita solito.
PSOE. Y partidos de izquierda: se ha llegado aquí por la frustración que provoca vuestra política llena de palabras y vacía de hechos. Sois esencialmente responsables del resurgimiento fascista. No lo olvidéis.