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Hace muchos años, aquí, en Estados Unidos, aumentábamos los impuestos a los ricos. Y mucho. Hoy, en cambio, estamos aumentando sus fortunas, y de manera activa. Incluyendo la mayor fortuna personal de todas, el botín de un cuarto de billón de dólares que pertenece a Elon Musk, el actual number one de la lista de Forbes en tiempo real de las mayores fortunas.
Musk debe una parte importante de su fortuna personal a los impuestos que pagan los estadounidenses medios. La única diferencia es que ocurre que Musk es, como observa un análisis reciente de Politico, “el mayor beneficiario de los contratos del gobierno estadounidense”.
Dos de las operaciones comerciales de Musk, Tesla y SpaceX, han recibido miles de millones de euros en subvenciones. El gobierno federal, señala Politico, básicamente ha “externalizado su programa espacial” a SpaceX, y Tesla, una empresa tambaleante de vehículos eléctricos cuando la compró Musk, “únicamente despegó tras recibir 465 millones de dólares en subsidios de la administración Obama en 2010.”
Todos los dólares en impuestos que Musk ha recaudado del Departamento de Defensa, la NASA y las agencias de inteligencia estadounidenses —unidos a los “generosos subsidios del Gobierno y créditos fiscales a la industria del vehículo eléctrico” que han impulsado a Tesla— tienen al miembro del Consejo de Relaciones Exteriores Max Boot echando humo, y con razón.
Los contribuyentes están subvencionando el “torrente de falsedades” que emana actualmente de X, el antiguo Twitter, la red social que Musk compró por 44.000 millones de dólares hace dos años
Los contribuyentes como él mismo, afirma Boot, están subvencionando el “torrente de falsedades” que emana actualmente de X, el antiguo Twitter, la red social que Musk compró por 44.000 millones de dólares hace dos años. Nuestros dólares en impuestos básicamente han cebado todavía más al individuo más rico del mundo.
A mediados del siglo XX, los Estados Unidos adoptaron una política bastante diferente en lo tocante al dinero que iba al bolsillo de los ricos. Desde comienzos de los años 40 hasta mediados de los 60, los ingresos de los más ricos en EE UU se enfrentaban a un mordisco de hacienda que hoy nos resultaría inimaginable.
En 1942, el entonces presidente, Franklin D. Roosevelt, propuso un impuesto del 100% a las rentas superiores a los 25.000 dólares, el equivalente a unos 484.000 dólares hoy. El Congreso no le permitió seguir adelante con la propuesta de un impuesto del 100%, pero los diputados aprobaron otro del 94% a los ingresos superiores a los 200.000 dólares.
En los años 50, con la administración del Republicano Dwight Eisenhower, el impuesto federal a la franja de los ingresos más altos jamás cayó por debajo del 91%.
¿Y cuál es ese impuesto federal hoy? Sobre el papel se encuentra en el 37% a más de 693.751 dólares para una pareja que presente una declaración conjunta. Ahora bien, toda una serie de vacíos legales ha hecho que el tipo impositivo al que se enfrentan los ricos en sus ganancias anuales reales sea mucho más bajo.
Las 400 familias más ricas de los EE UU entre 2010 y 2018 “pagaron un promedio de solamente un 8,2% de sus ingresos” en impuestos federales sobre la renta individual
En 2021, un informe conjunto de la Oficina de Administración y Presupuesto de la administración Biden y el Consejo de Asesores Económicos calculó que las 400 familias más ricas de los EE UU entre 2010 y 2018 “pagaron un promedio de solamente un 8,2% de sus ingresos” en impuestos federales sobre la renta individual, contando las ganancias por el valor de sus inversiones.
“Se trata de un porcentaje más bajo —apuntaba el informe— del que pagan muchos estadounidenses de a pie”.
¿Podríamos algún día acercarnos a los tipos impositivos a los más ricos de la época de Eisenhower? En marzo, la administración Biden propuso un impuesto mínimo del 25% sobre el total de ingresos —incluyendo las ganancias de capital no realizadas— al 0,01% de la nación más rico, hogares con al menos 100 millones de dólares en su haber.
Más o menos por aquel mismo momento, un grupo de parlamentarios progresistas —encabezados por la senadora Elizabeth Warren, de Massachusetts, y los representantes Pramila Jayapal, del estado de Washington, y Brendan Boyle, de Pennsylvania— presentaron una ley para aprobar un impuesto a los ultramillonarios que daría luz verde a un impuesto sobre la riqueza a los 100.000 hogares más ricos de EE UU, nuestro 0,05% más rico.
En esta propuesta de ley, los hogares con ingresos de hasta unos mil millones de dólares tendrían que pagar un impuesto anual del 2% sobre su riqueza superior a los 50 millones de dólares. Los hogares más ricos tendrían que pagar un 1% adicional cuando se superasen los mil millones de dólares.
Uno de los promotores en el Senado de esta ley, Bernie Sanders, ha ido un paso más allá y ha reclamado un impuesto del 100% por encima de una riqueza superior a los mil millones de dólares.
“Creo que pueden llegar a fin de mes con 999 millones”, declaró Sanders al periodista Chris Wallace el año pasado.
Sanders y uno de los multimillonarios más famosos de EE UU, Bill Gates, mantuvieron un debate cordial sobre si nuestros impuestos deberían permitir que incluso existiesen fortunas de miles de millones de dólares. La propuesta de Sanders, a juicio de Gates, se llevaría más del 99% de su fortuna. Gates estaría dispuesto a dejar que el fisco se llevase un 62%, unos 100.000 millones de dólares.
Para unos EE UU mejores, ciertamente este puede ser un buen punto de partida.
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Ni se ganó la lotería, ni ha dado un palo al agua en su vida. Es simplemente un rico heredero.
Cuando se dice en el articulo de OPINION: Cómo se convirtió Elon Musk en el hombre más rico del mundo? Que “únicamente despegó tras recibir 465 millones de dólares en subsidios de la administración Obama en 2010.”, está claro que el periodista tiene un claro sesgo con Elon, al decir medias verdades.
Decir que Tesla despegó tras recibir los subsidios indicados, es como decir que todas las que recibieron semejantes subsidios, también lo hicieron, cosa que no es cierta. Evidentemente Tesla despegó, porque aportaba algo único que nadie en el mercado daba, y ese es el mérito, no el hecho de recibir la subvención.
Por cierto, la subvención se devolvió íntegramente por Tesla y antes del periodo acordado. Otros han recibido ayudas a fondo perdido, y no les ha valido de nada.