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Opinión
A propósito de la unidad anarcosindicalista
En los últimos meses, en el contexto de Catalunya, he percibido un creciente interés en algunos sectores de la CGT por reconsiderar una posible unificación con la CNT. Si bien estas discusiones surgen principalmente en espacios informales y redes sociales, considero oportuno ofrecer, a título personal, un análisis razonado sobre esta cuestión.
La idea de la unificación es un tema recurrente en los entornos libertarios, donde resulta incomprensible que, tras 45 años, ambas organizaciones continúen divididas. Sin embargo, el trasfondo de estas últimas propuestas desvela que no se trata tanto de una visión estratégica construida en común como de una lucha interna dentro de la propia CGT. Los dos bandos en los que se disputan la orientación de la actual CGT, cada uno a su manera, le ofrece la unificación a la CNT para ganar terreno en sus conflictos internos. Para entendernos, si tomamos lo que hay por Catalunya. Un bando de la CGT buscaría nuestro apoyo contra “los políticos”, dado nuestro alineamento claro con el anarquismo. Este sector argumenta que la CGT está tomada por el reformismo, por militantes de los partidos políticos que alejan su organización de los postulados libertarios y que en estos momentos la organización apenas tiene una ideología reconocible.
Mientras que el otro bando nos vería como aliados naturales contra lo que llaman el “sector negro”, burocrático o, peyorativamente, “la caspa”. Este bando manifiesta que el otro sector, aunque se identifique identitariamente con el anarquismo, en realidad es el que ocupa cargos orgánicos y comités de empresa (incluidas liberaciones sindicales) desde hace décadas y no duda en recurrir a artimañas poco éticas, e incluso antidemocráticas, con tal de mantenerse en el poder dentro de la organización.
Como se puede ver, en ninguno de los dos casos le deja mucho que aportar a la CNT, más que ser algo así como tropas de choque en un conflicto interno. Desde mi punto de vista, más que a una reunificación se nos invita a una absorción en condiciones muy poco constructivas ni edificantes.
Explicando la diferencia entre anarcosindicalismo y el modelo de comités
Desde fuera de la CNT, y quizás desde otros ambientes también, se tiende a asumir que la actividad que practica la CNT es algo así como “anarquismo en el curro”. Debo insistir en que esto es caer en una visión romántica que desconoce las profundas transformaciones que hemos vivido en los últimos años en la Confederación. Veo comprensible que a la CNT todavía se la pueda percibir externamente como un sindicato anticuado, más enfocado en la identidad rojinegra que en la praxis sindical, y que se piense que es rehén de “personalismos” sectarios que impedirían una eventual convergencia con el resto de los sindicatos que se reivindican herederos del anarcosindicalismo.
Este diagnóstico simplista obvia que la CNT, partiendo del derecho fundamental a la libertad sindical, ha consolidado un modelo sindical propio, efectivo y en expansión, que está dando frutos tangibles en centenares de empresas de todo el Estado (he dicho centenares, sí). Tras años de sufrir y, por fortuna, superar conflictos internos, hemos logrado multiplicarnos y estabilizar nuestra organización. Es cierto que siempre hay quienes intentarán sembrar nuevos conflictos para que la CNT no recupere su potencial, hay demasiada gente encantada de vernos en el fango, pero nuestra experiencia nos ha enseñado a identificar y afrontar estos desafíos con mayor fortaleza.
La unidad obrera no se construye desde las estructuras que perpetúan la competencia entre sindicatos. Se construye desde abajo en cada empresa, desde la acción directa, la solidaridad, el apoyo mutuo y la autonomía política de la clase trabajadora
Quiero subrayar que nuestro anarcosindicalismo se basa esencialmente en un modelo sindical propio, que favorece la democracia obrera en los centros de trabajo y que llama a la participación de todos los componentes de las secciones. Esto implica construir la acción colectiva de los trabajadores sin intermediación de comités ni delegados que medien entre las plantillas y las empresas. Esta sería la definición del modelo sindical actual de CNT.
En definitiva, insisto que no tenemos nada que ver con ese tópico de “anarquistas en el curro”. No estamos en las empresas para hacer proselitismo ideológico ni para conseguir que nuestras compañeras de trabajo se hagan anarquistas. Estamos para favorecer la acción colectiva dentro de las empresas mediante estas secciones sindicales, y para que éstas sean un reflejo de una democracia obrera y de base. Y como creo en la función educativa y organizativa de la propia dinámica de la lucha de clases, además veo que es la mejor manera de introducir planteamientos libertarios entre las compañeras de trabajo.
Por otro lado, el modelo de comités y elecciones sindicales cumple ya 47 años. La CGT ha estado operando bajo este esquema durante más de cuatro décadas a rebufo del sindicalismo de concertación. Sin embargo, sus resultados en términos de representatividad son limitados: 5.793 delegados, que no me parece pequeño numéricamente, pero que no pasa del 2% de representación sindical en todo el Estado existiendo la friolera de 297.874 delegados en total, según los datos públicos.
El modelo de elecciones sindicales fue motivo de la tristemente famosa guerra fraticida en el seno de la CNT durante la década de 1980. Si la CNT oficial recorrió una larga travesía en el desierto durante dos o tres décadas, también tengo claro que el sector partidario de participar en las elecciones sindicales tampoco ha logrado su objetivo fundamental descrito a principios de los 80: vaciar de contenido los comités de empresa.
Por el contrario, se ha consolidado una estructura sindical burocrática en las grandes empresas y en la administración pública que, en la mayoría de casos, genera distanciamiento entre los trabajadores y las propias organizaciones. Existe una gran sensación de impotencia y derrota, que ha sido uno de los principales caldos de cultivo de la oleada reaccionaria que vivimos. De este tipo de cosas se quejan precisamente los trabajadores que vienen a mi sindicato a pedir apoyo.
¿Un nuevo camino al margen de las elecciones?
Encuentro significativo que comiencen a surgir secciones sindicales de CGT (y de algún que otro sindicato más) que, por decisión propia, eligen no presentarse a las elecciones sindicales. No estoy hablando de secciones que no se presentan a las elecciones sindicales por que saben que no sacarán suficientes votos para entrar en el comité, sino de una decisión consciente. De la misma manera, han surgido en la última década sindicatos gremiales que por la naturaleza de su sector, tampoco se plantean concurrir a los comités de empresa.
Estas secciones o sindicatos están explorando formas de acción sindical más cercanas al modelo cenetista, basado en la participación directa y en la autonomía de los trabajadores. Me parecen muy interesantes estas iniciativas y animo a otra gente a explorar esta vía, porque creo que este enfoque es el que realmente funciona y todas las hipotéticas limitaciones del modelo se pueden solucionar. A la gente a la que me refería al principio del artículo, le diría que, si su interés es avanzar hacia una unificación con la CNT, este es el camino.
A la clase trabajadora actual no le puede importar menos la unión de dos pequeñas organizaciones. Lo que nos debe importar es que cambie la mentalidad imperante en los centros de trabajo
Sin embargo, también apuntaré que para lograr una mayor cohesión sindical, quizás sea más lógico que la CGT busque primero la unificación con sindicatos afines que comparten su modelo, como Solidaridad Obrera, el Sindicato Asambleario de Sanidad de Madrid, COBAS o las distintas intersindicales, entre otros.
Tengo la opinión que si no se avanza en estas primeras unificaciones entre esas organizaciones se debe a la propia lógica competitiva que fomenta el modelo de comités y elecciones sindicales que, esta vez sí, provoca un cierto número de personalismos. En definitiva, la unificación del sindicalismo vendrá antes por una amenaza externa que obligue a los sindicatos a fusionarse para afrontarla. Dicho de forma sencilla, vendrá determinada por el estado de la lucha de clases.
Aunque parezca paradójico decirlo, las elecciones sindicales son relevantes, tanto si se está a favor como si se está en contra. En su momento se aceptaron por un análisis de la época que las encontraban imprescindibles para no separarse de la clase trabajadora. Por eso las defendieron a toda costa y apostaron por ellas. Aquellos sindicatos de la CNT (luego bajo las siglas CGT) construyeron toda su estructura con esta idea: su normativa, sus acuerdos de acción sindical, sus formaciones para ganar elecciones, sus formaciones para sus delegados o su comunicación externa cuando anuncian a bombo y platillo la victoria en las elecciones sindicales de una empresa mientras que pasa desapercibida la constitución de una sección sindical que bien podría negociar mejoras con la empresa por su cuenta.
Por tanto, a efectos prácticos no tendría importancia tener secciones que no se quieren presentar a dichas elecciones porque todo el resto del proyecto está construido alrededor de esta idea. No se va a renunciar a ninguna subvención, ni a las horas sindicales, ni a cualquier otra prebenda derivada de la participación bajo el argumento de “sería una tontería no aprovecharlo”. Es evidente que para una sección le será complicado navegar a contracorriente dentro de una estructura sindical así: inevitablemente recibirá presiones para presentarse al comité “para estar bien cubiertos legalmente”.
Esto es un hecho muy relevante. Presentarse o no presentarse a las elecciones sindicales no debería ser una reacción coyuntural, sino formar parte de un programa de acción, tal y como lo hace la CNT cuando habla de modelo sindical. No se trata de ponerse de espaldas a la realidad ni ponerse en contra de todo el mundo, sino de desplegar un programa para el que hay que dotarse de unos recursos y poner las estructuras a su entera disposición.
La autonomía de las organizaciones
Según mi punto de vista, la CNT no debería renunciar a su modelo sindical, especialmente ahora que está demostrando su eficacia y se ve su consolidación. Pero no solo hablo de un modelo sindical: en CNT también existe un programa claro, articulado en etapas y pasos, orientado hacia el comunismo libertario, que se implementa en la medida de su capacidad.
Por ello, considero que en este momento una eventual unificación con la CGT actual no sería viable. Integrarse en su estructura significaría supeditarse a una organización que no comparte las mismas posiciones tácticas, estratégicas y programáticas. Con los años cada organización ha evolucionado por su cuenta y ya no se parecen tanto como pudiera pensar. Tampoco creo que a la CNT le fuera posible arrastrar a la mayoría de la CGT hacia sus posturas. Por eso, mejor respetar la independencia de cada cual y no hace falta reducir la posición cenetista a una mera cuestión de personalismos.
No pretendo que la CNT caiga en un sectarismo extremo y que se aísle socialmente. Está metida en numerosas alianzas, bloques, mesas y coordinadoras sindicales a nivel local y territorial y colabora solidariamente con quien se lo solicita en la medida de sus posibilidades, igual que recibe el apoyo de otras organizaciones cuando vienen mal dadas, como en el caso de “Las 6 de la Suiza”. Y yo me considero parte de todas aquellas alianzas y lo seguiré haciendo, pero apostillaré que esto no es ningún avance hacia la unificación del movimiento obrero, sino solamente una convivencia más sana entre las distintas organizaciones sindicales, especialmente las que se reconocen en el sindicalismo alternativo, combativo, anticapitalista o anarcosindicalista.
Hacia una unidad real
La unidad obrera no se construye desde las estructuras que perpetúan la competencia entre sindicatos. Se construye desde abajo en cada empresa, desde la acción directa, la solidaridad, el apoyo mutuo y la autonomía política de la clase trabajadora respecto de la patronal y de los partidos políticos. Tengo la esperanza de que otras organizaciones se sumarán a esta perspectiva y que, en el futuro, se pueda construir una verdadera unidad desde la base sin renunciar a principios ni objetivos.
Considero que el debate sobre el modelo sindical es ineludible. Tras cuatro décadas cada sindicato debería hacer balance y analizar sinceramente el estado actual de la representación unitaria – la que sale elegida de las elecciones sindicales – y concluir si es eficaz para los objetivos revolucionarios o no lo es. En CNT, tras una larga travesía en el desierto, se ha perfeccionado el modelo sindical basado en la representación sindical (que no representación unitaria) para que éste tenga bien estructuradas todas las capacidades de acción sindical, negociación colectiva y conflicto.
A la clase trabajadora actual no le puede importar menos la unión de dos pequeñas organizaciones. Lo que nos debe importar es que cambie la mentalidad imperante en los centros de trabajo en donde predomina la falta de conciencia de clase, el delegacionismo, el compadreo de algunos trabajadores con el empresario, la división y atomización de la plantilla y, sobre todo, el pánico a cualquier defensa de los derechos que marca la ley. Por lo tanto, nuestro objetivo inmediato es este. Debemos servir de dique de contención de las políticas antiobreras y fomentar la verdadera solidaridad entre los de abajo.
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Muy de acuerdo con las líneas generales del texto. Como trabajador, he pasado por CC.OO, CGT y en la actualidad CNT. La unidad sindical siempre tiene que ser un objetivo, pero no a cualquier precio. La estrategia de CNT me parece correcta y pone el acento en la acción directa de la clase obrera.
Por otra parte pienso que no hay que caer en prejuicios "antipolíticos", es decir, necesitamos un sindicalismo político como el que práctico la CNT histórica de Salvador Seguí o Ángel Pestaña: acción directa, unidad sindical (también con CC.OO y UGT) y presión a las instituciones democráticas del Estado. Preservando al Sindicato de las subvenciones, liberados y comités de empresa.
Si por cuestiones particulares de la organización empresarial es necesario participar en los comités para eso están CC.OO y UGT que no piden afiliación para ir en sus listas.