Opinión
Memoria, reguetón y cíborgs

Vivir para siempre en una máquina, devenir máquina para esquivar o retrasar la muerte, podrían ser, en el futuro próximo, consideraciones corrientes. Si es que no lo son ya. Formas tecnificadas y aparentemente más complejas de seguir negando la muerte.
Salma Hayek Black Mirror
27 jun 2023 06:00

Cuenta Byung Chun Han en su ensayo No-cosas que en la novela La policía de la memoria, de Yoko Ogawa, un régimen totalitario destierra cosas y recuerdos de una sociedad isleña: “Los isleños viven en un invierno perpetuo de olvidos y pérdidas (...) el mundo se vacía sin cesar. Incluso desaparecen partes del cuerpo. Al final, solo voces sin cuerpo flotan sin rumbo en el aire”. Han señala un paralelismo entre lo sucedido en aquel terreno distópico y la actualidad, donde el mundo se vacía de cosas y se llena de información. Donde el mundo se descorporeiza en pos de la supremacía de los datos.

El frenesí por la hipercomunicación y la información, la prevalencia de eso que él llama las “no-cosas”, desplaza a las cosas. La cosa material, pero también aquella parte del recuerdo que se adhiere a la cosa. A lo que perdura tal vez, añadiría yo. “La digitalización descorporeiza y desmaterializa a la vida”.

De sobra conocemos ejemplos de este proceso: el reemplazo del dinero palpable por el virtual, el incremento de cursos, citas y reuniones online en detrimento de las presenciales; el incremento del poder y riqueza de las megacorporaciones que no generan productos materiales sino que manejan datos (Meta, Amazon, Microsoft, etcétera) aun cuando esos datos se almacenan en espacios físicos, generando gran impacto medioambiental; del incremento de las artes creadas y almacenadas de forma digital, etc.

En este mundo desarticulado, compuesto de individuos atomizados, en el que la idea de comunidad se menta junto a la añoranza de un tiempo perdido —aunque nunca vivido— y la inminencia de un cúmulo de catástrofes aún sin nombre sobrevuela el horizonte; en un mundo en el que prima la transitoriedad de los lazos, de las elecciones laborales o incluso habitacionales, en el que prima ante todo la fugacidad y no la calma de la siembra, la pausa que exige la contemplación de lo bello; en un mundo en el que la forma de vincularnos a la información —es decir, a las potencialidades del saber y el conocimiento—, se gesta, ya no en el marco de narrativas (lineales) sino en un mar revuelto de infinitos datos; en este mundo, en este contexto que nos abruma y se deshace entre las manos a partes iguales, un valor fuertemente ligado a la corporeidad resiste —o debería resistir—: aquello que posibilita la narrativa de una identidad es la memoria.

La pérdida de la memoria nos arroja a un presente continuo.

Puede haber memoria sin cuerpo —aquellos que no están, por ejemplo, perviven en nosotros, gracias a la memoria—, pero no debería haber cuerpo sin memoria

¿Qué es lo humano sin memoria de lo humano? Puede haber memoria sin cuerpo —aquellos que no están, por ejemplo, perviven en nosotros, gracias a la memoria—, pero no debería haber cuerpo sin memoria. ¿Queremos que el sostén de la memoria dependa de máquinas inteligentes?

La idea de que haya cuatro o cinco megacorporaciones disponiendo de casi todos los datos del mundo —es decir, alimentando a la IA— me aterra. Porque quienes detentan la memoria de la humanidad marcarán su rumbo.

De dónde venimos: lo material

El mundo se desmaterializa y nosotros corremos detrás. Nombramos el cuerpo, como ahogados manoteando lo último que queda de lo vivo. Nos internamos en el gimnasio o nos modificamos los rasgos tan obsesivamente porque el cuerpo es lo único que nos queda.

La pérdida de la carne del mundo obliga al actor a apegarse a su cuerpo para darle carne a su existencia, dirá el antropólogo Le Breton.

Si la música electrónica es la perfecta banda sonora de un grupo de cuerpos europeos que bailan sin tocarse hasta la mañana de un día sin fin, el “perreo” pareciera ejercer cierta resistencia al devenir inmaterial

Si la música electrónica es la perfecta banda sonora de un grupo de cuerpos europeos que bailan sin tocarse hasta la mañana de un día sin fin, el “perreo” pareciera ejercer cierta resistencia al devenir inmaterial. El repetitivo beat cardíaco suena a llamada ritual —acá donde los ritos se deshacen, se digitaliza la palabra, y el sentimiento es traducible a emoji efímero—, una llamada a ese espacio donde el cuerpo, o el culo sin cara, cobra más protagonismo que cualquier otra cosa. La materialidad de la carne. El resurgir de aquello que simboliza la carne. El perreo hasta el piso es el cuerpo a tierra. El rito al culo no tiene solo que ver con reivindicaciones de tipo sexo político, sino tambien con reivinidicar aquello que nos conecta al origen, con aquello que conservamos de nuestra animalidad, de nuestra materialidad.

Pero los gestos de resistencia estética a la descorporeización de la vida no se limitan a la danza ni al trabajo del cuerpo en los gimnasios o en clases de yoga. Lo vemos en ciertos revival coleccionistas, en el aumento de la venta de discos de vinilo, en el resurgimiento de la fotografía analógica, de los rodajes cinematográficos en fílmico, de la resistencia, contra todo pronóstico, del libro en papel. En la revalorización de lo vintage y lo antiguo. Lo vemos en la vuelta a la ruralidad de distintos grupos sociales, en el exitazo de creencias neoespirituales que rescatan saberes ancestrales —ancestral como adjetivo positivo casi independientemente de a qué se asocie— , en la difusión de prácticas primitivistas, en el furor por la astrología. Expresiones, todas, de la necesidad de una vuelta a tierra, al terreno material de donde brota lo vivo. A las tradiciones, a lo sólido.

En ser y tiempo de Heidegger, el dassein (nombre ontológico para hombre) su ser en el mundo, consiste en manejar cosas, cosas que están para usarlas con las manos. El dassein accede al mundo circundante por medio de las manos. Pero el ser de nuestro tiempo se vincula en alto grado a través de las pantallas.

Tal y como se retrata en el primer capítulo de la nueva temporada de Black Mirror, cuando deleguemos en las máquinas inteligentes la creación de todo tipo de contenidos (audiovisuales, creativos, etc), y no seamos nosotros, construyéndolos con nuestras manos, o con algún resquicio de la voluntad del cuerpo, la distancia con la materia prima de lo real será —porque ya es— tan grande que, en parte, terminaríamos por perdernos a nosotros mismos.

¿Queremos devenir cíborgs?

Si hasta hace pocos años, la estética futurista de Daft Punk, del cyberpunk, o la convivencia con robots inteligentes en Futurama integraban el mero campo de la fantasía, hoy el devenir cíborg se instala firme en el horizonte de lo posible.

En esto que vienen llamando la cuarta revolución industrial, la digitalidad descorporeiza la vida pero, mientras el cuerpo siga en pie, el siguiente paso es incorporar la digitalidad a este cuerpo vivo.

Porque aquí todo lo que no es atravesado por los datos, o no es digitalizable, se deprecia.

Hay empresas trabajando en almacenar datos ya no solo en “discos duros” sino en cuerpos biológicos, en conservar la suficiente data personal para poder recrear tu imagen, voz y personalidad y replicar tu presencia o personalidad

Hay empresas trabajando en almacenar datos ya no solo en “discos duros” sino en cuerpos biológicos, en conservar la suficiente data personal para poder recrear tu imagen, voz y personalidad y replicar tu presencia o personalidad. Se crea vida en laboratorios, se investiga la impresión de órganos en 3D, implantes de chips con innumerables potenciales, etc.

Nuestro cuerpo humano nos parecerá cada vez más vulnerable e insuficiente ante la posibilidad de integrar ciertas tecnologías a nuestro cuerpo biológico.

¿Decidiremos conscientemente qué de nuestro cuerpo queremos conservar? ¿O nos dejaremos arrollar por la lógica del mercado? Probablemente se comienza primero por las mejoras médicas, un ojo biónico aquí, un súper oído allá, luego mejoras estéticas más extremas y, por último, megalómanas.

Qué objetos de nuestro tiempo querremos preservar y proteger, no en un afán acumulativo pro capitalista, sino en el afán de sostener cierto relato de nuestra identidad cultural. ¿Qué parte de nuestra materialidad biológica adherida a la memoria, a lo que nos define como humanos, preservaremos? Una gramola aquí, un flipper allá, cubertería de plata y revistas del corazón o sombríos y kilométricos data centers.

Vivir para siempre en una máquina, devenir máquina para esquivar o retrasar la muerte, podrían ser, en el futuro próximo, consideraciones corrientes. Si es que no lo son ya. Formas tecnificadas y aparentemente más complejas de seguir negando la muerte. Asumir el cuerpo biológico como lo que es, perecedero y finito, quererlo así, es también asumir su futuro declive.

Implica, necesariamente, la aceptación de la muerte. La muerte como destino común.

Las consideraciones éticas en torno a estas cuestiones serán vastas y complejas. Sin duda una pierna biónica para alguien sin piernas, o la impresión de un corazón en 3D para aquel con insuficiencia cardíaca, son grandes y necesarios avances. La creación de humanos en laboratorios, sin padre ni madre, tal vez no tanto. ¿Quién controla estas tecnologías? ¿Serán hackeables nuestros cuerpos, como ya afirma Yuval Harari?

¿Articularemos nuestro devenir humano acorde a nuestras voluntades? ¿Estamos dispuestos a que las diferencias de clase afecten tan dramáticamente los cuerpos hasta generarse, en el futuro próximo, clases de sujetos ricos hiperlongevos con habilidades biónicas propias de la ciencia ficción versus simples y old fashioned mortales? ¿O, por el contrario, veremos como pacificadora o democratizadora la radicalización del devenir inmaterial, y nos dejaremos arrollar por la velocidad del mercado hasta devenir, como en la novela de Yoko Ogawa, voces sin cuerpo ni rumbo flotando en el aire?

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Turismo
Opinión Abolir el turismo
VV.AA.
Lleguemos a donde lleguemos, no puede ser que sea más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del turismo.
Opinión
Opinión La eclosión del autoritarismo reaccionario y otras nueve tesis sobre la victoria de Trump
La victoria del candidato republicano nos ha demostrado que estamos en una nueva era: la del neoliberalismo autoritario, en donde el camino del mal menor propuesto por los Demócratas ha sido la fórmula más rápida para llegar al mal mayor.
Segovia
Opinión Agarrarse a un clavo ardiendo: comprar unas llaves
La quimera de un vivienda digna y accesible en Segovia seguirá incrementándose si el Ayuntamiento, la Junta de Castilla y León y el Gobierno central no adoptan las medidas necesarias.
Asanuma
27/6/2023 12:10

Muy interesante. La primera vez que leí sobre estos temas fue en la divertida y sorprendente novela editada en 1969, "Ubik", de Philip K. Dick (autor también de "Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", que dió origen a la película Blade Runner.

0
0
Genocidio
Genocidio El TPI emite la orden de detención contra Netanyahu y Gallant por crímenes de guerra
La Sala de Cuestiones Preliminares del TPI rechaza las impugnaciones de competencia formuladas por el Estado de Israel y emite órdenes de arresto contra Benjamin Netanyahu y Yoav Gallant.
COP29
Cumbre del clima La COP29 encara su última jornada con un final agónico sin acuerdo en los temas clave
Los borradores de los textos de negociación sobre la mesa quedan muy lejos de un acuerdo sobre financiación climática en línea con las necesidades para que el planeta no rebase los 1,5ºC de calentamiento medio.
Crisis climática
Informe de Unicef El cambio climático multiplicará por tres la exposición de los niños y niñas a las inundaciones para 2050
Es la proyección que hace Unicef en su informe 'El Estado Mundial de la Infancia 2024'. La exposición a olas de calor extremas será ocho veces mayor para 2050 respecto a la década del 2000. “El futuro de todos los niños y las niñas está en peligro”, advierte la agencia de la ONU.
Barcelona
Derecho a la vivienda El hartazgo por la vivienda impagable se da cita este 23 de noviembre en Barcelona
El amplio movimiento por la vivienda catalán, sindicatos y organizaciones vecinales, sociales y soberanistas demandan soluciones urgentes ante una crisis de vivienda sin solución a la vista
Tribuna
Tribuna Vivienda: es hora de organizarnos
La situación de crisis inmobiliaria nos exige leer el momento para acertar en las batallas que debemos dar ahora, reflexionar sobre los modos de acción colectiva y lograr articular una respuesta política amplia.
Turismo
Opinión Abolir el turismo
VV.AA.
Lleguemos a donde lleguemos, no puede ser que sea más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del turismo.
Comunidad de Madrid
Sanidad Pública Los sindicatos denuncian a la Comunidad de Madrid por exponer a sus sanitarios a “gravísimos” riesgos
Solicitan la mayor indemnización económica pedida contra una administración por no contar con un verdadero plan de prevención de riesgos laborales para atención primaria.
Racismo
Racismo institucional Diallo Sissoko, una víctima más del sistema de acogida a migrantes
La muerte de este ciudadano maliense durante su encierro en el CAED de Alcalá de Henares ha puesto de manifiesto algunas de las deficiencias del sistema de acogida a migrantes en el Estado español.

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Violencia machista
25 de noviembre Con el lema “Juntas, el miedo cambia de bando”, el movimiento feminista llama a organizarse este 25N
En un año en el que ha vuelto al primer plano el debate público sobre la violencia patriarcal sistémica que siguen padeciendo las mujeres, la marcha del 25 de noviembre vuelve a las calles el próximo lunes.
Más noticias
Comunidad de Madrid
Paro del profesorado Nueva jornada de huelga en la educación pública madrileña
Este jueves 21 de noviembre el profesorado se vuelve a levantar contra las políticas del gobierno de Díaz Ayuso, que mantiene paralizadas las negociaciones para mejorar sus condiciones laborales.
València
dana A las 20:11, era tarde
Todavía conservamos el horror de cientos de coches amontonados y arrastrados por la riada. Es por esos millones de turismos y sus emisiones ─aunque no solo─ que vivimos en un planeta que se está calentando demasiado rápido.

Recomendadas

Memoria histórica
Memoria histórica Museo del franquismo, ¿eso dónde está?
España sigue ajena a la proliferación mundial de espacios museísticos dedicados a dictaduras y resistencias democráticas.
València
Dana y vivienda “La crisis de vivienda multiplicada por mil”: la dana evidencia el fracaso de las políticas del PP en València
La dana ha dejado a miles de familias sin hogar. Ante la inacción de las instituciones, han sido las redes familiares las que han asumido el peso de la ayuda. La Generalitat, tras décadas de mala gestión, solo ha podido ofrecer 314 pisos públicos.