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Operaciones urbanísticas
Un tour por la testosterona de Marina d’Or
Marina d’Or tiene un color irreal. Las fotos a sus calles sin veraneantes salen quemadas. Los carteles de ‘apartamento a la venta’ y los de tapas ‘a la madrileña’ están decolorados por la acción despiadada del sol. En 2016, el Hotel Balneario de Marina d’Or se incendió. En agosto de 2020, el fuego declarado en las saunas de otro de los edificios de este complejo ubicado en Castellón obligó a desalojar a 160 personas.
En Marina d’Or “la fiesta le acompaña hasta cuando usted quiera. La música de los mejores dj hace que las noches de la discoteca Aqua sean puro ritmo y fuego. El local ideal para aquellos que no quieren que la noche se acabe nunca”. La discoteca Aqua es solo el aperitivo.
Siete parques de ocio; 500.000 metros cuadrados de zonas verdes; playa con césped; todas las actividades náuticas imaginables; campo de fútbol reglamentario; el mayor balneario de agua marina de Europa; recorridos a contracorriente; grandes piscinas interiores y exteriores; piscina del Mar Muerto; baños de hielo; baños romanos; mármoles calientes; mármoles fríos; jacuzzis gigantes; jacuzzis colgantes; duchas circulares; duchas escocesas; baño de limones; tratamientos faciales; terapias orientales; unidad de estrés; unidad de memoria; centro de cirugía estética; centro de odontología; unidad de limpieza arterial; análisis de envejecimiento; parque acuático para bebés.
“Hay un delirante etcétera en el macroproyecto de Marina d’Or Golf que preveía construir un Hotel Acuario situado sobre un arrecife con más de 12.000 peces tropicales —el mayor tanque marino de Europa—, el Hotel Alpes con pista de esquí artificial, el Hotel Venecia con 600 habitaciones y un centro comercial con canales navegables, el Hotel Playa Caribe con un lago artificial de 30.000 metros cuadrados y dos kilómetros de playas caribeñas”, enumera Erik Harley, artista y cicerone de los pelotazos urbanísticos.
“El restaurante Alcatraz donde comes esposado, una pista de patinaje sobre hielo emulando la basílica de San Basilio de Moscú, la Bolera Prehistórica —con mucho cartón piedra—, una arrocería llamada ‘Barracas Valencianas’, la fuente más grande del mundo con 1.700 surtidores y chorros de 80 metros de alto, más de siete grandes áreas deportivas que no te voy a resumir, doce locales para discotecas y pubs… y más. ¿Inversión necesaria? 6.000 millones de euros”, continúa Harley mientras guía a través de las tiendas de souvenirs cerradas y las sombras que proyectan los edificios de apartamentos sin inquilinos, ataviado con un casco de obra y un dosier con la historia de Marina d’Or.
El Dorado del empresario Jesús Ger, ideólogo y promotor del complejo, hizo aguas entre 2007 y 2008, cuando los impagos a los proveedores se sumaron a la crisis inmobiliaria y financiera. Marina d’Or —nombre que homenajea a Marina, la hija menor de Ger— se oxidaba.
“Para presentar el proyecto en 2006 montaron una auténtica performance. Una carpa con más de mil metros cuadrados de maquetas explicando qué sería Marina d’Or Golf, ‘la mayor obra de construcción desde la Segunda Guerra Mundial’. El precio que tenían para llevar a cabo el sueño era de 6.000 millones de euros, eso son seis olimpiadas de Barcelona. No había manera de financiarlo, pero se empezó a hacer el trazado de las calles”. Erik, que es experto en Estudios Urbanos por la Universidad de Barcelona, hace un apunte geográfico: “Mira la fantasía: construir un parque temático, dos campos de golf y demás en una zona con estrés hídrico”.
El ‘pormihuevismo’, un movimiento artístico que explica los pelotazos urbanísticos
Erik Harley es el creador de pormishuevismo, un movimiento artístico que, a través de tours guiados por él, recorre las mayores monstruosidades de la arquitectura contemporánea de España. Harley es el lazarillo de los vestigios de la época del despilfarro erigido con ladrillo barato y especulación. “Esto nace como una broma, porque tiene un nombre súper testosterónico, súper salchichero. Salió de una película de Bigas Luna que se llama Los huevos de oro. Es una manera, un acercamiento cínico, que me permite hablar de arquitectura y urbanismo desde fuera de la arquitectura. Me lo inventé para que mi madre leyese de arquitectura en el metro, pero media España lo leyó, y aquí me tienes, 39 capítulos más tarde y 150 rutas después”.
Sus rutas han pasado por Bilbao, Zaragoza, Sevilla, la Barcelona olímpica, la Barcelona del fórum, Benidorm, València y, por supuesto, Marina d’Or. “Desde la risa este salseo me permite hablar del urbanismo, de la ingeniería civil y de la arquitectura de este país, pensando en la gente que está en la periferia, que es la gente que no tiene toda la información. ¿Cuántas veces escuchamos en la TV ‘prevaricación’, ‘malversación’ y no sabemos qué quiere decir realmente? Estamos cansados de recibir esa información constantemente. Es esencial que bajemos un estrato hasta que la gente de a pie lo entienda”.
Erik pasea por en medio de la Avenida Barcelona, una de las principales arterias del complejo, si es que se puede usar el símil sanguíneo cuando en Marina d’Or no hay circulación. El único vehículo que transita por la vía en la que se encuentra el Parque Acuático Polinesia y el Jardín Encantado frena a la altura de Erik. El copiloto baja la ventanilla y le pregunta si va a la obra. Pese a los 107,6 millones de deuda, comprados en febrero de este año por el fondo inversor Farallon, las grúas siguen formando parte del skyline de Marina d’Or.
Jesús Ger, un hombre hecho a sí mismo
Por teléfono, Jesús Ger (Barcelona, 1946) es educado y simpático. Su voz es joven, no se atisba el ansia por el crecimiento que ha marcado su carrera. A la pregunta de cómo lleva la situación económica y pandémica, indica que “con paciencia y resignación. Somos afortunados por estar como estamos”. No es él, sino Alberto Viúdez, director de Comunicación en Marina d'Or, quien abrevia la historia de Marina d’Or. “Es imposible resumir casi 40 años de historia en unas líneas. Cuatro décadas dan para varias crisis y muchos momentos de expansión y auge. Con todo lo sucedido en todos estos años, la empresa ha sabido adaptarse y reinventarse y, hasta la fecha, ahí está, preparando un año más el verano. Aunque sea un verano a priori atípico, confiemos en llegar, no ya nosotros, sino todo el país, en las mejores condiciones posibles”. La corrección y el perfil bajo es emblema de la casa.
“Me imagino a Jesús Ger en furgoneta —relata Erik— con pantalón de trabajador y camisa imperio, conduciendo por Castellón, con la mano sacada por la ventanilla. Mira para el lado y dice ‘¡Hostia! ¿Y todas estas costas que no quiso Eurodisney? —a mediados de los años 80 Castellón intentó acoger el parque temático de Disney, pero la compañía se decantó por París— Espérate, que aquí tenemos la reedición de Benidorm pero a la castellonense’. Es un visionario. Lo que hace es comprarse todos estos terrenos y se monta su propia constructora. Una capacidad de previsión bastante loca”.
Antes de ser el amo de Marina d’Or, Ger era vendedor de electrodomésticos. Posteriormente regentó una empresa de colchones. “Le llamaban el virrey. Cuando Marina d’Or estaba a velocidad crucero, en 2002 aproximadamente, acaba de ganar el premio de la feria de turismo de Marbella. Era el patriarca del turismo masivo. Yo lo veo como una reedición en plan corrupto de Pedro Zaragozá, el que fuera el último alcalde franquista de Benidorm, que construyó esa ciudad de ocio masivo. Ger quiso hacer la suya, pero con el turismo de bienestar”.
¿Es diferente este hombre selfmade que los de la Meseta Central? “El madrileño y el levantino tienen diferencias, pero al final sus disciplinas artísticas se parecen bastante. Engatusamiento, beneficio ajeno, desfachatez. La poca preocupación por el juicio, que les llegó. Es fuego puro”. Ger se ganó la simpatía de los vecinos de la zona, y también, de Carlos Fabra, el que fuera presidente del PP de Castellón e impulsor del Aeropuerto Castellón-Costa Azahar. “Marina d’Or es la excusa para la realización del sueño húmedo del Fabra, que es el aeropuerto peatonal más chupiguay del universo, coronado por una escultura de Ripollés, que es un homenaje a Fabra, por eso tiene el ojo tapado”. El aeropuerto, construido a 25 kilómetros del complejo, perseguía facilitar la llegada de turistas a Marina d’Or. Precisamente, la falta de infraestructuras de transporte fue uno de los motivos por los que Disney dijo “no” a Castellón.
No es Marina d’Or, es la ordenación urbana de España
Somos un país de rotondas, de PAI —planes de actuación integrada, un concepto clave en Ley de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Paisaje de la Comunidad Valenciana— y testosterona. “Siempre digo que la historia de España no se ha escrito con guerras, sino con pollazos contra la mesa. Lo hago no porque lo necesite, sino porque puedo. Es la perversión del progreso”.
¿Por qué la geografía española se ha articulado de pelotazo en pelotazo? “¡Porque no teníamos vergüenza! Es una concatenación de varios hechos, hay una parte jurídica, las leyes del suelo de 1964, que marcan las líneas de qué puede ser urbanizable y qué no. Esa ley, que se crea para luchar contra la especulación, se convirtió en la biblia de los especuladores”.
Harley señala dos hitos en el marco teórico del pormishuevismo: la proclama de “primero vivienda, después urbanismo” de José Luis Arrese —pichichi del Ministerio de la Vivienda del franquismo— y la Ley del Suelo de 1998 del Ejecutivo de Aznar. “El regalo de Arrese era ‘construye mucho y luego veremos cómo lo gestionamos’. Teníamos un gran problema de chabolismo y aún así, la preocupación máxima era la cantidad y no la calidad de las cosas”, expone Erik. “Después Jose María Aznar hizo la reforma de la Ley del Suelo. Ahí está clarísimo que España será urbanizable o no será. Desde 1995 hasta el 2015 se urbanizaron 108 millones de metros cuadrados no urbanizables. Era tal el fervor de los políticos por los PAI en la Comunitat que se dice, se comenta, que en las bodas del PP se gritaba ‘¡Vivan los novios y viva los PAI!’. Imagínate. Una fantasía”.
Además, estuvo la crisis económica de 2008. A la Ley del Suelo se le atribuye ser la desencadenante del batacazo. Esta norma delegaba la competencia de los suelos a las autonomías, que en el caso de la valenciana, se echaron de brazos abiertos al delirio urbanístico aderezado por la facilidad de concesión de crédito financiero y la falsa expectativa del continuo crecimiento.
Pero los mimbres del “mayor balneario de agua marina de Europa” se remontan con anterioridad al gobierno de Aznar. La España de la posdictadura abraza el mito de la modernización y el europeísmo para dibujar la identidad del estado-nación, como señala el historiador Sasha D. Pack en La invasión pacífica. Los turistas y la España de Franco (Turner, 2009). “El ethos modernizador de la era recompensaba la capacidad humana de ejercer su dominio sobre la naturaleza”, apunta el autor.
“Lo miramos desde la perspectiva actual y cuesta entenderlo. Los pormishuevistas demuestran un control del relato y de la fantasía. La capacidad de hacer pensar a la población que con ese crecimiento exponencial estaban cimentando nuestro futuro. Pensar que si Santiago Calatrava viene y construye un puente, vamos a formar parte del grupo de ciudades más chupiguays del planeta”, resume el artista.
Un cronograma acelerado de Marina d’Or
Año 2006. Anne Igartiburu se convierte en la imagen de Marina d’Or. “Coge a la presentadora más fashion, la favorita de familias y solteros y la pone a la cabeza para presentar el complejo de forma internacional”. Ger fleta un avión, continúa Harley, y lo llena de Anne y muchas misses. “Se las lleva a Londres. Inauguran en Oxford Street. Se van a París, allí se encuentran a Gerard Depardieu. En Barcelona inauguran una pedazo oficina. Vendían una idea de un producto de lujo internacional al acceso de cualquier persona de clase media”. Después vino lo de las maquetas de Marina d’Or Golf, que no fraguó. “El macroproyecto tenía que dar cabida a los turistas que vendrían a las costas castellonenses atraídos por el parque Mundo Ilusión, el nombre no puede ser mejor”.
“En 2008 la economía hace catapún. Los teléfonos de la centralita más famosa dejan de sonar. Ahí es cuando pasa de velocidad crucero a estar estancado. En 2012 la gente dice ‘este es el fin de Jesus Ger’: ni de guasa. Ger se casa con la brasileña Sandra Rodríguez, que es actualmente la gestora de la constructora. Montan una Fiesta de la Primavera con políticos, famosos y touroperadores como gancho para que se construyera Eurovegas en Oropesa”.
Las Vegas Sands tardó menos de 24 horas en rechazar la oferta, pese a que el espectáculo de la fiesta incluía a David Bustamante entre bailarines polinesios. “Entonces es cuando se ficha a Merche, la cantante, y hacen una reconceptualización low cost, ahora Marina d’Or no será para clase media sino para clase baja”. El cambio de público objetivo trajo nuevas equipaciones, realizadas con materiales de baja calidad. Para poder superar el bache de financiación, Ger separó el negocio en dos: por una parte el balneario, por otra lo que hubiera sido Marina d’Or Golf.
En 2014, la empresa se presentó en concurso de acreedores. En 2016 el Tribunal Supremo tumbó el proyecto de Marina d’Or Golf por no contar con la correcta declaración de impacto ambiental. Ger reclamó a la Generalitat Valenciana una indemnización de 600 millones por lucro cesante —es decir, por el dinero que supuestamente habría ganado si la administración no hubiera paralizado el proyecto—. 2017 es para Ger el año de aceptación de la situación, confía en que las infraestructuras hoteleras y el balneario puedan generar unos ingresos mínimos, pero en 2018 la Asociación Valenciana de Balnearios requiere a la Conselleria de Sanidad que revise el carácter medicinal de este y otros centros. Sanidad se pronuncia y retira la categoría de balneario a Marina d'Or al no acreditar el empleo de aguas termales.
“Vendían como hidroterapia médica absorber agua del mar y echarlo por unas tuberías con formas de venus y elefantes”. La directiva argumentó que “como otros balnearios y estaciones termales, Marina d'Or se sirve del agua marina para los tratamientos y servicios propios. (…) Nadie ha dicho que sean aguas medicinales”. Casi al finalizar el tour, Harley lee un extracto del vídeo promocional del centro en 2005: “Estas vacaciones les permitirán sentirse mejor y en algunos casos vivir diez, veinte o hasta treinta años más. ¿Cómo puede ser que hagamos revisiones periódicas a nuestro coche y nos olvidemos de nosotros mismos?”.
¿Hay futuro para la Ciudad de Vacaciones?
“No le veo ninguno. Demolerlo también es una burrada. Esto debería ser reconceptualizado y convertirse en una ciudad, pero no una ciudad para el ocio, sino para que la gente viviese aquí. Pero con las chapuzas pasa que son difíciles de arreglar”.
De momento, el fondo estadounidense Farallon ha adquirido la deuda del grupo por más de cien millones de euros y Gestión de Activos Turísticos ha entrado en la cogestión de Hoteles Marina d'Or. El movimiento empresarial les permite ganar liquidez y afrontar una realidad en la que el turismo se ha paralizado.
Desde el departamento de comunicación de la Ciudad de Vacaciones aseguran que están preparados para afrontar una realidad pandémica con restricciones y medidas. Manifiestan una necesidad: “Hace falta acelerar con el proceso de vacunación, pero lleguemos al verano de un modo u otro, tengamos que poner en marcha más o menos medidas de seguridad, Marina d’Or – Ciudad de Vacaciones estará ahí para recibir a sus clientes. Este año con más motivos que nunca, porque si hay un año en el que nos merecemos todos vacaciones, es éste”.
Al pasear por los metros cuadrados de trencadís y las zonas verdes salpicadas de estatuas de Ripollés aparece, flotando, una narrativa extraña. En Marina d’Or hay mucha información y a la vez, el mensaje está vacío. La ciudad de las eternas vacaciones —donde siempre hay alguien trabajando— es un error del sistema. Qué guay.
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Decís que Marina d'Or no tiene futuro.... eso lo he oido muchas veces... y ahí sigue.... en unos años tendreis que comeros vuestras palabras
Estuve hace cinco o cuatro años. Todo Levante es una salvajada urbanística pero Marina dOr se lleva la palma. No he visto nada más espantoso
Hace a ya muchos años que fui, solamente unas horas de visita. En mi vida vi una horterada mayor
En el eslogan ya se vislumbraba la realidad: "Marina horror, ciudad de aberraciones, dígame?
Oh! Marina D'Horror o Marina D'Odor como lo llamábamos los que trabajábamos allí los veranos y éramos conscientes del desmadre que se cocía por detrás del atrezzo. El señor Gil, un hombre con la ambición expansionista de Napoleón, la estética de Jose Luis Moreno y venazos de capataz de plantación de algodón. Aún recuerdo que se hablaba de qué estaba vendiendo ya pisos sin tener todos los terrenos; El dueño del camping conlindante, un señor de principios, se negaba a venderle su parte. Aquello era un presagio de la crisis que se nos venia, alguien se había pasado con la coca y la fiesta estaba a punto de terminar. Y que resaca!. En el fondo daba pena. Recuerdo la cantidad de autobuses de ingenuos que llegaban y les encasquetaban pisos. Algunos tomamos responsabilidad social y les aconsejábamos que no lo hiciera, que iban a acabar arruinados y que el megaproyecto no se construiría, si acaso no todo el complejo no acabaría en la ruina.
No entiendo la envidia q teneis a MarinaDor, ahora esta todo cerrado exactamente igual q en todos los sitios de veraneo,yo vivo todo el año en el complejo y es un paraiso
Bueno , con respeto, pero si lo que dices es verdad te veo muy raro.