We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Obituario
El legado de César de Vicente Hernando
Hace un mes, el pasado viernes 21 de enero, se iba el maestro, investigador, escritor, director y teatrero César de Vicente Hernando. Se le paró el corazón mientras trabajaba en su despacho de la Universidad de Almería, donde era profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Tenía 58 años. Varios obituarios se publicaron en El País, en eldiario.es y en La Voz de Almería. Nada más.
César era un ser de los que no abundan mucho por España, un intelectual humilde y sincero, librepensador, comprometido con la práctica de la responsabilidad y de la justicia, con la poesía y el hecho escénico. Era un activista de la palabra y un guardián insustituible del teatro político
César era un ser de los que no abundan mucho por España, un intelectual humilde y sincero, librepensador, comprometido con la práctica de la responsabilidad y de la justicia, con la poesía y el hecho escénico. Era un activista de la palabra y un guardián insustituible del teatro político. Leí por primera vez su nombre al estudiar la obra y vida de Alfonso Sastre. Su nombre me acompañó también leyendo a Erwin Piscator. Luego nos conocimos personalmente en Madrid. Era 2004, momento en el que unas cuantas apasionadas por la comunicación crítica y el periodismo antagonista preparábamos el lanzamiento del periódico Diagonal. Durante doce años, César de Vicente sería un colaborador habitual de Diagonal, no solo en la sección de Artes Escénicas del Suplemento Culturas.
César me dio a conocer el Centro de Documentación Crítica que él mismo coordinaba, la Sala Youkali que entonces estaba en la calle Santa Julia de Vallecas, y también a sus compañerxs integrantes de la llamada Unidad de Producción Alcores y del colectivo Konkret, que van camino de 40 años de práctica teatral. El 26 de noviembre de 2021, la Unidad de Producción Alcores- Konkret presentaba en la Sala Abba de Almería Memoria sin huellas, una obra de teatro documento sobre las razones del feminicidio y el conflicto político en Ciudad Juárez, realizada a partir de la investigación de Melissa Wright, interpretada por Mar Gómez Aragón y Ricardo García Pérez, con dramaturgia y dirección de César de Vicente.
En 2005, para mi sorpresa, César de Vicente me invitó a participar en una mesa redonda sobre cultura libre en las fiestas del PCE que entonces se celebraban en la Casa de Campo de Madrid. Yo tenía 26 años y pensaba que no podía aportar mucho en aquel entorno. Pero tuvo sentido hablar allí de practicas artísticas disidentes y performativas. Desde entonces, el intelectual y teatrero cuyo cuerpo físico ya no está fue acompañándonos a muchas en distintos procesos, quizás más íntimos que públicos, políticos en cualquier caso, que tienen que ver con la escritura, la transformación social, y lo comunitario, y también con la decepción y la traición.
Productor de paradojas, César de Vicente pensaba desde ángulos diversos y críticos en las formas de la escritura, sobre todo escénica. En el sentido de esa escritura. ¿Para qué escribimos? ¿Cómo lo hacemos? ¿Con quién? Como recordó el escritor y también profesor Matías Escalera Cordero en un artículo en eldiario.es el día después de su repentina muerte, esta fue una pregunta central para César: ¿por qué escribimos?
Además de muchos afectos y elementos sensibles, digamos, inmateriales, César de Vicente deja un legado teórico extenso. En el buscador Dialnet de la Universidad de la Rioja o en la Brújula de La Universidad de Almería, donde trabajó sus últimos años de vida, encontramos indexada una parte de su ingente producción.
Quizás hoy vale la pena empezar a conocer su legado con el libro que escribió en 2013 y editó el Centro de Documentación Crítica: La Escena Constituyente. Teoría y práctica del teatro político.
En su recomendable ponencia “Por un teatro político nocturno en el tiempo histórico de la Postmodernidad” (2015), el profesor explicaba lo sorprendente que le resultaba que en España, con los desahucios, con la estafa de la banca y con la propia asunción de las políticas del neoliberalismo, no hubiera salido un Teatro de Agitación y Propaganda como el que hubo en los años 20 del siglo XX, “que consideraba que el arte tenía que hacer una intromisión en la realidad y dar una solución, algo que asusta mucho a los artistas, pero no va de banderas, sino que toma a su cargo un problema muy concreto que afecta a la gente, lo analiza en los elementos que lo hacen ser así y propone una manera de salida de ese problema”.
No dio su brazo a torcer ante ningún atisbo de postureo, ante ningún burqués-hipster-capitalista-neoliberal-racista-machista camuflado bajo la etiqueta de marxista o progre
Su voz grave e inconfundible, su especial pronunciación de la erre y su presencia auténtica abrieron más camino para un habla acción, basada en el rigor histórico, así como en el compromiso con la transformación de las estructuras opresoras que dominan el mundo. No dio su brazo a torcer ante ningún atisbo de postureo, ante ningún burqués-hipster-capitalista-neoliberal-racista-machista camuflado bajo la etiqueta de marxista o progre.
La memoria de su respiración se une en este comienzo de 2022 a la de Eva Forest y Alfonso Sastre. A la de la Bertolt Brecht y Erwin Piscator. A la de José Henríquez y Augusto Boal. A la de Peter Weiss, Roque Dalton y Rosa Luxemburgo. Si en España se diera una suerte de República de Weimar, César bien podría haber sido su ministro de cultura.