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Notas a pie de página
Nuestros terrores favoritos
“Adoro el cine de terror por mil razones: su libertad, su intensidad, su inclinación a lo inesperado. Pero la principal es esa invitación a observar mis miedos desde fuera e interpretarlos”. Desirée de Fez es crítica de cine, especializada en fantástico y terror, que sin embargo confiesa ser una persona muy miedosa. Curiosamente, en esto reside su amor por el cine de terror: ver sus peores pesadillas representadas en una película le permite examinarlas desde fuera. De Fez cuenta todo esto en Reina del grito (Blackie Books, 2020), en el que revisita sus miedos desde la infancia a través de las películas de terror que le han marcado. Como alguien que entra en pánico al primer acorde inquietante de la banda sonora —aún recuerdo la contractura que me generó estar en tensión durante toda la proyección de El exorcista—, no pude evitar sentir curiosidad al leer la sinopsis del libro.
Reina del grito despierta unas ganas tremendas de ver películas de terror y de acompañar a su protagonista de susto en susto. Especialmente si eres lectora, ya que muchos de los miedos de la autora están atravesados por la experiencia de ser mujer. Con Carrie viajamos a los años de instituto y a la inquietud por los cambios físicos de la adolescencia; La semilla del diablo o El exorcista nos adentran en los temores que provoca la maternidad. Mi maratón de películas de Reina del grito comenzó con un capítulo que resonará en quienes fueron adolescentes en los años 90: el miedo a volver sola a casa de noche, marcado a fuego por el relato de terror sexual del crimen de Alcàsser.
La película que escoge de Fez es la estupenda Una chica vuelve a casa sola de noche (2014), de la directora estadounidense de origen iraní Ana Lily Amirpour. El título remite directamente al imaginario de este miedo, pero la trama se encarga de darle la vuelta. La chica del título es una vampira que vaga de noche por las calles de Bad City, ciudad sin ley. Aunque el nombre de la ciudad esté en inglés (y la película se rodase en California), en el filme solo se habla en farsi; se trata de una película con vampira, pero el terror se cruza con el wéstern, el cine mudo o incluso las primeras películas de Jim Jarmusch. Amirpour no solo transgrede los géneros cinematográficos: también los estereotipos. La imagen de la mujer con velo, asociada al tópico de la mujer sumisa, se convierte en un ser poderoso, que ataca a hombres que agreden a las mujeres. El chador pasa de ser un símbolo de opresión a parecer casi la capa de una superheroína. Ver Una chica… es tremendamente liberador: nos libera de sufrir con la víctima para identificarnos con el ‘monstruo’ de la película.
Una chica… hizo que recordase otra película de terror con monstruo femenino, Jennifer’s body (2009). La cinta de Karyn Kusama pasó sin pena ni gloria por los cines en su momento, víctima de una infame campaña de publicidad que la vendió como una fantasía erótica para hombres. Cómo no iba a fracasar en taquilla: los espectadores acudieron para disfrutar del cuerpo de Jennifer (Megan Fox) y se encontraron con un súcubo que seduce y devora hombres. A través de los arquetipos de la animadora sexy y la empollona, el filme explora las complejidades de las amistades femeninas y la sexualidad adolescente. Tras un concierto, Jennifer se sube a la furgoneta de una grimosa banda indie, ante la mirada aterrorizada de su amiga, que se espera lo peor. Aunque el misterio de lo que le ha sucedido no se desvela hasta el final, la película juega con el imaginario del terror sexual para darle un giro fantástico: Jennifer vuelve convertida en un demonio que pasa de contar calorías a engullir señores. Una saludable fantasía de venganza contra el poder masculino que, varios años después de su estreno, empieza a ser reivindicada.