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Memoria histórica
Floreal Cuadrado, historias de un falsificador
Vamos con la tercera parte de las historias sobre falsificadores libertarios. Esta vez centrada sobre la persona de Floreal Cuadrado.
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Dado que ha llegado a mis manos el interesante libro “Comme un chat. Souvenirs turbulents d'un anarchiste, faussaire à ses heures ,vers la fin du vingtième siècle”, escrito por Floreal Cuadrado, me decido a sacar la 3ª parte sobre falsificadores. Para quien esté interesada en las dos anteriores, estás se encuentran en la web del periódico Diagonal, en el blog de Ni cautivos... Más que extender el listado sobre los artistas de la copia, me centraré sobre los usos y prácticas que Floreal relata en su libro. Además, su maestro principal, es nada más y nada menos que el inimitable Laureano Cerrada, lo que siempre da un sabor especial al menú que hoy presentamos.
Durante una cena en un discreto apartamento, Silvio y “Maurice” proponen a Floreal que se sume al grupo. Floreal trabaja en aquellos momentos en un estudio de arquitectura como dibujante, y colabora con el periódico Le cri du Peuple, así que está familiarizado con diversas tipografías. Le proponen hacerse cargo de los sellos o tampones, que forman parte de los documentos de identidad. En realidad, ninguno de los tres ha falsificado nunca, pero bajo la tutela de Cerrada irán superando las dificultades que surjan.
Floreal se pone al asunto, se agencia unos cuantos libros de tipografía y va descubriendo que hay varias idénticas a las que usan los documentos administrativos. No tarda en aprender que muchos de sus problemas se pueden solucionar con materiales que se ofertan en las tiendas de artes gráficas, y leyendo atentamente la prensa especializada en el tema. Lo siguiente es adquirir un banco de reproducción, para realizar los tipos que servirían para más tarde iluminar las placas de cinc. El que mejor le iba era un “Durst”, aparato muy utilizado por fotógrafos profesionales. Un bastidor, una lámpara, placas de cinc fotosensibles y ácido sulfúrico para grabarlas. Para los tampones húmedos, hacía falta caucho líquido para los retoques y para los secos un polvo que usaban los protesistas que se mezclaba con un disolvente. También había que tomar contacto con un fotograbador legal, para conseguir parte de los materiales, ya que un particular iba a llamar posiblemente la atención.
Por aquella época, Floreal se queda sin trabajo, pero dispone de dos años de paro, que le van a servir para dedicarse por entero al aprendizaje de su nuevo oficio de falsificador. Además, como miembro de los GARI, sabía perfectamente la gran ayuda que sería, el disponer de documentaciones falsas para sus acciones, pues hasta hacía poco, aún funcionaban con carnets robados. Además en algunos casos, para la falsificación de sellos, aún se recurría al antiguo método de reproducirlos en patatas.
Con el tiempo, tras dos años de mucho trabajo, Silvio y Robert acaban su trabajo de falsificación y tras repartir con Cerrada, se toman un respiro. Dan a Floreal el trabajo que les quedaba, y comparten con él las enseñanzas del ferroviario. Así que Floreal da el paso y se lanza tanto a las labores de impresión, como también a hacer documentos de identidad españoles. Estos eran más complejos que los franceses, constaban de tres partes; el anverso y el reverso eran simples cuatricromías y no representaban ningún problema que no se pudiera solucionar con un buen fotograbado y una impresión cuidadosa. El problema surgía entre esas dos partes, pues había un papel acartonado de color amarillo con filigrana, cuya opacidad no permitía el uso del bálsamo del Canadá. Si no se puede superar el problema, hay que tratar de esquivarlo, y la solución fue conseguir carnets donados o robados verdaderos, mojarlos, separarles las capas, conservar la acartonada verdadera y pegarle las exteriores falsas. Los resultados nada tenían que envidiar a los salidos de la imprenta nacional española. Respecto al plástico que los cubría, se podía encontrar en cualquier comercio, igual que la plastificadora.
Para estos tiempos, ya falsifica autónomamente certificados de matriculación, tarjetas de la seguridad social y lo que le pidan los grupos revolucionarios europeos.
Cuando Floreal llevaba una temporada aprendiendo su nuevo oficio, bajo las directrices del viejo ferroviario Laureano Cerrada, se enteró, de que su padre, Liberto Cuadrado, anarquista, miembro de la resistencia en Francia, había pasado a España bajo la identidad de José Cisneros. Pasó con unos papeles falsos de gran calidad, que le permitieron tanto cruzar la frontera, como vivir en la España de Franco sin hacerse detener…esos papeles llevaban la firma de su maestro. Pocos años más tarde, gracias al nivel alcanzado por Floreal, consiguió que muchas personas que integraban diversos grupos revolucionarios, pudieran cruzar fronteras y afrontar situaciones delicadas sin demasiados apuros.
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