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Minería
Transiciones bipolares: una teoría humoral
Con la excusa del cambio climático se está diseñando, a nivel europeo, una de las transiciones energéticas más contundentes, que presenta una articulación y desequilibrio entre el humor maníaco extractivista y el adecuado uso de los recursos y del agua. Según el criterio del relator de la ONU, el líquido elemento debe ser utilizado, en primer lugar para la vida, para el consumo humano, para mantener los ríos y ecosistemas vivos; en segundo lugar, para la agricultura y ganadería como medios de alimentación y sustento; en tercer y último lugar, sólo si existen excedentes, para la industria y la economía.
La obsesión del norte por la transición energética polariza la descarbonización del transporte como si de una respuesta maníaco-depresiva se tratara, y abre aún más la brecha con el sur, formando parte de un cuadro mayor de distribución de las desigualdades.
Minería
Cáceres, de montaña a cráter
Un proyecto de mina a cielo abierto de la empresa australiana Plymouth en colaboración con el Grupo Sacyr amenaza la Montaña de Cáceres y a la ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Este cambio energético, diseñado por los países occidentales, se enfrenta al mencionado cambio climático con una mayor producción, con un impulso de las fatigadas economías, con una nueva vuelta de tuerca en el engranaje industrial y con una aceleración del negocio: “más vehículos, más trabajo, más crecimiento económico, más productividad, más industrias, más materias primas”, más y más, sin límite. Invisibilizando los conflictos sociales, económicos y medioambientales que se producen por los efectos colaterales de esta hipócrita transición.
Detrás de esta nueva forma de acumulación de capital y en plena crisis energética se diseña una configuración espacio-temporal y un nuevo orden geopolítico mundial, tal como el traspaso del fordismo a la economía financiera, que requirió de la aceleración del tiempo y el colapso de ciertas fronteras y territorios. ¿Qué futuro y qué lugar ocupará Europa después de la drástica reordenación económica?
La batería de litio, a pesar de su alta toxicidad, se nos presenta como un “milagro” a golpe de decretazo para la acumulación infinita de la energía que dará paso a un nuevo tiempo para la humanidad, como una perfecta teoría humoral dentro de la bipolaridad de un mundo feliz
Las promesas de grandes hitos y objetivos de descarbonización a alcanzar en 2030, 2040 o 2050, ocultan el radical cambio del actual modo de vida, y omiten la imperiosa necesidad de colonizar o provincializar los espacios de la periferia para deslocalizar las emisiones y convertirlas en contaminadas “zonas de sacrificio” cuyo rédito se traducirá en abastecer de recursos a las “limpias” y grandes urbes.
En este contexto, el litio cobra protagonismo para ser usado por los cuerpos obsesionados con la producción de baterías. Así, estos nuevos dispositivos expresan el imperativo de un capitalismo renovable para desposeer, producir, acumular y reproducirse “ad infinitum”. Se anuncia en los medios y se promete un futuro mejor, que se visualiza desde un tiempo presente homogéneo y vacío, donde la batería llena el espacio como un fractal que permite entender cómo funcionará todo, controlando y explotando la naturaleza para seguir produciendo valor.
En este contexto, el litio cobra protagonismo para ser usado por los cuerpos obsesionados con la producción de baterías
Estas baterías permiten aumentar la energía del individuo moderno y su capacidad para producir, se podrían denominar: “almacenamiento por extractivismo”. Ahora se les antoja dejar atrás la globalización impuesta por los poderes fácticos y la dependencia energética de terceros, se intenta huir hacia adelante del petróleo y del carbón tiñendo de verde el gas y la nuclear.
La batería de litio, a pesar de su alta toxicidad, se nos presenta como un “milagro” a golpe de decretazo para la acumulación infinita de la energía que dará paso a un nuevo tiempo para la humanidad, como una perfecta teoría humoral dentro de la bipolaridad de un mundo feliz, como la gran incoherencia en plena crisis de decrecimiento energético, donde sólo algunos seguirán acumulando capital en nombre del bien global, y donde los desposeídos permanezcamos invisibilizados, expoliados y sobreexplotados en el vacío del tiempo.