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Memoria histórica
Unamuno ha sido asesinado por un agente doble de Falange
Ayer en Salamanca, último día del terrible año 1936, el escritor e intelectual bilbaíno Miguel de Unamuno fue presuntamente asesinado en su casa de la calle Bordadores por el falangista Bartolomé Aragón, jefe de Prensa y Propaganda en Huelva, que había llegado poco antes de que se conociera la dolorosa muerte.
Esta versión se sobrepone a la solemnidad mostrada por las fuerzas de la reacción desde su cuartel general en Salamanca, que han manifestado que el fallecimiento se produjo de forma repentina y debido al deterioro propio de la edad. Periódicos salmantinos de distinto signo como La Gaceta o El Adelanto han certificado hoy mismo esa versión en sus ediciones matutinas. Sin embargo, personas cercanas al cesado Rector afirman que don Miguel no había dado señales de indisposición y, es más, había estado leyendo narraciones infantiles a su pequeño nieto Miguelín unas horas antes. Por la tarde había recibido en su despacho la, por fecha y naturaleza, inusual visita de Aragón, subalterno del fundador de la Legión José Millan-Astray. Con este último el bilbaíno había tenido fuertes desavenencias públicas que parecen haberle condenado a este terrible final.
Investigadores independientes han podido comprobar que Bartolomé Aragón nunca había acudido a la casa de don Miguel ni poseía expediente alguno como alumno de la Universidad de Salamanca
Destacados falangistas y miembros de Prensa y Propaganda arrancaron este Año Nuevo por la mañana el cuerpo de Miguel de Unamuno de su hogar, como han podido contar, rotos y entre lágrimas, sus más próximos familiares, que no han podido estar cerca del féretro de su querido padre y abuelo, al estar custodiado por Falange hasta que ha sido cubierto de tierra. De 30 cabezas, en la foto que este periódico comparte con sus lectores y que ha sido distribuida desde las oficinas de Prensa y Propaganda, solo encontramos la de un pariente de sangre del bilbaíno. Situado detrás del primer niño por la izquierda, que porta un candelabro, ese familiar es Fernando, hijo mayor de Unamuno y padre de Miguelín, quién dará cuenta a lo largo de su vida de la crudeza con la que se perpetró el robo del cadáver de su abuelo.
Algunas fuentes apuntan que el fiel a Millán-Astray, Bartolomé Aragón, se encontraba allí para recibir clases, como alumno de Unamuno, patraña exacerbada por los medios afines al golpismo. Investigadores independientes han podido comprobar que Aragón nunca había acudido a la casa de Don Miguel ni poseía expediente alguno como alumno de la Universidad de Salamanca. La patraña se sustentaba así. El discípulo del que fuera Rector vitalicio de esa universidad era el cuñado de Aragón, Alfredo Malo Zarco, quien será represaliado por los sublevados próximamente, como demostrará la historia.
El final: ¿muerte o asesinato?
El jefe de Prensa y Propaganda de Huelva, Bartolomé Aragón, habría acudido a la casa de don Miguel entre las 16 y las 18h (las crónicas oficiales no vierten transparencia en este asunto, añadiendo rareza al episodio trágico). El encuentro se producía tras conocerse que apenas dos meses antes, y tras el encontronazo entre Unamuno y Millán-Astray, el propio Aragón había organizado una gran quema de libros para celebrar la conmemoración del tercer aniversario de la fundación de Falange. Entre los libros que ardieron en el fuego se encontraban algunos de Unamuno como La agonía del cristianismo o El sentimiento trágico de la vida. Narraremos en esta página, más adelante, algunos detalles sobre la disputa pública en el seno del Paraninfo de la Universidad de Salamanca, donde el legionario mutilado amenazó de muerte al pensador que hoy lloramos.
Bartolomé Aragón celebró una gran quema de libros para conmemoración del tercer aniversario de Falange. Entre los títulos que ardieron en el fuego se encontraban algunos de Unamuno
Don Miguel se desvaneció, según la versión oficial que emiten desde Salamanca. “¡Yo no le he matado! ¡Yo no le he matado!”, gritaba Aragón cuando Aurelia, empleada doméstica, llegó al salón donde estaban reunidos el escritor bilbaíno y el falangista. Eso lo sabemos gracias al trabajo de la escritora norteamericana Margaret Rudd, que publicará un libro dos décadas después y cuya traducción al castellano se ha hecho esperar, pero verá pronto la luz de la mano de la Universidad de Salamanca. En la versión oficial no se recoge la más que humana ansiedad del adicto al golpe de estado. Lo que sí explican los organismos militares que han tomado Salamanca y la prensa local es que Aragón supo que Unamuno se había muerto porque no reaccionó cuando su alpargata empezó a arder. Eso contradice el informe del alabado doctor Núñez, que certificó su muerte concluyendo una rara hemorragia bulbar que solo representa un 7% de las hemorragias intracraneales y que acaba con la vida de una forma mucho más visible y detectable: parálisis, convulsiones, desorden del habla y otras circunstancias.
Consultado Francisco ‘Paco’ Etxeberria Gabilondo, médico especialista en Medicina Legal y Forense y uno de los más prestigiosos y reconocidos de España, se concluye que no hay ningún signo exterior en el cadáver de que se haya producido dicha hemorragia, al menos ninguno “en los documentos conocidos del caso”. En cuanto a cómo se da este tipo de hemorragia, puede ser espontánea o provocada. En este supuesto, según el reputado forense, “se podría pensar en un traumatismo, o bien en una dislocación del cuello o una fractura de vértebras cervicales altas. Si existe sospecha de lo anterior, la autopsia judicial hubiera sido preceptiva”. Etxeberria afirma que “en nuestro país este tipo de muertes suele ser incluida en el concepto jurídico de muertes sospechosas de criminalidad, motivo por el cual se procede a la práctica de autopsia judicial. Cabe la posibilidad de traumatismos no presenciados, con escasos o nulos signos externos”.
La causa de muerte tal vez fuera imperceptible para los presentes, pero pudo deberse a una inyección de oxígeno por la vía de la aorta. Los rastros del hecho cometido pudieron pasar inadvertidos para la mayoría porque los falangistas exigieron tener listo el cuerpo de Unamuno cuanto antes
Aunque la contradicción entre la versión que se ha hecho saber desde Prensa y Propaganda de Falange y lo recogido por testigos in situ es más que visible, los iniciados en medicina observan la falta garrafal del prestigioso cirujano como un guiño. No hubiera sido compatible con la vida propia del médico Adolfo Núñez haber solicitado una autopsia, pues se vería como una inculpación al falangista Bartolomé Aragón. Núñez ha plasmado en el informe médico un diagnóstico que provoca dudas a los expertos consultados. Si el cirujano hubiera solicitado ese examen del cuerpo, hoy contaríamos en esta noticia que eran dos los vecinos de Salamanca que habían perecido entre más que extrañas circunstancias.
Como se ha mencionado, el amigo del intelectual, el doctor Núñez, llegó a casa del ya fallecido y certificó su muerte. Los conocedores de la medicina han comunicado que sería imposible solicitar una autopsia, pues si solo se encontraba allí el mando falangista, sería poner en duda su honorabilidad. Por tanto, sin autopsia se declara en acta que la causa del fallecimiento es una hemorragia bulbar. La causa de muerte tal vez fuera, por tanto, imperceptible para los presentes, pero pudo deberse a una inyección de oxígeno por la vía de la aorta. Los rastros del hecho cometido pudieron pasar inadvertidos para la mayoría porque, además, destacados miembros falangistas exigieron tener listo el cuerpo de Unamuno cuanto antes, aún sabiéndose que por ley debían discurrir 24 horas entre la muerte y su sepultura.
“Las máquinas de escribir tienen que disparar toda la noche como ametralladoras”, dijo Giménez Caballero y, efectivamente, la tinta mató por segunda vez a Unamuno, haciéndolo pasar por un perecido entre honores falangistas
La única razón para que la versión oficial no haya sido desmentida después de la muerte de don Miguel es el miedo a la represión. También la orquestada acción de Prensa y Propaganda, con todas las manchetas en fila y todas las redacciones tecleando al compás de Falange. Uno de ellos nos ha hecho saber desde el anonimato la orden del teórico del fascismo español Ernesto Giménez Caballero: “Las máquinas de escribir tienen que disparar toda la noche como ametralladoras”. Efectivamente, la tinta mató por segunda vez a Unamuno, haciéndolo pasar por un perecido entre honores falangistas. Esta muerte, tan inaudita como construida, proviene, si afinamos la vista, del principio del fin que supuso el enfrentamiento oral entre Millán-Astray y Unamuno el día 12 de octubre de 1936.
El 12 de octubre le sentenciaron
Este encontronazo tuvo lugar en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca en el denominado Día de la Raza, 12 de octubre del recién terminado año. En la celebración, ya antes criticada públicamente por Unamuno, tuvo que lidiar, entre catedráticos y una aburrida Carmen Polo, con un anfiteatro pidiendo su cabeza y un Millán-Astray azuzando a las masas con su ideario macabro. El Rector había pronunciado un discurso, garabateado en la carta de la mujer del cura protestante y cercano a don Miguel, Atilano Coco. En la carta, que imploraba la mediación del filósofo para evitar la ejecución de su marido, Unamuno había escrito la palabra “Rizal”. El reverso del papel contaba también lo que luego ordenaría el discurso, como la oposición entre vencer y convencer, el imperialismo o la guerra internacional.
En las obras posteriores, escritas decenas de años después, sigue borrándose la palabra “Rizal” de la documentación y la transcripción de lo contado. Autores de prestigio, como Salcedo (1964) o Trapiello (en su reedición de 2019), esconderán por desconocimiento o negligencia, la grafía y significado de la palabra “Rizal”, que pudo llevar a Unamuno a la muerte: “Para mí es tan español como nosotros el filipino Rizal, que se despidió del mundo en español”, diría Unamuno, recibiendo la reprimenda de Millán-Astray: “Los catalanistas morirán. Y ciertos profesores, los que pretendan enseñar teorías averiadas, morirán también”. Unamuno no solo había defendido ante los falangistas a Rizal, sentía devoción por su persona y admiración intelectual. Había incluso escrito el epílogo de su biografía.
Don Miguel tuvo que salir de su propia Universidad escoltado por el fundador de la Legión y dando la mano, obligadamente, a la ilustre golpista consorte, Carmen Polo. Millán-Astray había enrarecido tanto el ambiente que llegaron a oírse ponerse a punto revólveres y escopetas, como han contado algunos testigos presenciales. Según se ha podido conocer, el líder falangista entendió que el asesinato público del intelectual hubiera sido perjudicial en el exterior para el Régimen que trataba de imponerse.
Tal fue el revuelo que el 13 de octubre el jefe Provincial de Falange escribiría un telégrafo urgente a Fernando, hijo mayor de Unamuno, donde reconocía el beligerante suceso: “Me he enterado de un grave incidente con ocasión del acto del Paraninfo. Tu padre dijo unas cosas que suscitaron protestas crudas y violentas de los asistentes con Millán-Astray a la cabeza. Sería doloroso que a tu padre pudiera sucederle algún incidente desagradable”.
Lejos de quedarse ahí el asunto, Unamuno fue inmediatamente destituido como “Alcalde honorario perpetuo de Salamanca”, cargo que ostentaba desde 1931. Dos días después, además, a iniciativa del exrector Loscertales, el Claustro retiró por unanimidad la confianza a Unamuno como Rector. Hecho que ha de ponerse sobre la mesa, pues Loscertales fue quien firmará, un par de semanas después de dar tierra a don Miguel, la historia oficial de lo ocurrido por medio de los escritos contradictorios de Bartolomé Aragón.
En la siguiente aparición pública de José Millán-Astray, que se producía ante los requetés, el legionario volvía, rencoroso, a la amenaza enquistada: “¡Ay de aquellos intelectuales que marchen por las sendas tenebrosas! Y los que empleen los caminos sutiles, los disfraces, los juegos de palabras desde los que se lanzan flechas ponzoñosas y se esconde el pecho. ¡Esos serán fulminados!”. Ese enquiste, como ha podido saber este medio, se debe a que Millán-Astray había ido a combatir a Filipinas ante la guerra de independencia que planteaba la entonces colonia. José Rizal era un héroe para la insurrección y se había dado la mala suerte de que había sido detenido y trasladado en el mismo barco en el que iba un joven Millán-Astray.
Reprimido hasta la muerte
Antes de perder su vida y desde el 12 de octubre, Unamuno perdió a sus buenos amigos, Santiago Vila y Atilano Coco, recibió nuevas amenazas y fue recluido, de facto, en su propia casa.
El padre Tusquets, preceptor de la hija de Franco y confesor de la familia, pronunció ante el micrófono el siguiente hostigamiento: “Yo acuso, sin retóricas y con pruebas, a Unamuno, en cuya ayuda intervino toda la Francmasonería liberal y socialista de Francia”
Un día después de que Francisco Franco cesara como rector a don Miguel, Vila sería ejecutado. A Coco los franquistas lo mataron esperando al 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, para tratar de hacer herida en la creencia protestante del cura. El padre Tusquets, preceptor de la hija de Franco y confesor de la familia, pronunció ante el micrófono el siguiente hostigamiento: “Yo acuso, sin retóricas y con pruebas, a Unamuno, en cuya ayuda intervino toda la Francmasonería liberal y socialista de Francia”.
Unamuno ya era consciente de que no saldría nunca más de casa. Una de sus hijas, nos cuenta, había escuchado decir a los militares que escoltaban la calle donde residían que si el exrector osaba montarse en un coche la orden era abrir fuego. En varias misivas del intelectual con la prensa y amigos reconocía estar esperando la muerte. Al director de ABC de Sevilla, veinte días antes de llegar la muerte, le confesó: “Le escribo esta carta desde mi casa donde estoy desde hace días encarcelado disfrazadamente. Me retienen en rehén no sé de qué ni para qué. Pero si me han de asesinar, como a otros, será aquí en mi casa”. “Cárcel disfrazada” había también manifestado poco antes en su carta a Quintín de Torre, en la que se lamentaba del “suicidio moral de España, esta locura colectiva, esta epidemia frenopática”.
Igualmente, el diario francés L’Humanité dará voz en su edición del 7 de enero de 1937 a un periodista que pudo conversar con don Miguel en su casa dos semanas antes de su muerte, a quién el confinado Rector declaró: “Ya nunca más saldré a las calles de Salamanca. Me sacarán muerto de aquí, ya se lo he dicho al comisario encargado de mi vigilancia”. En la entrevista de dos horas, manifestó: “No quieren que me vaya para gritar al mundo entero las razones por las que me cazaron en la Universidad, que cuente cómo fusilan en la retaguardia a falta de éxitos en el frente. He escrito al extranjero para decir hasta qué punto este movimiento es inaudito, sádico, cruel, bestial”. Al despedirse del periodista, Unamuno concluyó con una petición expresa: “Le autorizo a decir por todas partes, en mi nombre, que vivo en un infierno, que estoy rodeado de una terrible locura colectiva”.
Como una película
Las fotos expedidas desde las oficinas de Prensa y Propaganda de Falange en Salamanca parecen pensadas con anterioridad desde un punto de vista sensible a la cinematografía. Expertos en el arte del cine han comentado que las imágenes que se conservan del sepelio de Unamuno “son claramente propagandísticas”. En ellas, los portadores del ataúd son Víctor de la Serna, escritor y periodista, Miguel Fleta, tenor, Antonio de Obregón, cineasta, y Salvador Díaz Ferrer, periodista. Todos reconocidos y en algunos casos, populares miembros del cuerpo de Prensa y Propaganda a las órdenes de Millán-Astray.
Además, un corresponsal de este medio ha acudido al lugar de la fotografía y no se ha encontrado ningún altillo desde donde tomar la instantánea. La hipótesis que se baraja es que en el momento del sepelio se erigió una estructura para facilitar una foto desde lo alto, elegante y saciadora para los informadores extranjeros.
También es perturbante que, ante la escasez de papel, se vaya a publicar en los próximos meses la obra de Bartolome Aragón donde Loscertales cuenta, de primera mano, el relato que quedará impreso en los libros de historia, poniendo la inverosímil proclama falangista en boca de don Miguel, “Dios no puede abandonar a España, España se salvará porque tiene que salvarse”. En esa cinematográfica versión se cuenta, además, que Aragón tenía en la habitación de su hotel el poema “Es de noche, en mi estudio”, autoeditado por Unamuno en 1906, donde hacía una premonición de su muerte, evidenciando este relato como la ficción macabra para encubrir el asesinato que es.
Podemos afirmar que el relato oficial es falso e incluso vislumbrar que fue un asesinato, pero estaríamos ficcionando a través de lo narrado por otros
Como macabro es, también, que Aragón haya entregado su testimonio a periódicos como La Gaceta o El Adelanto durante la misma Nochevieja, dejando atada la versión oficial final para el mismo Año Nuevo de 1937: repentina fue la muerte del pensador y no ha lugar a suspicacias.
Este periódico ha sacado las máquinas de escribir, pero nunca ha osado usarlas como metralletas. Ha trabajado a contrarreloj desde que ayer se conociera el hecho trágico para contrastar las informaciones oficiales, pero no pretende ofrecer ninguna verdad absoluta. Podemos afirmar que el relato oficial es falso e incluso vislumbrar que fue un asesinato, pero estaríamos ficcionando a través de lo narrado por otros. Es nuestro trabajo periodístico, como todo relato, mitad memoria, mitad reconstrucción.
Nuestra tarea es incentivar la recuperación total de su honor y apelar al rigor y la justicia en la memoria del ilustre bilbaíno, para que su final triste no siga colgado impunemente en las estanterías de la ciencia ficción franquista que perpetró esta macabra operación
Don Miguel de Unamuno fue enterrado como un falangista, nuestra tarea aquí es incentivar la recuperación total de su honor y apelar al rigor y la justicia en la memoria del ilustre bilbaíno, para que su final triste no siga colgado impunemente en las estanterías de la ciencia ficción franquista que perpetró esta macabra operación.
Unamuno será enterrado hoy en el cementerio de Salamanca, pero murió, al menos, dos veces. Una como cuerpo y otra como pensamiento. Seguiremos informando.
Profunda soledad; oigo el latido
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Enhorabuena por este magnífico articulo. Completísimo y haciendo referencia a los autores, libros y documental que en los últimos años están demostrando el asesinato de Unamuno por los falangistas y militares golpistas. Yo tambien me pregunto hace tiempo porque los familiares de Unamuno están tan callados y parados. Y enhorabuena también por las fotos-documentos que acompañan e ilustran el artículo.