Memoria histórica
Romper el silencio, desmontar el mito, dignificar a Florencio

Elena Solanas recupera la historia robada de su tío, Florencio Pla Meseguer, el último maqui del País Valencià, popularmente conocido como La Pastora, quien fue víctima del relato criminalizador del franquismo que utilizó su malformación genital congénita para convertirlo en un monstruo.
 Florencio Pla
Florencio Pla, foto cedida por Elena Solanas
30 abr 2023 07:00

Elena Solanas viene de un silencio antiguo y muy largo; de una familia a la que el miedo llevó a levantar muros de mutismo, secretos y apenas algún susurro en torno a la misteriosa figura de un hermano de su abuela; de la resignación como única opción que durante años condenó a tres generaciones a no saber, a callar, a no preguntar. Al silencio, siempre el maldito silencio.

Han pasado 19 años desde que, en 2004, harta de desconocer su historia familiar, Elena Solanas dijo ‘basta’ y comenzó a tocar puertas, a buscar, a preguntar. Su lucha ha ido “tomando forma”, pero no cesará hasta poder romper el silencio que le robó parte de su historia. Esa es su batalla: “Descifrar el enigma familiar”, al tiempo que visibiliza la verdad, hace justicia y sitúa la figura de su tío en el lugar que merece para que “su memoria perdure para siempre en este trozo de mundo”.

Solanas no pierde ocasión para pronunciar el nombre completo de su tío: Florencio Pla Meseguer. En su honor comenzó a referirse a ella misma como una “guerrillera de la historia, de la verdad, de la memoria” y, como muestra de que no desmerece en absoluto el cargo auto otorgado y, por supuesto, en honor a Florencio, escribió Florencio Pla “La Pastora”. La dignitat robada (Sembra Llibres, 2023).

“Florencio se merecía ser puesto en el lugar que le corresponde, ser tratado como una persona y no como un mito”, escribe su sobrina

“Florencio se merecía ser puesto en el lugar que le corresponde, ser tratado como una persona y no como un mito”, escribe su sobrina, que asegura que su voluntad no es otra que “arrojar un poco de luz sobre lo ocurrido, enviar el mensaje de que no podemos callar, proyectar por fin que Florencio Pla Meseguer era una persona; una persona que se vio involucrada en ser maqui, ser mito, ser personaje, ser el hombre del saco”.

Florencio Pla Meseguer es uno entre tantos con una historia silenciada por contar. Último maqui del País Valencià, popularmente conocido como “La Pastora”, fue una entre tantas víctimas del franquismo; uno entre tantos supervivientes de la España “más negra y oscura”. No fue un criminal. Aunque tampoco fue un héroe. Fue, en palabras del historiador Raül González Devís, “un verdadero superviviente, una persona que resistió a la incomprensión, al aparato represivo, a los años de soledad, a la prisión e, incluso, al relato oficial y mediático”.

Reconoce Elena Solanas que, cuando comenzó a investigar sobre la biografía de su tío, estaba “súper preparada” para descubrir la vida de un criminal. Al fin y al cabo, así lo habían descrito los pocos que presumían de ser portadores de una verdad que, con los años, se ha demostrado absurdamente falsa. “No me he encontrado a nadie que me haya dicho una palabra fea”, insiste una y otra vez su sobrina, que sonríe al contar que quienes lo conocieron coinciden al recordarlo como una “buena persona, noble, trabajador, un poco tímido”, que en algunos momentos de su vida se vio atrapado en una profunda soledad.

A Solanas le daba “miedo” que las generaciones que la sucedieran olvidaran su lucha por reconstruir los pasos de Florencio. Que su esfuerzo se desvaneciera en un “tuvimos una tieta que buscaba algo de un antepasado”. Que, de nuevo, la verdadera cara de su tío quedara relegada a la negrura. Su idea, cuenta, era “dejar un testimonio escrito para la familia del recorrido y qué se había conseguido”.

Apenas unas páginas que dieran cuenta de su legado familiar. Su participación en el documental No s’apaguen les estreles y la intervención de Xavi Sarrià convirtieron una decena de páginas en un libro: “Elena, creo que esta historia debería ver la luz, creo que es muy importante lo que estás haciendo”, la animó el cantante y escritor. Unos diez días después, terminó el manuscrito en el que encajaban gran parte de las piezas de su particular 'puzle', que tuvo que “reconstruir pieza a pieza con retales de recuerdos y conversaciones que guardaba en el corazón desde que era pequeña. Sembra Llibres, dice, dio el “ok” y Florencio Pla “La Pastora”. La dignitat robada comenzó a convertirse en realidad.

“La memoria histórica necesita dignidad”, defiende la autora. Y, tras poner negro sobre blanco la historia robada de su familia, el triunfo conseguido es digno de celebración: “Cuando en casa se espolsen los álbumes de fotografías antiguas y vuelvan a ver la luz aquellas fotos envejecidas o se vuelvan a leer aquellas cartas escritas a mano, se podrán añadir comentarios cargados de orgullo y añoranza a los protagonistas de aquellos documentos”.

La historia

En febrero de 1949, la Guardia Civil detuvo, torturó y posteriormente ejecutó a Francesc Gisbert Prades, marido de una de las propietarias de la masía de la Pastora —a cuatro kilómetros de la Pobla de Benifassà—, tras descubrir su vinculación con los maquis de la zona.  Florencio, que desde 1943 trabajaba para Gisbert y había intercedido para que los guerrilleros entraran en contacto con él, no tuvo alternativa. Se convirtió en uno más de los 600 integrantes de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón.

“Yo prefería morir de un tiro que no de torturas, porque al dueño que tenía yo le mataron y le arrancaron los testículos la Guardia Civil y conforme otros que, enclavando con cañas debajo las uñas, los dejaron deshechos, yo por quedarme así prefería morir de un tiro, por esto me metí en guerrillas”, explicaba años más tarde el propio Florencio en un documental.

“Este libro es de miles de Pastoras que están por todas partes. De mil silencios. Quiero que sirva de espejo para muchas historias, para alentar a esa gente que tiene ganas de hablar, pero les da miedo”

La historia de Florencio Pla Meseguer es, en palabras de Elena Solanas, la “historia de la Pastora que hay en todas las casas”. “Este libro es de miles de Pastoras que están por todas partes. De mil silencios. Quiero que sirva de espejo para muchas historias, para alentar a esa gente que tiene ganas de hablar, pero les da miedo, no saben por dónde ir, piensan que lo suyo es ridículo o les da vergüenza”, reivindica.

Casi a diario, recibe llamadas de personas que, tras saludarla, le pasan el teléfono a sus padres. Solanas se emociona al relatar que muchos de ellos solo son capaces de darle las gracias. Aquellos que encuentran las palabras le piden que continúe luchando: “Me dicen que soy su voz; que no me deje acobardar; que si alguien me dice que lo que cuento es mentira, no es verdad porque ellos lo vivieron”.

Solanas menciona un caso concreto. El día anterior en que atiende a El Salto por videollamada, le llamó una mujer. “Sigue adelante —le animó—. Yo había dejado de buscar a mi abuelo, porque veía que era inútil, y me has dado fuerzas para no desfallecer». Para ella, “este es el hito de este libro: que esta mujer seguirá buscando a su abuelo”, que, todos aquellos familiares de víctimas de la multitud de herramientas represivas del franquismo, “serán retornados al sitio que les corresponde”. La misma historia que los convirtió en monstruos les devolverá la condición de “personas que se enfrentaron a un momento duro y extraordinario de nuestro pasado reciente”. “Que no gane el silencio y el miedo”, sentencia.

Una malformación genital congénita y el deseo de sus padres de evitarle el servicio militar, por el temor instaurado tras las tragedias de las guerras de Cuba y Marruecos, determinaron que fuera bautizado como mujer

Un monstruo fabricado

Florencio Pla Meseguer nació el 1 de febrero de 1917 en el mas de la Pallisa, en el término municipal de Vallibona, con el nombre de Teresa. Una malformación genital congénita y el deseo de sus padres de evitarle el servicio militar, por el temor instaurado tras las tragedias de las guerras de Cuba y Marruecos, determinaron que fuera bautizado como mujer. Condenado a una identidad de género que no era la suya, Florencio aprovechó su adhesión a la guerrilla para cortarse el pelo, adoptar vestimenta masculina y hacerse llamar con el sobrenombre de Durruti.

Sin embargo, poco antes de convertirse en maqui, fue víctima de la crueldad de un grupo de guardias civiles, con el teniente Mangas a la cabeza. Tras acorralarlo en el mas de la Pastora, lo obligaron a mostrarles sus genitales. “Tenían curiosidad por saber cómo una pastora era mitad hombre y mitad mujer. Yo les había vendido zorzales, a los somatenes, y ellos contaron mi anomalía a la guardia civil. El teniente Mangas hizo caso omiso de todas las reglas y me hizo desnudar, hasta que saciaron su curiosidad. Y cuando acabaron, me dijeron: ‘Bueno, a hacer bondad’. Y sentí mucha rabia, mucha impotencia”, relataba Florencio la humillación en una entrevista en El Temps.

Por su parte y desde sus inicios, la lucha de Elena Solanas sobrepasó la mera investigación histórica para convertirse en una batalla a ultranza para “curar una herida abierta” y dignificar la figura de Florencio Pla Meseguer. Para humanizarlo. Para contrarrestar el relato que, con el semanario Por qué y El Caso como insignes propagadores de falsedades, construyó el personaje de la cruel, criminal y monstruosa Pastora, “con rasgos hombrunos” y mujer con una “patológica sed de crímenes”. Para callar, de una vez por todas, a todos aquellos que gritaron “¡Viva la Guardia Civil, que ha atrapado a la Pastora, mujer de bajos instintos, fea, mala y pecadora!”.

“No se puede quedar el relato franquista sobre él que se amplificó durante los años sesenta en medios como El Caso e Interviú en que lo describían como una mujer lésbica cruel, monstruosa. Como un criminal”

Solanas pugna por erradicar el discurso que “lo trató despóticamente como hermafrodita” y “poner fin a la morbosidad que eso comporta”. “Se han dicho muchas mentiras sobre él. No puede ser que de las falacias hagan una realidad que no es. Es mentira que la familia lo rechazó o que su madre lo hizo trabajar con las ovejas para evitar que fuera apaleado por sus dos hermanas. No se puede quedar el relato franquista sobre él que se amplificó durante los años sesenta en medios como El Caso e Interviú en que lo describían como una mujer lésbica cruel, monstruosa. Como un criminal (…). Qué crueldad y cuántas mentiras que ha impuesto el poder. Ni Teresa, ni Teresot, ni Tereseta, ni el terror del Caro. Ya está bien”, denuncia.

Recuperar su figura

En 1960, Florencio fue detenido en Andorra, donde sobrevivía desde 1956 como pastor y dedicado a la compraventa de tabaco. Fue trasladado por la Guardia Civil a la Seu d’Urgell para ser interrogado y, veinte días después, ingresó en la prisión de Lleida y, posteriormente, en la de Tarragona. Finalmente, el 30 de mayo de ese mismo año, lo encerraron a la prisión celular de mujeres de València.

Tras ser sometido a dos consejos de guerra, en Tarragona y València, fue condenado a dos penas de 25 años de prisión por los atracos de l’Ametleral de Paüls y els Reguers, en el primero, y a pena de muerte en el segundo, acusado sin pruebas de 29 asesinatos en las provincias de Castellón y Teruel. Esta última sentencia fue conmutada por 30 años de prisión.

Las garras de la persecución y la represión de la que fue víctima Florencio alcanzaron sin remedio a su familia. Una de sus hermanas, Vicenta Pla Meseguer, fue acusada junto a su marido, Juan José Roig Nadal, de recibir y ocultar en su domicilio “en tres ocasiones distintas” durante diciembre de 1948 a unos bandoleros acompañados por Florencio. A pesar de que años después se demostró la falsedad de estas acusaciones, la falta de pruebas no impidió que fueran condenados a dos años, tres meses y quince días de prisión.

La misma noche que detuvieron a la hermana de Florencio, la Guardia Civil interrogó a su hija de 10 años, que no es otra que la madre de Elena Solanas. Sentada durante toda la noche en una silla en el comedor de casa del alcalde de Castell, por quien habían sido denunciados sus padres, las únicas palabras que los agentes obtuvieron de aquella niña fueron un valiente “no lo sé” repetido hasta quedarse sin aliento.

“Se ha dicho que la familia no queríamos saber nada de él, que lo habíamos repudiado”, se entristece Solanas, pero no tarda en corregir que estas afirmaciones son “absolutamente falsas”

“Se ha dicho que la familia no queríamos saber nada de él, que lo habíamos repudiado”, se entristece Solanas, pero no tarda en corregir que estas afirmaciones son “absolutamente falsas” y han sido formuladas por personas “con pocas ganas de conocer la verdadera historia”, “ansias de protagonismo” y una particular obsesión por “seguir usando las falacias para el interés propio”.

Cuando la sobrina de Florencio comenzó su lucha por dignificar a los protagonistas de su árbol genealógico, nunca antes se había escuchado su versión. Nadie se había preocupado por conocer a la familia de Florencio. Lamenta que están “acostumbrados a recibir”, a sentirse “muy atacados y agredidos”, pero la publicación del libro ha servido para “comenzar a vivir con un poco más de tranquilidad”. “Ya nadie me cuestiona”, celebra su victoria.

Florencio pasó 17 años de su vida en la cárcel, hasta que en julio de 1977 le fue concedido el indulto. Fijó su residencia en Olocau, en la casa de un funcionario de prisiones con quien había forjado una gran amistad. El 1 de enero de 2004 su muerte fue inscrita con el nombre de Florencio Pla Meseguer, pues en la década de los 70 realizó los trámites pertinentes para cambiar su nombre y que se le reconociera legalmente su identidad masculina. 

Dicen que murió feliz, sereno, tranquilo.

Tras abandonar la prisión, Florencio no volvió a ver a su familia. Consciente de su sufrimiento a causa del relato criminalizador construido por la prensa de la época y, para intentar protegerlos, tomó la decisión de evitar cualquier tipo de contacto y pasar desapercibido.

Elena Solanas nunca conoció a su tío. Comenzó a buscar retales de su biografía pensando que había fallecido en 1990. La rabia y la tristeza se apoderan de ella al explicar que la primera pista de su investigación la llevó a descubrir que Florencio había muerto en 2004, precisamente el mismo año que comenzó a trabajar para desvelar su historia. “Cuando supe que nos habían mentido, que nos habían hecho creer que mi tío estaba muerto, sentí, muy metafóricamente, que me arrancaron mi corazón. Se me quedó un dolor. ¿Sabes cuando te dan un puñetazo en el estómago?”, rememora.

Le habían robado su historia. Parte de su identidad. Tenía que recuperarla. Y, aunque Elena Solanas nunca conoció personalmente a Florencio Pla Meseguer, no duda ni un instante qué le diría si lo tuviera delante: “Que le quiero y que estoy muy orgullosa de él, por cómo era, por buena persona, por luchador. Que soy quien soy porque vengo de donde vengo”.

Memoria histórica
Trencar el silenci, desmuntar el mite, dignificar Florencio

Elena Solanas recupera la història robada del seu oncle, Florencio Pla Meseguer, l'últim maqui del País Valencià, popularment conegut com La Pastora, qui va ser víctima del relat criminalitzador del franquisme que va utilitzar la seua malformació genital congènita per convertir-lo en un monstre
 Florencio Pla
Florencio Pla, foto cedida por Elena Solanas
30 abr 2023 06:00

Elena Solanas ve d'un silenci antic i molt llarg; d'una família a la qual la por va portar a alçar murs de mutisme, secrets i només algun murmuri al voltant de la misteriosa figura d'un germà de la seua àvia; de la resignació com a única opció que durant anys va condemnar a tres generacions a no saber, a callar, a no preguntar. Al silenci, sempre el maleït silenci.

Han passat 19 anys des que, en 2004, farta de desconéixer la seua història familiar, Elena Solanas va dir ‘basta’ i va començar a picar portes, a buscar, a preguntar. La seua lluita ha anat «prenent forma», però no cessarà fins a poder trencar el silenci que li va robar part de la seua història. Aqueixa és la seua batalla: “Desxifrar l'enigma familiar”, al mateix temps que visibilitza la veritat, fa justícia i situa la figura del seu oncle en el lloc que mereix perquè “la seua memòria perdure per sempre en aquest tros de món”.

Solanas no perd ocasió per a pronunciar el nom complet del seu oncle: Florencio Pla Meseguer. En el seu honor va començar a referir-se a ella mateixa com una “guerrillera de la història, de la veritat, de la memòria” i, com a mostra de no desmereixer en absolut el càrrec autoatorgat i, per descomptat, en honor a Florencio, va escriure Florencio Pla “La Pastora”. La dignitat robada (Sembra Llibres, 2023).

“Florencio es mereixia ser posat al lloc que li pertoca, ser tractat com una persona i no com un mite”, escriu la seua neboda

“Florencio es mereixia ser posat al lloc que li pertoca, ser tractat com una persona i no com un mite”, escriu la seua neboda, que assegura que la seua voluntat no és una altra que “llançar una mica de llum sobre l'ocorregut, enviar el missatge de que no podem callar, projectar per fi que Florencio Pla Meseguer era una persona; una persona que es va veure involucrada en ser maqui, ser mite, ser personatge, ser l'home del sac”.

Florencio Pla Meseguer és un entre tants amb una història silenciada per contar. Últim maqui del País Valencià, popularment conegut com “La Pastora”, va ser una entre tantes víctimes del franquisme; un entre tants supervivents de l'Espanya “més negra i fosca”. No va ser un criminal. Encara que tampoc va ser un heroi. Va ser, en paraules de l'historiador Raül González Devís, “un veritable supervivent, una persona que resistí a la incomprensió, a l'aparell repressiu, als anys de soledat, a la presó i, fins i tot, al relat oficial i mediàtic”.

Reconeix Elena Solanas que, quan va començar a investigar sobre la biografia del seu oncle, estava “súper preparada” per descobrir la vida d'un criminal. Al cap i a la fi, així ho havien descrit els pocs que presumien de ser portadors d'una veritat que, amb els anys, s'ha demostrat absurdament falsa. “No m'he trobat ningú que me’n digui una paraula lletja”, insisteix una vegada i una altra la seua neboda, que somriu en contar que els qui ho van conéixer coincideixen en recordar-ho com una “bona persona, noble, treballador, una mica tímid”, que en alguns moments de la seua vida es va veure atrapat en una profunda soledat.

A Solanas li feia “por” que les generacions que la succeïren oblidaren la seua lluita per reconstruir els passos de Florencio. Que el seu esforç s'esvaïra en un “vam tindre una tieta que buscava alguna cosa d'un avantpassat”. Que, de nou, la vertadera cara del seu oncle quedés relegada a la negror. La seua idea, conta, era “deixar un testimoniatge escrit a la família del recorregut i què s'havia aconseguit”.

Tan sols unes pàgines que donaren compte del seu llegat familiar. La seua participació en el documental No s’apaguen els estreles i la intervenció de Xavi Sarrià van convertir una desena de pàgines en un llibre: “Elena, crec que aquesta història hauria de veure la llum, crec que és molt important el que estàs fent”, la va animar el cantant i escriptor. Uns deu dies després, va acabar el manuscrit en el qual encaixaven gran part de les peces del seu particular “puzle”, que va haver de “reconstruir peça a peça amb retalls de records i converses” que guardava en el cor des que era xicoteta. Sembra Llibre va donar l’”ok” i Florencio Pla “La Pastora”. La dignitat robada va començar a convertir-se en realitat.

“La memòria històrica necessita dignitat”, defensa l'autora de Florencio Pla “La Pastora”. La dignitat robada. I, després de posar negre sobre blanc la història robada de la seua família, el triomf aconseguit és digne de celebració: “Quan a casa s’espolsin els àlbums de fotografies antigues i tornin a veure la llum aquelles fotos envellides o es tornin a llegir aquelles cartes escrites a mà, es podran afegir comentaris carregats d'orgull i enyorança als protagonistes d'aquells documents”.

La història

Al febrer de 1949, la Guàrdia Civil va detindre, va torturar i posteriorment va executar a Francesc Gisbert Prades, marit d'una de les propietàries de la masia de la Pastora –a quatre quilòmetres de la Pobla de Benifassà–, després de descobrir la seua vinculació amb els maquis de la zona. Florencio, que des de 1943 treballava per a Gisbert i havia intercedit perquè els guerrillers entraren en contacte amb ell, no va tindre alternativa. Es va convertir en un més dels 600 integrants de l'Agrupació Guerrillera de Llevant i Aragó.

“Jo preferia morir d'un tir que no de tortures, perquè a l'amo que tenia jo el mataren i li arrancaren els testicles la Guàrdia Civil i conforme altres que, enclavant amb canyes davall les ungles, els van deixar desfets, jo per quedar-me així preferia morir d'un tir, per això em vaig ficar en guerrilles”, explicava anys més tard el propi Florencio a un documental.

La història de Florencio Pla Meseguer és, en paraules d'Elena Solanas, la “història de la Pastora que hi ha en totes les cases”. “Aquest llibre és de mils de Pastores que estan a tot arreu. De mil silencis. Vull que serveixi de mirall per moltes històries, per encoratjar a aquella gent que té ganes de parlar, però els fa por, no saben per on anar, pensen que lo seu és ridícul o els fa vergonya”, reivindica.

Quasi diàriament, rep telefonades de persones que, després de saludar-la, li passen el telèfon als seus pares. Solanas s'emociona en relatar que molts d'ells només són capaços de donar-li les gràcies. Aquells que troben les paraules li demanen que continue lluitant: “Em diuen que soc la seua veu; que no em deixi acovardir; que si algú em diu que el que conte és mentida, no és veritat perquè ells ho han viscut”.

Solanas esmenta un cas concret. El dia anterior en què atén El Salto per videotrucada, li va cridar una dona. “Segueix endavant –li va animar–. Jo havia deixat de buscar al meu avi, perquè veia que era inútil, i m'has donat forces per no defallir”. Per a ella, “aquesta és la fita d'aquest llibre: que aquesta noia seguirà buscant al seu avi”, que, tots aquells familiars de víctimes de la multitud d'eines repressives del franquisme, “seran retornats al lloc que els pertoca”. La mateixa història que els va convertir en monstres els tornarà la condició de “persones que es van enfrontar a un moment dur i extraordinari del nostre passat recent”. “Que no guanyi el silenci i la por”, sentencia.

Un monstre fabricat

Florencio Pla Meseguer va nàixer l'1 de febrer de 1917 al mas de la Pallisa, al terme municipal de Vallibona, amb el nom de Teresa. Una malformació genital congènita i el desig dels seus pares d'evitar-li el servei militar, pel temor instaurat després de les tragèdies de les guerres de Cuba i el Marroc, determinaren que fora batejat com a dona. Condemnat a una identitat de gènere que no era la seua, Florencio va aprofitar la seua adhesió a la guerrilla per a tallar-se els cabells, adoptar vestimenta masculina i fer-se anomenar amb el sobrenom de Durruti.

No obstant això, poc abans de convertir-se en maqui, va ser víctima de la crueltat d'un grup de guàrdies civils, amb el tinent Mangas al capdavant. Després d'acorralar-ho al mas de la Pastora, l’obligaren a mostrar-los els seus genitals. “Tenien curiositat per saber com una pastora era meitat home i meitat dona. Jo els havia venut tords, als sometents, i ells van comptar la meua anomalia a la guàrdia civil. El tinent Mangas va fer cas omís de totes les regles i em van fer despullar, fins que van assaciar la seua curiositat. I quan van acabar, em van dir: ‘Bueno, a hacer bondad’. I vaig sentir molta ràbia, molta impotència”, relatava Florencio la humiliació a una entrevista a El Temps.

Des dels seus inicis, la lluita d'Elena Solanas va sobrepassar la mera investigació històrica per convertir-se en una batalla a ultrança per “curar una ferida oberta” i dignificar la figura de Florencio Pla Meseguer. Per humanitzar-ho. Per contrarestar el relat que, amb el setmanari Per què i El Caso com a insignes propagadors de falsedats, va construir el personatge de la cruel, criminal i monstruosa Pastora, “con rasgos hombrunos” i dona amb una “patológica sed de crímenes”. Per callar, d'una vegada per sempre, a tots aquells que van cridar “¡Viva la Guardia Civil, que ha atrapado a la Pastora, mujer de bajos instintos, fea, mala y pecadora!”.

Solanas pugna per erradicar el discurs que “el tractà despòticament com a hermafrodita” i “posar fi a la morbositat que això comporta”. “S'han dit moltes mentides sobre ell. No pot ser que de les fal·làcies en facin una realitat que no és. És mentida que la família el va rebutjar o que la mare el va fer treballar amb les ovelles per evitar que fos apallissat per les seves dues germanes. No es pot quedar el relat franquista sobre ell que es va amplificar durant els anys seixanta en mitjans com El Caso i Interviú en què el descrivien com una dona lèsbica cruel, monstruosa. Com un criminal (…). Quina crueltat i quantes mentides que ha imposat el poder. Ni Teresa, ni Teresot, ni Tereseta, ni el terror del Caro. Ja n’hi ha prou”, denuncia.

Recuperar la seua figura

L’any 1960, Florencio va ser detingut a Andorra, on sobrevivia des de 1956 com a pastor i dedicat a la compravenda de tabac. Va ser traslladat per la Guàrdia Civil a la Seu d'Urgell per ser interrogat i, vint dies després, va ingressar a la presó de Lleida i, posteriorment, a la de Tarragona. Finalment, el 30 de maig d'aqueix mateix any, el van tancar a la presó cel·lular de dones de València.

Després de ser sotmés a dos consells de guerra, a Tarragona i València, va ser condemnat a dues penes de 25 anys de presó pels atracaments de l’Ametleral de Paüls i els Reguers, en el primer, i a pena de mort en el segon, acusat sense proves de 29 assassinats a les províncies de Castelló i Terol. Aquesta última sentència va ser commutada per 30 anys de presó.

Les arpes de la persecució i la repressió de què va ser víctima Florencio van atrapar sense remei la seua família. Una de les seues germanes, Vicenta Pla Meseguer, va ser acusada al costat del seu marit, Juan José Roig Nadal, de rebre i ocultar al seu domicili “en tres ocasions diferents” durant desembre de 1948 a uns bandolers acompanyats per Florencio. Malgrat que anys després es va demostrar la falsedat d'aquestes acusacions, la falta de proves no va impedir que foren condemnats a dos anys, tres mesos  i quinze dies de presó.

La mateixa nit que van detindre a la germana de Florencio, la Guàrdia Civil va interrogar la seua filla de 10 anys, que no és una altra que la mare d'Elena Solanas. Asseguda durant tota la nit a una cadira al menjador de casa de l'alcalde de Castell, per qui havien estat denunciats els seus pares, les úniques paraules que els agents van obtindre d'aquella xiqueta van ser un valent “no ho sé” repetit fins a quedar-se sense alé.

“S'ha dit que la família no volíem saber res d'ell, que ho havíem repudiat”, s'entristeix Solanas, però no tarda a corregir que aquestes afirmacions són “absolutament falses” i han sigut formulades per persones “amb poques ganes de conèixer-ne la veritable història”, “ànsies de protagonisme” i una particular obsessió per “continuar usant les fal·làcies per interès propi”.

Quan la neboda de Florencio va començar la seua lluita per dignificar als protagonistes del seu arbre genealògic, mai abans s'havia escoltat la seua versió. Ningú s'havia preocupat per conèixer la família de Florencio. Lamenta que estan “acostumats a rebre”, a sentir-se “molt atacats i agredits”, però la publicació del llibre ha servit per a “començar a viure amb una mica més de tranquil·litat”. “Ja ningú em qüestiona”, celebra la seua victòria.

Florencio va passar 17 anys de la seua vida a la presó, fins que al juliol de 1977 li va ser concedit l'indult. Va fixar la seua residència a Olocau, a la casa d'un funcionari de presons amb qui havia forjat una gran amistat. L'1 de gener de 2004 la seua mort va ser inscrita amb el nom de Florencio Pla Meseguer, perquè en la dècada dels 70 va realitzar els tràmits pertinents per a canviar el seu nom i que se'l reconeguera legalment la seua identitat masculina.

Diuen que va morir feliç, seré, tranquil.

Després d'abandonar la presó, Florencio no va tornar a veure la seua família. Conscient del seu sofriment a causa del relat criminalitzador construït per la premsa de l'època i, per intentar protegir-los, va prendre la decisió d'evitar qualsevol tipus de contacte i passar desapercebut.

Elena Solanas mai va conéixer el seu oncle. Va començar a buscar retalls de la seua biografia pensant que havia mort a 1990. La ràbia i la tristesa s'apoderen d'ella quan explica que la primera pista de la seua investigació la va portar a descobrir que Florencio havia mort al 2004, precisament el mateix any que va començar a treballar per revelar la seua història. “Quan vaig saber que ens havien mentit, que ens havien fet creure que mon tio estava mort, vaig sentir, molt metafòricament, que em van arrancar el meu cor. Se'm va quedar un dolor. Saps quan et donin una cop de puny en l'estómac?”, rememora.

Li havien furtat la seua història. Part de la seua identitat. Havia de recuperar-la. I, encara que Elena Solanas mai va conéixer personalment a Florencio Pla Meseguer, no dubta ni un instant què li diria si el tinguera davant: “Que l’estimo i que estic molt orgullosa d'ell, per com era, per bona persona, per lluitador. Que soc qui soc perquè vinc d'on vinc”.

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En su nuevo artefacto, situado entre la literatura y la investigación histórica, Servando Rocha cartografía espacios de Madrid donde se registraron experiencias insólitas que han permanecido en el olvido durante mucho tiempo.
Hodei Alcantara
Hodei Alcantara
30/4/2023 16:59

Durísimas historias que ojalá fueran una pesadilla... Pero en la España del olvido y la impunidad, dónde no se ha hecho justicia con los criminales franquistas ni subido al altar de héroes por la libertad a tod@s los que lucharon por la justicia social, que podemos esperar.

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