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Memoria histórica
Comienzan las exhumaciones en el último escenario de la guerra civil
A tan solo unos metros de distancia del agujero abierto que recuerda el lugar donde fue arrojado el cuerpo de José Antonio Primo de Rivera antes de su traslado al Valle de los Caídos comenzaron, el pasado lunes, los trabajos de exhumación en la fosa X, que alberga los cuerpos de once personas asesinadas por el franquismo en 1940. Es la primera vez que el cementerio de Alicante registra una actuación de este tipo para recuperar los restos de los fusilados después de la guerra. Han tenido que pasar 46 años desde la muerte del dictador para que la ciudad empiece a sacar a los represaliados y resarcir la memoria de sus familiares.
Y es que la provincia de Alicante es un lugar de especial significación en lo relativo a la historia de la Guerra Civil y la posterior represión ejercida por el bando vencedor. Siendo la última provincia leal a la República y última sede de su Gobierno, al finalizar la guerra falangistas y Ejército iniciaron una persecución contra todo aquel sospechoso de apoyar a la República o pertenecer al movimiento obrero. Los que no pudieron huir por mar en el Stanbrook acabaron en la prisión de Benalúa o en el campo de concentración de Albatera, finalizando cientos de ellos sus días fusilados y enterrados en las más de 30 fosas comunes que se han contabilizado en el camposanto alicantino.
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El campo de concentración franquista de Albatera muestra sus primeros vestigios del horror de la posguerra
Fue a partir de 2017, con el mapa de fosas elaborado por la Generalitat Valenciana, que empezaron los trabajos para hallar los lugares donde fueron enterrados los represaliados por el franquismo en la provincia, con el cementerio de Alicante como unos de los enclaves que más fusilados enterró de todas las comarcas colindantes. Desde la elaboración de ese mapa, entre la Generalitat y la Diputación de Valencia han sufragado trabajos de exhumación de fosas en los cementerios de Castellón y Paterna, siendo ahora el turno de Alicante, las tres necrópolis que centralizaron la represión en el País Valencià.
El director general de Calidad Democrática, Responsabilidad Social y Fomento del Autogobierno de la Generalitat Valenciana, Iñaki Pérez Rico, estuvo presente en el inicio de los trabajos e indicó que en total se han licitado varias actuaciones por un total de casi 75.000 euros. La de la fosa X tendrá una duración de dos semanas y un presupuesto de 11.000 euros, pero la idea es que sirva de prueba piloto de cara a realizar otras actuaciones de este tipo en el futuro y que “al final de la legislatura gran parte de las fosas comunes tanto de Alicante como de todo el territorio valenciano sean exhumadas”, asegura Pérez Rico.
En cuanto al trabajo de campo, la adjudicataria de la exhumación de la fosa X ha sido la Asociación ArqueoAntro, un colectivo profesional integrado por arqueólogos, antropólogas, forenses y documentalistas que ya han realizado exhumaciones recientemente en Paterna y Castellón. El codirector de la excavación, el arqueólogo Álex Calpe, explica que los cementerios civiles son “zonas de uso continuo”, con lo que fosas comunes de hace más de 80 años pueden estar “afectadas o incluso desaparecidas”.
Memoria histórica
Las huellas de la Guerra
“Lo fundamental estos días es ver a qué profundidad están los restos, ver cómo están los cuerpos, las afecciones posteriores que hay”, detalla Calpe, que especifica que una vez lleguen al nivel de los huesos tendrán que ver “si hay restos que no tienen que ver con la represión encima o si está la fosa intacta”. Tras los primeros golpes de pico en el perímetro de la fosa comenzaron a surgir canalizaciones de riego y bloques de argamasa fruto de los cambios que ha sufrido el terreno desde entonces, pero Calpe destaca que los primeros centímetros no aportan información y que hay que “esperar al nivel de los huesos”.
Además de los trabajos de excavación, los profesionales de ArqueoAntro también se encargan de tomar las muestras de ADN de los familiares para después cotejarlas con los restos que encuentren a fin de identificarlos. Una de esas familiares es María Ros, hija de José Ros Molina, fusilado en 1940. Según explica María, “sus mismos amigos lo mandaron matar porque no quiso meterse en su partido”, porque su padre “era obrero”, subraya.
A pesar de su avanzada edad y de llevar “un año entero sin salir de casa” por la pandemia de covid-19, María no quiso perderse el inicio de la excavación de la fosa donde se encuentra enterrado su padre. “La noche que lo iban a matar en la madrugada le escribió a sus padres una carta y a mi madre otra”, narraba María sosteniendo en sus manos las dos cartas enmarcadas con la foto de su padre en medio. Su madre le contó el destino que sufrió su padre, y hoy por fin se materializa la esperanza de recuperar sus restos.
María es una de las más de 90 descendientes que integran la Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo en el Cementerio de Alicante, la presidenta del colectivo, María José Pérez, explica que comenzaron siendo “seis familias a finales de septiembre y ahora somos más de 90” y que la repercusión mediática les ayuda a ir sumando más miembros. Pérez también recuerda la importancia de la implicación de los ayuntamientos, pues una de las labores que están impulsando entre los miembros de la asociación es que presenten instancias en sus consistorios para que sean las administraciones locales las que medien al solicitar las subvenciones.
Este es el primer trabajo de exhumación de víctimas del franquismo que se ejecuta en el cementerio de la capital alicantina. Hace cinco meses la empresa de arqueología Drakkar Consultores se hizo con la licitación para exhumar en el cementerio de Orihuela pero no lograron dar con ningún resto de la represión, y lo mismo ocurrió en Monóvar por las mismas fechas: los arqueólogos que realizaron la prospección comprobaron que el terreno donde debía ubicarse la fosa que había documentada había sufrido modificaciones y tampoco se pudo recuperar ningún resto.
Las actuaciones se están llevando a cabo gracias al impulso de las administraciones públicas. En unos meses comenzarán las excavaciones para recuperar lo que quede del campo de concentración de Albatera, en el sur de la provincia. En Alicante capital, entre el Ayuntamiento y la Generalitat en los últimos años se han recuperado y acondicionado para recibir visitas varios refugios de la Guerra Civil. No obstante, el dolor de las familias debía ser prioritario, y ahora se está empezando a recuperar esa parte de la memoria. A pesar del paso del tiempo y de la escasa voluntad de muchas instituciones, décadas después se está desenterrando a las víctimas para que sus familias puedan, por fin, enterrar ese dolor tanto tiempo soportado.