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Medio ambiente
Cáceres: la zona protegida del cerro Arropez en peligro ante el proyecto de un centro budista
La organización ecologista señala que, desde el pasado 25 de agosto de 2020 hasta la actualidad, el proyecto ha aparecido en los medios de comunicación como una idea innovadora, asegurando que será el “mayor centro budista del planeta”, ignorando por completo la circunstancia de que se ubicaría en la zona protegida del cerro Arropez.
Dicha área se encuentra clasificada por el Plan General Municipal (PGM) como Suelo No Urbanizable de Especial Protección de Masas Forestales y dentro de la ZEPA Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes, tratándose de un espacio integrado dentro de la Red de Áreas protegidas de Extremadura con la figura de protección ZIR (Zona de Interés Regional). Además, forma parte también de la Red Ecológica Europea Natura 2000, contando con la designación de ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves).
Derecho a la ciudad
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En el mes de marzo se conoció la modificación que plantea la Junta de Extremadura sobre las zonas ZEPAS en Extremadura, siendo una de ellas la que afecta al llamado Cerro Arropé en Cáceres, elegido para erigir un centro dedicado al budismo. Este espacio está incluido en la ZEPA Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes, una de las más grandes de la región, con unas 70.000 hectáreas. La decisión dejaría a esta zona fuera de la catalogación de área protegida y supondría, de aprobarse en la Unión Europea, un cambio radical para el proyecto que se publicita para el lugar.
En todo momento se está hablando de un terreno de titularidad pública protegida, que se pretende ceder a una fundación de carácter privado. No entiende el colectivo ecologista “por qué no se puede edificar el centro budista en un espacio no protegido y más adecuado y cercano a la ciudad. No se puede cambiar el PGM para encajar este proyecto de titularidad privada y desposeer a la ciudadanía de Cáceres y alrededores del uso presente y futuro de un monte público, porque los perjuicios serían mucho mayores que los beneficios”. Denuncia, también, “los viajes hacia Birmania que representantes de la administración pública han hecho en distintas ocasiones sin conocer aún quién pagó estos viajes, si fueron a cargo de las arcas municipales o no”.
Ecologistas en Acción de Cáceres tiene constancia de que la Fundación Lumbini Garden es un proyecto empresarial que incluye en su web, “además de información sobre líderes espirituales, acceso a ofertas de turismo, pashminas, bebidas energéticas, etc., sin quedar demostrado, por los vídeos de presentación del proyecto, que se trate de una organización sin ánimo de lucro”.
En el mes de marzo se conoció la modificación que plantea la Junta sobre las zonas ZEPAS en Extremadura, siendo una de ellas la que afecta al llamado Cerro Arropé en Cáceres, elegido para erigir un centro dedicado al budismo
En este sentido, recientemente se ha conocido que a la fundación se le transfirieron más de 280.000 euros de dinero público proveniente de los impuestos de la ciudadanía extremeña: “La Consejería de Cultura, Turismo y Deportes ha publicado este viernes en el Diario Oficial de Extremadura (DOE) la resolución de subvenciones directas en materia de turismo del año 2021, entre las que se encuentra una ayuda de 281.229 euros a la Fundación Lumbini Garden, promotora del macro proyecto de templo budista en Cáceres”. Según la publicación del DOE, se trataría de una ayuda para el impulso al turismo cultural para “Actividades y Jornada de Trabajo en Cáceres dentro del proyecto Gran Buddah”.
Ecologistas en Acción de Cáceres informa cómo, de nuevo, se planteó ocupar el cerro con construcciones de carácter móvil, estrategia poco adecuada teniendo en cuenta que se trata de suelo no urbanizable susceptible de entrar en la consideración delictiva del tipo del artículo 319.2 del Código Penal: “Es cierto que el art. 2.1 de la Ley 38/1999, de 5 de noviembre, de Ordenación de la Edificación, alude el carácter permanente de los edificios para definir el proceso de edificación, pero esa exigencia no figura en la Norma 5 del Anexo al Real Decreto 1020/1993, de 25 de junio, que dispone de manera más abierta que tendrán la consideración de construcciones los edificios, cualesquiera que sean los elementos con los que estén construidos, los lugares en los que se hallen emplazados, la clase de suelo en que hayan sido levantados y el uso a que se destinen, incluso cuando por la forma de su construcción sean perfectamente transportables. Una edificación sería toda obra o construcción destinada a albergar personas, bien para servir de morada permanente o transitoria o para otros fines, como, por ejemplo, de centro lúdico”.
Opinión
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Se suma a todo lo anterior la denuncia de que se intenta instalar, entre otros elementos, un Buda de jade en lo alto del cerro Arropez, “obviando así que se trata del mayor robo de recursos naturales de la historia de Birmania en relación a este mineral. Un hecho que constituye un claro abuso de explotación de la Tierra y de los derechos humanos”.
Cabe recordar, en este sentido, que en el manual para líderes de gobiernos locales, uno de los principios de la urbanización sostenible implica, entre otras características, “economías locales dinámicas y competitivas que promuevan un trabajo y medios de subsistencia decentes” (pag. 85), por lo que el colectivo señala que este punto ha sido ignorado por los representantes públicos a la hora de gestionar este proyecto.
Recientemente se ha conocido que a la fundación se le transfirieron más de 280.000 euros de dinero público proveniente de los impuestos de la ciudadanía extremeña
Ecologistas en Acción de Cáceres subraya, también, que la megaestatua de Buda en el centro de una zona ZEPA pretende justificarse con el delirio de una “Extremadura reclamo del turismo mundial” en tiempos de agotamiento y encarecimiento de los combustibles fósiles, afirmando que “si el Ayuntamiento de Cáceres es miembro de la Red Española de Ciudades por el Clima (RECC) desde el 18 de febrero de 2020, no podrá justificar esta situación”.
Ya en octubre de 2016, Ecologistas en Acción de Cáceres planteó que era necesaria la creación de un Cinturón Verde para paliar los efectos de la crisis climática en la ciudad. El colectivo señala que deben tenerse en cuenta los Alcores de Cáceres, donde conviven naturaleza, arte e Historia (Sierra de la Mosca y Sierras de Aguas Vivas, de las que forma parte el cerro Arropez). Estos Alcores necesitarían, en su opinión, “cuidarse y ser parte de ese bosque protector del que las ciudades en transición se rodean para resguardarse y ser freno de las posibles consecuencias negativas del cambio climático, obteniendo recursos cercanos para su ciudadanía, representando un servicio ecosistémico”.
La megaestatua de Buda en el centro de una zona ZEPA pretende justificarse con el delirio de una “Extremadura reclamo del turismo mundial” en tiempos de agotamiento y encarecimiento de los combustibles fósiles
El colectivo ecologista exige que ese Cinturón Verde, “cuidado e incluido en un proyecto mosaico”, debiera contener bosques, espacios agrícolas, ganaderos y de ocio, conllevando una gestión heterogénea del monte, habida cuenta de que, “si ha sido posible en Gata-Hurdes, por qué no en el término municipal de Cáceres; de otro modo se seguiría apostando por el beneficio de unos pocos, con una mirada cortoplacista, en vez de por el bien presente y futuro de la ciudadanía”. Instan, desde el movimiento ambientalista, a leer la Carta de Aalborg, contenida en la RECC, en el apartado I.2 Noción y principios de sostenibilidad, donde se afirma que “la justicia social requiere necesariamente la sostenibilidad económica y la equidad, las cuales necesitan a la vez de la sostenibilidad ambiental. La sostenibilidad ambiental significa, además, del mantenimiento y la preservación del capital natural. Necesita que nuestro ritmo de consumo de recursos materiales, hídricos y energéticos renovables no supere la capacidad de los sistemas naturales para reponerlos, y que el ritmo al que consumimos recursos no renovables no supere el ritmo de sustitución por recursos renovables perdurables. La sostenibilidad ambiental conlleva también que el ritmo de emisión de contaminantes no supere la capacidad del aire, del agua y del suelo para absorberlos y procesarlos. La sostenibilidad ambiental implica además el mantenimiento de la diversidad biológica, la salud humana, la calidad del aire, del agua y del suelo a unos niveles que sean suficientes para preservar para siempre la vida y el bienestar de la humanidad, así como también de la flora y de la fauna”.
Atendiendo a todo lo aprobado y a la citada RECC, Ecologistas en Acción de Cáceres señala “que no se pone el mismo empeño en renaturalizar la Ribera del Marco de Cáceres con sus huertas, pesqueras y molinos. Que no se apuesta con decisión firme por la declaración de Paisaje Protegido de la Sierra de la Mosca como pulmón de la ciudad. Que al formar parte de la RECC, El Calerizo no está aún registrada, ni reconocida como masa de agua subterránea ocupando una extensión aproximada de unos 14 km2 y tratándose de uno de los acuíferos kársticos mayores de Extremadura que puede almacenar hasta 3 Hm3/año, en años de pluviometría media y con 7 km de longitud”.
Por todo lo anteriormente indicado, y ante la proximidad de elecciones locales, Ecologistas en Acción de Cáceres “exige a las personas candidatas a dichas elecciones que tengan en cuenta aquellos acuerdos que estén incluidos en zonas ZEPAS, ZIR, BIC, etc., evitando así que Cáceres quede en evidencia ante Europa y ante la ciudadanía en los próximos cuatro años”.
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