Galería la guerra de Lviv - 8
La filmoteca de Lviv se ha convertido en un punto de instrucción en armamento, en las pausas la gente puede entrar a ver películas gratis. Edu León

Guerra en Ucrania
El antiimperialismo ingenuo y el 'westsplaining' que indignan a la Europa Central y Oriental

La izquierda polaca denuncia la guerra como una agresión de una potencia mundial a un vecino más vulnerable. Por desgracia, muchos de nuestros teóricos aliados en la izquierda occidental no comparten este punto de vista, lo cual ha causado bastante indignación en Europa Central y Oriental.
16 mar 2022 06:00

Llevamos ya más de dos semanas de terribles noticias desde Ucrania, que sufre una despiadada agresión rusa desde el sur, el norte y el este. La invasión tomó a mucha gente por sorpresa, a pesar de que la concentración del ejército ruso en la frontera con Ucrania había sido detectada el año pasado y hacía varias semanas leíamos y oíamos advertencias sobre el inminente ataque. Era difícil de creer que Putin optaría por la vía militar pero al final el déspota del Kremlin dio la fatídica orden a sus tropas. Ante esta invasión absolutamente injustificable la respuesta a nivel mundial ha sido mayoritariamente condenatoria, sobre todo en Europa y los países “anglosajones” fuera de ella, pero también hay voces discordantes y no necesariamente desde la derecha política.

En mi Polonia natal mantenemos un vínculo muy estrecho con Ucrania y nos solidarizamos con nuestros vecinos en estas horas aciagas independientemente de la ideología que mueve a cada uno. Tal vez solo la extrema derecha guarda un incómodo silencio, mientras que desde la izquierda lo tenemos muy claro: el pueblo ucraniano está sufriendo por culpa de las ambiciones imperialistas de Putin y tenemos que estar a su lado. Los partidos de izquierdas como Razem, los entornos anarquistas y LGTBI: todos están ayudando en lo que consideramos una lucha contra una agresión repugnante de una potencia mundial a un vecino más vulnerable. Por desgracia, muchos de nuestros teóricos aliados en la izquierda occidental no comparten este punto de vista, lo cual ha causado bastante indignación en Europa Central y Oriental.

Desafortunadamente las opiniones de una buena parte de la izquierda occidental (incluida la española, catalana y latinoamericana) y las declaraciones de varios de sus referentes intelectuales no están en sintonía con la condena incondicional de la invasión

Hace diez años que vivo en Barcelona, pero es la primera vez que tengo la impresión de estar en un lugar surrealista, alejado de la cruda realidad que viven mis seres queridos a dos mil kilómetros de aquí. El 8 de marzo salí a participar en la marcha feminista con una amiga polaca y nos sorprendió una pancarta que leía “Ni Rusia, ni OTAN”, como si la invasión de Ucrania fuera una pugna de dos imperios y como si los ucranianos y su voluntad no importaran. Hace una semana hablé sobre este tema con unos jóvenes antifascistas que tampoco querían posicionarse al considerar que era un conflicto entre dos bandos igualmente malvados. Unos días más tarde leí “OTAN dissolució” escrito en un muro de mi barrio, como si la culpa de la invasión fuera de la OTAN y no de Putin y la cúpula del Kremlin. En las redes sociales leo muchos comentarios de personas españolas y latinoamericanas que idealizan la lucha por la independencia del Donbás y asocian a Ucrania con el neonazismo.

Desafortunadamente las opiniones de una buena parte de la izquierda occidental (incluida la española, catalana y latinoamericana) y las declaraciones de varios de sus referentes intelectuales no están en sintonía con la condena incondicional de la invasión. Autores y activistas tan influyentes como Noam Chomsky, Naomi Klein y Yannis Varufakis han enfocado sus críticas en el expansionismo de la OTAN y el imperialismo de Estados Unidos, obviando la amenaza que supone el imperialismo ruso. Esta postura ha causado indignación en los países que comparten frontera con Rusia y que han sufrido en carne propia las ambiciones territoriales de su vecino, ya que converge peligrosamente con el discurso del Kremlin e ignora cuál es el rol de las izquierdas en este tipo de conflictos que es defender a la parte agredida.

Hay pocas cosas que las izquierdas teman más que ser acusadas de complicidad con el imperialismo. El rechazo de esa ideología es tan grande que últimamente muchos hemos caído en otra trampa: la de buscar tramas expansionistas de la OTAN o de Estados Unidos en todas partes e ignorar o hasta tolerar otros imperialismos, no menos peligrosos que el occidental. Numerosos publicistas de izquierdas de Europa Central y Oriental rechazan claramente la postura de este antiimperialismo ingenuo o quizás cínico (a veces ha sido tildado hasta de idiota) que percibe el mundo como un juego de estrategia entre imperios con esferas de influencia que hay que respetar.

La retórica que apunta hacia la OTAN y Estados Unidos como los culpables de la invasión rusa peca de la arrogancia propia del mismo imperialismo que supuestamente combate, ya que sólo concibe el mundo en función de las acciones del “occidente”

Una de las preguntas recurrentes en este debate plantea el siguiente problema hipotético: “¿Qué haría Estados Unidos si un día Canadá se aliara con Rusia y China económicamente y militarmente?”. Yo no sé qué haría y no lo puede saber nadie pero esto es irrelevante en cuanto a Ucrania: un país independiente que está sufriendo una invasión porque llevaba tiempo alejándose de Rusia y acercándose a sus vecinos occidentales por voluntad propia de sus ciudadanos. Si a alguien este escenario hipotético le parece relevante es que ha asumido las reglas de juego de los imperios como Rusia y Estados Unidos o aún peor: ha aceptado que esto es un juego, obviando las millones de vidas que están en riesgo.

La retórica que apunta hacia la OTAN y Estados Unidos como los culpables de la invasión rusa peca de la arrogancia propia del mismo imperialismo que supuestamente combate, ya que sólo concibe el mundo en función de las acciones del “occidente”. Los antiimperialistas occidentales suelen hacer hincapié en la pertenencia de Ucrania a la esfera de influencia de Rusia al ser una antigua república soviética, como si fuera algo inamovible y como si no importara lo que piensan los ucranianos. Para Putin la caída de la Unión Soviética fue la peor “catástrofe geopolítica” del siglo XX, pero para los países de Europa Central y Oriental fue una oportunidad para ejercer su derecho a la autodeterminación como estados libres. Ignorar los anhelos de los países pequeños para complacer a un imperio es bastante incoherente con las ideas políticas de la izquierda, sobre todo si se declara antiimperialista.

Quizás lo que más indigna a una buena parte de la izquierda en los antiguos países satélites de la Unión Soviética o de sus antiguas repúblicas es justamente la suposición de que Ucrania ha sido manipulada y utilizada por la OTAN y por Estados Unidos. Suponer esto equivale a ignorar la voluntad propia del pueblo ucraniano que, como vemos ahora, tenía razones muy sólidas para querer blindarse de la posible agresión rusa e integrarse en la Unión Europea y la OTAN —te guste o no dicha alianza militar—. Las encuestas en Ucrania lo dejan bastante claro: sus ciudadanos prefieren integrarse en la Unión Europea antes que estrechar lazos con Rusia, a lo que Putin respondió con una invasión. ¿Acaso pensaba que así los ucranianos cambiarán de opinión y aceptarán encantados volver a estar bajo el control ruso?

Esta reducción de Ucrania a un Estado-colchón perteneciente a la esfera de influencias rusa contra su voluntad debería ser absolutamente inaceptable para cualquier izquierdista. Debería primar la voluntad de los ucranianos que, al igual que los polacos, lituanos, letones o estonios, no quieren ser peones en ningún juego entre imperios sino que quieren decidir su futuro libremente y sin miedo. De la misma manera no quieren que nadie interfiera en sus decisiones sobre las alianzas económicas y militares. No hay que olvidar que estos países decidieron entrar en la OTAN para garantizar su defensa. Juzguen ustedes mismas si fue una decisión razonable viendo lo que está ocurriendo en Ucrania.

Ignorar los anhelos de los países pequeños para complacer a un imperio es bastante incoherente con las ideas políticas de la izquierda, sobre todo si se declara antiimperialista

Para los países de Europa Central y Oriental pertenecer a la OTAN es, desgraciadamente, una manera de blindarse contra las ambiciones territoriales del gran hermano ruso. Como ciudadano de Polonia les puedo asegurar que estos días me da alivio saber que mi país pertenece a la organización y no es precisamente por amor a ella. Para los países de nuestra zona es un pacto defensivo ante una amenaza de agresión absolutamente real, confirmada con las acciones de Putin en Ucrania. Es algo que aceptan incluso nuestros partidos de izquierdas como el Razem polaco. Por lo tanto, me gustaría pedirle a la izquierda occidental que deje de aleccionarnos sobre nuestras alianzas y criticarnos por querer garantizar nuestra seguridad. El día que las relaciones con Rusia sean de colaboración y fraternidad en vez de bullying chovinista del vecino más grande podremos hablar, pero por ahora por favor no nos digan que no entremos en o que salgamos de la OTAN porque sus países no están en primera línea de fuego como los nuestros.

No podemos tolerar más que se nos trate como Estados de la esfera de influencia de Rusia, cosa que una buena parte de la izquierda occidental da por sentado, ignorando que llevamos más de tres décadas en el mapa como países independientes y democráticos. Desde la izquierda de Polonia y otros países de la región las declaraciones de Naomi Klein y otros intelectuales occidentales sobre la invasión de Ucrania nos suenan a traición. Varufakis diciendo que Ucrania debería mantenerse neutral es un vergonzoso westsplaining de los privilegiados que no tienen la amenaza en sus fronteras. La propaganda del Kremlin que intenta presentar a Rusia como una fortaleza asediada por sus enemigos ha sido asumida como verdad por esos intelectuales que se limitan a proponer un acuerdo entre los imperios de Washington y Moscú para no provocar más a Putin. El discurso de la fortaleza asediada choca abiertamente con la realidad de una Rusia que intenta imponer su voluntad a los estados vecinos a base de amenazas y chantajes, presumiendo de un ejército poderoso y moderno con armas nucleares a su disposición. La política de apaciguamiento de Putin a costa de los países limítrofes de Rusia me recuerda demasiado a los esfuerzos de Francia y Gran Bretaña con otro dictador para evitar la segunda guerra mundial a toda costa. Ya sabemos cómo acabó aquella estrategia...

Seguramente los antiimperialistas occidentales ven en Rusia un contrapeso al imperialismo occidental y un heredero de la Unión Soviética que despertaba mucha simpatía entre la izquierda en general, a pesar de que era una expresión más del imperialismo ruso que le permitió establecer un dominio absoluto sobre Europa Central y Oriental, los países caucásicos y los estados de Asia Central. Hoy en día Rusia está gobernada por un dictador y es imposible defender sus intereses desde posiciones izquierdistas. Vladimir Putin lleva más de veinte años en el poder, ya sea como presidente o como primer ministro, elegido siempre en elecciones muy controvertidas, con la oposición política real aniquilada a base de detenciones arbitrarias, amenazas y sanciones.

No debemos olvidar a los numerosos activistas, periodistas, antifascistas y políticos de oposición que han sido asesinados, amenazados de muerte o apalizados en la Rusia de Putin. Recordemos que su gobierno ha cerrado varios canales de televisión contrarios a la invasión de Ucrania, ha limitado el acceso a las redes sociales y detiene a los manifestantes que salen a las calles a protestar contra la guerra. Por si la falta de libertad de expresión fuera poco, las políticas del Kremlin son extremadamente conservadoras en materias sociales como los derechos del colectivo LGTBI, discriminado y perseguido en Rusia. Me pregunto si realmente ese es el lado que quieren defender los izquierdistas occidentales en su intento de combatir el imperialismo de Estados Unidos y Europa. ¿De verdad tenemos que elegir entre un imperialismo y otro?

Me gustaría pedirle a la izquierda occidental que deje de aleccionarnos sobre nuestras alianzas y criticarnos por querer garantizar nuestra seguridad. El día que las relaciones con Rusia sean de colaboración y fraternidad en vez de 'bullying' chovinista del vecino más grande podremos hablar

Sin embargo, hay todavía más argumentos que oigo o leo en este debate que me suenan a excusas. Por ejemplo, algunas de las voces disidentes se niegan a participar en la oleada de solidaridad con Ucrania alegando el racismo en la diferencia entre el trato que reciben en las fronteras las personas refugiadas de Ucrania y las personas no blancas procedentes de otros países. No les falta razón a los críticos, ya que hace poco en la frontera polaca con Bielorrusia morían de frío y hambre migrantes sirios, afganos y africanos, víctimas de la cruel indiferencia y racismo institucional de Europa (tanto de la UE como de Bielorrusia y Putin), mientras que hoy aceptamos a cientos de miles de ucranianos con los brazos abiertos. A mí también me indigna muchísimo que valoremos las vidas humanas de formas tan distintas según su procedencia, religión y color de piel. Sin embargo, sería absurdo e injusto no solidarizarse con los ucranianos por este motivo en nombre de la lucha contra el racismo y la xenofobia. Hoy en día los mismos sectores que el año pasado criticaban la Unión Europea y el gobierno de Polonia por su cruel rechazo de los migrantes ayudan a los refugiados que llegan del este. Al final y al cabo deberíamos ayudar a las víctimas de cualquier injusticia.

Para acabar quería responder a algunas de las excusas más absurdas de los que se niegan a posicionarse o directamente defienden la invasión rusa. Por ejemplo, la existencia de un batallón neonazi Azov integrado en el ejército ucraniano. Son unos mil energúmenos que sirven para desacreditar a todo un pueblo de más de cuarenta millones de personas y tacharlos de nazis, incluyendo al presidente Zelenski, de origen judío. Es la misma propaganda que promueve el Kremlin, que lleva varias décadas apoyando a la extrema derecha en su propio país. Otro de los argumentos son las represiones en Ucrania a la población prorrusa, como la masacre de Odesa en 2014 perpetrada por miembros de la extrema derecha ucraniana. Sin duda ha habido reacciones injustificables a la rebelión prorrusa que Putin utilizó para anexionarse Crimea y mandar personal militar a Donetsk y Lugansk. No fue la primera vez que Rusia utilizaba la excusa de proteger a la población rusohablante para aumentar su territorio y amenazar a un país vecino, ya lo hizo en Georgia unos años antes. Es lamentable que se tolere este imperialismo disfrazado de apoyo a minorías amenazadas y justificar una invasión con estos argumentos.

La existencia del batallón neonazi Azov sirve para desacreditar a todo un pueblo de más de cuarenta millones de personas y tacharlos de nazis. Es la misma propaganda que promueve el Kremlin, que lleva varias décadas apoyando a la extrema derecha en su propio país

No cabe ninguna duda de que la invasión rusa a un país independiente cuya soberanía prometió defender en el 1994 firmando el Memorándum de Budapest es una absoluta barbaridad. A diferencia de la declaración verbal de la OTAN de no expandirse hacia el este, ese documento según el que Ucrania entregaba todas las armas nucleares heredadas de la Unión Soviética a cambio de las garantías de seguridad a las que se comprometió Rusia fue un acuerdo formal que Putin rompió enviando sus tropas en el 2014 y ahora. Desde posiciones izquierdistas no se puede tolerar la destrucción y la pérdida de miles de vidas de civiles y militares. Es absolutamente inaceptable que haya casi dos millones de refugiados que ya salió del país y muchos miles que pasan los días escondidos en búnkers y estaciones de metro. Todo esto por las ambiciones enfermas de un líder imperialista y megalómano que ni siquiera reconoce a los ucranianos como una nación soberana.

No hay que tener dudas frente a la siniestra amenaza que representa Putin no sólo para Europa Central y Oriental sino también para la paz y el bienestar en el mundo, incluyendo la propia Rusia. Espero que la invasión de Ucrania contribuya a una nueva conciencia antibélica y antiimperialista transversal que no tolere las ambiciones de Putin en nombre de un mal entendido antiimperialismo occidental. Pero más que nada espero que la izquierda occidental finalmente reconozca la voluntad propia y los derechos de los pueblos de nuestra región, ya que estamos hartos de la amenaza imperialista en nuestras fronteras y de los discursos paternalistas de nuestros teóricos aliados occidentales.

Archivado en: Guerra en Ucrania
Sobre este blog
El blog de luchas sociales a lo largo del planeta, conflictos internacionales y propuestas desde abajo para cambiar el mundo. El Salto no comparte necesariamente las opiniones volcadas en este espacio.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Opinión
Opinión Abolir la guerra y construir la paz
El camino de la construcción de la paz ha sido largamente desarrollado por el pensamiento por la paz. Un pensamiento que ha aspirado a hacer posible la abolición de la guerra.
Armas nucleares
Guerra en Ucrania Putin acusa a Ucrania de lanzar misiles de largo alcance y amenaza con el uso de armas nucleares en represalia
El Gobierno ruso confirma que responderá con misiles nucleares a ataques convencionales y que responsabilizará a los países OTAN de los ataques que pueda sufrir por parte de Ucrania.
Guerra en Ucrania
Guerra en Ucrania El OK al uso de misiles por parte de Biden enciende a Rusia, debilita a Alemania y calienta al trumpismo
Ucrania obtiene del presidente saliente la autorización que buscaba para el uso de misiles con capacidad para incursionar 300 km en Rusia. La gobernanza de la UE celebra la medida, que arroja presión sobre el Gobierno alemán.
Sobre este blog
El blog de luchas sociales a lo largo del planeta, conflictos internacionales y propuestas desde abajo para cambiar el mundo. El Salto no comparte necesariamente las opiniones volcadas en este espacio.
Ver todas las entradas
Genocidio
Genocidio El TPI emite la orden de detención contra Netanyahu y Gallant por crímenes de guerra
La Sala de Cuestiones Preliminares del TPI rechaza las impugnaciones de competencia formuladas por el Estado de Israel y emite órdenes de arresto contra Benjamin Netanyahu y Yoav Gallant.
COP29
Cumbre del clima La COP29 encara su última jornada con un final agónico sin acuerdo en los temas clave
Los borradores de los textos de negociación sobre la mesa quedan muy lejos de un acuerdo sobre financiación climática en línea con las necesidades para que el planeta no rebase los 1,5ºC de calentamiento medio.
Crisis climática
Informe de Unicef El cambio climático multiplicará por tres la exposición de los niños y niñas a las inundaciones para 2050
Es la proyección que hace Unicef en su informe 'El Estado Mundial de la Infancia 2024'. La exposición a olas de calor extremas será ocho veces mayor para 2050 respecto a la década del 2000. “El futuro de todos los niños y las niñas está en peligro”, advierte la agencia de la ONU.
Barcelona
Derecho a la vivienda El hartazgo por la vivienda impagable se da cita este 23 de noviembre en Barcelona
El amplio movimiento por la vivienda catalán, sindicatos y organizaciones vecinales, sociales y soberanistas demandan soluciones urgentes ante una crisis de vivienda sin solución a la vista
Tribuna
Tribuna Vivienda: es hora de organizarnos
La situación de crisis inmobiliaria nos exige leer el momento para acertar en las batallas que debemos dar ahora, reflexionar sobre los modos de acción colectiva y lograr articular una respuesta política amplia.
Turismo
Opinión Abolir el turismo
VV.AA.
Lleguemos a donde lleguemos, no puede ser que sea más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del turismo.
Comunidad de Madrid
Sanidad Pública Los sindicatos denuncian a la Comunidad de Madrid por exponer a sus sanitarios a “gravísimos” riesgos
Solicitan la mayor indemnización económica pedida contra una administración por no contar con un verdadero plan de prevención de riesgos laborales para atención primaria.
Racismo
Racismo institucional Diallo Sissoko, una víctima más del sistema de acogida a migrantes
La muerte de este ciudadano maliense durante su encierro en el CAED de Alcalá de Henares ha puesto de manifiesto algunas de las deficiencias del sistema de acogida a migrantes en el Estado español.

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Violencia machista
25 de noviembre Con el lema “Juntas, el miedo cambia de bando”, el movimiento feminista llama a organizarse este 25N
En un año en el que ha vuelto al primer plano el debate público sobre la violencia patriarcal sistémica que siguen padeciendo las mujeres, la marcha del 25 de noviembre vuelve a las calles el próximo lunes.
Más noticias
Comunidad de Madrid
Paro del profesorado Nueva jornada de huelga en la educación pública madrileña
Este jueves 21 de noviembre el profesorado se vuelve a levantar contra las políticas del gobierno de Díaz Ayuso, que mantiene paralizadas las negociaciones para mejorar sus condiciones laborales.
València
dana A las 20:11, era tarde
Todavía conservamos el horror de cientos de coches amontonados y arrastrados por la riada. Es por esos millones de turismos y sus emisiones ─aunque no solo─ que vivimos en un planeta que se está calentando demasiado rápido.

Recomendadas

Memoria histórica
Memoria histórica Museo del franquismo, ¿eso dónde está?
España sigue ajena a la proliferación mundial de espacios museísticos dedicados a dictaduras y resistencias democráticas.
València
Dana y vivienda “La crisis de vivienda multiplicada por mil”: la dana evidencia el fracaso de las políticas del PP en València
La dana ha dejado a miles de familias sin hogar. Ante la inacción de las instituciones, han sido las redes familiares las que han asumido el peso de la ayuda. La Generalitat, tras décadas de mala gestión, solo ha podido ofrecer 314 pisos públicos.