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Hace unas semanas, la escritora y especialista en Yemen, Helen Lackner recordaba al público británico que el Gobierno de Boris Johnson había recortado un 60% la ayuda humanitaria enviada a Yemen. Este tijeretazo volverá a ser una sentencia de muerte a miles de yemeníes que, a pesar de la dureza de estos seis años de guerra, nunca han estado peor tal como lleva diciendo meses el Secretario General Adjunto de Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock. La decisión de Johnson parece olvidar que las muertes tienen su causa en el hambre, las enfermedades y la violencia que se financian con las armas que venden nuestros gobiernos a las monarquías absolutistas del Golfo Pérsico.
La medida del Gobierno de Johnson recuerda bastante a la decisión de Trump de dejar de financiar a la Organización Mundial de la Salud, a pesar de que millones de personas dependían de estos fondos para sobrevivir en los países más pobres. Es oportuno tener presente estas dos cosas para evaluar el comportamiento de los países que no han sufrido tan de lleno una oleada reaccionaria. En este sentido, se pretende demostrar la inmoralidad en la que se sustenta la política exterior del actual Gobierno de España, por cierto, el más progresista del Régimen del 78.
El Gobierno no ha destinado ni un euro en ayuda humanitaria a Yemen durante el 2021 pese a que se comprometió gracias a una Proposición no de Ley a considerar hacerlo
A día de hoy, el Gobierno no ha destinado ni un euro en ayuda humanitaria a Yemen durante el 2021. El año pasado ya ocurrió algo parecido, a pesar del deterioro de una enorme crisis humanitaria. Este hecho es más grave aún si tenemos en cuenta que el Gobierno se comprometió gracias a una Proposición no de Ley presentada por Roberto Uriarte, de Unidas Podemos, a considerar el envío de ayuda humanitaria a Yemen. Se ve que el Gobierno lo ha pensado, lo ha meditado, pero ha considerado que la situación no es lo suficientemente grave para que España envíe ayuda humanitaria.
Comparémoslo con la bochornosa decisión de Johnson. A pesar de todo, el Gobierno británico ha enviado a Yemen durante el año 2021 más de 44 millones de dólares. Esta cantidad es varias veces mayor que toda la ayuda que han enviado los gobiernos de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez en solitario y Pedro Sánchez ahora en coalición con Unidas Podemos durante estos años de guerra.
Mientras esta situación no ha sido lo suficientemente grave para actuar, las Naciones Unidas han advertido de que cerca de 50.000 niños están en sus últimas semanas de vida. Además, la crisis humanitaria no da ninguna señal de mejorar en un momento en el que los combates se han vuelto a intensificar en Marib, tras una nueva ofensiva de los hutíes.
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No hay dudas de que es una nueva muestra de crueldad de los hutíes hacia su pueblo, que ya bastante tienen con sufrir el bloqueo y los bombardeos saudíes. El bloqueo sigue significando que estas monarquías absolutistas se encargan de utilizar el hambre como método de guerra. En esta línea, ha habido intentos por el sector progresista del Partido Demócrata, pero los Estados Unidos y esta Europa cómplice sigue sin realizar ningún esfuerzo diplomático para que estas tácticas medievales finalicen. No parece que haya muchas intenciones de hacerlo cuando el propio Departamento de Estado estadounidense le dijera a la CNN que “no hay bloqueo” saudí en el puerto de Hodeida. Una mentira que vuelve a pasar desapercibida por los grandes medios de comunicación.
De igual forma, cabe recordar que el deterioro moral no solo reside en la venta ilegal de armamento ni en la escasa ayuda humanitaria enviada. También es especialmente negligente la política exterior occidental, mostrando de nuevo la destrucción de las políticas imperialistas que desde siempre han asolado a los pueblos de Oriente Próximo. Esto se evidencia en el chantaje continuo de los países del Golfo Pérsico, o la escasa intención de presionar a estos tiranos, a pesar de que Occidente tiene la capacidad de hacerlo y tener éxito. En este sentido, en España preferimos enviar a la ministra de exteriores, Arancha González Laya, para que haga viajes de negocios para reforzar estos lazos.
De la misma manera, la ONU ha actuado de una forma muy cuestionable. La influencia tóxica de las grandes potencias occidentales ha dañado aún más la reputación de la ONU al fracasar estrepitosamente durante estos años para conseguir la paz. En la línea de lo que ha comentado Helen Lackner, el fracaso de estas iniciativas de paz tiene que ver con la Resolución 2216 y con la incapacidad de presentar opciones reales que al menos detengan las hostilidades.
Los hutíes han conformado un Gobierno abominable y despreciable pero de ninguna manera justifica la Resolución 2216, que básicamente ha exigido desde el principio la rendición de los hutíes, sin tener en cuenta que este escenario era complemente irreal
No es discutible tampoco que los hutíes han conformado un Gobierno abominable y despreciable en muchos sentidos, que ha mostrado un trato absolutamente humillante hacia las mujeres y que ha llevado a cabo prácticas de guerra que pondría los pelos de punta hasta cualquier belicista. Pero de ninguna manera justifica la Resolución 2216, que básicamente ha exigido desde el principio la rendición de los hutíes, sin tener en cuenta que este escenario era complemente irreal. En 2015 esto era muy cierto, en 2021 lo es mucho más, en la medida que prácticamente los hutíes han ganado la guerra y controlan actualmente dos tercios de la población. Asimismo, esta política negligente ha dado el pretexto perfecto a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos para imponer un bloqueo que desde el principio se proponía matar de hambre y causar un enorme sufrimiento a la población yemení.
Los datos en este sentido son verdaderamente estremecedores. Después de hablar con Jonathan D. Moyer, el director del informe del Pardee Center para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y actualizar los datos del informe famoso de las 233.000 muertes en la guerra de Yemen, estos números son mucho mayores y escalofriantes. Se estima que, a finales de este año, solo las muertes indirectas derivadas del hambre y las enfermedades van a llegar a las 239.000. A día de hoy, si seguimos la misma metodología, deberíamos hablar de que más de 300.00 personas han muerto en la guerra de Yemen.
Si bien la ayuda humanitaria no llega, lo que sí que llega son cantidades inmensas de armamento que reciben los regímenes autoritarios que después cometen crímenes de guerra. El actual Gobierno sigue sin tener ninguna intención por paralizar estos contratos que muy probablemente sirvan para empeorar aún más la situación.
Dice mucho de nuestro tiempo y de nuestra democracia que lo acaecido en Gaza, Ceuta se haya discutido de la forma que conviene a los grandes intereses de nuestras democracias. Por desgracia, esto no ha servido para que se haga un debate sobre esa tendencia a sobornar a dictadores para que conculquen derechos humanos por nosotros, a la vez que se vende masivamente armamento, que, casualmente, beneficia a los grandes grupos empresariales que quedan hipnotizados por las gigantes cantidades de dinero que estos negocios generan.
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También dice mucho del poco ruido que ha generado que el pasado 23 de abril, políticos de diferente signo político pidieron la paralización de la venta de armas a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, al mismo tiempo que se pedía el envío de ayuda humanitaria. Como era de prever, un mes después todo sigue igual. Esta inacción se explica por ese silencio y ese misterio que hacen que no hablemos de Yemen y que de una manera muy conmovedora describió Pablo Elorduy: “la guerra de Yemen es esa pregunta que no nos hacemos y una respuesta que permanece herméticamente sellada”.
El éxito electoral de la derecha el 4 de mayo hace que nos preguntarnos hasta qué punto es posible que se ponga fin al continuo apoyo a los dictadores más despreciables, dado que es cada vez más probable que un discurso más reaccionario ocupe la Moncloa en los siguientes cuatro años. Este avance imparable de la ultraderecha se alimenta también de las decepciones que este Gobierno va dejando a su paso. Es por esta razón que no se entiende su inacción. En cierto sentido, da la sensación de que se prefiere seguir contentado a un puñado de grupos corporativos que a una izquierda desmoralizada que pide a gritos cambios urgentes. Esta urgencia pasa por hacer algo que evite que un niño muera en Yemen cada 12 minutos. La Coalición entre el Partido Socialista y Unidas Podemos debe actuar de inmediato.
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"Por desgracia, esto no ha servido para que se haga un debate sobre esa tendencia a sobornar a dictadores para que conculquen derechos humanos por nosotros, a la vez que se vende masivamente armamento, que, casualmente, beneficia a los grandes grupos empresariales que quedan hipnotizados por las gigantes cantidades de dinero que estos negocios generan".
Que cara mas dura tenéis. El gobierno vende armas y apoya a Arabia Saudita.
Quién tiene cara aquí? Si el artículo va justamente de eso y de que no se envía ayuda humanitaria, cuando la población yemení se muere de hambre
"olvidando". Vendiendo armas y paseándose del brazo de los satrapas Saudíes. Odia al fascismo, pero no en el Salto.