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Memoria histórica
Ochenta años de olvido para ocho mujeres arrojadas al mar en el Cabo Peñas
Pertenecían a la industria conservera de Candás y algunas fueron torturadas por el grupo de falangistas que acabó con su vidas en 1938 por ser familiares de varios republicanos “afectos al Frente Popular”.
Se da la circunstancia, según David Artime (Nortes), de que Joaquín Aramendi (Juaco’l Cho), falangista en su juventud y amigo de uno de los asesinados, ofrece en el documental su propio testimonio. Solo él y su mujer, Julia Álvarez, son los únicos protagonistas del reportaje que vivían en aquellos años. No se cuenta para el film con la presencia de Rosaura Rodríguez, nieta de Rosaura Muñiz y abuela de Artime, que tenía doce años cuando se produjo el asesinato y recuerda con nitidez que acompañó a su madre, Tomasa, al centro de detención para interesarse por su abuela cuando ya se la habían llevado en un camión al Cabo Peñas a las cinco de la mañana.
Acusado Anselmo de esa muerte, la venganza no se dirigió sólo contra él sino contra sus dos hermanos, su madre y una vecina, Rita Fernández Suárez “La Camuña”. Todos fueron detenidos, también Anselmo, en el centro de la Brigada de Investigación y Vigilancia, que se encontraba donde hoy está el Ayuntamiento de Carreño. Rosaura Muñiz González, esposa de Anselmo, llamó asesinos a los falangistas, al tener conocimiento de las torturas infringidas a los detenidos, y esa misma noche también fue arrestada. Fue precisamente un biznieto de Rosaura, José Carlos Álvarez, el primero en hacer público el relato de los hechos en una crómica que publicó en Candás Marinero en 2016.
Ángel López Artime, conocido como Ángel el de Aurea, era otros de los huidos. Trabajaba en la fábrica de conservas Alfageme y era líder sindical de la CNT en Candás. Como medida de presión para dar con su paradero, los falangistas detuvieron a su madre y a sus hermanas: Áurea Artime García, Balbina y Plácida López Artime. Al enterarse de ello, Ángel pidió ayuda al cura de Piedeloro para entregarse en Gijón, pero el sacerdote lo denunció antes, acabando también detenido junto a su madre y sus hermanas.
Al amanecer del 2 de junio de 1938 un camión partió de Candás en dirección al Cabo Peñas, uno de los lugares de la costa asturiana que más impresiona a los visitantes por el abismal espectáculo de sus escarpados acantilados y la impresionante contemplación marina del horizonte. En el vehículo iban ocho mujeres y cinco hombres que serán fusilados y arrojados al mar desde lo alto del promontorio. El mar devolverá los cadáveres de las víctimas a las playas y pedreros del entorno en los días siguientes. La conmoción que esto causa hace que el párroco de Luanco dé cuenta del malestar del vecindario a los responsable de Falange, por lo que -según leemos en la investigación de la ARMH- se pasará del cabo de Peñas al cerro de San Antonio para similar y siniestra ejecutoria.
“La Comandancia Militar de Marina de Gijón ordenó instruir un sumario. Varios médicos, bajo supervisión del juez instructor, presenciaron las exhumaciones y realizaron las autopsias: de las mujeres enterradas en Bañugues, que volverán a ser inhumadas en el mismo lugar así como de la mujer encontrada en Moniello, que posteriormente será enterrada en el cementerio de Luanco. Nada concluyó de estos trabajos. Nada trascendió públicamente sobre aquellas mujeres enterradas sin funerales, sin despedidas, sin nombres”.
La filiación que tenemos de Les Candases es esta: Secunda Rodríguez Fernández. Nació en Candás el 22 de Febrero de 1878. Madre del núcleo conocido como “Los Rondones”. Casada con Emilio Álvarez Rodríguez vivía con este, sus tres hijos Anselmo, José Aser y Guillermo, una hermana, Águeda. Rita Fernández Suárez “Rita la Camuña”. Nació en Candás el 7 de Junio de 1917. Residía en una vivienda familiar sita en la Calle Paraguay, con sus padres y hermanas. Trabajaba como obrera conservera y durante la guerra, junto a José Aser “el Rondón”, se encargó de llevar el Socorro Rojo Internacional a Candás. Rosaura Muñiz González. Nacida en Candás en el año 1880. Vivía en la calle Carlos Albo y trabajaba como obrera en Conservas Alfageme. Estaba casada con Lino Rodríguez Fernández, con quien tuvo seis hijos: Juan, Joaquín, Rosaura, Consuelo, Clementa y Ángeles. Las cuatro hijas militaban en el sindicato CNT y fueron evacuadas antes de caer el frente. Clementa y Consuelo estaban casadas con José Antonio y Anselmo, de la familia de “Los Rondones”. Aurea Artime García. Nacida en Candás en el año 1862. Viuda de Victoriano López, con quien tuvo seis hijos. Madre de Ángel López Artime “Ángel de Áurea”, obrero de Conservas Alfageme y militante del sindicato CNT, fugado y escondido en los montes cercanos a Piedeloro. Balbina López Artime. Nacida en Candás el 2 de Julio de 1903. Hija de Áurea Artime García. Trabajaba como obrera en Conservas Alfagme y militaba en el sindicato CNT. Plácida López Artime. Nacida en Candás el 6 de Mayo de 1905. Hija de Áurea Artime García. Trabajaba como obrera en Conservas Alfagme y militaba en el sindicato CNT. Daría González Pelayo. Nacida en Candás el 1 de Noviembre de 1875. Viuda de Rufino Menéndez con quien tenía tres hijos: Félix, María y Rufino. Sus dos hijos desempeñaron cargos de importancia dentro de la célula local del Partido Comunista. María y Rufino lograron escapar a Cataluña. Félix se encontraba escondido en el momento de la detención de su madre. María Fernández Menéndez “La Papona”. Nacida en Candás el 6 de Octubre de 1891. Mantenía una relación con José Villayón García, con quien tuvo una hija, llamada María del Carmen. Trabajaba como encargada de la fábrica de Conservas Albo y formaba parte del comité de empresa, en representación de UGT.
Desde el otoño de 2018 y a fin de que “Les Candases” contaran con un reconocimiento a su memoria, Aurea, Balbina, Daría, María, Plácida, Rosaura, Rita y Secunda tienen en la ladera de San Antonio una placa con el nombre por el que fueron conocidas, ilustrada con un versos de Miguel Hernández traducidos al asturiano. También debería figurar alguna referencia como recuerdo trágico de su muerte en el Cabo Peñas, junto al del resto de las víctimas, el lugar donde me contaron hace bastantes años su historia cuando sobre la memoria democrática de este país se cernía la noche del miedo y el silencio.
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Revisen el estilo del final del último párrafo, las palabras "por cierto" aportan un aire de desdén, lo cual no será del gusto de los concejales izquierdistas citados, que parecen ser personas conciliadoras.
En Galicia, después de la guerra en la Ria de Muros -Noia ,se dirigían convolles militares con presos y regresaban vacíos mis padres suponían que los embarcarán y ya en la costa los tiraban al mar, esto sucedió en la postguerra a principios de los cuarenta.