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Memoria histórica
En la muerte del "cura Bailo", detenido cuando la dictadura mató a Enrique Ruano
Estaba escribiendo su autobiografía, en la que sin duda no faltaría su versión sobre el falaz suicidio de su amigo al arrojarse por una ventana con una herida producida por un "objeto cilindrocónico".
Nos participa mi estimado profesor el historiador salmantino Ricardo Robledo que ha fallecido José Bailo Ramonde, pocas meses después de la muerte de quien fuera su compañera Irene Castells, excelente profesora de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona y una de las más prestigiosas investigadoras del liberalismo europeo. El cura Bailo, como se le llamaba, fue enterrado anteayer en Tarrasa (Terrassa).
Había nacido a finales de los años veinte del pasado siglo en la localidad gallega de Cedeira. Robledo nos da algún detelle de su biografía como defensor de las libertades frente a la dictadura. Para ello es precisio recordar el "suicidio" del estudiante de quinto curso de Derecho Enrique Ruano Casanova (1969), cuando tenía 21 años de edad. El diario ABC, tal como se recoge en su valiosa hemeroteca, se prestó a difundir -como era obligado para todos los medios- la correspondiente propaganda del régimen acerca del "suicidio" del joven estudiante, según se refleja en la portada de tipografía del periódico correspondiente al 21 de enero. Para ello se aportaba como supuesta documentación las páginas de un supuesto diario personal del joven integrante del Frente de Liberación Popular, diario que en realidad eran los trozos manipulados de una carta que Ruano escribió al psiquiatra Carlos Castilla del Pino y este desmintió cuando se reeabrió judicialmente el caso en 1996: "Publicar aquella carta como diario, suprimiendo la primera hoja, fue una villanía macabra", dijo entonces su destinatario.
En la información de las detenciones publicada en el citado periódico se habla de cuatro comunistas, según la Dirección General de Seguridad, entre los que figura José Bailo. A Enrique y a su novia, María Dolores González, "se les acusaba de haber arrojado en la vía pública propaganda de Comisiones Obreras". Los otros dos detenidos portaban “documentos relacionados con actividades clandestinas de carácter comunista”. José Bailo era un ex sacerdote al que habían encontrado antecedentes por “actividades comunistas en Valencia”. A Abilio Villena le imputaban haber exhibido un retrato de Franco que después fue quemado en la Facultad de Filosofía.
El sindicalista José Luis Úriz recuerda en Peleando a la contra que fue detenido y torturado cuando estudiaba ingeniería de telecomunicaciones en Madrid por el inspector condecorado Antonio González Pacheco, conocido como Billy el Niño. Mientras golpeaba a Úriz, otro policía que participaba en el interrogatorio le dijo al torturador: «Ten cuidado que se te va a ir la mano otra vez y lo vas a matar», y respondió según el relato de Úriz: «No importa, hacemos como con Ruano, lo tiramos por la ventana y decimos que se quería escapar».
La familia del fallecido estudiante consiguió en 1996 una investigación del caso y que se volvieran a analizar los restos mortales del joven. Enrique Ruano tenía una herida en la clavícula y debía certificarse si era resultado de un disparo de un policía. Sin embargo, faltaba un trozo de clavícula, clave para determinar este punto. Los tres policías que vieron por última vez a Ruano con vida fueron imputados por un posible delito de asesinato. El Ministerio Fiscal pidió la absolución de los tres. La Audiencia Provincial de Madrid descartó la hipótesis del suicidio y absolvió a los tres agentes por falta de pruebas ya que tampoco se podía acreditar que la herida fuera de un disparo, según recoge el texto. Lo único que quedaba claro es que la herida de Ruano fue producida por un "objeto cilindrocónico". El voto particular de la magistrada María José De la Vega Llanes, sin embargo, dio por probado que Enrique había recibido un disparo, sin que fuera posible determinar quién de los tres policías utilizó el gatillo. La Administración indemnizó a la familia por las irregularidades del caso. El abogado José María Mohedano afirmó en su día que se sabe que uno de los policías le disparó antes de arrojarle por la ventana del séptimo piso. Posteriormente, serraron el hueso de la clavícula para que no apareciese la bala y falsearon la autopsia.
Del cura Bailo se cuenta, no se si con motivo de esa detención con Ruano o con ocasión de otra anterior en 1962 que le supuso unos cuantos años en la cárcel, que cuando le iban a torturar miró fijamente al agente y le dijo: "El que pusiere la mano sobre un ministro del Señor será excomulgado". Sin duda, como sostiene Robledo, la de este capellán castrense en Sidi Ifni y activista en la Universidad de Valencia, sería una biografía de sumo interés. Se sabe que desde hace treinta años ordenaba material documental y escrito con la intención de elaborar una autobiografía. Habría que tenerlo en cuenta para que no nos faltase la memoria de su lucha ni el testimonio de su valor, porque ni de lo ni de lo otro nos sobra en el presente.
En esas páginas encontraríamos sin duda su valiosísima versión -por más cercana sin duda que ninguna otra, salvo quizá la del torturador condecorado Billy el Niño- del presunto crimen de Estado que acabó hace medio siglo con la joven vida de su amigo Ruano, por cuya muerte se llevó a cabo una manifestación de 2.000 estudiantes en el Arco del Triunfo de Moncloa, en Madrid, violentamente disuelta por la policía, con un total de 30 personas detenidas. Hubo huelgas y movilizaciones en casi todas las Universidades del país.