Madrid
La Sareb ejecuta con violencia el desahucio de dos jóvenes activistas en Carabanchel

Los inquilinos del histórico bloque de Cadete 7 llevaban años negociando, en vano, una regularización a través de contratos de alquiler. Desde el Sindicato de Vivienda de Carabanchel apuntan a que la estrategia actual del ‘banco malo’ es vaciar cuanto antes este y otros pisos de su propiedad para especular con ellos antes su disolución definitiva.
Desahucio Cadete
La calle Cadete, cortada por la policía a las siete de la mañana. Foto: @Rockambolesc0
27 mar 2025 13:22

La estoica resistencia vecinal organizada por el Sindicato de Vivienda de Carabanchel no ha podido frenar este jueves 27 de abril el desalojo del nº 7 de Cadete Julio Llompart (Carabanchel) pese a tratarse del primer intento de desahucio de esta vivienda. Un día antes, las activistas del Sindicato de Vivienda de Tetuán habían paralizado in extremis otra ejecución del mismo banco malo, aunque en este caso la suerte ha sido distinta. Las más de 40 activistas del movimiento de vivienda de Madrid que se han congregado en la puerta del bloque para defender a los inquilinos propiedad de la Sareb no contaban con que la ejecución se desarrollaría “dentro de un marco de ilegalidad y por medio de la violencia de las autoridades”. Pese a que estaba establecido que las fuerzas policiales acudieran a partir de las 11 de la mañana, al conocer que varias activistas habían permanecido desde la madrugada en el inmueble, han irrumpido a las 6 de la mañana para actuar de oficio en tiempo récord.

“Los antidisturbios han llegado de manera inmediata en dos lecheras tras haber acordonado toda la zona y han golpeado a las personas que estaban en el edificio, las han sacado a rastras”

La maniobra policial para expulsar a Miguel de su piso se ha puesto en marcha con una celeridad cada vez más habitual en los desalojos de pisos de la Sareb. Ni siquiera dio tiempo a que pudiera personarse la comitiva judicial en el inmueble para negociar en el último momento. Por tanto, quedaba bloqueada toda posible mediación entre inquilinos y propiedad: “Los antidisturbios han llegado de manera inmediata en dos lecheras tras haber acordonado toda la zona y han golpeado a las personas que estaban en el edificio, las han sacado a rastras”, indica a este medio Darío Cortabitarte, portavoz del sindicato de vivienda de Carabanchel, quien actualmente reside en un bajo del mismo edificio. Su compañera Miren Beriain, también del SV de Carabanchel, sufrió en sus carnes la violencia inusitada con la que la Policía Nacional neutralizó a los sindicalistas: “Nos han pegado, nos han agarrado del pelo, nos han agarrado de los brazos, nos han tirado al suelo, nos han empujado, nos han pegado patadas y en 5 minutos estaban ya dentro, con toda la calle acordonada y la mayoría de nosotros identificados”, cuenta indignada.

Barrios
Carabanchel, el Madrid que resiste al otro lado del río

Asociaciones vecinales de larga trayectoria y movimientos en defensa de la vivienda y los derechos laborales surgidos a raíz del 15M plantan cara en Carabanchel a las realidades de un distrito enorme que se sitúa entre los más vulnerables de la ciudad. La implantación de numerosos talleres de artistas en los últimos años en el polígono ISO es el primer capítulo en la transformación urbana que, se intuye, llama a las puertas del distrito.

Los jóvenes hoy desalojados, que no cuentan de momento con más alternativa habitacional que la que sus compañeros del Sindicato les brindarán solidariamente durante los próximos días, llevaban años intentando regularizar su situación. Al no ser considerados por su edad y situación de salud personas vulnerables tampoco podían acceder a un realojo. Esto sí había ocurrido con otras vecinas afectadas del mismo bloque, cuyas viviendas tampoco disponían de cédula de habitabilidad. Ante la orden por parte del Ministerio de Economía de trasvasar todas las viviendas del banco malo a la empresa pública de vivienda y suelo Sepes, en los últimos meses ha aumentado la presión para que las vecinas salgan cuanto antes de sus pisos.

En este sentido, los activistas perciben una clara “agudización de la ofensiva” desde que el presidente Pedro Sánchez anunció su intención de disolver la Sareb: “Hace unos años, a través de la campaña Plan Sareb se consiguieron negociaciones y se consiguieron mejoras en las condiciones y en los conflictos. Hoy lo que vemos es justo lo contrario. Sareb, ante su aparente disolución en un futuro, está intentando liquidar activos y ejecutar todos los desahucios posibles cuanto antes para mercadear en los barrios más céntricos y rentables”, infiere Cortabitarte. En 2022, en un contexto prácticamente idéntico al de Cadete 7, el bloque de Rascón también en Carabanchel fue desalojado bajo amenazas dado que llevaba años con riesgo de derrumbe sin que el banco malo hubiera intervenido para solventar el problema. Fruto de aquella operación de expulsión forzosa quedó en la calle una madre embarazada con cuatro hijos.

“Sareb, ante su aparente disolución en un futuro, está intentando liquidar activos y ejecutar todos los desahucios posibles cuanto antes para mercadear en los barrios más céntricos y rentables”

Las vecinas de Miguel que, dada su vulnerabilidad certificada, podían acceder a una reubicación se han visto realojadas en pisos en condiciones “deplorables”, casi siempre en territorios muy alejados de Carabanchel como el pueblo de Casarrubuelos , a 30 km del distrito. “Estas vecinas han estado viviendo en unas condiciones completamente desfavorables, que es algo que hace mucho Sareb, no hacerse cargo de los pisos ni de las condiciones de los mismos”, espeta Beriain. Pisos que inicialmente, tal y como remarcan quienes han puesto hoy el cuerpo durante el desahucio, fueron compradas en 2008 con el dinero público para rescatar a los bancos, si bien “a día de hoy se han utilizado sistemáticamente para especular, generar lucro en vez de solucionar el problema habitacional”, protestan. En 2013, tras permanecer durante años en estado de abandono, la PAH de Madrid y el Movimiento de Vivienda habían recuperado por primera vez el bloque para dar techo a seis familias del barrio.

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A escasos días de las movilizaciones estatales del 5 de abril, la organización de Carabanchel destaca que el caso de Miguel es el de tantísimos jóvenes condenados a la exclusión residencial en la capital. De hecho, una de las razones que llevó al Sindicato de Inquilinas a organizarse masivamente contra el rentismo el pasado 13 de octubre fue el impacto de la crisis de la vivienda en las personas de entre veinte y treinta años. En palabras de sus militantes, las políticas de vivienda que solo engrosan los beneficios de grandes propietarios y fondos buitre impiden la emancipación de los jóvenes. Además, obstaculizan su capacidad de desarrollar su propio proyecto de vida de forma autónoma. Como lleva señalando con insistencia el movimiento de vivienda estos últimos meses, cada vez encuentran más dificultades a la hora de abandonar su hogar familiar mientras las condiciones laborales continúan siendo precarias en muchos sectores.

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