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Memoria histórica
Cuando la ultraderecha asesinó a dos hermanas adolescentes, las Rosas de Zamora
A Magdalena Flechoso (17 años), costurera, y a su hermana Angelita (15 años) las mataron por asistir al parecer al entierro de un joven socialista asesinado,
La imagen pertenece a una comitiva fúnebre a orillas del Duero, causa al parecer del asesinato de las Dos rosas de Zamora, a modo de antecedente de las Trece rosas de Madrid (militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas) que un dirigente de la ultraderecha rediviva difamó no hace mucho, y que el presidente del Gobierno en funciones visitó ayer en el cementerio de La Almudena, poco después de su mensaje institucional tras la exhumación de los restos mortales del dictador del Valle de los Caídos. La elocuente "espontaneidad" del gesto antes de los próximos comicios añade obsceno electoralismo al espectáculo bufo de la reinhumación de Franco.
También en Zamora, en efecto, el franquismo asesinó a dos mujeres muy jóvenes, y el motivo, al parecer, fue haber identificado a una de ellas al menos en el entierro celebrado el 26 de mayo de 1936 del joven militante socialista Rafael Ramos Barba, asesinado por quienes desde la ultraderecha de entonces acosaban con la dialéctica de los puños y las pistolas a la joven República. No tenemos constancia de la identidad de las jóvenes que van a la cabeza de la comitiva, pero sí que Magdalena y Angelita, con 17 y 15 años de edad, fueron asesinadas a finales del mes de noviembre de ese año.
Antes y después del entierro del socialista asesinado se cometieron una serie de atentados, según el investigador de Foro por la Memoria de Zamora Eduardo Martín, que se iniciaron el 17 de mayo en Aspariegos (a unos 20 km de Zamora) con la muerte Emilio Rodríguez Ramos, de las Juventudes Socialistas Unificadas. Tres o cuatro días más tarde fue asesinado en Zamora el falangista (antes afiliado a Acción Popular y seminarista) Francisco Gutiérrez Rivero El día 25 mataron en la misma ciudad a Rafael Ramos Barba, también de las JSU, y al término del entierro de éste, el día 26, algunos participantes en el cortejo fúnebre asaltaron la sede (clausurada) de Falange y lincharon a un falangista que se encontraba allí, el albañil Martín Álvarez. El relato transmitido oralmente por los falangistas subraya la presencia de mujeres en este linchamiento. De hecho, una sirvienta asesinada en diciembre fue acusada por sus denunciantes de haber participado en estos incidentes: no en la muerte de Martín Álvarez, sino en las agresiones a otras personas (un cura y un guardia civil retirado).
La de Magdalena y Angelita era una más de las familias modestas que acogieron con esperanza la instauración de la segunda República en España el 14 de abril de 1931. Baltasar Flechoso Blanco, el padre, se crió en el hospicio de Zamora, en el que fue internado a la muerte de su madre, que le había dado sus apellidos al concebirlo siendo soltera. Fue adoptado por una familia de la plaza del Zumacal, en los Barrios Bajos, a la que se refería con cariño. Sus primeros años de casado con Francisca Lorenzo discurrieron en la Plaza del Zumacal, en donde nació la primera de sus hijas, Dolores. Después, como ocurría entonces y ocurrió más tarde, la familia emigró primero a Beasain (Guipúzcoa) y luego a Erandio (Vizcaya). Vascas de nacimiento fueron, por lo tanto, sus otras tres hijas: María, Magdalena y Angelita.
La humedad del norte no debió ser aconsejable para la salud de Baltasar porque en 1924 regresó con los suyos a su ciudad natal, para residir en la Bajada de San Pablo y abrir una fragua en Cortinas de San Miguel. Su esposa Francisca se dedicaba a coser para una sastrería que estaba muy cerca de la Plaza del Mercado, tarea en la que le acompañaban sus hijas. Tanto el matrimonio como las muchachas eran muy aficionados a la natación, acaso por haberse acostumbrado a ese deporte en el País Vasco, por lo que era frecuente que lo practicaran en el Duero, en la zona conocida como Los Tres Árboles. Ángeles Vivas, nieta de Baltasar, recordaba hace años lo bien que nadaba de espalda María y la asistencia de las chicas mayores a los bailes del bosque de Valorio: “Mi tía Magdalena tenía un novio, al que también mataron. Mi tía Angelita era la más niña, estaba más apegada a su madre, a la que adoraba. Se podía pasar las horas lavándola, peinándola, arreglándole las uñas”.
Según las memorias escritas por el capitán Ángel Espías (Guerra civil española. Año 1936. Hechos acaecidos en Zamora y provincia. Memorias de Ángel Espías Bermúdez, en Ebre 38. Revista Internacional de la Guerra Civil (1936-1939), 2 (2004), pp. 61-84), Magdalena y Angelita, de 17 y 15 años respectivamente, se supone que fueron detenidas y fusiladas la noche de 20 de noviembre de 1936. Sostiene Dori Martín Barrios que Angelita es la mujer más joven de las 39 o 40 que fueron asesinadas en la provincia de Zamora durante el periodo más duro de la represión franquista (Políticas de género en el franquismo, libro escrito junto a Eduardo Martín). Y también asegura -al menos en el caso de Magdalena- que el motivo fue hacer de abanderada en una manifestación de las Juventudes Socialistas. No faltaron en Zamora los que pretendieron revestir de leyenda la muerte de las dos hermanas por haber bordado una bandera roja o tricolor, comparándolas con Mariana Pineda.
Otro libro, este de carácter autobiográfico y del que es autora Pilar Fidalgo Carasa (Una joven madre en las prisiones de Franco), nos detalla así el fugaz encarcelamiento de las dos hermanas: "La historia de las hermanas Flechoso no es menos conmovedora. Nos las trajeron un domingo, exactamente el último domingo de noviembre, por la tarde. Una, Angelita, tenía quince años, y la otra, dieciocho. Partía el corazón ver a estas dos pobres criaturas, totalmente ignorantes de la suerte que las esperaba. No pensábamos que habría asesinatos aquella misma noche; generalmente, no venían el domingo a buscar víctimas, y deseábamos convencernos nosotras mismas tanto como deseábamos que la desgracia no golpease a aquellas niñas. Les aconsejamos que descansaran y les preparamos en el suelo una pobre cama hecha con las ropas y los trapos de los que disponíamos. Se durmieron, la una en los brazos de la otra, y por un momento pudimos velar su sueño inocente. Pero hacia las nueve de la noche, los verdugos vinieron a buscarlas. Una de ellas, con la mirada llena de dulzura, parecía, al oír cómo las nombraban, preguntarnos qué significaba aquello y para qué las llamaban. Se vistieron deprisa y la mayor dijo a la más joven, acariciándola: “ten cuidado, Angelita, y si te encuentras mal, agárrate a mí”. Estábamos tan conmovidas que apenas pudimos decirles adiós. Al bajar por la escalera debieron comprender el fin que las esperaba, porque oímos sus gritos. A la mañana siguiente supimos que las habían asesinado juntas y abrazadas la una a la otra. Un mes más tarde llegó una orden de ponerlas en libertad".
Según Eduardo Martín, que tradujo el libro de Fidalgo del francés después de que lo descubriera en su viaje a España Ramón Sender Barayón cuando investigó el fusilamiento de su madre Amparo Barayón (Muerte en Zamora), esposa del escritor Ramón J. Sender, Magdalena y Angelita habían heredado la ideología socialista de su padre y estaban vinculadas al parecer a las Juventudes Socialistas Unificadas. Martín califica la actividad represora llevada a cabo en la provincia por los militares sublevados como una auténtica campaña de terror. Según Enrique Berzal, profesor de Historia de la Universidad de Valladolid, están documentadas más de 2.000 ejecuciones en la provincia, algo especialmente significativo si se considera que no hubo resistencia armada al golpe faccioso. En la base de datos de Foro por la Memoria de Zamora hay documentación que avala la cifra de 1.520 víctimas mortales, si bien se refiere a las dos terceras partes de la provincia, por lo que el número documentado por Berzal es muy posible. Todas la víctimas, salvo 90, fueron ejecutadas extrajudicialmente.
Es de tener en cuenta, para valorar tan elevado número de asesinatos en la provincia, y teniendo como ejemplo de barbarie el de las dos hermanas adolescentes, que durante años la prensa reaccionaria había señalado de forma persistente -teniendo acceso privilegiado a información confidencial de las fuerzas del orden- a cualquier joven izquierdista que hubiera participado en enfrentamientos con los miembros de Falange. Un hermano de uno de los dos falangistas asesinados en la capital en el mes de mayo se erigió en vengador y participó activamente en numerosas ejecuciones extrajudiciales, con el respaldo de las autoridades militares. En compañía de otro falangista y de un policía apodado Cara quemada se presentaron en casa de los Flechoso preguntando por Magdalena, y al no encontrarla se llevaron a la hermana pequeña, manifestando a sus padres que la llevaban para “prestar declaración”. La propia Magdalena fue detenida en casa de su hermana mayor, donde se encontraba cuidando a un sobrino recién nacido. Datos acerca de estos hechos, así como del asesinato de ambas, se puede encontrar también en el trabajo de John Palmer La represión durante la Guerra Civil desde los datos del Libro de Cementerio de Zamora: primeras conclusiones.
Es posible que esa tardía orden de ponerlas en libertad un mes después de su asesinato, según señala Pilar Fidalgo, fuera fruto de las gestiones llevadas a cabo desesperadamente por su padre con el general Millán Astray, al que conocía, sin que el mutilado fundador de la Legión se tomara el caso con la diligencia precisa para evitar el crimen. El 30 de noviembre -según consta en la documentación oficial- Dolores, la hermana mayor, se enteró al llevarles la comida a la cárcel de que las habían matado esa madrugada. La familia asegura que fue diez días antes cuando rescataron sus cuerpos abrazados en una fosa común y que por eso grabaron en la lápida de su sepultura el 20 de noviembre como fecha del crimen. No fueron las únicas mujeres jóvenes asesinadas por las tropas sublevadas, hasta contabilizar un total de 40. María Salgado, Adoración Méndez y Carmen Iglesias (17 años), también de las JSU, acompañaron en ese atroz final a las dos jóvenes adolescentes nadadoras del Duero.
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Martin Álvarez fue asesinado , no linchado , por miembros de la comitiva funebre de Rafael Ramos .
Gutiérrez Rivero nunca estuvo afiliado a ningún partido politico , era ex seminarista.
Eduardo los muertos fueron en ambos lados , antes de escribir hay que investigar sin que las ideas políticas influyan.
En las zonas nacionales se represalia a gente de izquierdas y en las de izquierdas , como Madrid , se represalia a gente de derechas.
Te suena de algo las checas .....
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españa tiene mucho que ocultar
y que habia que ahcer con estas asesinas, ¿dejaroas que siguieran matando? como se rie otegui el asesino de niñas o el carnicero de mondragon
Lamentable que esta publicación permita hacer comentarios como este al que respondo y que refleja un total desconocimiento de la historia a la vez que una apología general del franquismo. Por ideología como la de est@ ciudadano ha muerto mucha gente en esta atrasada e ignorante España.
Por otra parte, felicitarles por el excelente trabajo de divulgación, que están haciendo, gracias!.