Literatura
Melatu Uche Okorie: “La realidad sobre las discusiones en torno al racismo es que no mejoran las cosas”

La escritora Melatu Uche Okorie utilizó su propia experiencia en el sistema de acogida de Irlanda para escribir un relato absurdo y desolador que da título a una breve recopilación de sus brillantes cuentos.
Melatu
Melatu Uche Okorie, autora de Una vida en acogida. Foto: © Marc O'Sullivan

Traducida al castellano por Lucía Barahona Lorenzo, la breve selección de relatos que componen Una vida en acogida (Automática, 2022) ha dado la oportunidad al público español de conocer la literatura de Melatu Uche Okorie (Enugu, Nigeria, 1975), una escritora irlandesa que pasó sus primeros ocho años en ese país en el sistema de internamiento de solicitantes de asilo de la República. En el relato que da nombre a la compilación, la voz de Uche Okorie es capaz de mezclar el siniestro absurdo de los centros de provisión directa con el humor confuso y el atropellado dialecto pidgin de las personas que componen la diáspora africana que puebla ese sistema. En “Bajo el toldo”, la protagonista, una aprendiz de escritora, trata de responder a las solicitudes de sus compañeros de taller sobre cómo narrar su experiencia con el racismo, y en “Al romperse el huevo” aborda el conflicto de la maternidad en una sociedad supersticiosa.

Melatu Uche Okorie acude puntual a la cita por videoconferencia que le hemos planteado. Ríe con soltura y responde con desparpajo que no tiene por qué aventurar ninguna respuesta sobre qué pasa con Nigeria y cómo pueden solucionarse los problemas de su país de origen. Como ha desarrollado la británica de origen nigeriano Reni Eddo-Lodge en su ensayo Por qué no hablo con blancos sobre racismo (traducido por Península en 2021), Uche Okorie sabe que hay cosas que los blancos no queremos escuchar.

Recientemente, “Una vida en acogida” ha sido adaptada en una ópera y la autora del relato está entusiasmada con ello: “Tenía mucha curiosidad por ver cómo funcionaría. Me emocionó ver el fantástico trabajo que habían hecho y lo bien que estaban los actores: fue una gran producción”, reconoce. 

Has estado fuera del sistema de acogida durante casi ocho años, pero has mantenido tu militancia. ¿Crees que ha cambiado para mejor?
Creo que sí. Estuve allí ocho años y medio. Aunque ya no estoy en el sistema, ha habido muchos cambios en muchos sentidos y considero que hay un progreso. Las personas que están en el sistema de provisión directa pueden trabajar. Cuando estuve allí no era el caso. Hay una medida que se estrenó recientemente: si puedes demostrar que has estado viviendo en Irlanda durante más de tres años, ahora puedes solicitar un permiso para estar domiciliado. Incluso el centro de alojamiento en el que estaba en ese momento, que estaba bien en comparación con otros, ha cambiado enormemente desde que me fui, para mejor. Espero que el sistema sea abolido por completo, pero mientras esté, tiene que haber cambios y ha cambiado a mejor desde que yo estaba.

En el libro hay una evidencia de lo absurda que puede llegar a ser la tiranía cotidiana en esos centros.
Cuando tienes que someterte a otra persona para cualquier cosa, incluso en un entorno doméstico, hay una tendencia a que haya tiranía. En ese sistema hay personas que tienen que buscar a alguien que les proporcione comida, provisiones, lo que sea. Tienes que pedir permiso a otra persona. Eso es lo que se encuentra en el sistema de provisión y sí, hay una tendencia al abuso de poder. Esa es la naturaleza humana. Lo encuentras en cada escenario en el que se puede abusar fácilmente de algún poder. Has usado la palabra tiranía y sí, esa puede ser la palabra. 

En tus relatos hay racismo, sufrimiento, opresión, pero también humor, ¿cómo te sirve el humor para tus objetivos al escribir?
El humor es una herramienta hermosa de usar. Justo antes de que comenzara esta entrevista, tú y yo hemos contactado a través del humor. Es una herramienta que algunas personas usamos para navegar la vida. Y en mi caso, cuando escribo sobre situaciones difíciles, es una herramienta que empleo. Cuando leo novelas me encanta que el escritor o la escritora lo use porque me facilita la lectura, me ayuda a interpretar la manera en que desarrollan las emociones. Creo que es maravilloso porque la vida es así: las personas no son solo lineales. Un hombre no es solo un villano —o cualquiera que sea el caso— sino que es muchas cosas al mismo tiempo. Cuando empleas algún tipo de humor lo haces más fácil. Aprecio el humor en todas las personas, así que ¿por qué no usarlo también en mi trabajo?

El relato que da nombre al volumen de cuentos está escrito en pidgin, ¿qué aporta este dialecto del inglés a la comunidad africana en la diáspora?
Al entrar en un centro de provisión directa fui consciente de la cantidad de variaciones de inglés pidgin que existen. Hay un pidgin camerunés, hay un pidgin sierraleonés, etc. Todos estos países han creado este tipo de inglés no estándar. Creo que también pasa en otras culturas, estoy seguro de que en España tenéis vuestra propia variedad del inglés. De hecho, en la mayoría de los lugares es el lenguaje callejero. Es en la calle donde se encuentra esa forma adulterada de un idioma particular. Creo que al escribir esa historia descubrí rápidamente que usar el inglés estándar no iba a representar lo que oigo cuando hablo con la gente. Todo el mundo trata solo de encontrar un inglés que le sirva como una forma de comunicarse. Cuando lo estaba escribiendo intenté pasarlo a un inglés estándar, pero no sonaba bien, no parecía que representara bien cómo sonaban las voces de los personajes en mi cabeza. Así que encontré la forma de convertirlo en ese idioma callejero. Para mí, esa historia tenía que tener algún tipo de inglés “roto”. Porque es gente de diferentes culturas que se reúne en una cacofonía, son diferentes voces que se mezclan. Eso es justo lo que todo el mundo está tratando de conseguir: una forma de inglés que sea útil, y eso tenía que estar representado en el papel. 

En la historia de “Bajo el toldo”, el personaje principal se esfuerza en no interpretar como racismo una serie de actitudes que lo son. ¿Crees que este “pasar por el alto” el racismo es una actitud de supervivencia para las personas negras en Europa?
Esa es una gran pregunta, muy difícil de responder. ¿Cómo lo abordo? La forma típica es decir que el racismo es un tema muy delicado. Tienes que tener mucho cuidado. Estaba leyendo algo que dijo Chimamanda Ngozi Adichie: “Me gustaría decir lo que pienso”. Y creo que eso conecta con lo que sentimos mucha gente a la que nos gustaría decir todo lo que pensamos, de una manera agradable, pero decirlo. Algunas veces no podemos hablar de racismo, realmente. Para ciertas personas es fácil no hacerlo. Pero tengo mis reservas con esas personas. A veces lo que intentan decir es: “No he experimentado racismo, así que si tú lo has experimentado debe de ser porque es tu culpa”. Yo debo encontrar algún tipo de equilibrio: cuando alguien dice que ha experimentado racismo, nadie debe decirle que eso no es racismo o peor, que es su responsabilidad. Creo que es una elección individual: está bien si quieres nombrar explícitamente el racismo, hablar de ello. Y eso es lo que sucede con la chica de esa historia: no quiere poner excusas, porque esa es la sociedad en la que vivimos. Es un campo minado por el que la gente no suele querer pasar porque, en lugar de mejorar las cosas, las cosas en realidad van a empeorar. Esa es la verdad sobre las discusiones en torno al racismo: no mejoran las cosas. No sé si he respondido a esa pregunta, pero eso es todo lo que puedo decir. 

En tu vida personal, ¿habrías preferido no saber qué es la resiliencia?
Sí. La respuesta a esa pregunta es sí, categóricamente sí. Preferiría no conocer el significado de la palabra. Ya sabes, no haberme visto afectada por cualquier cosa por la que tenga que ser resiliente. ¿Puedo hacerte la misma pregunta, Pablo?

No sé si sé lo que es la resiliencia. He pasado por situaciones difíciles, sí, he perdido a mi padre, pero soy un hombre blanco, hetero, de clase media, que desde luego no he pasado por un viaje tan terrible como el que hacen los migrantes africanos de mi ciudad. 
Creo que todo el mundo ha tenido situaciones en las que ha tenido que ser resiliente. Algunas de las cosas que me describes ahora sobre ti son muy similares en mi caso. La gran diferencia es que yo he migrado, estoy viviendo en otro país, he estado bajo el sistema de acogida. Sabes, creo que la resiliencia es algo por lo que todos los seres humanos pasamos. Quiero decir, desde la infancia hay situaciones en nuestra vida, sin importar los condicionantes o los privilegios, en las que nos damos cuenta de eso. Como humanos preferiríamos no tener que pasar por esa situación en la que tuvimos que volvernos resilientes, por supuesto. A nadie le gusta sufrir ningún tipo de conflicto. Pero nos da fuerza. La resiliencia es algo que todos tenemos que adquirir en algún momento de la vida, sin importar cuán privilegiados seamos. Y esas experiencia ciertamente nunca es una experiencia agradable cuando la pasamos. Después, una mira hacia atrás y dice, “bueno, realmente me ayudó”. 

¿Te ha ayudado la literatura a tener esa fuerza mental?
Mucho, mucho. En Nigeria era ante todo una lectora. Leía cosas como las novelas de Ian Fleming de 007. Disfruté de sus novelas pero estaban totalmente fuera de mi mundo. Algunas de las cosas que leo aquí en Irlanda me generan un tipo totalmente diferente de conexión. Por ejemplo, la novela Milkman de Anna Burns (Alianza, 2019) me encantó. Desde que estoy en Irlanda mi relación con la literatura es diferente, me da fuerza mental porque puedo hacer comparaciones entre lo que está escrito en el libro y mi vida aquí. Y eso podría deberse a que soy un poco mayor y entiendo más que cuando estaba leyendo en Nigeria. La literatura definitivamente me ha ayudado mentalmente en términos de lidiar con situaciones que tengo en mis entrañas. 

“Al romperse el huevo” es la historia más dura, en la que más evidente es la desigualdad de género.
Escribo desde la perspectiva de una mujer. Me resulta más fácil pensar cómo reaccionan las mujeres. Realmente no puedo decir cómo habría manejado un hombre esa situación, ¿cómo crees tú que lo haría? 

En ese caso, como un cobarde, probablemente.
(Risas).

Estamos todavía en mitad de una pandemia y con múltiples problemas alrededor nuestro, como la crisis climática. ¿Qué tipo de literatura te motiva en estos días inciertos?
Esa es una buena pregunta y difícil de responder. No sé si estoy necesariamente lista para leer cosas que tienen que ver con la pandemia del covid en este momento. Creo que ese es el tipo de libros que me gustaría leer después de un tiempo. La situación es demasiado reciente como para profundizar en ello. En general me gusta cuando me cuentan una buena historia. Una de mis escritoras favoritas es Margaret Atwood. Y solo porque sabe cómo contar una buena historia, porque sabe construir empatía en torno a sus personajes. Agradezco también que me saque de mi realidad. No quiero que me hable de mi trabajo. Quiero cosas que me ayuden a escapar. En otro sentido, la Biblia también me ayuda a llenar un vacío, me permite comprender que lo que pasa ahora ya ha ocurrido antes.

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