Líbano
Refugiadas en la cancha

Chatila es el campo de refugiados palestinos más importante del Líbano. Allí, un equipo de baloncesto juvenil femenino lucha contra el machismo y el racismo hacia los palestinos que existe en la sociedad libanesa.

Refugiadas en la cancha 1
Las jugadoras atienden a las explicaciones del entrenador antes de iniciar los entrenamientos. Jose Ángel Sánchez Rocamora

En los últimos meses el mundo árabe ha visto cómo una joven de 17 años de larga melena rubia, Ahed Tamimi, se ha convertido en el icono de la resistencia palestina. Tamimi destaca por romper con lo que tradicionalmente se espera de una mujer palestina, por su carácter fuerte, su gran afición por el fútbol y la contundencia de sus declaraciones en las que no solo ataca a la ocupación israelí. “No podremos superar la ocupación sin superar las desigualdades entre hombres y mujeres en Palestina”, afirmaba hace unas semanas.

La madre de una de las chicas más veteranas del equipo, Um Youssef, no duda de la importancia del deporte para su hija como mujer palestina, pero resalta los obstáculos que impone la tradición

Unos doscientos kilómetros al norte de Cisjordania, en Beirut, está Chatila, el campo de refugiados palestinos más importante del Líbano. Allí, un equipo de baloncesto juvenil femenino ha tomado su nombre y también su espíritu de lucha contra la sociedad patriarcal. “Cada año nombramos nuestro equipo con símbolos de la resistencia palestina y este año no dudamos en tomar el nombre de una mujer palestina de la edad de nuestras jugadoras”, dice Majdi Majzoub, el entrenador del equipo. Majdi es un refugiado palestino nacido y criado en el Líbano. Desde hace ocho años es el entrenador de fútbol y baloncesto de Chatila, conocido por los habitantes del campo de refugiados simplemente como “Capitán Majdi”.

Refugiados en la cancha 2
El “Capitán Majdi” habla con algunos de sus jugadores más jóvenes por las calles de Chatila. Jose Ángel Sánchez Rocamora

“Empecé entrenando a adultos, luego pasé a los niños y fue mi hija mayor la que en una ocasión me preguntó por qué no podía jugar ella también. Eso me hizo pensar en crear un equipo de chicas”, cuenta Majdi. No obstante, afirma que aquello fue todo un reto. “Me tuve que reunir con la familia de cada joven que quería formar parte del equipo y explicarles que su hija estaría a salvo en él. Lo único que parecía convencerles de verdad, sin embargo, era saber que entre las jugadoras estaba mi propia hija”.

Majdi incide en el compromiso de las jóvenes con el equipo. “Las mujeres parecen ser conscientes de que todo es más difícil para ellas. Normalmente su compromiso es muy superior al de los chicos. Estoy convencido que el cambio en Chatila empezará por ellas.” Actualmente entrena a varias decenas de chicas gracias a la colaboración económica de asociaciones deportivas de Italia, Francia o Irlanda. En 2015 y 2017 organizaron dos encuentros que permitieron que las jóvenes de Chatila volaran a Irlanda e Italia para jugar con otras jóvenes europeas.

Entre las principales dificultades que menciona Majdi está la inseguridad del campo, especialmente para las mujeres. Um Brahim, que es madre de una de las jugadoras y palestina de origen sirio, expresa su preocupación al respecto: “Si alguien cometía una violación en Siria, la policía lo metía en prisión inmediatamente. Aquí, sin embargo, no hay consecuencias. Cada día cuando mi hija va a entrenar tengo miedo de que le pueda pasar algo”.

Además, en la cultura del campo imperan los valores tradicionales de género. La madre de una de las chicas más veteranas del equipo, Um Youssef, no duda de la importancia del deporte para su hija como mujer palestina, pero resalta los obstáculos que impone la tradición. “La mujer palestina debe salir y relacionarse. Yo siempre quise que mi hija aprendiera inglés, que estudiara, que trabajara... Mi marido, sin embargo, tenía otras ideas al respecto”, afirma.

Refugiadas en la cancha 3
Entrenamiento del equipo en el polideportivo de Qasqas, Beirut. Jose Ángel Sánchez Rocamora

Por otra parte, confiesa la connivencia de la tradición y la religión islámica con la violencia de género. “Cuando tenemos una discusión sobre qué puede o no puede hacer una hija, la opinión del hombre es la que cuenta. Si no estamos de acuerdo, no hay ningún diálogo, nos gritamos y la discusión termina con un buen tortazo. Esta es la cultura islámica.” Pero su amiga Um Brahim se apresura a corregirla. Para ella la violencia contra las mujeres nada tiene que ver con el Islam y es consecuencia de la propia cultura de violencia imperante en Chatila. “El Corán y la palabra del profeta son claros en condenar la violencia contra las mujeres, pero se tergiversan las palabras. No es el Islam el que causa la violencia, sino el hombre. El hombre quiere demostrar que él es el hombre, que domina, y cree que puede hacerlo a través de la violencia”. Um Youssef acaba dándole la razón y bromeando al respecto, “Quizás algún día yo también haré deporte, me pondré fuerte y entonces veremos quién manda”.

Otro de los problemas que sufren las mujeres en Chatila es la ínfima tasa de ocupación y la consecuente total dependencia económica de padres o maridos. La cultura palestina da por hecho que la mujer es la encargada de criar a los hijos y llevar la casa y esto ocasiona que, aunque en contadas ocasiones algunas mujeres consigan trabajos fuera del campo, el rol otorgado por la sociedad suela ganar la batalla a los anhelos de emancipación.

Um Youssef recuerda con nostalgia los días en que trabajaba en un restaurante de pescado y marisco de Ain Mreisse, junto a la playa de Beirut. “Me gustaba mucho trabajar, era feliz. Sin embargo, cuando tuve a mis hijos no pude seguir haciéndolo. Trabajaba desde las 8h hasta las 16.30 y cuando llegaba a casa aún tenía que seguir con mis pequeños.”

Por otra parte, los testimonios de las jóvenes jugadoras desprenden anhelos de cambio con respecto a la forma de vida de sus madres. Las adversidades presentes en la vida de Chatila y la tradición palestina no parecen echarlas atrás a la hora de luchar por sus sueños. Amina tiene 17 años y vive en la calle Sabra. Tras unirse hace dos años al equipo descubrió su pasión por el deporte y quiere convertirse en entrenadora profesional.“Sé que hacer mi sueño realidad no será fácil como palestina. No hay ningún club en el Líbano que contrate a palestinos. Sin embargo, tengo esperanza. Dios está conmigo y sé que lo conseguiré, si no es aquí, quizás fuera de este país.” Rayanne, a sus 18 años, sueña con convertirse en la versión palestina de Elie Saab, un diseñador libanés conocido internacionalmente. Para ella el equipo es prueba de que podrá conseguir lo que se proponga. “Somos un ejemplo de cómo la mujer tiene fuerza suficiente para reclamar el lugar que le pertenece en la sociedad libanesa”, afirma con contundencia.

Refugiadas cancha 4
Calles del campo de refugiados de Chatila, Beirut. Jose Ángel Sánchez Rocamora

Igualmente, para las jóvenes la existencia del club está cambiando ya su entorno social. “Estamos enviando un mensaje importante al mundo entero: las mujeres somos capaces de hacer lo mismo que los hombres”, afirma Nouha, una de las pocas jugadoras de nacionalidad libanesa. Para ella el equipo destaca también por combatir uno de los grandes problemas del Líbano: el sectarismo. “En este país se hacen diferencias entre libaneses y palestinos. Hay racismo en todas partes. Sin embargo, dentro del campo nosotras somos como hermanas, somos un equipo”.

Las jóvenes también resaltan cómo el deporte ha mejorado su vida personal y ha ampliado sus perspectivas de futuro y sus sueños. “Acabo de viajar al extranjero por primera vez sola, sin mis padres. Esto hubiera sido imposible sin el equipo. Ahora mi sueño es viajar más, conocer otros sitios, otras culturas, otras gentes. No tenemos por qué quedarnos aquí encerradas en Chatila”, explica Marwa, una de las jugadoras.

Las jóvenes manifiestan abiertamente su desacuerdo con los roles de género asignados tradicionalmente a las mujeres. “Las mujeres en Chatila se quedan en casa, se casan adolescentes y enseguida tienen hijos. Se cierran al mundo y tienen miedo de él. Yo antes de jugar en el equipo tenía miedo incluso de ir al colegio sola”, cuenta Marwa. Aunque para muchas de ellas, luchar contra las tradiciones no ha sido nada fácil. “Mis padres no me dejaban venir a jugar porque es una cancha al aire libre y hay chicos alrededor que nos dicen cosas feas, pero yo les dije: “yo voy a la cancha a entrenar con mi equipo, no a escuchar lo que sea que dicen los chicos”, afirma Marwa. Pero este esfuerzo que realizan las jóvenes y que las lleva a enfrentarse a sus propias familias no menoscaba su persistencia. “Los padres en Chatila son conservadores, pero nosotras tenemos sueños y no pensamos quedarnos en casa cocinando y lavando platos”, sentencia una de ellas.

Si bien los testimonios de las jugadoras de baloncesto de Chatila no protagonizan las noticias ni la vida política de Oriente Medio, su pequeño equipo es ya un símbolo de resistencia y de victoria. Y es que para ellas resistir no solo consiste en aguantar tiempo en la cancha, y ganar no solo depende de anotar canastas. Su ejemplo sirve para dar aliento a tantas otras jóvenes de la región que también reivindican ya el espacio que les pertenece.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

El Salto n.77
El Salto 77 La desastrosa gestión de la dana, en la nueva revista de El Salto
A las vidas que se perdieron en el fango y la riada, a la gestión del desastre, dedicamos la portada de nuestro número de invierno de 2025.
Palestina
Palestina El dominó tras el 7 de octubre sacude Oriente Medio en 2024
El ataque de Hamás contra Israel y la ofensiva israelí contra la franja de Gaza siguen comportando consecuencias imprevisibles tanto dentro como fuera de la Palestina histórica.
Genocidio
Genocidio La inacción internacional ante el drama humanitario en Oriente Medio
El avispero en que Israel está convirtiendo la región es la puesta en marcha de su proyecto sionista a base de masivos ataques con bombas y misiles.
#23476
25/9/2018 21:44

Que artículo tan interesante. Gracias por informar de realidades invisibilizadas y aún que no lo parezca con muchos puntos en común con nuestros barrios y nuestro día a día

3
0
Desahucios
Escudo social Sanitarios y sanitarias de atención primaria se unen contra los desahucios, “un problema de salud pública”
Depresión, ansiedad, empeoramiento de enfermedades crónicas o surgimiento de nuevas afecciones acompañan a los problemas habitacionales. Lo denuncian médicos de Vallecas (Madrid) y lo refrendan los estudios.
Sareb
Madrid Una rentista planea desahuciar a una pareja con tres niños en Tetuán
Su vivienda pertenecía al parque de pisos de la Sareb, que puso a subasta pública en 2023. Hoy, la nueva propietaria pretende echar a la calle a Alam y a su mujer “para arrendar la casa a un precio mucho más alto”
Argentina
Argentina “Existen solo dos géneros: fascistas y antifascistas”: las luchas LGTBIQ+ aglutinan el rechazo a Milei
Una gran movilización recorrerá centenares de localidades en Argentina y en grandes ciudades del mundo este 1 de febrero en respuesta al discurso de odio del líder ultra.
Periodismo
Premio libertad de expresión Las periodistas de El Salto Aurora Báez y Susana Sarrión, premiadas por su trabajo sobre violencia sexual
La investigación que recoge la denuncia de nueve alumnas contra el director de una escuela de teatro por violencia sexual ha merecido el reconocimiento en los Premios de Periodismo de la Asociación de Periodistas de Granada.
Palencia
Agresión El Sindicato de Estudiantes denuncia una agresión fascista en Palencia: “Rojo de mierda”
Los hechos ocurrieron delante del profesor del aula, que no actuó para evitarlos. El estudiante ya ha denunciado lo sucedido ante la Policía y exige la expulsión inmediata de los agresores y una investigación a la directora del centro y al docente.

Últimas

Estados Unidos
Extrema derecha Trump anuncia un campo de concentración para 30.000 migrantes en Guantánamo en el 80 aniversario de Auschwitz
La estrategia de llevar la detención de migrantes a territorios lejanos, opacos y sin garantías de derechos también ha sido la opción elegida por la Unión Europea en el último año.
Comunidad de Madrid
Sanidad a la madrileña Huelga indefinida de ambulancias en Madrid ante un nuevo concurso que consideran “fraude de ley”
Sindicatos denuncian que la empresa Santa Sofía ha impuesto sus condiciones para que ninguna otra empresa pueda presentarse al pliego. Temen que peligren la subrogaciones de parte de la plantilla.
Educación
Educación La escucha activa en la propaganda de Educación del Gobierno Vasco
El Departamento, que nunca se pone en contacto con el profesorado, nos escribió una carta tratándonos como “compañeras y compañeros” a raíz de la convocatoria de huelga
Hidrógeno
Descarbonización Los planes de expansión del hidrógeno en Europa chocan con la falta de energía verde para producirlo
La escasez de hidrógeno producido con renovables y el exiguo desarrollo del aluvión de proyectos anunciados ponen en entredicho la estrategia de descarbonización en Europa, según un informe de Global Energy Monitor.
El Salto Radio
El Salto Radio Árboles contra el desierto
Las señales de hoy no sólo quieren hablar de árboles y bosques, de reforestación, de recuperar nuestros entornos maltratados. También pretenden sembrar un poquito de esperanza ante tanta desolación, porque hay muchas cosas que podemos hacer, que ya s
Crisis climática
Parlamento Ciudadano Climático Un jurado popular ciudadano para combatir la crisis climática y el retroceso democrático
En un momento crítico para la democracia y la acción climática, cinco organizaciones medioambientales reunieron en el Congreso de los Diputados a científicos, actores sociales y asambleístas para impulsar un Parlamento Ciudadano Climático Permanente.

Recomendadas

Siria
Kurdistán Entre las bombas turcas y las negociaciones con el Gobierno: Rojava ante la construcción de la nueva Siria
La Administración Autónoma del Norte y Este de Siria presiona al nuevo Gobierno para crear un Estado que respete los derechos de las mujeres, descentralizado, tolerante y multiétnico.
Dana
Tres meses de la dana “Aquí no llovió casi nada”
VV.AA.
Un vecino de Benetússer explica cómo la riada arrasó y cambió para siempre las vidas de miles de personas.
Crímenes del franquismo
Isabel Alonso Dávila “El franquismo fue una máquina de fabricar miedo y dolor hasta el final”
Detenida en Granada en 1974 y 1975 por su vinculación con el movimiento estudiantil antifascista de la época ha presentado la primera querella en Andalucía por Crímenes contra la Humanidad en la dictadura franquista
Jaén
Andalucía Lopera no quiere que Greenalia especule con sus olivos
Decenas de pequeños olivareros de la Campiña Norte de Jaén podrían perder sus terrenos en beneficio de una empresa que quiere talar los árboles para instalar siete parques fotovoltaicos.