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Genocidio
Una cometa llamada Gaza
If I must die,
you must live
to tell my story
to sell my things
to buy a piece of cloth
and some strings,
(make it white whit a long tail)
so that a child, somewhere in Gaza
While looking heaven in the eye
awaiting his dad who left in a blaze―
and bid no one farewell
not even to his flesh
not even to himself—
sees the kite, my kite you made, flying up
above
and thinks for a moment and angel is there
bringing back love
If I must die
let it bring hope
let it be a tale
Refaat Alareer
Cuando pase el tiempo y hayan muerto los poetas, las madres, los sueños, las escritoras, los hospitales, la pizarra que canta una lección nueva cada día; la sonrisa dibujándose en los ojos, la boca alegre que se adivina bajo el velo.
Cuando nadie cante y solo se escuche el rumor del viento silbando con furia en solares vacíos, ruinas tristes, mientras el mar lleva la sangre y limpia la tierra que absorbe el dolor, pero no lo olvida, recuerda siempre que hubo un lugar llamado Gaza en el que la infancia llenaba las calles cada día de camino a la escuela, libre en su hermosa libertad enjaulada; un lugar en el que cada sonrisa era una conquista.
Un lugar tejido de sueños como los tuyos, como los míos; donde el amor y la esperanza buscaban la forma de levantarse de nuevo cada día
Un territorio similar a cualquier otro que conozcas, en el que los hombres sacaban las sillas a la puerta de casa y se sentaban a conversar. Un lugar en el que al dormir, cada noche, muchas personas aún encontraban la forma de remendar sus sueños y tenderlos de nuevo al sol cada mañana como tú, como yo: aunque sus sueños tuvieran tantos agujeros, que se abrían de nuevo incluso en lo que otros llamaron tiempos de paz con el sonido constante de los aviones, las bombas y las balas.
Una población de hombres y mujeres jóvenes que seguía anhelando estudiar fuera, descubrir el mundo; una tierra viva, latiendo cada día, reconstruyéndose a sí misma a partir de los escombros que ya nadie recompone.
Que la sangre derramada sobre Gaza llegue al mar; que empape la tierra y se convierta en agua que regresa al río y podamos llorarla, nombrarla, recordarla. Si estuviste allí o escuchaste a alguien que atravesó los muros y tienes una historia sobre Gaza cuéntala, escríbela; dibújala sobre una cometa y ponla a volar para que nadie, nunca, olvide que existió y existe un lugar llamado Gaza, en el que las niñas y los niños llenaban las calles.
Un lugar tejido de sueños como los tuyos, como los míos; donde el amor y la esperanza buscaban la forma de levantarse de nuevo cada día. Allá donde estés alza tu cometa al vuelo y piensa por un instante que un ángel está ahí trayendo el amor de regreso a Gaza, al mundo entero. Deja que esa cometa nos devuelva la esperanza; transfórmala en un cuento.