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Lactancia
El duro golpe de las restricciones en pandemia contra la lactancia materna
Era finales de junio de 2021 cuando el covid entró por la puerta del hogar de Helena del Pozo contagiando a toda la familia. Madre lactante con una bebé de cuatro meses, comenzó con síntomas que fueron creciendo hasta que apareció la fiebre alta y un día noto que tenía dificultad para respirar. Es entonces cuando se dirigió al madrileño Hospital Puerta de Hierro y empezó su primera lucha. “Me querían trasladar al Isabel Zendal —sito en Valdebebas— pero me negué. Tengo una bebita, no puedo separarme de ella. Firmé el alta voluntaria y me fui a casa. Cuando entré por la puerta empezaron las taquicardias”, cuenta Del Pozo quien, tras consultar con un familiar sanitario, decidió volver al Puerta de Hierro. “Volví con el sacaleches, preparada para ingresar. En urgencias comuniqué que mi hija tenía una PCR positiva y que quería continuar con la lactancia. Que necesitaba ingresar con ella”. Pero cuenta Helena que la ginecóloga junto con la médica de medicina interna, acompañadas de varias enfermeras, hicieron de muro de contención. “Me insistían en que una planta covid no es lugar para un bebé. Que nunca se había hecho. Pero un bebé tiene que estar donde va su madre”, se queja. Es entonces cuando comenzaba su segunda lucha.
Así, ingresó en planta pero no de brazos cruzados. Durante 24 horas movió todos los hilos posibles para conseguir proseguir con la lactancia. Primero contacto con la Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la lactancia (IHAN), un certificado impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef para proteger la lactancia materna y con el que, paradójicamente, cuenta el Hospital Puerta de Hierro. También habló con otras asociaciones como PETRA, Maternidades Feministas, la Liga de la Leche o Amamanta. Al día siguiente el buzón del teléfono de recepción del hospital rebosaba con mensajes a favor de la causa de Helena. Finalmente, y gracias a la presión que también realizó su médico internista, el doctor Tung, lo consiguió.
Como Helena, muchas otras madres se han enfrentado a dificultades para practicar la lactancia durante la crisis del covid-19. Así, la Asociación Española de Pediatría (AEP) avisa en un reciente comunicado que esta práctica se ha visto mermada en los últimos tiempos por la pandemia. “Desde el área de Lactancia Materna del Comité de Nutrición y Lactancia Materna (CNYLM) de la AEP señalan que las tasas actuales de lactancia materna en España distan mucho de los objetivos ideales”, advierten. “Algo preocupante si se tienen en cuenta todas las bondades de la ingesta de leche materna, que protege al bebé contra enfermedades comunes tanto a corto como a largo plazo, reduce el riesgo de la madre de padecer cáncer y otras dolencias e implica un ahorro enorme para las familias, además del beneficio ambiental que supone para el planeta”, aseguran.
“Los hospitales están dando de alta a las madres y sus recién nacidos temprano, lo que limita la cantidad de tiempo que las familias reciben atención especializada en lactancia, educación y asistencia técnica”
La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses del bebé y complementada hasta los dos años de vida. Según los últimos datos del INE, de 2017, en España la practicaban el 74% de las madres entre las cero y las seis semanas de vida del bebé y se reduce al 39% a los seis meses. Desde AEP explican a El Salto que, aunque no se pueden dar cifras concretas del impacto de la pandemia en la lactancia porque aún no hay estadísticas nacionales, esta ha producido cambios en la atención perinatal y neonatal para minimizar los riesgos de transmisión al recién nacido y al personal sanitario, desviándose en ocasiones hacia prácticas “restrictivas”.
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“Las recomendaciones al inicio de la pandemia sobre el cuidado y la alimentación del lactante cuando la madre tiene covid-19 van desde la separación de la madre con el lactante y evitar la alimentación con leche materna hasta retrasar el inicio del contacto temprano de piel a piel y la lactancia materna directa”, relata Susana Ares, coordinadora del área de lactancia materna del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la AEP.
Ares destaca que muchas prácticas sanitarias durante la pandemia no han sido positivas para la lactancia. “A pesar de las recomendaciones de la OMS para promover la lactancia materna temprana y directa y el contacto piel a piel, estas y otras recomendaciones no se están siguiendo en el entorno clínico”, describe. “Por ejemplo, algunas madres se han visto obligadas a pasar por el trabajo de parto y el posparto solas, mientras que algunos hospitales tienen visitas de los padres limitadas o nulas a los bebés. Además, los hospitales están dando de alta a las madres y sus recién nacidos temprano, lo que limita la cantidad de tiempo que las familias reciben atención especializada en lactancia, educación y asistencia técnica”.
Del otro lado, Ares insiste en remarcar lo que para la AEP son puntos claves: es poco probable que el SARS-CoV-2 se transmita a través de la leche materna y las madres pueden amamantar de forma segura con las medidas adecuadas de control de infecciones.
“Durante la pandemia, achacando todo a los protocolos del covid, se han vulnerado sistemáticamente los derechos de las madres y de las criaturas”
Vulneración de derechos
“Durante la pandemia, achacando todo a los protocolos del covid, se han vulnerado sistemáticamente los derechos de las madres y de las criaturas”. Esther Coronado, presidenta de la asociación Amamanta, es clara al resumir la situación. Por ello, desde la entidad que preside se pusieron a trabajar a favor de la lactancia desde el minuto uno. Su asociación ejercía como grupo de apoyo en tres hospitales de Valencia (La Fe, Clínic y Manises) impartiendo talleres de lactancia y con voluntariado. “Llega el estado de alarma y no podemos tener ese contacto con las madres, pero necesitaban nuestro apoyo. Comenzamos talleres virtuales, todos los días de lunes a viernes uno por la mañana y otro por la tarde. Es infinitamente más fácil poder observar una toma desde pocos centímetros, poder ayudar a una madre en una postura, poder coger al bebé. No sabíamos pero no queríamos dejarlas solas y lo hicimos”.
La iniciativa que les enseñó a comunicarse “de otra forma” les permitió crecer. Y de una manera torrencial sus talleres llegaron hasta madres de toda España e incluso de Latinoamérica. “En los hospitales ponen un cartel con un código QR que les redirige a nuestros talleres”, explica Coronado.
Desde Amamanta tenían claro que la pandemia no podía acabar con su necesario asesoramiento porque “las madres somos uno de los colectivos que más se ha abandonado durante la pandemia”. “Las mamás llegaban a los talleres más verdes, no habían podido tener clases de preparación al parto. Además durante este tiempo ha sido muy difícil juntarse con mujeres con experiencia en lactancia en su entorno”, cuenta la presidenta de Amamanta.
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“Se han dado casos de madres que tenían que ingresar por una operación y no se les ha dejado ingresar con la criatura y hemos tenido que intervenir para explicarles la necesidad de que el bebé continuara pegado para proseguir con la lactancia. En muchos casos se ha imposibilitado”
Coronado cuenta que durante estos últimos meses las llamadas con consultas al servicio jurídico de su asociación denunciando vulneraciones de derechos no han parado. “Se han dado casos de madres que tenían que ingresar por una operación y no se les ha dejado ingresar con la criatura y hemos tenido que intervenir para explicarles la necesidad de que el bebé continuara pegado para proseguir con la lactancia. En muchos casos se ha imposibilitado”, denuncia.
Salud mental y lactancia
Las medidas restrictivas también han hecho mella en el estado anímico de las madres. Según un estudio de la Universidad de Alberta en Canadá el número de mujeres que reportaron depresión materna durante la pandemia pasó de un 15 a un 41%. Liset Álvarez es psicóloga perinatal y forma parte de Mammasur, un grupo de apoyo a la maternidad, lactancia y crianza. Durante estos últimos meses confirma que ha constatado un aumento de la depresión posparto y de cuadros de ansiedad, que dificultan la lactancia materna.
“En las mamás primerizas la lactancia tiene que instaurarse, circula una especie de fantasía de que la leche surge a chorros de repente, y eso no es así. El proceso de pasar del calostro hasta la subida de la leche requiere su tiempo y si están muy angustiadas cuesta mucho”, explica Álvarez, quien informa de que esto se ha traducido en muchos casos en el abandono de la lactancia.
“Los primeros protocolos de separación precoz de los bebés han sido horrorosos. Las 24 horas de instauración de la lactancia son fundamentales. Y, todo esto, ha contribuido a que disminuya la lactancia o a que se abandone antes”
“Estas madres han llegado al parto recorriendo unos kilómetros de angustia. En muchos casos han asistido solas a las ecografías, a las consultas, en la parte más dura algunas parieron solas”, cuenta esta psicóloga perinatal. “Los primeros protocolos de separación precoz de los bebés han sido horrorosos. Las 24 horas de instauración de la lactancia son fundamentales. En muchos casos estas primeras 24 horas no se pudieron dar”. Y, todo esto, “ha contribuido a que disminuya o a que abandonen antes. Ha dificultado que se instale y mucho más que se mantenga. Ha habido grandes tasas de cese de la lactancia”, explica.
Helena del Pozo, por su parte, es consciente de que no todas han tenido la misma suerte. “Decían que en 18 meses nunca había ingresado una bebé en la unidad covid”, señala mientras es consciente de que probablemente le precedieron muchas madres que vieron su derecho a la lactancia bloqueado. “Ayer tuve revisión y la matrona me dijo que de las últimas 20 madres que había visto era la única que continuaba con el pecho”, cuenta. “Mi caso creó un precedente y espero que esté sirviendo de algo”, concluye.