La semana política
Responsabilidad o indisciplina

Los días más extraños de la vida de la mayoría social han dado lugar, hasta el momento, a un ejercicio de disciplina social y una serie de mensajes emocionales. La semana se cierra sin medidas para el control de los precios de los alquileres.

IFEMA albergue personas sin hogar - 8
El Samur Social y la UME han comenzado la habilitación del pabellón de Ifema para personas sin hogar con motivo de la crisis COVID-19. David F. Sabadell
Pablo Elorduy
21 mar 2020 08:03

Fijar una horario. No comer tarde, no cenar tarde. Hacer ejercicio. Despejar la mirada. Apagar el móvil. Ducharse y vestirse como un día cualquiera. Rutinas en un momento crítico que hay que pensar en “la casa”, un espacio privado que ha funcionado como motor de los llamados “proyectos de vida” de los ciudadanos. No son días cualquiera, son días que cambian el ritmo de un conjunto de pueblos que vivían felizmente acostumbrado a sus hábitos: saludar con dos besos, dar la mano, quedar en bares, fumar en terrazas, agruparse, tocarse, morrear. La pregunta de si esto va a fijar otros usos culturales, si esto va a modificar aquellos hábitos de primer destino Erasmus, queda para después. Un después en el que nos referiremos a estos días como los días del coronavirus. Se incidirá en cada uno de los aspectos ⎼y la crisis toca literalmente todos los aspectos: políticos, sociales y económicos pero también emocionales, culturales e ideológicos⎼ de lo que cambió en la cuarentena del covid19. Pero hasta entonces hay que pasarlo: fijando un horario, organizando las comidas, buscando con la mirada lo que sea que aparezca bajo nuestra ventana. Esperando que la curva, la famosa curva de contagios, decline.

El Estado de Alarma anunciado el pasado viernes, y operativo desde el domingo, ha sido acatado con obediencia por un pueblo disciplinado socialmente. La consigna era el civismo, la herramienta, la coerción. Las fuerzas de seguridad del Estado al completo iban a tener desde el sábado el mismo objetivo: vaciar las calles para frenar la curva de contagios. El mismo sábado, la policía municipal utilizaba drones para desalojar el paseo de Madrid Río. Pero no ha hecho falta un despliegue de efectos especiales, ha sido suficiente la habitual presencia de la Policía, que tiene en los delitos de desobediencia un comodín para cualquier disrupción, y la interiorización en cada ciudadano del imperativo categórico que funciona como referencia de conducta “europea” desde la Ilustración. Es la línea más clara para separar lo tolerable de lo antisocial, la que separa la responsabilidad de la indisciplina. Es una forma de dividir a quienes acatan el poder del Estado en esta situación y a los polos díscolos que introducen su propia agenda.

Disciplina territorial 

El mensaje de Pedro Sánchez tras el Consejo de Ministros del mismo sábado iba a ser extraordinariamente duro: la cosa va tan en serio que el Estado se ha desplegado por todo el territorio. Y quien dice el Estado dice los uniformados. Un trago difícil de pasar para el Gobierno vasco que antes del virus que “lo que lo ha cambiado todo” convocó unas elecciones que iban a dar un nuevo empujón a la curva siempre ascendente del PNV ─ese partido cuya última votación perdida de cierto calado fue la elección de la presidencia del Athletic de Bilbao─. La negociación de los presupuestos, el sello de calidad que significa tener al partido jeltzale como aliado del Gobierno de coalición, debía ser rubricado con nuevas transferencias de competencias y mayor autogobierno. La respuesta a la crisis ⎼más Estado, competencias recentralizadas, ejército en las calles⎼ descoloca esa estrategia, por más que el PNV haya ejercido la responsabilidad y acatado el mandato del Ejecutivo. En Euskadi, no obstante, preocupa que se haya descorchado el tapón de la botella que había dejado al Ejército fuera del territorio incluso en los años de plomo de ETA.

Es el individualismo lo que ha entrado en crisis: nadie se salva solo, o solo se salvan solos los ultrarricos, que es como decir nadie

Más al este, y sin aparentes conflictos con la securitización, el independentismo hard de Quim Torra (afectado por el virus) y de los exiliados Clara Ponsatí y Carles Puigdemont ha visto en la crisis de covid19 una oportunidad para reivindicar la insumisión a la disciplina de Estado desde una posición deliberadamente confusa. Con toques macabros y crudos ─la eurodiputada Ponsatí tuiteó el dicho “de Madrid al cielo” cuando la capital ya contaba 213 fallecidos─ y fabricación de marcos informativos falsos ─Torra aseguró en la BBC que España no estaba recomendando el confinamiento─, el espacio indepe de Junts pel Catalunya sigue acercándose al proyecto de nacionalismo excluyente que le está predestinado como si nada estuviese pasando.

El del incendio y la distracción es un vector en el que el partido puede basar su crecimiento frente a la fuerza hegemónica en Catalunya, Esquerra Republicana de Catalunya que, como corresponde, ha mostrado disciplina en el acatamiento de la situación impuesta por los cuatro superministerios de gestión de la crisis.

Desde otra costa ideológica, Vox ha mantenido su agenda pirómana asumiendo solo a medias el mandato institucional. Los popes del partido ultra-monárquico parecieron creerse que el sábado podía terminar con un cisma en el Gobierno de Coalición y la apertura de un Gobierno de unidad nacional en términos de Gran Coalición que dejase al PP neutralizado políticamente.

Vox, a quien nadie cree capaz de asumir como partido gobernante una crisis sanitaria ─más allá de su capacidad incuestionable de sacar a los militares a la calle─ ha asumido como su papel sembrar la cizaña, aplaudir todo lo que favorezca la “agenda de unidad nacional” e intercalar sus mensajes habituales esperando que la situación se normalice. Mensajes en clave atlantista, en puro seguimiento de la agenda de José María Aznar, y reclamos xenófobos, que llevaron al diputado Javier Ortega Smith a borrar un mensaje sobre el “virus chino” que le tenía jodido en casa mientras escuchaba a un popular cantante y preparaba algún condumio.

Disciplina ciudadana

Esta crisis no incide sobre la representación y sus falencias, como hizo el 15M de 2011, si no que pone en crisis la propia reproducción de la ideología neoliberal. Por eso mismo su posible rebote o estallido no será visible desde las coordenadas del agotamiento aspiracional (jóvenes, sobradamente preparados y sin un pavo). Es el individualismo lo que ha entrado en crisis: nadie se salva solo, o solo se salvan solos los ultrarricos, que es como decir nadie. La propia noción de “libertad”, utilizada como ariete por parte del neoliberalismo realmente existente, se ha metido en una cuarentena. Es paradójico que la principal defensora del modelo de Hayek y los Chicago Boys, la expresidenta autonómica de Madrid, Esperanza Aguirre, acuda a la sanidad pública para tratarse su infección por covid19.

El expolio sostenido del sistema sanitario público, la política de privatizaciones, externalizaciones y terciarización de residencias o de la atención a la dependencia ─infrapresupuestada desde el Estado central─ ha estallado en una crisis que subraya la interdependencia, el peso decisivo de lo público y de una planificación económica en términos estratégicos. Pilares de la práctica neoliberal como el modelo “just in time”, la reducción al mínimo de los stock, o la desmembración de las cadenas de producción, han explotado en las manos de los Estados que fueron seducidos por la globalización del pensamiento neoliberal y que ahora las pasan canutas para conseguir los aparejos necesarios para la crisis sanitaria.

Del mismo modo, en una semana escasa han quedado suprimidas las reglas vigentes en la Comisión Europea sobre control del déficit y la deuda pública; han aparecido 17.000 millones para gasto social, y han mutado en presidentes sociales por accidente figuras como Giuseppe Conte, Emmanuel Macron o Pedro Sánchez. Una mutación que sería enternecedora si no fuera por el hecho de que esta ventana de oportunidad para la reestructuración en clave social de los Estados europeos puede cerrarse con un solo golpe de viento de los mercados financieros, entretenidos de momento en poner a prueba la libra esterlina.

Este recurso de urgencia al estatalismo, “el Estado se hace cargo”, aseguró Pedro Sánchez el 17 de marzo, es hasta ahora la contrapartida a la disciplina ciudadana autoimpuesta, a menudo con exceso de celo por parte de delatores espontáneos, vigilantes y castigadores. El pasado martes, el despliegue emo de Sánchez consiguió el objetivo de involucrar emocionalmente al cuerpo social o al menos a una mayoría de la opinión publicada. Desde los plebeyos balcones y ventanas, el aplauso a sanitarios y trabajadoras de los sectores sensibles está consiguiendo hacer más real y vivida esa resurrección de la sociedad tras el entierro organizado por Thatcher y otros ídolos de Esperanza Aguirre. 

En otro orden de cosas, la sociedad existe pero no incluye a los Borbón. Es un hecho puramente descriptivo y algo que explica la frialdad con la que fue recibido, salvo por su grada de aficionados más fieles, su discurso motivacional del miércoles.

La próxima meta volante

Una semana después del decreto de Estado de Alarma, los movimientos díscolos de base no han cuestionado (o apenas han cuestionado) las medidas de distanciamiento social, pero plantean claramente un objetivo para el próximo Consejo de Ministros: una intervención sobre el mercado del alquiler a través de suspensiones, moratorias o fraccionamientos. Si no cobramos, no pagamos, es su consigna. 

Un objetivo que, como ha explicado Nadia Calviño, apagafuegos de lo que queda de la disciplina austeritaria, puede producir un choque entre pequeños propietarios arrendatarios y arrendadores, asfixiados antes de que covid19 aterrizase en España y ahogados por las consecuencias económicas que está teniendo y sin duda va a tener.

Los años de indisciplina o “mano invisible” guiando las políticas de vivienda pueden, como señalan los Sindicatos de Inquilinos, estar llegando a su fin. No es casual que una crisis que hay que vivir “en casa” haya puesto de nuevo en primer plano el acceso y permanencia en la vivienda y que ese conflicto sea sobre la que se produce la tensión ante la emergencia social que ha creado el coronavirus. Nunca ha estado tan cerca de declinar la curva de la especulación inmobiliaria internacional, y su acumulación de espacios en los centros urbanos, que ha desfigurado ciudades y desestructurado la vida pública de las ciudades, esa que hoy añoramos desde nuestras ventanas.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Solo para socias
Solo para socias Nueva carta mensual: “Redactor en crisis”, por Pablo Elorduy
Después de La Semana Política, el coordinador de Política de El Salto regresa a un formato periódico.
La semana política
La semana política Lo que pasó, pasó
Hora de algunas despedidas. Ada Colau tiene difícil volver a ser alcaldesa de Barcelona y la izquierda tiene difícil volver a convocar el espíritu de una época en la que pudieron cambiar muchas cosas.
La semana política
La Semana Política La nave del misterio electoral
La compra de votos en Melilla y otros puntos del Estado agita la última semana de campaña y muestra el auge del conspiracionismo.
COP29
Cumbre del clima La propuesta de los países ricos para cerrar la COP29 enfurece a las naciones en desarrollo
El Norte global, causante histórico del cambio climático, propone 250.000 millones de dólares anuales para la adaptación y mitigación climática del Sur, cuando el propio borrador del acuerdo establece que al menos serían necesarios cinco billones.
Fondos buitre
Fondos buitre El Sindicato de Inquilinas demanda al fondo buitre Néstar-Azora por las cláusulas abusivas de sus contratos
Las vecinas afectadas por este fondo, en huelga de alquileres desde septiembre, están obligadas a asumir los gastos de comunidad y abonar los costes del seguro de impago e IBI a la propiedad, pese a ser estos requisitos totalmente ilegales.
Brasil
Brasil Bolsonaro es acusado por la policía del intento de asesinato de Lula da Silva para dar un golpe de Estado
El expresidente tenía “pleno conocimiento”, según la policía brasileña, de un plan para asesinar a los elegidos por el pueblo para ser presidente y vicepresidente después de las elecciones de 2022.
Estados Unidos
Hari Kunzru “En EE UU hay dos tipos de nazis: los que llevan botas y los que llevan corbata”
El escritor británico reflexiona sobre la victoria de Donald Trump y cómo los conservadores han movilizado teorías como la psicología evolutiva para renovar sus posiciones y plantear una batalla cultural en foros online o redes sociales.
Opinión
Opinión El TPI finalmente emitió las órdenes de arresto contra Netanyahu y Gallant. La lucha está lejos de terminar
La corte ha emitido órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el ex ministro de Defensa, Yoav Gallant, por crímenes de guerra cometidos en Gaza. Como resultado, ambos no podrán viajar a al menos 124 países.
Violencia machista
Convenio de Estambul GREVIO alerta de los sesgos machistas contra las mujeres en los juzgados pese a los intentos de erradicarlos
El Grupo de Expertos en la Lucha contra la Violencia contra la Mujer y la Violencia Doméstica (GREVIO) alerta del “uso persistente” del llamado Síndrome de Alienación Parental y urge a regular la figura del coordinador parental.
Alicante
maltrato animal El PP de Alicante aprueba de forma “urgente” un aumento de presupuesto para la Escuela Taurina Municipal
El gobierno de Barcala aprueba un gasto de 105.754,90€ para la escuela taurina como “proyecto educativo”. La Diputación de València, por su parte, gasta un millón para la iluminación de su coso.
Comunidad de Madrid
Residencias de mayores Techos caídos, cascotes y tuberías rotas en una residencia de mayores privada de Villaviciosa de Odón
Los mayores que habitan en la residencia Gerocastillo, de Villaviciosa de Odón, no han sido evacuados mientras se despliegan unas obras en la planta de arriba que han provocado la ruptura del techo, tal y como denuncia CC OO.

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Baleares
Crisis política La ciudadanía de Formentera se planta tras un año de parálisis institucional en la isla
Centenares de personas se concentran bajo el lema “Deim prou” para exigir un Gobierno estable y transparente ante la crisis institucional en el Consell Insular.
Cine
Cine Nicolás Pereda, el Hong Sang-soo mexicano que habla de clases y desigualdad con humor (extraño)
El realizador presenta su último largometraje, ‘Lázaro de noche’, una comedia contenidísima sobre los deseos y sobre el trabajo cultural, en el marco de L’Alternativa, Festival Internacional de Cinema Independent de Barcelona.
Cádiz
Derecho a la vivienda Así prepara la asamblea de Jerez por la Vivienda su primera gran movilización contra gobiernos y rentistas
Cuatro meses después de haberse constituido, el colectivo convoca una manifestación el sábado 23 de noviembre gracias al trabajo de activistas como Inma, Jaime, Olga o Alberto: “En la última década el alquiler en la ciudad ha subido un 65%”
Más noticias
Política
El Salto Radio Podcast | Todas las elecciones hablan de mí
Aprendizajes de la derrota en EE UU para nuestro contexto, claves de la deserción de Twitter a Bluesky y ecos de la retirada de Nadal.
Análisis
Análisis Europa no puede blindarse contra Trump
Tras las elecciones estadounidenses los expertos europeos en política exterior están reviviendo las ideas de autonomía estratégica de 2016, sin entender todo lo que ha cambiado en los últimos ocho años.
Ocupación israelí
Ocupación israelí Estados Unidos aprueba la “ley más peligrosa para las libertades” desde la Patriot Act
En Gaza, Cisjordania y Líbano, nuevos ataques israelíes dejan más de un centenar de muertos. En Washington, el Congreso aprueba una ley que permite quitar fondos a ONG, universidades y colectivos sin pruebas ni un proceso transparente.

Recomendadas

Racismo
Racismo institucional Diallo Sissoko, una víctima más del sistema de acogida a migrantes
La muerte de este ciudadano maliense durante su encierro en el CAED de Alcalá de Henares ha puesto de manifiesto algunas de las deficiencias del sistema de acogida a migrantes en el Estado español.
Memoria histórica
Memoria histórica Museo del franquismo, ¿eso dónde está?
España sigue ajena a la proliferación mundial de espacios museísticos dedicados a dictaduras y resistencias democráticas.
València
Dana y vivienda “La crisis de vivienda multiplicada por mil”: la dana evidencia el fracaso de las políticas del PP en València
La dana ha dejado a miles de familias sin hogar. Ante la inacción de las instituciones, han sido las redes familiares las que han asumido el peso de la ayuda. La Generalitat, tras décadas de mala gestión, solo ha podido ofrecer 314 pisos públicos.