We can't find the internet
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Hang in there while we get back on track
Nada proporciona hoy tanta satisfacción.
Nada tiene sentido sin ordenador.
Si no estás conectado a la red,
no eres un ciudadano como debe ser.
La vida virtual hoy cuenta mucho más
que cualquier otro aspecto de tu vida normal.
Sin red social no eres nadie, ya ves,
porque hoy ordena y manda internet
¿pero qué vamos a hacer?
¿pero qué vamos a hacer?
¿pero qué vamos a hacer
cuando apaguen internet?
“Cuando apaguen intenet”. Def Con Dos (2009)
Los smartphones, los smartwatch, el internet de las cosas, asistentes virtuales y, dentro de poco, el metaverso. Todo está conectado a internet. Y no solo lo que usamos para entretenernos. Los sistemas de defensa, el sistema eléctrico, las centrales nucleares, las bases de datos de los hospitales, nuestro teletrabajo, las herramientas para tener cerca a nuestra familia, esos trozos de plástico que llevamos en nuestras carteras y que nos sirven para pagar cualquier cosa a través de otro aparato que se conecta por internet con nuestro banco, al cual ya no vamos nunca porque lo hacemos todo por internet. La red global nos ha hecho la vida más fácil en muchos sentidos, pero también nos ha hecho totalmente dependientes.
“Es cuestión de tiempo que la red caiga. Internet se vendrá abajo y viviremos oleadas de pánico. ¿Suena apocalíptico? No lo es”. Así se presenta el libro Error 404 ¿Preparados para un mundo sin internet? (Debate,2021) de la periodista especializada en tecnología Esther Paniagua. La dependencia social, física y emocional que tenemos como sociedad de la gran red, el gran poder de unos pocos sobre algo tan necesario para todos o el mal uso de las tecnologías por parte de empresas o Estados, son algunos de los temas que la periodista repasa en este interesante trabajo de investigación, recogida de datos y entrevistas a “padres” y “guardianes” de internet, que además intenta contestar a aquello que se preguntaba Def Con Dos hace años: ¿qué vamos a hacer cuando apaguen internet?
¿Puede caerse realmente internet?
Puede caerse internet. Puede tirarse internet. No es fácil, no es que cualquiera pueda llegar mañana, apagar el interruptor y ya nos hemos quedado todos descolgados. Y, desde luego, es mucho más difícil si hablamos de un apagón global. Pero hay vías o formas en las que puede pasar. Puede haber ciberataques, pero también puede haber fallos.
Uno de los peligros es el relacionado con el protocolo de BGP, que fue lo que hizo que Facebook, supuestamente y según la versión oficial, desapareciera del mapa el pasado 4 de octubre. Supuestamente una actualización de ese protocolo BGP, que es uno de los protocolos base de internet y que enruta la información, elige el camino más eficiente para que la información viaje de un sitio a otro. Pero el BGP es un protocolo muy antiguo, que no fue diseñado para soportar lo que internet soporta hoy, porque internet no fue diseñado para eso. Tiene muchas vulnerabilidades. Ya en 1998 un grupo de hackers fue al Senado de Estados Unidos y contó cómo en media hora ellos podrían tirar abajo la red. Es verdad que por aquel entonces en internet había muchas menos cosas conectadas y eso que ya empezaba a haber un boom del comercio electrónico. De hecho, por eso mismo el Senado estaba muy preocupado de que eso pudiera pasar, porque ya empezaba a emerger toda una economía sobre la base de internet, que no estaba creada para eso anteriormente. Estaba creada como forma de conexión de investigadores y de conexión de recursos computacionales que permitieran hacer operaciones e investigaciones usando toda esa capacidad de cómputo de muchos ordenadores. Cuando entrevisté a Vinton Cerf, uno de los padres de internet, me dijo claramente que el protocolo de GP no fue diseñado para lo que soporta ahora, y él estuvo ahí desde el día uno de internet.
Hay otras, como los DNS, que también son otro de los pilares de internet. Es ese sistema de nombres de dominio que traduce cada ordenador conectado a internet al lenguaje de la máquina. Uno de los entrevistados ponía el símil de que un internet sin el DNS es como un correo sin direcciones. Las cosas están ahí, pero tú no puedes llegar a ellas. Por decirlo de manera resumida, hay una base de datos donde se guardan las correspondencias de cada cosa conectada a esos números. Y si esa base de datos se borra...
Ahora mismo se estima que solo una hora sin internet le costaría a España más de 20 millones de euros
Mas allá de que yo pierda mis fotos en Facebook o que no pueda mandarle un audio a mi madre por WhatsApp, ¿a qué nos enfrentamos si mañana se cae internet?
Que dejan de funcionar muchísimas cosas. Dejan de poder facturar los supermercados, dejas de poder sacar dinero, de poder hacer cualquier tipo de operación que haces electrónicamente, que hoy en día es prácticamente todo. Muchos servicios y empresas directamente tendrían que cerrar. Solo con un apagón de internet de una hora, las pérdidas serían millonarias. Si hablamos de un apagón que empieza a durar más de una hora, las consecuencias empiezan a ser serias. Existe una web con una calculadora que te dice cuánto perdería cada país si se cae internet. Ahora mismo se estima que solo una hora sin internet le costaría a España más de 20 millones de euros. Aunque solo lo miremos desde un punto de vista económico, el impacto de cada hora es gigante.
¿Y los Estados se están preparando para esto?
No, claro que no. Cuando hace un tiempo Austria dijo que nos deberíamos preparar para algo así, la Red Eléctrica de España, que se negaron a ser entrevistados para mi libro, explicaron en una entrevista que eso era demasiado alarmista y que ellos tenían protocolos para la pérdida de electricidad. Pero no es lo mismo un apagón eléctrico que una caída masiva de internet. Para eso no hay un plan.
Además, hay que tener en cuenta que Red Eléctrica puede tener unos procedimientos, pero que la gente los siga ya es otra cosa. Coordina tú a un país entero. No estamos preparados socialmente, no tenemos un sitio al que acudir. Es decir, si pasa algo y me quedo sin internet o sin electricidad, ¿cómo me entero de lo que está pasando? ¿Dónde acudo? Los medios de comunicación también tendrían muchos problemas. El Salto no funcionaría, tú te quedarías sin trabajo.
Pero no me gusta ser alarmista. Yo no me imagino un escenario sin internet. Es decir, internet se puede apagar y podemos estar sin internet unos días y será caótico y devastador, pero no va a desaparecer. Lo volveríamos a reconstruir. Incluso aunque fuera un apagón catastrófico de una tormenta solar que durante unos meses no te permitiera tener internet, lo volveríamos a crear porque ya sabemos cómo se hace. Por tanto, no me imagino un escenario en el cual viviéramos sin internet de aquí a un futuro.
Los servicios de inteligencia dicen eso de “los dos días del caos”. Podría suceder, aunque creo que al final todo se reduce también mucho a un tema más de percepción que de realidad. Porque empezaría a haber una percepción de caos cuando la gente viera, por ejemplo, que los supermercados no pueden facturar, no puedes comprar productos ni medicamentos. Probablemente empezaría a haber saqueos en un momento dado, incluso aunque ese desabastecimiento o caos no sea real. El pánico es el problema.
Somos altamente dependientes de infraestructuras conectadas a internet. Lo hemos conectado todo porque es mucho más barato y eficiente, pero ahí está el problema
Pero uno de los principales problemas, algo que quiero advertir con este libro, es el tema de que hemos conectado todo a internet, incluido las infraestructuras críticas como, por ejemplo, los hospitales. Somos altamente dependientes de infraestructuras conectadas a internet. Lo hemos conectado todo porque es mucho más barato y eficiente, pero ahí está el problema.
Estos días, por ejemplo, hemos visto cómo existe una estructura, una red, que recoge datos de todas las centrales nucleares y que saltaron las alarmas porque no se recibían los datos desde Chernóbil en medio de la guerra.
Claro, eso es. Por ejemplo, en 2010, hubo el primer gran ataque ciberfísico, en el que se conecta lo online con lo físico. Fue contra una estación de enriquecimiento de uranio iraní. El ataque hizo que se autodestruyeran mil centrifugadoras, como el 20% de toda la central nuclear. Fue catastrófico. Se piensa que fue obra de Israel y Estados Unidos mediante un software nuevo.
Todo lo que no puedes proteger adecuadamente o que el riesgo de que lo ataquen pueda ser crítico para el país, lo tienes que desconectar
Ese es el gran problema. Los hemos conectado todo porque es más barato, más eficiente. Pero con eso nos estamos autoinmolando. De hecho, muchos expertos en ciberseguridad aconsejan que nos tenemos que plantear desconectar cosas. Todo lo que no puedes proteger adecuadamente o que el riesgo de que lo ataquen pueda ser crítico para el país, lo tienes que desconectar.
¿Algo así como un decrecimiento del internet?
Una desdigitalización. Hoy en día hablamos de digitalización de todo, de transformación digital. Que no digo que no lo haya que hacer. Hay que digitalizar muchas cosas, pero hay otras que deberíamos desconectar. No hay que digitalizar todo y, si lo hacemos, lo tenemos que hacer protegiéndonos adecuadamente. Cosa que no se está haciendo.
Antes has dicho que internet se puede caer, pero que también se puede tumbar. También has comentado este ataque a Irán posiblemente por parte de Estados Unidos e Israel. ¿Tumbar internet es una nueva arma de guerra?
Claro, lo es. No es fácil, pero se conocen casos. Por ejemplo, en 2012, Estados Unidos desconectó a Siria de internet. Supuestamente fue por error de los servicios de inteligencia estadounidense, pero obviamente es un arma que pueden usar. Pero la verdad es que, más potente que derribar internet, es derribar la electricidad, porque también derribas internet. En cualquier caso, estamos viendo continuamente cortes de internet provocados, con lo cual, obviamente, es un arma de la ciberguerra.
Incluso contra tu propia población.
Claro. ¿Qué herramienta usa India o Turquía cuando quiere censurar? Camboya, por ejemplo, ahora mismo está haciendo una muralla digital para controlar toda la información que entra, tal y como tiene China. El caso más grande de desconexión de un país voluntariamente para censurar ha sido en India, fueron unos siete o nueve meses. Obviamente es mucho más fácil tirar internet abajo cuando lo hace el gobierno que tiene acceso directo que cuando lo haces a través de un ciberataque, que también es posible.
Rusia ahora se está desconectando de internet para no ser vulnerable ante un ataque que les desconecte. Y ya han hecho pruebas de desconexión
Rusia ahora se está desconectando de internet para no ser vulnerable ante un ataque que les desconecte. Y ya han hecho pruebas de desconexión. Si ellos tienen su propia intranet, como China, se protegen más. Ahora es más difícil, porque China lo hizo al principio, cuando todavía no había muchas otras cosas construidas encima. Ahora Rusia lo está haciendo, pero le cuesta más. Esto tiene muchas ventajas. Primero, no ser vulnerable cuando te atacan desde fuera. Segundo, potencia la economía del país porque esto hace que toda la gente tenga que acudir a los servicios de las empresas rusas. Y, por último, te sirve para controlar lo que está haciendo la gente. Sus compras, la censura, el contenido, todo, absolutamente todo. Con lo cual para países de este calado, a medio camino a la autocracia, es una herramienta útil.
Otro de los problemas de los que se está empezando a hablar ahora, sobre todo con el auge de las criptomonedas, es el consumo energético de las tecnologías. Siempre se ha hablado de esa limitación energética con el capitalismo industrial, pero ahora también se pone el foco en el consumo de la tecnología. ¿Puede acabar internet colapsando los límites físicos del planeta?
Si seguimos así, sí. Porque se espera que en el plazo de dos o tres años se dupliquen las necesidades energéticas de todo lo que está conectado a internet.
Eso en el contexto actual de crisis energética parece insostenible.
Eso es. Y eso sin tener en cuenta el blockchain, o sea todo lo relacionado con criptomonedas, con lo que ya iremos más allá. Solamente lo que son centros de datos ahora mismo representan un 1% de del consumo energético global. Que puede parecer una tontería, pero es muy significativo. Si contamos todo lo que son las TIC a nivel consumo, el dato está entre el 7 y 11% de consumo y el 4% de emisiones. Si esto se sigue duplicando, cada vez hay más cosas conectadas y, además, le añadimos el tema de las criptomonedas pues, a largo plazo, claro que podemos asistir al colapso. De hecho, ese colapso ya lo tenemos aquí. Es decir, nos podemos permitir muy poco si no lo hacemos utilizando energías renovables, que ya reducirían drásticamente el impacto. En cuanto a las criptomonedas, hay algunas que aspiran a ser emisiones cero. Pero eso, “aspiran”, que no es lo mismo. No estamos teniendo en cuanta el impacto sistémico a múltiples niveles. El tema de las emisiones nos lo tenemos que tomar muy en serio, sobre todo cuando se ponen de moda tecnologías como las criptomonedas y los NFT.
El tema de las emisiones nos lo tenemos que tomar muy en serio, sobre todo cuando se ponen de moda tecnologías como las criptomonedas y los NFT
¿Y la dependencia psicológica? Yo me imagino que a mi sobrina de 16 años le quitan internet y le da algo.
Ese es otro aspecto que me preocupa mucho, la dependencia emocional. Es otro problema porque sobre todo la gente joven no sabe vivir sin internet. Y si vamos más allá, el tema de la adicción. Cuando las herramientas más usadas han sido diseñadas para mantener nuestra atención constantemente, o sea, han sido diseñadas para ser adictivas, tenemos un gran problema. Es el problema de un modelo de negocio predominante en internet, el publicitario. Un modelo que fue estrenado por Google, ya que internet no fue diseñado con un modelo económico asociado. Se buscó uno y se llegó al más fácil, el de la publicidad. Para extraer lo máximo de todo esto, lo que hicieron es recurrir a lo que conocemos como las ciencias del comportamiento. Cómo nos comportamos, cómo funciona nuestro cerebro, los sesgos cognitivos que tenemos, los atajos que toma nuestro cerebro, etc. Pero también el aspecto social. Porque somos seres sociales que necesitamos sentir que pertenecemos a un grupo, cuando tenemos interacciones generamos dopamina en nuestro cerebro... Y todo esto se usa para hacer el diseño de todas las aplicaciones que usamos para vendernos mejor y tenernos enganchados más tiempo. Las notificaciones, esos bucles que te quieren mantener todo el tiempo ahí, el FOMO [Fear of missing out], ese miedo a perderte algo por no estar ahí, a que tus amigos están compartiendo cosas y tú te lo vas a perder. Cada color, cada cuadro, cada botón, todo.
El metaverso es la nueva forma de seguir extrayendo dinero y seguir creciendo, porque esas plataformas están llegando al límite
Con todos estos problemas que has comentado, ahora llega el metaverso. Parece que se le quiere dar otra vuelta de tuerca. ¿Cómo puede impactar el o los metaversos en nuestra nueva forma de relacionarnos en y con internet?
Aquí hay varias cosas. Primero, el metaverso es la nueva forma de seguir extrayendo dinero y seguir creciendo, porque esas plataformas están llegando al límite. Además, estas empresas ya están algo penalizadas públicamente porque ya sabemos todo lo que hacen y cómo nos vigilan. Con el metaverso han visto el cielo abierto. Ya no tanto porque puedan proporcionar nuevos servicios, sino para proporcionar una nueva experiencia inmersiva. Si la actual ya es adictiva, imagina estar en el metaverso y no tener la fricción de la pantalla. Estar ahí dentro. La tecnología irá avanzando, con menos fricciones, y cada vez será más fácil estar ahí dentro mucho tiempo.
¿Y qué puede ocurrir?
Obviamente crecerá la adicción a desconectarnos del mundo físico. No hablo del mundo real, porque esto también puede ser un mundo real, sino del físico. Estaremos en un mundo diseñado donde las cosas que hagamos pueden tener consecuencias en el mundo tangible, se pueden materializar en el mundo físico. Personas que tengan situaciones familiares duras, por ejemplo, se podrán refugiar en estos entornos online. Algo que ya ocurre con mucha gente joven y algunos videojuegos, como el conocido Minecraft, donde los adolescentes se refugian porque les permiten crear mundos fantásticos que son mucho más bonitos que el mundo en el que viven ahí fuera.
Parece que el metaverso se plantea como un salida a la vida precaria. Un “entra en este nuevo mundo y consigue lo que nunca vas a lograr fuera”.
Exacto. Es verdad que ahora no mucha gente se puede permitir estar en el metaverso y comprarse la gafas, por ejemplo. Pero eso es lo que se vende y lo que se ofrece. Ese mundo en el que tú puedes crear tu utopía, tu escenario idílico. Pero no va a ser así. Primero porque no todo el mundo tiene conocimientos para crear algo en el metaverso. Crear una web es bastante sencillo. Existen plantillas y todo eso. Pero en el metaverso esto no es así. Tú y yo no podemos crear contenidos.
Pero será posible que podamos comprar cosas que no nos podríamos permitir en la vida real. Esas Nike que valen 100 euros, pues me podré comprar las Nike NFT por 20 euros en el metaverso.
Claro, pero ese es otro tema. Nos venden ese mundo de la sociedad perfecta donde todos somos iguales, donde no importan los colores, las razas o cómo vistas. Pero es mentira, porque si Nike y todas esas marcas están ahí es porque van a sacar dinero, y si van a sacar dinero es porque quién pueda pagarse las Nike las pagará, pero quién no pueda pues su avatar va a vestir como un andrajoso o va a tener un avatar desnudo que no pueda llevar esa ropa de marca. Por lo cual es una mentira, es un engaño.
Esto nos lo venden con cada nueva tecnología, nos venden todas estas ideas utópicas y preciosas de cosas que realmente pueden suceder, pero que no son las que al final suceden. Humanamente tendemos a la concentración de poder y, obviamente, quién ya lo tiene lo va a seguir manteniendo. Entonces, estas empresas, al principio, van a querer que el meta de su empresa sea algo más abierto porque hay que construirlo. Luego querrán acaparar y tener todo el dominio sobre lo que pasa ahí. El metaverso puede convertir internet en un espacio totalitario mayor de lo que ya es hoy, que ya es bastante totalitario. Porque quién gobierna internet son estas cuatro empresas que tienen el poder. No hay democracia online. No se han sometido a escrutinio público, deciden las reglas del juego, privatizan muchos aspectos incluso de la vida pública. Tenemos una esfera públicas, segmentadas y privatizadas, donde ellos controlan quién participa, cómo participa, qué se censura. Y esto no es admisible, que es otro de los grandes mensajes que intento dar con mi libro.
También otro aspecto del metaverso es el de la suplantación de identidad. ¿Qué pasa con los deepfake? Si hoy en día ya se están haciendo estafas y engaños con deepfakes de imágenes y voz, imagina lo que se podrá hacer en el metaverso con tu avatar. El tema de las estafas de este tipo usando deepfake, con el metaverso va a crecer de manera exponencial. Yo mañana podría elegir ser Trump en el metaverso y, entonces, ¿qué pasa si Trump quiere entrar en el metaverso? Tenemos que desarrollar un sistema de identidad digital, que corrobore que yo soy yo. Hay muchas incógnitas todavía y desde luego todas las problemáticas que expongo en el libro sobre información de privacidad, de ciberseguridad, etc. todo va a ir a más en el metaverso si no cambiamos las cosas.
Has dicho que esto al final es una especie de autarquía de cuatro empresas privadas, aunque también explicas en el libro que el mal uso de la tecnología y de internet lo hacen tanto empresas privadas como entes públicos. Hay un gran debate sobre quién debería ser dueño de todos esos datos. Entrevisté hace tiempo a Paul Mason y decía que Facebook debería ser nacionalizado para que los datos estén en manos públicas. ¿Dónde te posicionas en ese debate?No me parece que nacionalizar Facebook vaya a servir de nada. Yo creo que una de las propuestas útiles sería la portabilidad de los datos. Que yo pueda llevarme mis datos y mi contactos. Porque ahora estamos en Facebook porque si me voy de esa plataforma perdería muchos contactos que tengo con amigos y contactos laborales de hace mucho tiempo. Yo no estoy conectada con estas personas en ninguna otra plataforma. Si yo pudiera llevarme a toda esta gente, todo lo que he vertido ahí, todos los contenidos y todos mis datos a otros sitios, sería mucho más fácil que haya una verdadera competencia entre esas plataformas. Esto no solo es bueno para los usuarios, sino también para incentivar la innovación. Las empresas pequeñas no pueden competir contra un Google o Facebook, que son las que tienen toda esa cantidad de datos. Tampoco se pueden utilizar esos datos a un nivel de investigación y desarrollo. La inteligencia artificial se alimenta de grandes cantidades de datos, pero si son solo estas pocas empresas las que los tienen, pues tampoco es bueno para ese desarrollo, no se puede entrenar a un algoritmo. Solo esas empresas pueden.
Es importante que no sea solo el sector privado el que pueda desarrollar este tipo de tecnologías y obtener beneficio de esa economía de los datos
Además de portabilidad de datos, algo fundamental son las políticas de datos abiertos para que se pueda aprovechar a un nivel gubernamental, en servicios de salud, servicios, de movilidad, de cualquier cosa. Tenemos que tener estas políticas, pero que a la vez sean políticas que garanticen la privacidad de las personas. Datos abiertos no tiene que significar que sepan el dato tuyo, lo que haces o con quién has estado. Deben ser tecnologías que aglutinen esos datos pero sin revelar tu identidad, de forma anónima, con sistemas de ciberseguridad. Ya existen algunas iniciativas en Europa sobre esto.
También es importante que no sea solo el sector privado el que pueda desarrollar este tipo de tecnologías y obtener beneficio de esa economía de los datos. El sector público y el tercer sector también deberían tener acceso a esta tecnología del dato y que pudiera obtener información útil. Esto hará que haya mucho más innovación y que las tecnologías nos traigan ese beneficio que siempre nos han prometido.
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