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Internet
De cyberneticis et fortuitis
Pero esta obra es fecha so emienda de aquellos que la quesieren enmendar; e certas, dévenlo fazer lo que quesieren e la sopieren emendar si quier porque dize la escriptura: “Qu[i] sotilmente la cosa fecha enmienda, más de loar es que el que primeramente la falló”. E otrosí mucho deve plazer a quien la cosa comienza a fazer que la enmienden todos quantos la quesieren enmendar e sopieren; ca quanto más es la cosa emendada, tanto más es loada (Zifar, 6).
Prólogo del Cavallero Cifar (alrededor de 1300)
El día que R:W recibió el correo de D4ns tomaron cuerpo los sentimientos que se agolpaban en su cabeza cuando su padre le decía que levantase la mirada del teclado: él era feliz buscando de alguna forma los rasgos de su humanidad entre bits y algoritmos. Si, como él bien sabía, en la Antigüedad todo el conocimiento se compartía, se editaba, se enriquecía con los aportes de los demás, ¿por qué ahora habría de ser diferente?
En ese mismo momento, sentado en el coche a punto de arrancar y mirando en su móvil el correo solicitando información sobre su pequeño (pero valiosísimo y más ahora) plugin, tomaba aún más sentido la investigación y el trabajo desarrollado durante tantos años. Miraba al retrovisor con nerviosismo, como si de alguna manera no pudiese creer que algo así le estaba pasando. A veces, la soledad del creador puede ser muy grande, y R:W no era excepción para ello. Ahora ya no estaba tan solo, sólo un poquito menos. Alguien había decidido ponerse a las teclas con su pequeña creación y no hay mejor forma de reconocer el trabajo de un desarrollador de código abierto que así sea.
Él sabía, porque lo había experimentado, que para que una idea prospere es mejor compartirla y hacerla crecer desde la conversación
La insulsa visita al mall cercano a la 85 Broad Street podía ser perfectamente postergada. Salió del coche para dirigirse al pequeño cuarto dedicado como estudio que tenía en su apartamento. Desde ahí, un cable de red y un enchufe a la corriente eran más que suficientes para conectarse con el mundo. Él lo sabía desde hacía mucho tiempo. Ahora le tocaba hacer un poco de arqueología propia: ¿por dónde sería mejor empezar a contarle a D4ns cómo meterle mano al plugin? Y mejor aún ¿cómo contextualizarle sobre la relevancia de lo que le estaba pidiendo?
En sus años de estudiante se había tenido que enfrentar a la incomprensión de sus maestros en su ánimo de explicar de forma no lineal el surgimiento de sus ideas. Algo en él sabía que cuando tienes una idea, en realidad eres deudor de muchos factores: lo que has leído y se queda en tu memoria para que tu cerebro lo saque cuando menos lo esperas, todos los impactos visuales que recibimos cada día, conversaciones furtivas en el metro... Él sabía, porque lo había experimentado, que para que una idea prospere es mejor compartirla y hacerla crecer desde la conversación. La limitación de los primeros años para aquellos programadores deseosos de hacer una gran red de hallazgos compartidos pronto se vio solventada con las nuevas redes de interconexión y creación. “Una auténtica cibernética aplicada a mi forma de ser, de estar en el mundo”, pensó. Si, como humano que soy, que pienso, creo, programo, tecleo y hago que funcionen pantallas a través de los botones, puedo ahora sistematizar todo esto, entonces el cambio real se ha dado.
Una cibernética que logre programar la máquina como pensamos los humanos ha de ser una cibernética humanista, azarosa, sino no va a poder recoger lo que en realidad somos
Recordaba su primer año de Filología Hispánica (craso error, pero eso es otro asunto), donde aprendió sobre cómo la cultura manuscrita implicaba copia y libre distribución. ¿Qué había pasado para que casi 600 años más tarde estemos en un punto de retroceso como el actual? El hallazgo de un texto sobre los comunes medievales en sinergia a los comunes digitales de J. Escourido le supo a gloria. ¡Claro! ¡Es lo que había estado pensando toda la vida!
¿Qué tengo a mano? - pensó. ¿Cómo empiezo mi propia creación compartida?. Sabía que quería cruzar su interés por la Historia con su maestría creando instrucciones que las máquinas saben obedecer. Tocaba sentarse a investigar...
No con poco asombro vió lo que hepplerj había hecho del Día de las Humanidades Digitales. Sin duda, la mejor forma de describir algo que tiene difícil encaje es recogiendo las opiniones de la mayor cantidad de gente. Qué mejor selector que el azar, pensó. Conocía Github por lo que significaba para la comunidad de coders: un lugar donde poner tu creación en abierto, y además poder trabajar de forma colaborativa. Tristemente, con los años sería comprada por Microsoft, pero ese es otro lamento. En Github se daban cita frikis de buena calaña, pero, al contrario de lo que mucha gente pensaba, no sólo de ramas informáticas. Así como hepplerj publicó su código aleatorio sobre las Humanidades Digitales la inspiración le siguió: Rebeca Williams se cuestionó sobre qué son los datos y la Collections Data sobre la posibilidad de agregar ideas para ser leídas como pildorazos. ¡Esto no eran una panda de nerds al uso como salen en las pelis joder! Mira Rebecca - pensó -, artista, abogada, escritora e investigadora sobre privacidad de datos. Todo eso hace mucho más sentido. Una cibernética que logre programar la máquina como pensamos los humanos ha de ser una cibernética humanista, azarosa, sino no va a poder recoger lo que en realidad somos.
Si aquello que hago no es posible modificarlo, no vale. Si aquello que hago se le pone impedimiento para ser aprendido, no vale
Su determinación iba en aumento: si aquello que hago no es posible compartirlo, no vale. Si aquello que hago no es posible modificarlo, no vale. Si aquello que hago se le pone impedimiento para ser aprendido, no vale. R:W tenía claro que necesitaba las herramientas a su alcance, aunque no perfectas, para poder desplegar lo que quería, lo que soñaba, y lo que le unía con la Historia en mayúsculas. Estas debían ser las primeras frases con las que empezase su relación epistolar con D4ns. “Así marco el terreno desde ya, que no me quiero llevar sustos” pensaba mientras iba abriendo el portátil. Hizo una búsqueda rápida para corroborar una vez más su intuición y ahora sí ya podía escribir con más acierto. Sabía que no podía olvidar la deuda con Commons in a Box en su desarrollo y a la CUNY Academic Commons, ambos casos eran más que fuente de inspiración para su pequeña contribución al Academic Member Profiles.
“Creo que ya lo tengo listo, puedo empezar a escribir”. Refinó su perfil por si a D4ns le daba por stalkearle un poco y se puso manos al teclado.
“Hi D4ns, apologies for my late reply” empezaba el correo...
Desde este concepto de la Cybernetic Culture Research Unit (CCRU) nos posicionamos para narrar: creemos profundamente en la investigación de las soluciones imaginarias. Somos la consecuencia de la hipótesis cibernética que destruye la distinción entre ficción y realidad. Bajo esta premisa, este espacio es un experimento de teoría-ficción para intervenir en la realidad mediante el diseño de líneas de fuga a la cibernética y la producción de deseo poscapitalista.
Coordinado por Club Manhattan, colectivo dedicado a la cultura y comunicación digitales.
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