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Huelga general
La huelga ha terminado, la lucha sigue
Lo más importante de lo sucedido el 30 de enero ha sido el proceso, las redes creadas, la implicación de la gente, el trabajo de los barrios y pueblos, la complicidad y el debate necesario entre movimientos sociales y sindicales. La huelga ha terminado, la lucha sigue.
La del 30 no fue una huelga fácil, las huelgas ofensivas nunca lo son, todas sabemos que aún con las dificultades que tienen las huelgas generales cuando éstas son defensivas, cuando responden a un ataque concreto, es mucho más fácil generar dinámicas de respuesta en todos los ámbitos. A pesar de ello, la huelga del día 30 salió adelante, las grandes movilizaciones que se dieron en Hego Euskal Herria pusieron de manifiesto, una vez más, que ni el oasis vasco es tan paradisíaco ni Nafarroa ha cambiado tanto.
Teníamos razones de sobra para la huelga, teníamos tantas razones que fue difícil poder enumerarlas todas. Es más, las razones eran tan poderosas que solo una de ellas, cualquiera, hubiera sido suficiente para convocarla. La de enero, fue una huelga antirracista, feminista, de pensionistas, anticapitalista, ecologista, diversa, sindical, estudiantil, social… En definitiva, ha sido una huelga por la vida, por el derecho a tener vidas dignas, vidas que merezcan la pena ser vividas.
“Estas grandes protestas no son viables sin la convocatoria de huelga. Los agentes sindicales tenemos que reflexionar sobre los modelos de lucha y hacer mucha autocrítica”
Las imágenes del día hablan por sí solas, las calles se llenaron de gente, otra cosa bien diferente es si los sindicatos hemos sido capaces de vaciar los centros de trabajo. No podemos hacernos trampas, hemos conseguido unas grandes movilizaciones pero no logramos vaciar los centros de trabajo, las trabajadoras no podemos conformarnos con conseguir buenos resultados en tal o cual zona, nuestra aspiración ha de ser siempre la de paralizar el País y eso, lamentablemente, no lo logramos. Es obvio que debemos reflexionar sobre esto, sobre porqué los sindicatos somos incapaces de convencer a la clase trabajadora de lo potente y valioso que resulta parar la producción. Aun así, la experiencia nos dice que estas grandes protestas no son viables sin la convocatoria de huelga, quizá los modelos de lucha hayan evolucionado, se hayan modificado y está claro que fundamentalmente los agentes sindicales, aunque no solo, tenemos que reflexionar sobre esto y hacer también mucha autocrítica y medir nuestro grado de responsabilidad en ello.
No ha sido una huelga al uso, ni en el fondo ni en la forma, y especialmente en Nafarroa. La Carta de los Derechos Sociales de Euskal Herria ha tenido muchas dificultades para implantarse en el viejo reino, para ser la herramienta de lucha y cohesión que pretendía pero sobre todo que deseábamos que fuera. Las diferencias entre los colectivos y agentes que la componen, no tanto ideológicas sino de organización y estructura ha hecho que los colectivos más pequeños con un funcionamiento más horizontal se hayan sentido incómodos en este espacio. Pero Nafarroa, para lo bueno y para lo malo, es diferente. Hemos conseguido, con la excusa de la huelga, aunar fuerzas, crear redes entre diferentes y sumar a esta huelga a colectivos con los que antes no interactuábamos.
Hemos conseguido, con la excusa de la huelga, aunar fuerzas, crear redes entre diferentes y sumar a esta huelga a colectivos con los que antes no interactuábamos.
Por supuesto que no ha sido fácil, que ha habido tensiones, que hemos tenido que hacer equilibrios varios y apostar de una manera muy clara por el objetivo final y dejar de lado intereses propios pero sin lugar a dudas ha merecido la pena. Los barrios y pueblos se han organizado, una vez más nos han dado una lección a quienes siempre apostamos a caballo ganador, es decir, a centralizar en donde sabemos que nos van a salir bien las cosas. Y este no es un aprendizaje nuevo, esto es algo que ya habíamos podido pulsar con las anteriores Huelgas Feministas. Es inevitable no tomarlas como referencia, sin duda el movimiento feminista de Euskal Herria no solo hace muchos años que nos marca el camino ideológicamente, han sido ellas las que sin lugar a dudas han sido capaces de poner el centro de todos nuestros mensajes la vida, pero además, nos han enseñado a hacer las cosas de una manera diferente, desde el trabajo en común, desde la diversidad y la diferencia pero también desde el apoyo mutuo y poniendo en valor la lucha, la organización y lo que nos une frente a aquello que nos separa, que tampoco es tanto.
La legislatura pasada nos vendieron aquello de que en Nafarroa habíamos conseguido, por fin, el ansiado cambio. Un cambio por el que luchamos con fuerza y que nos costó mucho. Y sí, algunas cosas cambiaron, pero también es cierto que en algunos momentos la sensación que muchas tuvimos es de que más bien nos habían dado el cambiazo. Y aquí también tenemos que mirar en nuestras casas, en cuál fue la respuesta y el apoyo social que dimos a aquel cambio. Quizá por miedo, tal vez por no querer que lo que durante tanto tiempo habíamos ansiado desapareciera, el caso es que durante los cuatro años de “Gobierno del cambio” la mayoría de nosotras mantuvo un perfil bajo y los resultados de aquello ya los conocemos. No nos puede volver a pasar. Precisamente por eso, en Nafarroa, era más importante aún si cabe que la huelga general saliese bien, porque la calle, la lucha, es nuestro espacio natural, el que nunca podemos abandonar, gobierne quien gobierne que dirían nuestras pensionistas, ya sea Uxue Barkos o María Chivite la presidenta. Esto fue precisamente lo que le trasladamos a Chivite en la reunión que mantuvimos los sindicatos que formamos parte de la Carta de Derechos Sociales, que la huelga había demostrado que la ciudadanía navarra tiene unas prioridades que son ineludibles, que quiere pensiones y vidas dignas y que nuestra intención era seguir presionando para que estos cambios se dieran.
Teníamos razones de sobra para la huelga, teníamos tantas razones que fue difícil poder enumerarlas todas. En definitiva, ha sido una huelga por la vida, por el derecho a tener vidas dignas, vidas que merezcan la pena ser vividas.
Una huelga general no puede ser un objetivo, nunca, y la del 30 de enero aún menos. Esta Huelga tiene que ser el motor que impulse ese cambio de modelo porque lo más importante que vivimos el 30 de enero no fueron las grandes movilizaciones, ni los paros más o menos exitosos, tampoco los discursos ni la ilusión y las ganas con la que miles de personas participaron en los piquetes. No, lo más importante de lo sucedido el penúltimo día de enero ha sido el proceso, las redes creadas, la implicación de la gente, el trabajo de los barrios y pueblos, la complicidad y el debate necesario entre movimientos sociales y sindicales.
Mantener estas redes, seguir trabajando de esta manera tejiendo alianzas es sin duda lo único que posibilitara seguir avanzando para construir entre todas y todos la Euskal Herria que soñamos, una en la que quepamos todas, vengamos de donde vengamos, una Euskal Herria feminista, en la que nuestras vidas valgan mucho más que su mierda de beneficios, en la que la sostenibilidad del planeta sea prioritaria, en la que la precariedad social y laboral sea solo un mal recuerdo, en la que nuestras pensionistas puedan tener pensiones dignas… En definitiva una Euskal Herria en la que todas y todos podamos tener vidas dignas. La huelga ha terminado, la lucha no.
Huelga general
Voces después de la huelga
Dos semanas después de la huelga convocada en Euskal Herria abrimos un espacio para los análisis y el debate desde los movimientos. En lo próximos días publicaremos diversos textos de valoración.