Honduras
María Alemán (campesina): “Cada noche me vigilan cuatro drones”

Miembro de la Cooperativa Agraria Brisa del Aguán, María Alemán vive bajo un constante estado de persecución: sicarios quieren asesinarla para amedrentar al campesinado para que abandonen las tierras y se las quede la familia Facussé.
María Alemán
María Alemán en una de sus recientes visitas a la capital (foto cedida por ella).

Cuando entra en un espacio, su fuerza arrolladora lo llena. Cuando habla, empieza por lo importante. A María Alemán (Bonito Horiental, Honduras, 1991) no le gustan los rodeos: ella es una defensora de la tierra amenazada constantemente por la familia Facussé. Sabe que puede morir asesinada en cualquier momento, como ya han sido asesinados más de 250 compañeros y compañeras en los últimos años en el territorio del Bajo Aguán. En esa parte de Honduras tiene lugar una guerra que no consta en los registros de la ONU ni en los medios de comunicación: es la guerra por las tierras, de la que informa la ONG Alboan en un viaje al que han invitado a periodistas vascas. Campesinos han recuperado las tierras que les fueron dadas por el Gobierno en 1974 en titularidad de cooperativa agrícola y arrebatadas por la familia Facusé, principalmente, tras la reforma agraria de 1994 para plantar masivamente palma africana. La intimidación, el hostigamiento, el secuestro y los asesinatos cometidos por sicarios son las armas de los Facussé; atrincherarse en las cooperativas agrícolas, la del campesinado.

¿Quién te vigila?
Las empresas agroindustriales. Nuestra cooperativa, Brisa del Aguán, había sido tomada por la familia Facussé, que son los señores del Grupo Dinant, la Exportadora del Atlántico. Estos señores permanentemente contratan a personas, es decir, sicarios, para darnos vigilancia con el propósito de ir matando a los líderes campesinos uno a uno, como ha sucedido anteriormente. Cuando hablamos de drones, hablamos de un modo de vigilancia hacia los miembros de la cooperativa agrícola por parte de la familia Facussé. En la cooperativa dormimos todos dentro, habitamos champitas de nylon [casetas] y una noche vi una lucecita amarilla, tirando a azul, que resultó ser un dron. Esos drones nos vigilan permanentemente cada noche.

¿Cuántos hay?
Cuatro. Cada noche me vigilan cuatro drones. A 175 familias, unas 500 personas con los niños. 

¿Qué otras formas de intimidación y hostigamiento sufrís?
Hace quince días [en julio], llegaron a la finca dos hombres vestidos como enfermeros de perro, porque llegaron para vacunar perros, pero resulta que todos los perros que vacunaron se murieron. Cuando andaba en Tocoa, pregunté quién eran y nadie sabía. Fueron a mi champa, donde duermo, y le sacaron fotos. ¿Por qué si vinieron a vacunar a los perros le sacaron fotos a la champa? Por cuatro ocasiones llegaron personas a buscarme, insistieron con excusas como vender ropero [un armario]. No salí afuera. Salí a la sala y pude mirar dos individuos de estos y esto me causó cierta preocupación. Salí de la cooperativa en 40 minutos y me persiguió una moto con un hombre, me atravesé a un carro y llegué a la finca y le comenté a mi familia. Ahorita, hace cinco días, se encontraron dos hombres encapuchados en la finca. Una compañera dijo que le dijeron “no te preocupes, no te preocupes, no es nada con vos, es con dos hombres y una mujer, sobre todo la mujer, que nos tiene por chinga [que mucho molesta], la buscamos para asesinarla”. 

Entraron dos hombres encapuchados a la finca y le dijeron a una compañera que buscaban a dos hombres y, sobre todo, a una mujer para asesinarla 

¿Cómo estás?
Cuando esto sucedió, la preocupación aún aumenta, solo tenemos de protección la misericordia de Dios. Del Gobierno no la tenemos. Aquí nos cuidamos nosotros. Si salimos de la cooperativa, llamamos a otro compañero para que nos espere en el camino. Da miedo. En cualquier momento lo pueden estar pillando a uno. Comunicarme con mis compañeros es todo el método de protección que tenemos.

¿Ya habíais sufrido otro tipo de violencias?
El 27 de enero la coope sufrió un atentado en forma de asalto: se llevaron 350.000 lempiras, más los celulares y documentos personales y de venta del producto de la cooperativa. Las lempiras eran para pagar la planía [el salario semanal] a los compañeros.

¿Cómo es de grande la finca? 
506 hectáreas. En los desalojos [la segunda reforma agraria del año 1994] cayó en manos de la familia Facussé Sanz y plantaron palma africana. Estamos en un proceso de volver a recuperar la tierra según la historia campesina, que es la siembra del maíz, la yuca, los frijoles y las verduras. Lo que nos alimenta y caracteriza: todos los granos básicos.

¿Por qué?
Cuando hablamos de un desalojo, hablamos de que las cooperativas fueron desalojadas en 1994 y pasaron a manos de la familia Facusseé para ser explotadas. Los campesinos tuvieron que emigrar por falta de tierra y trabajo. Tuvimos que migrar, como mi familia. No había de dónde sacar un gramo de maíz o frijol para alimentar a sus hijos. Y nosotros entramos en la recuperación de la cooperativa. En Brisas del Aguán entramos 25 de julio de 2022.

Si salimos de la cooperativa agrícola, llamamos a otro compañero para que nos espere en el camino. Da miedo. En cualquier momento lo pueden estar pillando a uno

¿Vosotros conserváis la titularidad de la finca?
Sí, claro que sí: tenemos el título definitivo, de la primera reforma agraria de 1974. La cooperativa fue fundada en 1974 y mi abuelo formaba parte.

La tierras reforma agraria de 1974 estipuló que las tierras no se podían vender, alquilar o prestar

¿Como nieta puedes recuperar la titularidad legitima?
Claro que sí. La tierras reforma agraria estipuló que las tierras no se podían vender, alquilar o prestar. Tenemos todo el derecho de reclamarlas como herencia de nuestros padres o abuelos. Esa era la misión de la reforma agraria y que se mantuviera en el Bajo Aguán. 

¿Cuántos asesinatos, secuestros, hostigamientos y exilios ha habido en el Aguán?
Los asesinatos son innumerables. En los últimos años, contamos más de 250 compañeros caídos. Pero anteriormente, son innumerables. Hay un secuestro reciente de Remolino. Han pasado cinco meses y no sabemos nada, si está vivo o definitivamente lo asesinaron.

¿Cómo gestionas las amenazas y el miedo constante?
Lo podemos llevar y soportar al recordar a cada compañero caído. Las muertes de nuestros compañeros no pueden quedar impunes. No es fácil en medio del llanto, del dolor, del miedo y la inseguridad. Seguimos confiando y caminando paso a paso. La palabra clave en el Aguan es “si uno cae, nos levantamos con mas fuerza y la voz del caído grita más”. 

Podemos soportar las amenazas y el miedo constante al recordar a cada compañero caído, sus muertes no pueden quedar impunes

¿La presidenta Xiomara Castro reconocerá la titularidad campesina de la cooperativa en el proceso de investigación que se está llevando a cabo en Honduras?
La presidenta Xiomara ha estado trabajando en este conflicto agrario del Aguán y estamos esperando este proceso. Regularmente voy a Tegucigalpa [la capital de Honduras] para la titularidad de las cooperativas, y están pidiendo un informe y esperamos en Dios y que la presidenta ayude al campesinado y vuelva a hacer del Aguan esa cuna y granero.

¿Mantienes la esperanza de que Xiomara cumpla su palabra?
Sí, ella tiene la intención, aunque se ha quedado atrás con algunos acuerdos que ha llevado a cabo el Gobierno, pero puede hacer más si se lo propone. No nos hemos equivocado al elegir a Xiomara Castro.

Vuestra organización es impresionante, la Plataforma Agraria del Aguán y la COPA.
La Plataforma nace de la necesidad de los y las campesinas del Bajo Aguan un 14 de enero de 2013. Y luego se fortalece en defensoría de los Derechos Humanos y Defensa de la Tierra. Es muy sólida. Podría decir que hemos hallado esa fuerza, esa mano amiga. La Plataforma es una cobija que nos tiene ahí, que ha dado lo mejor para que los y las campesinas hayamos logrado y tengamos legitimidad con personalidad jurídica. Está 24/7, no tiene días libres ni feriados, solo hay campesinado con sus necesidades y justicia. 

Palma Africana
Cogollos cosechados de palma africana en una de las cooperativas del Bajo Aguán. Gessamí Forner

¿A qué vas a la capital?
En Tegucigalpa tengo una reunión con el Instituto Nacional Agrario, que se está reuniendo frecuentemente por el conflicto agrario del Bajo Aguán. Me gustaría que fuera la última reunión, pero claramente esto va a continuar. Los dirigentes de la plataforma están en constantes reuniones con personas del Gobierno.

¿Reciben amenazas los trabajadores del Gobierno de parte de la familia Facussé?
Imagino que sí. El ministro de Consumo está reactivando la titularidad de las cooperativas y nos dijo “ténganme paciencia, porque yo también estoy recibiendo amenazas”.

¿La familia Facussé no vive en Honduras?
No, ellos son extranjeros. Viajan, aterrizan con sus helicópteros, hacen sus cosas y nadie les mira a la cara. No se conocen aquí en el país.

Ustedes dicen que la palma está manchada de sangre.
La palma está manchada con la sangre de campesinos por tantas muertes de compañeros. Las tierras del Bajo Aguán están manchadas con la sangre de las defensorías de la tierra.

¿Debemos dejar de comprar productos de palma?
Sí, pero hay tantas cosas que sería como dejar de consumir un buen número de alimentos, hasta el jabón y chocolate. 

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